1 S. 25:3,18‑35,42‑43• 3El nombre de aquel varón era Nabal, y el nombre de su mujer, Abigail. Y era aquella mujer de buen entendimiento y de buena gracia; mas el hombre era duro y de malos hechos; y era del linaje de Caleb.
18Entonces Abigail tomó luego doscientos panes, y dos cueros de vino, y cinco ovejas guisadas, y cinco medidas de grano tostado, y cien hilos de uvas pasas, y doscientos panes de higos secos, y cargólo en asnos;
19Y dijo á sus criados: Id delante de mí, que yo os seguiré luego. Y nada declaró á su marido Nabal.
20Y sentándose sobre un asno descendió por una parte secreta del monte, y he aquí David y los suyos que venían frente á ella, y ella les fué al encuentro.
21Y David había dicho: Ciertamente en vano he guardado todo lo que éste tiene en el desierto, sin que nada le haya faltado de todo cuanto es suyo; y él me ha vuelto mal por bien.
22Así haga Dios, y así añada á los enemigos de David, que de aquí á mañana no tengo de dejar de todo lo que fuere suyo ni aun meante á la pared.
23Y como Abigail vió á David, apeóse prestamente del asno, y postrándose delante de David sobre su rostro, inclinóse á tierra;
24Y echóse á sus pies, y dijo: Señor mío, sobre mí sea el pecado; mas ruégote hable tu sierva en tus oídos, y oye las palabras de tu sierva.
25No ponga ahora mi señor su corazón á aquel hombre brusco, á Nabal; porque conforme á su nombre, así es. El se llama Nabal, y la locura está con él: mas yo tu sierva no vi los criados de mi señor, los cuales tú enviaste.
26Ahora pues, señor mío, vive Jehová y vive tu alma, que Jehová te ha estorbado que vinieses á derramar sangre, y vengarte por tu propia mano. Sean pues como Nabal tus enemigos, y todos los que procuran mal contra mi señor.
27Y ahora esta bendición que tu sierva ha traído á mi señor, dése á los criados que siguen á mi señor.
28Y yo te ruego que perdones á tu sierva esta ofensa; pues Jehová de cierto hará casa firme á mi señor, por cuanto mi señor hace las guerras de Jehová, y mal no se ha hallado en ti en tus días.
29Bien que alguien se haya levantado á perseguirte y atentar á tu vida, con todo, el alma de mi señor será ligada en el haz de los que viven con Jehová Dios tuyo, y él arrojará el alma de tus enemigos como de en medio de la palma de una honda.
30Y acontecerá que cuando Jehová hiciere con mi señor conforme á todo el bien que ha hablado de ti, y te mandare que seas caudillo sobre Israel,
31Entonces, señor mío, no te será esto en tropiezo y turbación de corazón, el que hayas derramado sangre sin causa, ó que mi señor se haya vengado por sí mismo. Guárdese pues mi señor, y cuando Jehová hiciere bien á mi señor, acuérdate de tu sierva.
32Y dijo David á Abigail: Bendito sea Jehová Dios de Israel, que te envió para que hoy me encontrases;
33Y bendito sea tu razonamiento, y bendita tú, que me has estorbado hoy el ir á derramar sangre, y á vengarme por mi propia mano:
34Porque, vive Jehová Dios de Israel que me ha defendido de hacerte mal, que si no te hubieras dado priesa en venirme al encuentro, de aquí á mañana no le quedara á Nabal meante á la pared.
35Y recibió David de su mano lo que le había traído, y díjole: Sube en paz á tu casa, y mira que he oído tu voz, y tenídote respeto.
42Y levantándose luego Abigail con cinco mozas que la seguían, montóse en un asno, y siguió los mensajeros de David, y fué su mujer.
43También tomó David á Ahinoam de Jezreel, y ambas á dos fueron sus mujeres. (1 S. 25:3,18‑35,42‑43)