Unción del Espíritu

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Este es un aspecto de la habitación del Espíritu Santo—el Cual el creyente recibe cuando cree al evangelio—que le da el poder para andar en el camino de la fe y la capacidad de discernir la verdad del error (2 Corintios 1:21; 1 Juan 2:20, 2:27).
Si el creyente anda en el Espíritu, en comunión con el Señor, tendrá el poder de discernir lo que es verdad y lo que es error cuando se encuentre con ambos (1 Juan 4:6). El apóstol Juan dijo: “La unción que vosotros habéis recibido de Él, mora en vosotros, y no tenéis necesidad que ninguno os enseñe; mas como la unción misma os enseña de todas cosas, y es verdadera, y no es mentira, así como os ha enseñado, perseveraréis en Él” (1 Juan 2:27). Algunos han usado este versículo para rechazar la enseñanza de maestros dotados, porque tienen el Espíritu Santo y piensan que eso es todo lo que necesitan. Por consiguiente, no leen ningún libro de ministerio, etcétera. Pero no es lo que este versículo está diciendo. El apóstol Juan no está diciendo que todos los creyentes instintivamente conocen la verdad porque tienen el Espíritu. Si eso fuera cierto, ¿por qué ha dado Dios maestros a la Iglesia? (1 Corintios 12:28; Efesios 4:11) El verso simplemente significa que cuando la verdad o el error nos son presentados, no necesitamos que alguien nos diga lo que es. Si estamos en comunión, y por lo tanto “perseveramos en Él,” la “unción” del Espíritu en nosotros nos dará a conocer si algo es o no la verdad.
La morada del Espíritu es una bendición exclusivamente cristiana. El Espíritu venía sobre los santos del Antiguo Testamento para ejecutar acciones divinas, pero el Espíritu de Dios no moraba en ellos como Lo hace con los cristianos. De hecho, los cristianos tienen la presencia del Espíritu en ambos aspectos (Juan 14:16; Hechos 2:1-4). La diferencia puede ser ilustrada en un barco de motor y un velero. Uno de ellos tiene su fuente de energía adentro y el otro obtiene su energía de afuera: del viento. Los santos del Antiguo Testamento eran como el velero, “inspirados [movidos] del Espíritu Santo” (2 Pedro 1:21) cuando el Espíritu venía sobre ellos. Pero así como el viento que sopla, esto era ocasional. Los salvados hoy en estos tiempos cristianos, tienen Su presencia divina dentro de ellos en todo momento. Como el barco de motor, ellos son “guiados por el Espíritu” (Romanos 8:14), y esto depende del creyente rindiéndose al control del Espíritu que habita en él. Esto tiene que ver con el estar “llenos del Espíritu” (Efesios 5:18). (Ver Lleno del Espíritu)
La unción del Espíritu de Dios fue dada al Señor Jesús con la finalidad de investir Su Ministerio de poder. La Escritura dice, “Cuanto á Jesús de Nazaret; cómo Le ungió Dios de Espíritu Santo y de potencia; el Cual anduvo haciendo bienes, y sanando á todos los oprimidos del diablo” (Hechos 4:27, 10:38; Hebreos 1:9).