Las genealogías de Levi y las de otras tribus
En las genealogías de Leví (cap. 6) vemos, en primer lugar, la línea de sumos sacerdotes hasta el cautiverio; y luego los levitas, sus servicios y sus ciudades. Después de Leví vienen Isacar (cap. 7:1), Benjamín (cap. 7:6), Neftalí (cap. 7:13), pocos en número; la otra mitad tribu de Manasés (cap. 7:14), Efraín (cap. 7:20) y Aser (cap. 7:30). Luego encontramos de nuevo a Benjamín (cap. 8), primero con referencia a Jerusalén, y después en relación con la familia de Saulo.
Las genealogías revelan que donde había fe Dios bendijo individualmente
Pero lo que se ha preservado aquí de las genealogías del pueblo, un remanente que afecta (a través de la gracia) de aquellos que habían caído bajo la dolorosa condenación de “Lo-ruhamah” y “Lo-ammi”, nos revela otra circunstancia, a saber, que, dondequiera que ha habido fe, Dios ha bendecido a su pueblo individualmente. Jabes (cap. 4:9-10), el hijo de la aflicción, buscando bendición en la presencia del Dios de Israel, no pudo encontrarla. Jehová amplió sus fronteras, y lo guardó de tal manera del mal que no le dolió. Simeón, aunque disperso en Israel, fue capaz de expulsar al enemigo y poseer su tierra, incluso hasta el Monte Seir. Las dos tribus y media más allá del Jordán también ampliaron sus territorios, y poseyeron las puertas de sus enemigos, “porque clamaron a Dios”. Después fueron llevados cautivos, porque abandonaron a Dios. Por lo tanto, aunque no había ni el poder del rey ni el orden del reino, sin embargo, dondequiera que había fe, Dios bendijo a aquellos de su pueblo que confiaron en él.
La preservación de la genealogía la prueba de la fe
Estas genealogías eran imperfectas. La condición de Israel llevaba la impresión de la ruina que les había sucedido; pero también la de la bondad de Dios que había traído de vuelta un remanente, y que había preservado todo lo necesario para colocar a los que lo formaron en el registro de su pueblo. Si faltaba la prueba necesaria para darles un título de esto, tal como eran del pueblo dejaba de disfrutar de sus propios privilegios, y los sacerdotes su posición sacerdotal, hasta que un sacerdote se puso de pie con Urim y con Tumim. Porque estas genealogías servían como un medio para reconocer a las personas. ¡Feliz el que había preservado la suya y que había apreciado tanto la herencia de Jehová como para darle valor! Era una prueba de fe; porque, podría haberse dicho, ¿de qué sirven estas genealogías en Babilonia?
El uso que se hace de las genealogías
En cuanto a los levitas, porque es bueno servir al Señor, sus genealogías, sus ciudades y sus servicios eran conocidos con suficiente certeza, incluso con respecto a los que moraban en Jerusalén. La misericordia de Dios tampoco se ha olvidado de conservar una lámpara en la casa de Saúl; porque en el juicio Dios recuerda la misericordia. El capítulo 9 nos enseña el uso que hicieron de sus genealogías; porque los mencionados en ella son personas que habían regresado del cautiverio, como se puede ver en Nehemías 11. Esta porción del libro termina en el capítulo 9:34. El versículo 35 comienza la narración.