Esta expresión es usada en el Nuevo Testamento para describir dos tratos completamente diferentes de Dios para con los hombres. Estudiantes de la Biblia que no comprenden los caminos dispensacionales de Dios con Israel y la Iglesia se encontrarán en un dilema a la hora de interpretar el significado de “los postreros días.” Por ejemplo, la Escritura indica que Dios ha visitado a Su pueblo terrenal Israel en los “postreros días” en la persona de Su Hijo (Hebreos 1:2) y en los “postrimeros tiempos” Cristo murió y resucitó de entre los muertos (1 Pedro 1:20-21). La Escritura también indica que Israel será atacado por el Rey del Norte (Daniel 8:19, 8:23, 11:40-43) y será restaurado y traído a una relación con el Señor en los “postreros tiempos” (Miqueas 4:1-2; Daniel 12:1-4; Isaías 2:2-4). Algunas de estas cosas acontecieron hace 2000 años y algunas están aún por acontecer. La pregunta obvia es: “¿Cómo pueden estas cosas todas acontecer en los postreros días?”
Personas han presentado todo tipo de ideas intentado explicar esto. Sin embargo, cuando entendemos que el llamamiento de la Iglesia por el evangelio es algo interpuesto, o sea un paréntesis en los caminos de Dios con Israel, el problema se soluciona. Sacando fuera del cuadro el tiempo de la jornada de la Iglesia en la tierra (que ha sido de casi 2000 años), vemos que los tratos de Dios con Israel van directos desde el tiempo de la muerte y resurrección del Señor hasta la 70ª semana de Daniel (Daniel 9:27), que son los últimos siete años de su historia antes de que Cristo aparezca y restaure a Israel y establezca Su reino milenario. En ese sentido, la muerte de Cristo, así como los eventos proféticos relativos al ataque a Israel y la restauración final de la nación están realmente todos en los postreros días de Israel.
Entre la muerte de Cristo y la restauración de Israel (el intervalo actual), Dios ha dirigido Su atención a llamar a la Iglesia por medio del evangelio de Su gracia (Hechos 15:14). La Iglesia permanecerá en la tierra en una posición de testimonio hasta que el Señor venga a llevársela a casa, al cielo, en el Arrebatamiento. Ella también tiene sus “postreros días” de testimonio en la tierra. Los apóstoles Pablo, Pedro y Juan, así como Judas, el hermano del Señor, todos hablan de esto (1 Timoteo 4:1; 2 Timoteo 3:1; 2 Pedro 3:3; 1 Juan 2:18; Judas 18). Estamos en estos postreros días ahora, pero no estamos en los postreros días de Israel; estas, pues, son dos relaciones distintas de Dios que no deben ser confundidas.