Examinemos un poco más de cerca estos capítulos, que muestran los dolores que el Espíritu tomó, para poner ante los ojos de la gente todos los motivos que podrían inducirlos a caminar fielmente en la carrera que ahora les esperaba.
Moisés recuerda la paciencia y la bondad de Dios en el viaje por el desierto
Comienza con la narración de lo que había ocurrido desde la estadía de los hijos de Israel en el Sinaí; y Moisés les recuerda el mandamiento de dejar ese lugar e ir al monte de los amorreos,1 para subir y poseer la tierra. Llegan allí y, desalentados por los espías, no suben; luego, tratando de hacerlo sin Dios, son heridos ante sus enemigos. Pasando por las fronteras de Esaú y Moab, Dios les da la tierra de Sihón y de Og.
(1. Es interesante juntar los versículos segundo y tercero. Durante un viaje de once días, Israel tardó cuarenta años. ¡Ay! cuántas veces es así con nosotros, debido a nuestra infidelidad).
Aprendemos también aquí que, aunque sancionado por Dios, el envío de los espías fue el efecto de la incredulidad entre la gente, una lección instructiva. Dios puede permitir, y hasta ahora sancionar un curso, sabio humanamente, en Sus caminos: Su gobierno, que sin embargo da el fruto de la incredulidad que está en la raíz de ella.
En una palabra, Moisés les recuerda, en general, lo que había sucedido en el viaje que los llevó a entrar en la tierra de la que han de tomar posesión: la paciencia y la bondad de Dios.
La majestad de Dios y Su Palabra,
y el privilegio disfrutado en Horeb
Al recordarles a Horeb, insiste en el privilegio que habían disfrutado en la cercanía a Dios, quien Él mismo les había hablado en medio del fuego, cuando no veían ninguna similitud; sobre la autoridad del Verbo, su majestad, excluyendo así todo pensamiento de idolatría. Les muestra que todos los que eran mayores de edad habían perecido, como consecuencia de su incredulidad; que él mismo no podía entrar en esa buena tierra; que Dios es un Dios celoso, un fuego consumidor; y que, si hacían alguna imagen esculpida, perecerían completamente de la tierra en la que estaban a punto de entrar, y serían esparcidos entre las naciones y dejados para servir a los dioses que habían amado; que, sin embargo, encontraran a Dios si lo buscaran con todo su corazón, porque Él es un Dios misericordioso, que no los abandonaría; que si el Sinaí había sido el resplandor de Su majestad, también era cierto que tal Dios de majestad nunca había garantizado acercarse tanto a un pueblo, elegido y elegido por el bien de sus padres. Tal es la base del gobierno de este pueblo.
Tres ciudades de refugio en este lado Jordania
Moisés aparta tres ciudades de refugio, como muestra de posesión, por parte de Dios, de lo que estaba de este lado del Jordán. Estos cuatro capítulos son introductorios.