El sitio de Jerusalén; las fechas de los años de iniquidad que condujeron al juicio de Israel
Además del juicio general que Dios pronunció sobre la condición de Israel, Jerusalén, sobre quien yacía toda la iniquidad del pueblo ahora llega a su apogeo, aparece ante Dios a quien ella había despreciado. El profeta, al representar el sitio de Jerusalén, también debía señalar los años de iniquidad que habían llevado a este juicio: para Israel en general, 390; para Judá, 40. Es cierto que estas fechas no se refieren a la duración del reino de Israel aparte de Judá, ni a la de Judá, porque el reino de Israel sólo duró unos 254 años, mientras que el de Judá continuó unos 134 años después de la caída de Samaria. Parecería que el período más largo mencionado se calcula a partir de la separación de las diez tribus bajo Roboam, contando los años como los de Israel, porque desde ese momento Israel tuvo una existencia separada y comprendió el gran cuerpo de la nación; mientras que Judá lo fue todo durante el reinado de Salomón, que duró cuarenta años. Después de su reinado, Judá estaría comprendida en el nombre general de Israel de acuerdo con el hábito habitual de Ezequiel, aunque en ciertas ocasiones los distingue a causa de la posición de Sedequías y de los tratos futuros de Dios. La razón para usar este nombre de Israel para todo es bastante clara, a saber, que el cautiverio había puesto a toda la nación en la misma condición y bajo un juicio común, e Israel era el nombre de todo el pueblo. Toda la nación fue apartada, y se estableció un reino gentil. Judá a veces se distingue porque todavía había un remanente en Jerusalén, juzgado aún más severamente que la misa, pero que sin embargo existió, y que tendrá circunstancias distintas en su historia hasta los últimos días. Lo mismo sucede en el Nuevo Testamento. En el lenguaje de los apóstoles se mezclan las doce tribus. Sin embargo, como cuestión de historia, los judíos, es decir, los de Judá, son siempre distintos. En general, Ezequiel profetizó bajo las mismas circunstancias. De ahí, en parte, como hemos dicho, su título de “hijo del hombre”, dado también a Daniel, así como el de “hombre muy amado”. El hombre de poder era Nabucodonosor. Pero el que representaba a la raza delante de Dios era un Ezequiel, como el hombre de deseo era un Daniel, un hombre amado por Dios.
Con respecto a la fecha, es cierto que los 390 años son casi exactamente el tiempo de duración de Israel desde la muerte de Salomón hasta la destrucción del templo. Algunas personas han querido contar los cuarenta años de Judá desde la Pascua de Josías hasta el mismo período, suponiendo que la destrucción del templo por Nabucodonosor tuvo lugar cuatro o cinco años después del cautiverio de Sedequías; Pero este no fue el caso, fue un mes más tarde en el mismo año. Joaquín fue llevado cautivo en el octavo año de Nabucodonosor (2 Reyes 24:12). Sedequías reinó once años (Jer. 52:1). En el decimonoveno año de Nabucodonosor, Nabuzar-adán quemó la casa de Jehová, y, leyendo el versículo 6, vemos que fue un mes después del mismo año. Al tomar los cuarenta años de Judá como el reinado de Salomón, estaría diciendo que Israel no había hecho nada más que pecar desde el establecimiento del reino, porque fue sólo en los días de Salomón que hubo un reinado pacífico. David fundó el reino. La responsabilidad de su familia comenzó con Salomón (2 Sam. 7).