Hoy en día, somos bombardeados con publicidad, pues de cada dirección vienen mensajes que piden nuestro dinero y muchos de ellos tienen fotos de gente joven, bien vestida y atractiva. Los mensajes insisten en que estas cosas van a darnos felicidad en la vida y también en que cada persona tiene el derecho de hacer lo que le da la gana, porque merecemos “lo mejor” de todo, incluyendo la independencia. ¿Cómo influyen estos mensajes en nosotros y cómo afectan a nuestros matrimonios? El mundo dice que la mujer es explotada si se somete a su marido y que el hombre puede mostrar su machismo al desentenderse de las emociones y necesidades de su esposa. Pero ¿qué dicen las Escrituras? Veamos la respuesta en el tercer capítulo de la primera epístola de Pedro.
En los primeros 6 versículos de este capítulo el apóstol Pedro nos da, por medio de la inspiración divina, instrucciones sobre cómo deben comportarse las mujeres: “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas” (1 Pedro 3:11Likewise, ye wives, be in subjection to your own husbands; that, if any obey not the word, they also may without the word be won by the conversation of the wives; (1 Peter 3:1)). Aquí vemos que la sujeción al marido es la expectativa de Dios para la mujer. Nuestro mundo nos ha entrenado para pensar que esta sujeción implica inferioridad, pero no es así. Dios estableció un orden para las relaciones de su creación que no tiene nada que ver con la superioridad, según el cual los hombres deben ejercer su autoridad para liderar. En un equipo de fútbol, los niños piensan que el delantero es más importante que el arquero y pocos quieren asumir este humilde papel; sin embargo, imaginémonos lo que sería un equipo sin arquero. Esta percepción que el uno es más importante que el otro resulta ser falsa, pues ambos roles son sumamente importantes, aunque sean tan distintos. El mundo también está en contra de estas claras instrucciones: “Vuestro atavío no sea el externo... sino el interno, el del corazón...” (1 Pedro 3:3,43Whose adorning let it not be that outward adorning of plaiting the hair, and of wearing of gold, or of putting on of apparel; 4But let it be the hidden man of the heart, in that which is not corruptible, even the ornament of a meek and quiet spirit, which is in the sight of God of great price. (1 Peter 3:3‑4)) pues lo incorruptible es el “espíritu afable y apacible”. Muchas veces prestamos más atención a lo exterior: lo que los hombres aprecian y somos negligentes en cuanto a lo interior: lo que en verdad Dios aprecia; pero Su aprobación debe satisfacernos más que la del hombre, pues durará para siempre.
Los hombres tienen esta instrucción: “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo” (1 Pedro 3:77Likewise, ye husbands, dwell with them according to knowledge, giving honor unto the wife, as unto the weaker vessel, and as being heirs together of the grace of life; that your prayers be not hindered. (1 Peter 3:7)). Los hombres tenemos la tendencia de excusarnos por no entender a nuestras esposas, porque exigen cosas extrañas para nuestras mentes y en ocasiones conversamos entre hombres acerca de las mujeres emocionales; pero en vez de esto Dios pide que vivamos “sabiamente” con ellas. Él nos da en Cristo la sabiduría necesaria y que tanta falta nos hace para entenderlas (véase 1 Corintios 1:3030But of him are ye in Christ Jesus, who of God is made unto us wisdom, and righteousness, and sanctification, and redemption: (1 Corinthians 1:30)); pues nos han sido dadas como una bendición y también nos pide que honremos y consideremos a nuestras esposas. No cabe expresiones de queja como “mi vieja es” tal y cual cosa. Debemos honrarlas como personas preciosas según las instrucciones de un Dios que las conoce perfectamente. En los últimos versículos (8 y 9) vemos que la relación debe estar llena de amor y cariño.