Paz en Conexión con la Posición del Creyente

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A. P. Cecil indicó que hay tres partes en cuanto a la posición del creyente en la paz. Las tres nos pertenecen en el instante en que creemos el evangelio y somos sellados con el Espíritu Santo. Estas son:
1) Paz para con Dios
(Romanos 5:1)—Esta es una “paz” exterior que existe entre Dios y el creyente como resultado de ser “justificados pues por la fe.” Es una condición exterior prevaleciente entre dos partes que antes estaban apartadas. De la misma forma, cuando dos naciones están en guerra, no hay paz. Pero si se hace la paz entre ellas, la guerra acaba; cesan las hostilidades y los enemigos se convierten en amigos. Esto es exactamente lo que ha sucedido con el creyente mediante la fe en la muerte y resurrección del Señor Jesucristo. Ya no existe una separación entre nosotros y Dios; ahora prevalece una condición de “paz para con Dios.”
Algunas personas piensan que el pecador tiene que hacer la paz con Dios. Ellos dirán: “Haz la paz con Dios.” Sin embargo, no podemos hacer paz con Dios porque no somos capaces de cumplir los reclamos de la justicia divina necesarios para la paz. Gracias a Dios, Él ha intervenido para asegurarla para el creyente. La Biblia enseña que esta paz fue hecha para los hombres por la obra de Cristo en la cruz (Colosenses 1:20). Así, todo lo que tenemos que hacer es creer el testimonio de Dios sobre ese hecho, y siendo “justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.”
Este aspecto de la paz es una realidad objetiva y no un sentimiento subjetivo o un estado de ánimo. Así, no es un sentimiento pacifico interior en el alma del creyente, como algunas personas piensan. Los sentimientos pacíficos pueden ir y venir, dependiendo de las circunstancias y del estado de alma de una persona, pero no tienen ninguna parte en la justificación del creyente ni de su “paz para con Dios.” La paz con Dios es una condición permanente en la cual el creyente habita con Dios. Es tan seguro y firme como su fundamento: la muerte y la resurrección de Cristo. Romanos 5:1 no está hablando del gozo de nuestra paz con Dios, sino del hecho de que tenemos paz con Dios. Esta paz no depende de nuestro estado de alma. Tampoco puede perderse por nuestras flaquezas y fracasos en el camino de la fe, porque es una cosa eternamente establecida e inseparablemente ligada a nuestra posición delante de Dios. Por lo tanto, no tenemos más de esta paz por caminar en comunión con el Señor, ni tenemos menos de ella si no caminamos con Él.
2) Paz de Liberación
(Romanos 8:6)—Este aspecto de la paz es algo interior. Tiene que ver con el creyente siendo llevado a descansar en su alma con relación a la culpa de sus pecados. Es una paz interna en el alma del creyente resultante de conocer su aceptación (Romanos 8:1) y liberación (Romanos 8:2-4). Así, el creyente tiene un profundo sentido de haber sido libertado del juicio, y esto provoca paz y descanso para su alma. Este aspecto interior de la paz es confundido a menudo con la paz exterior con Dios, arriba mencionada.
La aceptación tiene que ver con el entendimiento de lo que fue realizado en la obra consumada de Cristo en la cruz y del lugar que Él tiene a la diestra de Dios. Como consecuencia de Su resurrección y ascensión, el Señor ahora está en un lugar delante de Dios que está más allá de la condenación. Y, debido a la morada del Espíritu de Dios en el creyente, el creyente está “en Cristo” (Romanos 8:1, etcétera). “En Cristo” es un término técnico usado en la doctrina de Pablo para denotar al creyente estando “en el lugar de Cristo delante de Dios” (Efesios 1:6). Así, él es tan acepto como Cristo (1 Juan 4:17). (Ver los términos Aceptación y En Cristo)
La liberación tiene que ver con el Espíritu en el creyente efectuando una liberación en su alma del poder del pecado (Romanos 8:2-4). Esto no significa que ya no sea capaz de pecar, sino que existe un poder en él que le permite vivir sin pecar, si anda en el Espíritu. Esto es así en virtud de “la ley [principio] del Espíritu de vida en Cristo Jesús” actuando en el creyente para reemplazar las inclinaciones de la carne. J. N. Darby observó que cuando un alma obtiene esta paz, nunca más entra en problemas de alma relacionados con dudas de su salvación. (Véase Liberación)
3) Paz Racial
(Efesios 2:14-15)—Se refiere a la condición de paz existente entre los miembros del cuerpo de Cristo, a pesar de que sus posiciones anteriores como judíos y gentiles estaban en polos opuestos. La gran obra de reconciliación con Dios por medio de la sangre de Cristo (Efesios 2:13), no solamente hace que el creyente esté cercano a Dios, sino también lo une con los demás miembros del cuerpo de Cristo. Así, las diferencias que existieron durante siglos entre los judíos y gentiles han sido anuladas; ahora están unidos juntamente en el cuerpo de Cristo por la morada del Espíritu.
Como hemos mencionado, los tres aspectos de nuestra posición en la paz son nuestros en el momento en que creemos el evangelio y somos sellados con el Espíritu Santo.