He. 8:1‑10:39• 1Así que, la suma acerca de lo dicho es: Tenemos tal pontífice que se asentó á la diestra del trono de la Majestad en los cielos;
2Ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que el Señor asentó, y no hombre.
3Porque todo pontífice es puesto para ofrecer presentes y sacrificios; por lo cual es necesario que también éste tuviese algo que ofrecer.
4Así que, si estuviese sobre la tierra, ni aun sería sacerdote, habiendo aún los sacerdotes que ofrecen los presentes según la ley;
5Los cuales sirven de bosquejo y sombre de las cosas celestiales, como fué respondido á Moisés cuando había de acabar el tabernáculo: Mira, dice, haz todas las cosas conforme al dechado que te ha sido mostrado en el monte.
6Mas ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, el cual ha sido formado sobre mejores promesas.
7Porque si aquel primero fuera sin falta, cierto no se hubiera procurado lugar de segundo.
8Porque reprendiéndolos dice: He aquí vienen días, dice el Señor, Y consumaré para con la casa de Israel y para con la casa de Judá un nuevo pacto;
9No como el pacto que hice con sus padres El día que los tomé por la mano para sacarlos de la tierra de Egipto: Porque ellos no permanecieron en mi pacto, Y yo los menosprecié, dice el Señor.
10Por lo cual, este es el pacto que ordenaré á la casa de Israel Después de aquellos días, dice el Señor: Daré mis leyes en el alma de ellos, Y sobre el corazón de ellos las escribiré; Y seré á ellos por Dios, Y ellos me serán á mí por pueblo:
11Y ninguno eneseñará á su prójimo, Ni ninguno á su hermano, diciendo: Conoce al Señor: Porque todos me conocerán, Desde el menor de ellos hasta el mayor.
12Porque seré propicio á sus injusticias, Y de sus pecados y de sus iniquidades no me acordaré más.
13Diciendo, Nuevo pacto, dió por viejo al primero; y lo que es dado por viejo y se envejece, cerca está de desvanecerse.
1Tenía empero también el primer pacto reglamentos del culto, y santuario mundano.
2Porque el tabernáculo fué hecho: el primero, en que estaban las lámparas, y la mesa, y los panes de la proposición; lo que llaman el Santuario.
3Tras el segundo velo estaba el tabernáculo, que llaman el Lugar Santísimo;
4El cual tenía un incensario de oro, y el arca del pacto cubierta de todas partes alrededor de oro; en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, y la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto;
5Y sobre ella los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio; de las cuales cosas no se puede ahora hablar en particular.
6Y estas cosas así ordenadas, en el primer tabernáculo siempre entraban los sacerdotes para hacer los oficios del culto;
7Mas en el segundo, sólo el pontífice una vez en el año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo, y por los pecados de ignorancia del pueblo:
8Dando en esto á entender el Espíritu Santo, que aun no estaba descubierto el camino para el santuario, entre tanto que el primer tabernáculo estuviese en pie.
9Lo cual era figura de aquel tiempo presente, en el cual se ofrecían presentes y sacrificios que no podían hacer perfecto, cuanto á la conciencia, al que servía con ellos;
10Consistiendo sólo en viandas y en bebidas, y en diversos lavamientos, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de la corrección.
11Mas estando ya presente Cristo, pontífice de los bienes que habían de venir, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es á saber, no de esta creación;
12Y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, mas por su propia sangre, entró una sola vez en el santuario, habiendo obtenido eterna redención.
13Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y la ceniza de la becerra, rociada á los inmundos, santifica para la purificación de la carne,
14¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual por el Espíritu eterno se ofreció á sí mismo sin mancha á Dios, limpiará vuestras conciencias de las obras de muerte para que sirváis al Dios vivo?
15Así que, por eso es mediador del nuevo testamento, para que interviniendo muerte para la remisión de las rebeliones que había bajo del primer testamento, los que son llamados reciban la promesa de la herencia eterna.
16Porque donde hay testamento, necesario es que intervenga muerte del testador.
17Porque el testamento con la muerte es confirmado; de otra manera no es válido entre tanto que el testador vive.
18De donde vino que ni aun el primero fué consagrado sin sangre.
