1 Corintios 1:10-13; 3:1-8: El orgullo

1 Corinthians 1:10‑13; 1 Corinthians 3:1‑8
“Ciertamente la soberbia concebirá contienda” (Proverbios 13:1010Only by pride cometh contention: but with the well advised is wisdom. (Proverbs 13:10)). En este versículo vemos que la tendencia de la carne es causar problemas; pero si fuésemos humildes no tendríamos contiendas; es más, si la opinión que tenemos de los demás fuese mayor que la que tenemos de nosotros mismos, entonces nuestros conflictos acabarían. Muchas veces creemos que estamos en lo correcto y menospreciamos a los demás; y, por lo general es por nuestro orgullo, ya que enfocamos nuestra mirada en el ser humano y de manera especial en nosotros mismos, en vez de que sea Dios el centro de nuestra atención. Todo lo que exalte al hombre quita el puesto a Dios, Quien debe tener el primer lugar en todo.
En las porciones de la Palabra de Dios indicadas en esta meditación vemos algo de la reacción de la carne en vez de la acción del Espíritu Santo. “Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer” (1 Corintios 1:1010Now I beseech you, brethren, by the name of our Lord Jesus Christ, that ye all speak the same thing, and that there be no divisions among you; but that ye be perfectly joined together in the same mind and in the same judgment. (1 Corinthians 1:10)). El apóstol Pablo tiene el ferviente deseo de que todos los hermanos en Cristo estén perfectamente unidos, pero la única manera de lograrlo es exaltar a Cristo en vez de a nosotros mismos; pues si el centro de nuestra atención es Él, entonces vamos a reconocer que Él merece toda la gloria y ya no queda lugar para nuestra carne. Las divisiones entre hermanos vienen cuando olvidamos esto. En este pasaje vemos que los de Corinto escogieron a sus líderes favoritos y dijeron: “Yo soy de Pablo; y yo de Apolos... y yo de Cristo” (1 Corintios 1:1212Now this I say, that every one of you saith, I am of Paul; and I of Apollos; and I of Cephas; and I of Christ. (1 Corinthians 1:12)). Pablo y Apolos eran buenos siervos del Señor; sin embargo no hay nadie como Cristo. El problema de fondo es que los corintios se estaban jactando de su estado espiritual, ya que algunos incluso dijeron que se aferraban a Cristo más que los demás; pero en esto no exaltaron al Señor, sino a su propia espiritualidad. En todo esto vemos que la raíz del orgullo estaba contaminando la armonía entre los creyentes.
En el capítulo tres de 1 Corintios vemos más sobre este tema. A veces podemos pensar que nuestros dones espirituales o el servicio para el Señor nos hacen buenas personas. Por ejemplo, si creemos que somos espirituales por compartir el evangelio: esta actitud no deja de ser orgullo y debemos reconocerlo con tristeza. Los de Corinto se hallaban en esta situación: llenos de celos, contiendas y disensiones, al mismo tiempo que se jactaban de sus dones espirituales. Pablo tuvo que decirles: “Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales?” (1 Corintios 3:44For while one saith, I am of Paul; and another, I am of Apollos; are ye not carnal? (1 Corinthians 3:4)). Como otros han dicho: los hombres fieles no tienen seguidores. Así también, Pablo no quería tener seguidores de sí mismo, sino de Cristo; pues es la carne la que desea tener ídolos, ya que ellos dejan un pequeño lugar para el orgullo. Mas Pablo en los versículos 5 y 6 muestra el lugar del siervo: “¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios”. Tenemos que recordar siempre que toda bendición viene de Dios y no del hombre, en virtud de que tan solo somos siervos. Él lo planifica todo y es Quien da así la vida como el crecimiento. La persona que planifica un jardín y lo hace crecer recibe la gloria y no el siervo que lo riega. Mantengamos en nuestras mentes las palabras de Proverbios 16:18: “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu”. Al estar ocupados con Cristo no vamos a caer en el orgullo, ni en las contiendas que él conlleva.