Números 13-14

{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{{tcl34}tcl33}tcl32}tcl31}tcl30}tcl29}tcl28}tcl27}tcl26}tcl25}tcl24}tcl23}tcl22}tcl21}tcl20}tcl19}tcl18}tcl17}tcl16}tcl15}tcl14}tcl13}tcl12}tcl11}tcl10}tcl9}tcl8}tcl7}tcl6}tcl5}tcl4}tcl3}tcl2}tcl1}
La tierra agradable despreciada; Fe e incredulidad
A continuación, la tierra agradable es despreciada. Aquí llamaré la atención del lector sobre algunos puntos mencionados sobre este tema en otras partes de la Biblia.1
(1. Ver Deuteronomio 1:20-23.)
Jehová ha llevado al pueblo a las fronteras de la tierra; Moisés les dice que suban. El pueblo propone enviar espías; Moisés consiente. Parece que tenían la sanción de Dios, porque fueron de acuerdo con la palabra del Señor. Pero esta solicitud fue impulsada por la debilidad y la incredulidad de la gente. Hay muchas cosas ordenadas por Dios, y que estamos obligados a hacer tan pronto como sean objeto de un mandato de Él, en el resultado de lo cual se muestran Sus caminos, que, sin embargo, se deben solo a nuestra falta de fe. La consecuencia de ello es que el resultado confirma abundantemente la fe de los fieles, del remanente; Pero la incredulidad cosecha lo que ha sembrado. Así es en este caso. Primero, el informe presentado a Moisés tiene un espíritu correcto; pero las dificultades se presentan inmediatamente, y la incredulidad las mide con el hombre, en lugar de con Dios. Luego, los testigos extraen sus palabras de los sentimientos de la gente y expresan un juicio basado en su incredulidad.
Habiendo así apartado completamente de corazón del Señor, y caído en la corriente de la incredulidad del pueblo, a través de la suya, desmienten las convicciones que se habían formado al disfrutar de la vista de la bondad de Jehová, y llegan a declarar que la tierra es mala, y terminan justificándose quejándose de Dios. Porque ahora ya no es Moisés quien los ha traído aquí, es Dios mismo; lo acusan de ello. Además, no pueden contener su ira contra aquellos cuyo testimonio fiel condena su incredulidad.
Las consecuencias de la incredulidad de la masa
¡Cuántas veces sucede que las dificultades que sacan a relucir la incredulidad del corazón llevan a hablar mal de la posición a la que hemos sido divinamente llamados, y de la cual una vez que probamos la bienaventuranza! Todo fluía del olvido de Dios. ¿Era Él un saltamontes, en comparación con los hijos de Anak? ¿Qué importa si las paredes eran altas, si se caían al soplar el cuerno de un carnero? Pero ahora Dios mismo interfiere. Serán tratados de acuerdo con su fe; perecerán en el desierto, según su deseo. Sólo los fieles y los niños serán traídos a la tierra; pero no sin sufrir, en su marcha, las consecuencias de la incredulidad de la masa. Sin embargo, otras esperanzas y otros consuelos serán su porción.
La intercesión de Moisés y su efecto
El efecto de la intercesión de Moisés es obtener de Dios que el pueblo debe ser salvado; pero esta es Su declaración: Él será glorificado en juicio sobre un pueblo rebelde que desprecia las promesas, y la tierra será así llena de Su gloria. Moisés apela aquí a la revelación del nombre de Jehová, sobre cuya base gobierna al pueblo, y no a las promesas hechas a los padres; Y la respuesta que recibe está de acuerdo con ese nombre. Caleb prefigura al remanente fiel; Josué no es nombrado (vs. 24), porque él representa a Cristo introduciendo al pueblo en la tierra prometida.
La incredulidad no escapa de las dificultades
Al final de los cuarenta años, Caleb se vio obligado a someter, nombre por nombre, a las mismas personas que habían llenado de terror las almas de los espías. La incredulidad, cuando a pesar de ella hemos de disfrutar de los efectos de la promesa, no nos hace escapar de las dificultades. En fin, cuando hemos juzgado la locura de la incredulidad, y vemos las consecuencias de ella, no sirve de nada, debido a estos últimos, emprender una obra. Dios no está con nosotros; Y, si persistimos en subir, encontraremos al enemigo tal como nuestra incredulidad nos lo ha representado.