La Dieta De Worms, 1521

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Roma parecía impotente, y, dándose cuenta de la gravedad de aquel desafío, apeló al poder temporal, a Carlos V, Emperador de Alemania, para que suprimiera a aquel problemático hereje. Pero la solitaria voz de Wittenberg no iba a ser fácilmente silenciada, porque para este tiempo la mayor parte de Alemania estaba de corazón con Lutero. Además, sus escritos estaban exten­diéndose rápidamente en todas direcciones, y parecía como si Europa estuviera esperando el resultado de la inminente confrontación. Aunque advertido por muchos de sus amigos y por masas del común de la gente, Lutero, poniendo sin embargo su confianza en Dios, decidió acudir a la Dieta de Worms, para responder allí, delante del mismo Carlos, de las acusaciones que habían sido presentadas contra él. Inmutable delante del emperador y de toda una corte de duques, prín­cipes, condes y obispos, Lutero habló con una calmada dignidad que sólo podía provenir de mucha lucha privada en oración con Dios. (Nota 3.) Reconoció, de manera sencilla, el montón de escritos sobre la mesa como suyos propios, y rehusó retractarse de ellos.