Habacuc 2

Habakkuk 2
 
La clara explicación de Dios dada para consolar a su pueblo
Allí se detiene el profeta, para que Dios en su tiempo pueda explicar esto; observa, como un centinela, recibir la respuesta de Dios a la ansiedad de su alma. Dios, para consolar a su profeta y a todo su pueblo fiel, le ordena que escriba la respuesta tan claramente, para que el que corre pueda leerla. Él tiene en mente los afectos de su pueblo; Él los aprecia, porque en verdad son dados, según su propio corazón, por el Espíritu Santo.
La respuesta de Dios a la fe; liberación segura; Paciencia para tener su trabajo perfecto
Él, incluso antes de la liberación, consolará el corazón que está oprimido por los sentimientos a los que la fe misma da a luz. Si la fe los produce, la respuesta a esa fe no faltará. La liberación aún no llegaría. La visión aún era para un tiempo señalado, pero la liberación de parte de Dios ciertamente vendría. Dios, que valora la fe, intervendría Él mismo. Si la liberación se demoraba, los fieles debían esperarla. Seguramente vendría y no se demoraría. Al corazón del hombre se detuvo. La paciencia iba a tener su trabajo perfecto. La paciencia de Dios había sido larga y perfecta. El tiempo de liberación no debe demorarse un momento después de la hora señalada por Dios en Su sabiduría.
Orgullo juzgado; la porción de los justos: vivir por fe y confiar en Jehová
Dios había juzgado el espíritu de orgullo, cuyos efectos habían abrumado el corazón del profeta. El opresor no era recto, pero la porción de los justos debía vivir por fe, y por fe debía vivir. Una liberación para el pueblo, que no requería, por así decirlo, esta fe, podría haber sido preferible. Pero Dios tendría el corazón así ejercitado. Los justos deben pasar por ella y aprender a confiar en Jehová, a contar con Él en todas las circunstancias, a aprender lo que Él es en sí mismo (pase lo que pase).
El opresor se juzgó a sí mismo; Jehová en Su santo templo sobre todo
Sin embargo, aunque Dios permitió que su pueblo, a causa de sus pecados, fuera aplastado por la injusticia y la opresión, la conducta del opresor clamó al cielo y trajo juicio sobre su propia cabeza. ¡Ay de él! Porque, incluso aparte de las relaciones de Dios con su pueblo, es Él quien juzga la tierra y la libra del opresor y de los malvados. Su imagen esculpida no le beneficiará: ¿qué puede hacer la piedra muda por el hombre que la instaló? Pero Jehová estaba en Su lugar santo, en Su templo. Toda la tierra debe guardar silencio delante de Él. Debe estar lleno del conocimiento de Su gloria, como el lecho del mar con las aguas que lo cubren. La gente del mundo debe trabajar como en el fuego por mucha vanidad, y esto de Jehová; porque Él llenará el mundo con el conocimiento de sí mismo.