El juicio de Sedequías por despreciar el juramento hecho en el nombre de Jehová
El capítulo 17 presenta el juicio de Sedequías por despreciar el juramento que Nabucodonosor le hizo hacer en el nombre de Jehová. Israel no había podido permanecer en integridad ante Dios, Jehová había encomendado el reino a la cabeza de los gentiles, a quienes había levantado. Este era Su propósito determinado; pero Él había dispuesto el corazón de Nabucodonosor para respetar el nombre de Jehová, y Judá todavía podría haber permanecido el centro de la bendición religiosa, y la lámpara de David todavía podría haber dado luz allí, aunque la realeza había sido sometida a la cabeza de los gentiles, hasta que llegara el tiempo para el resultado del juicio y los tratos de Dios. El pacto entre Nabucodonosor y Sedequías se hizo sobre esta base, y el nombre de Jehová fue traído para confirmarlo. No fue el gentil quien rompió el pacto. Sedequías añadió a sus otros pecados el de hacer imposible la existencia de un pueblo y un reino que pertenecía a Dios. El nombre de Jehová fue más despreciado y pisoteado por él que por el rey gentil. Intriga con Egipto para escapar del dominio de Nabucodonosor, a quien Dios mismo, en juicio, había establecido como supremo. Esto llenó la medida de iniquidad, y trajo el juicio final. Pero dejaba espacio para la soberanía de Dios, que derribaría el árbol alto y exaltaría el árbol bajo, que secaría el árbol verde y haría que el árbol seco floreciera. Su gracia tomaría la pequeña rama olvidada de la casa de David y la levantaría en Israel sobre la montaña de su poder, donde haría que se convirtiera en un buen cedro, dando fruto y protegiendo a todos los que buscaran la protección de su sombra. Todos los poderes de la tierra deben conocer la palabra y las obras de Jehová.