19Porque habiendo leído Moisés todos los mandamientos de la ley á todo el pueblo, tomando la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, y lana de grana, é hisopo, roció al mismo libro, y también á todo el pueblo,
20Diciendo: Esta es la sangre del testamento que Dios os ha mandado.
21Y además de esto roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio.
22Y casi todo es purificado según la ley con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.
23Fué, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas con estas cosas; empero las mismas cosas celestiales con mejores sacrificios que éstos.
24Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el mismo cielo para presentarse ahora por nosotros en la presencia de Dios.
25Y no para ofrecerse muchas veces á sí mismo, como entra el pontífice en el santuario cada año con sangre ajena;
26De otra manera fuera necesario que hubiera padecido muchas veces desde el principio del mundo: mas ahora una vez en la consumación de los siglos, para deshacimiento del pecado se presentó por el sacrificio de sí mismo.
27Y de la manera que está establecido á los hombres que mueran una vez, y después el juicio;
28Así también Cristo fué ofrecido una vez para agotar los pecados de muchos; y la segunda vez, sin pecado, será visto de los que le esperan para salud.
1Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos á los que se allegan.
2De otra manera cesarían de ofrecerse; porque los que tributan este culto, limpios de una vez, no tendrían más conciencia de pecado.
3Empero en estos sacrificios cada año se hace conmemoración de los pecados.
4Porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados.
5Por lo cual, entrando en el mundo, dice: sacrificio y presente no quisiste; Mas me apropiaste cuerpo:
6Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron.
7Entonces dije: Heme aquí (En la cabecera del libro está escrito de mí) Para que haga, oh Dios, tu voluntad.
8Diciendo arriba: Sacrificio y presente, y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron,
9Entonces dijo: Heme aquí para que haga, oh Dios, tu voluntad. Quita lo primero, para establecer lo postrero.
10En la cual voluntad somos santificados por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una sola vez.
11Así que, todo sacerdote se presenta cada día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados:
12Pero éste, habiendo ofrecido por los pecados un solo sacrificio para siempre, está sentado á la diestra de Dios,
13Esperando lo que resta, hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies.
14Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre á los santificados.
15Y atestíguanos lo mismo el Espíritu Santo; que después que dijo:
16Y este es el pacto que haré con ellos Después de aquellos días, dice el Señor: Daré mis leyes en sus corazones, Y en sus almas las escribiré:
17Añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados é iniquidades.
18Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por pecado.
19Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el santuario por la sangre de Jesucristo,
20Por el camino que él nos consagró nuevo y vivo, por el velo, esto es, por su carne;
21Y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios,
22Lleguémonos con corazón verdadero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua limpia.
23Mantengamos firme la profesión de nuestra fe sin fluctuar; que fiel es el que prometió:
24Y considerémonos los unos á los otros para provocarnos al amor y á las buenas obras;
25No dejando nuestra congregación, como algunos tienen por costumbre, mas exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.
26Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio por el pecado,
27Sino una horrenda esperanza de juicio, y hervor de fuego que ha de devorar á los adversarios.
28El que menospreciare la ley de Moisés, por el testimonio de dos ó de tres testigos muere sin ninguna misericordia:
29¿Cuánto pensáis que será más digno de mayor castigo, el que hollare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del testamento, en la cual fué santificado, é hiciere afrenta al Espíritu de gracia?
30Sabemos quién es el que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará su pueblo.
31Horrenda cosa es caer en las manos del Dios vivo.
32Empero traed á la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sufristeis gran combate de aflicciones:
33Por una parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo; y por otra parte hechos compañeros de los que estaban en tal estado.
34Porque de mis prisiones también os resentisteis conmigo, y el robo de vuestros bienes padecisteis con gozo, conociendo que tenéis en vosotros una mejor sustancia en los cielos, y que permanece.
35No perdáis pues vuestra confianza, que tiene grande remuneración de galardón:
36Porque la paciencia os es necesaria; para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.
37Porque aun un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará.
38Ahora el justo vivirá por fe; Mas si se retirare, no agradará á mi alma.
39Pero nosotros no somos tales que nos retiremos para perdición, sino fieles para ganancia del alma. (He. 8:1‑10:39)