Las ofrendas unidas de libre albedrío siguen la pureza del campamento, la consagración nazarita y la bendición de Dios
Aquí termina esta parte del libro. El campamento, organizado de acuerdo con el mandato de Dios, se coloca bajo Su bendición.1 Entonces los príncipes del pueblo ofrecen una ofrenda voluntaria a Jehová, para el servicio del santuario y la dedicación del altar de acuerdo con el número de las tribus. Esto se hizo con un entendimiento común, cada uno ofreciendo lo mismo, y en cuanto a los vagones; conjuntamente no el servicio del santuario, sino la devoción unida y las ofrendas voluntarias de la gente para el servicio y la consagración del altar cuando la gente vino a Dios. Se hizo en tribus; fueron los dones de Israel en la unidad finitamente perfecta de los doce, ninguno faltando en la unidad ordenada, y en su conjunto como esa plenitud estaba delante de Dios en ese día. Luego tenemos la forma de las comunicaciones de Jehová a Moisés para instruirlo en el camino. Vemos que está en el tabernáculo de entre los querubines. No es ahora una ley para el pueblo del Sinaí, un pacto, sino la regulación de un pueblo en relación con Dios.
(1. Nota, los capítulos 5-6 dan la limpieza del campamento en todos los sentidos de la impureza y el mal, y la consagración del nazareo a Dios, y la bendición. Luego viene la ofrenda de libre albedrío. Pureza del campamento y separación personal a Dios: santidad en su doble carácter, limpieza negativa y consagración positiva a Dios. Luego la ofrenda voluntaria. La puesta del nombre sigue a la limpieza y consagración.)