Estado Eterno

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Este término no es encontrado en la Escritura, pero transmite un pensamiento bíblico. Los instructores bíblicos lo utilizan cuando se refieren a una condición de cosas que Dios creará en los cielos y en la tierra después de que el tiempo termine su curso—o sea, después del Milenio. Hay solamente tres lugares en la Escritura donde se describe el estado eterno: 1 Corintios 15:24-28; 2 Pedro 3:12-13 y Apocalipsis 21:1-8.
En el estado Eterno, la reconciliación de todas las cosas será completa; todo estará de acuerdo con la mente de Dios (Colosenses 1:20). El pecado y la muerte existirán en el Milenio (Salmo 101:5-8; Isaías 65:20; Zacarías 5:1-4; 1 Corintios 15:25), pero en el estado eterno todo rastro de estos desaparecerá (Juan 1:29; 1 Corintios 15:26). Durante el Milenio, la justicia “reinará” (Isaías 32:1, 61:11). Será la regla de vida para todos en la tierra; todo lo que levante su cabeza contra ella será juzgado y anulado. Pero en el Estado Eterno, la justicia “mora” pacíficamente (2 Pedro 3:13). No habrá necesidad de imponerla, pues no habrá ningún poder contrario para resistirla—todo será de Dios y Él será “todas las cosas en todos” (1 Corintios 15:28). La Escritura dice que Cristo y los santos celestiales “reinarán hasta los siglos de los siglos” (que es el Estado Eterno), pero no dice que reinan durante los siglos de los siglos (Apocalipsis 22:5 – traducción J. N. Darby). Cristo habrá entregado el reino al Padre entonces, y no habrá ninguna necesidad de gobierno en la tierra (1 Corintios 15:24). Así, el Milenio será para la reivindicación del carácter de Dios, pero el Estado Eterno será para la satisfacción de Su corazón. El Milenio será “el día del Señor” (Isaías 2:12, etcétera) y “el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6, 1:10, 2:16, etcétera), pero el estado eterno será “el día de Dios” (2 Pedro 3:12) y “el día de la eternidad” (2 Pedro 3:18). Todo en el cielo y la tierra reflejará la gloria de Dios en aquel día eterno.
El cielo y la tierra permanecerán como lugares distintos por toda la eternidad, pero ellos estarán en una condición enteramente nueva, que será totalmente diferente de aquello que hoy conocemos. Apocalipsis 21:1 dice que “el mar ya no es.” Esto, tomado simbólicamente, indica que no habrá más separación en las circunstancias que conocemos hoy. Un “mar” es un elemento separador en la naturaleza y es usado en este versículo para indicar la separación en cuanto a circunstancias, espacio, tiempo y nacionalidad, etcétera. Por lo tanto, las dimensiones del tiempo, límites geográficos, limitaciones y diferencias humanas desaparecerán. No habrá nada para separar a los hombres de la feliz comunión unos con otros y con Dios. Una condición de felicidad inmutable permeará todo. Así, no habrá más “lágrima,” “muerte,” “llanto,” “clamor” y “dolor”—cosas que son el resultado directo del pecado (Apocalipsis 21:4).
La Nueva Jerusalén será vista como la morada eterna de la Iglesia, que será “dispuesta como una esposa [novia] ataviada para su marido” (Apocalipsis 21:2). Así, la Iglesia existirá como una entidad distinta de los otros grupos de personas redimidas como siendo la “novia” de Cristo. La iglesia como la “mujer del Cordero” (lo que será en el Milenio, ayudando en el gobierno de la tierra—Apocalipsis 21:9) cesará en el Estado Eterno, pero la Iglesia como “novia” de Cristo continuará por la eternidad. Ella estará allí totalmente “para” Su gozo y satisfacción de Su corazón.
De la Nueva Jerusalén es dicho que desciende “de Dios,” pero no hay ninguna indicación de que ella toque la tierra; así, el cielo y la tierra permanecerán siendo distintos en el Estado Eterno, pero estarán en la más estrecha armonía. En ese día eterno, será triunfantemente declarado: “He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y morará con ellos” (Apocalipsis 21:3). Este es el gran deseo de Dios—habitar en comunión con “los hijos de los hombres” (Proverbios 8:31). Cuando esto ocurra, será anunciado triunfalmente: “Hecho es” (Apocalipsis 21:6). Esto marca el cumplimiento del propósito de Dios con el hombre. La profecía del Antiguo Testamento tiene cumplimiento en el Milenio, pero el propósito de Dios alcanza su cumplimiento en el Estado Eterno.
Apocalipsis 21:8 afirma que habrá también un estado inmutable de condenación para los perdidos. Ocho clases de pecadores que estarán bajo eterna condenación en el lago de fuego son mencionadas. El Estado Eterno no tiene fin. Esto es muy solemne.