Introducción

Ephesians
 
Es un gran favor que el bendito Dios se haya revelado en gracia a un mundo de pecadores, y sin embargo ha hecho más, porque ha revelado a los creyentes los consejos secretos de su corazón de amor.
Para aprender la bienaventuranza de estas revelaciones, debemos recurrir a la Epístola de Pablo a los Efesios, porque en ella tenemos un desarrollo inspirado de los consejos de Dios para la gloria de Cristo, y la bendición de aquellos que están destinados a compartir Su gloria.
Es de suma importancia ver que existe el consejo de la voluntad de Dios para los creyentes, así como la gracia de Dios que trae salvación para todos los hombres. Por lo general, estamos mejor familiarizados con Su gracia salvadora que con los consejos de Su corazón. La gracia salvadora de Dios cumple con nuestra condición de pecadores, y por necesidad debemos comenzar con lo que satisface nuestra necesidad; pero los consejos de Dios revelan lo que Dios se ha propuesto llevar a cabo para la satisfacción de Su propio corazón. La gracia salvadora de Dios y los consejos de Dios, aunque sean bendiciones distintas, no pueden separarse, porque la gracia que salva nuestras almas conduce a la gloria que satisface el corazón de Dios.
En la revelación de los consejos del corazón de Dios descubrimos el verdadero carácter celestial del cristianismo. Aprendemos que aunque la Iglesia está formada en la tierra, pertenece al cielo, y aunque pasa por el tiempo fue aconsejada en la eternidad y por la eternidad.
El capítulo 1 nos revela los consejos eternos de Dios para Cristo y Su Iglesia en vista de la eternidad.
El capítulo 2 presenta los caminos de Dios para la formación de la Iglesia en el tiempo en vista de Sus consejos para la eternidad.
El capítulo 3 presenta el servicio especial encomendado al apóstol Pablo en relación con la difusión de la verdad de la Iglesia.
Los capítulos 4 al 6 forman la porción práctica de la Epístola, en la cual los creyentes, habiendo sido instruidos en los consejos de Dios, son exhortados a caminar en consistencia con estas verdades a medida que pasan por el tiempo. Si Dios ha aconsejado que haya en los santos, el
Manifestación de su gracia por toda la eternidad, no puede sino desear que en la Asamblea, mientras se forma en el tiempo, haya un testimonio de su gracia, amor y santidad.