Ezequiel 35

{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{tcl41}tcl40}tcl39}tcl38}tcl37}tcl36}tcl35}tcl34}tcl33}tcl32}tcl31}tcl30}tcl29}tcl28}tcl27}tcl26}tcl25}tcl24}tcl23}tcl22}tcl21}tcl20}tcl19}tcl18}tcl17}tcl16}tcl15}tcl14}tcl13}tcl12}tcl11}tcl10}tcl9}tcl8}tcl7}tcl6}tcl5}tcl4}tcl3}tcl2}tcl1}
La condenación de Dios a Edom
En el capítulo 35 Dios decide la controversia entre Edom e Israel, y condena el Monte Seir a la desolación perpetua, a causa del odio inveterado de ese pueblo hacia Israel; y en lugar de entregar a Israel a Edom en el día en que castiga a su pueblo, es Edom quien llevará el castigo de este odio, cuando toda la tierra se regocijará. Cuando Dios castiga a su pueblo, el mundo piensa poseerlo todo; mientras que ese castigo no es más que el precursor del juicio del mundo.