Unidad del Espíritu

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Esta expresión tiene que ver con la unidad práctica que debe existir entre los miembros del cuerpo de Cristo (Efesios 4:3-4). Se trata de una unidad de comunión que el Espíritu de Dios está formando en la tierra para expresar la verdad del “un cuerpo” (Efesios 4:4). F. G. Patterson dijo que mantener la unidad del Espíritu es “esforzarse por mantener en la práctica lo que existe de hecho.” Así, Dios quiere que los miembros del cuerpo de Cristo anden eclesiástica y prácticamente juntos, para que el mundo vea una demostración de la unidad que existe en el cuerpo de Cristo—independientemente de donde los miembros del cuerpo estén localizados en la tierra.
“La unidad del Espíritu” no es simplemente una exhortación para tener unidad en la comunión de la iglesia en una localidad determinada; es más que eso. Esta unidad tiene en vista al un cuerpo—como el versículo siguiente (Efesios 4:4) indica: hay “un cuerpo.” Dado que el cuerpo de Cristo no está en un sólo lugar en la tierra, está claro que esto se refiere a una unidad de creyentes de todo el mundo. Por lo tanto, Dios quiere que los cristianos anden juntos en comunión universalmente, dando expresión al hecho de que son un solo cuerpo, a pesar de que los miembros están en muchos lugares de la tierra. El hecho de partir el pan es una confesión práctica de esta verdad (1 Corintios 10:16-17), pero la Iglesia debe también manifestar la unidad del cuerpo en cuestiones prácticas de comunión y en la disciplina. Dios quiere que esto sea hecho en una escala mundial—dondequiera que los miembros del cuerpo se encuentran en la tierra. Esto excluye la idea de asambleas locales siendo autónomas. Las epístolas a los corintios enfatizan ese lado de la verdad.
Muchos confunden la unidad del Espíritu (Efesios 4:3) con la unión del cuerpo y la Cabeza (1 Corintios 12:12-13; Efesios 2:15). Debemos mantener lo primero, pero Dios mantiene lo segundo por el Espíritu que mora en nosotros. La unidad del Espíritu puede ser interrumpida y rota. Sin embargo, la unión nunca puede ser rota. En los primeros días de la Iglesia, esta unidad fue guardada. Los santos “estaban todos unánimes juntos” (Hechos 2:1, 4:32), pero es triste decir que no permaneció así por mucho tiempo. C. H. Brown dijo: “Evidentemente, la unidad del Espíritu debe haber sido quebrada en algún momento, resultando en dos grupos separándose el uno del otro. La unidad del Espíritu debe haber sido rota, y de hecho lo fue” (The Ground of Gathering, p. 28). C. H. Mackintosh dijo: “Romperíamos la unidad del Espíritu si sustentásemos que hay muchos cuerpos” (The Church, p. 9). J. N. Darby dijo: “Ananías y Safira fueron los primeros en romperla (Hechos 5). Después de esto vemos a los helenistas murmurando contra los hebreos (Hechos 6).” La unión, sin embargo, permanece intacta universalmente, independientemente de si los miembros del cuerpo de Cristo caminan juntos en unidad práctica o no. Unión, por lo tanto, no es lo mismo que unidad. Para enfatizar la diferencia entre estos, se ha dicho que, si amarrásemos dos gatos por la cola, tendríamos unión, pero no habría unidad.
Es un hecho triste que la Iglesia no ha mantenido la unidad del Espíritu, y como resultado, se ha dividido en cuanto al testimonio. Hoy en día, hay miles de partidos, sectas y comuniones – cada uno con sus propios principios de gobierno, todos independientes entre sí. Si bien esto es cierto, los cristianos todavía pueden mantener la unidad del Espíritu hoy, pero esto sólo puede cumplirse en el testimonio de un remanente. La unidad del Espíritu encuentra su centro en Cristo, y guardarla envuelve estar en armonía con la mente del Espíritu, que lleva a los cristianos a este propósito práctico. Los miembros del cuerpo no sólo deben reconocer la autoridad de Cristo en todas las cosas, sino que también deben caminar en santidad y verdad, porque el Espíritu de Dios, que reúne a los cristianos conforme a la verdad de Dios, es “el Espíritu de santidad” y “el Espíritu de verdad” (Romanos 1:4; Juan 14:17). Esto necesariamente implica la separación de todo, sea doctrina o práctica, que sea inconsistente con Su persona.