Prefacio

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¡Suban, niños y niñas! No, no a un tren, no a un auto, ni siquiera a un avión, sino a ¡un trineo tirado por perros! ¡Hace mucho frío a dónde vamos, ¡a veces menos de 60 grados bajo cero! Así que necesitarán arroparse con un abrigo calentito de piel. Quizá prefieran ponerse las raquetas (zapatos para la nieve) y caminar detrás del trineo por un rato.
Vamos a visitar algunas aldeas aisladas junto con un misionero que ha tenido experiencias emocionantes con los lobos y los osos, y que ha pasado momentos maravillosos compartiendo el evangelio junto con su perro esquimal “Pinky” y los demás perros de su traílla.
El trineo en que viajamos ha sido totalmente tallado a mano, y tiene un hermoso letrero pintado en la lona que lo cubre. El letrero tiene un mapa de Alaska con un fondo infrarrojo, con una cruz que sale del Polo Norte. Alrededor, tiene el versículo: “haciendo la paz mediante la sangre de su CRUZ”—Colosenses 1:20.
A dar el latigazo—¡y allá vamos!—¡a la tierra hermosa del norte congelado! Este es el relato del misionero:
Margaret Jean Tuininga
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