2 Juan: El rechazo de los falsos maestros
Stanley Bruce Anstey
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La segunda epístola de Juan
Introducción
Las epístolas segunda y tercera de Juan son consideradas generalmente como apéndices de la primera epístola. Llevan las marcas de la carta mayor en estilo, redacción y terminología. Quedan pocas dudas de que el apóstol Juan es el autor de ambas, aunque su nombre no sea mencionado. Siendo epístolas pastorales (cartas escritas a individuos más que a una asamblea, o a un grupo de personas), estas epístolas dan consejo respecto a aquellos quienes viajaban predicando y enseñando. Se complementan la una a la otra de muchas maneras:
• La segunda epístola nos insta a rechazar a los maestros que no son sanos en la doctrina sobre la Persona de Cristo.
• La tercera epístola nos anima a recibir a aquellos que enseñan fielmente la verdad, y a ayudarlos en su obra.
Como es el caso con todas las “segundas” epístolas, que ven el testimonio cristiano en un estado de ruina y desorden, y, en consecuencia, hacen un llamado a la separación de lo que no está de acuerdo a la verdad, esta segunda epístola también sigue ese tema. Bien podría haber sido la respuesta del apóstol a una consulta que “la señora elegida” le hizo respecto a aquellos que viajaban predicando y enseñando. O, Juan podría haber escuchado de alguien (quizás la hermana de ella; versículo 13) que ella estaba en peligro de ser presa de ciertos maestros anticristianos, y eso suscitó esta respuesta de Juan. Independientemente de lo que haya ocasionado la redacción de la carta, la enseñanza practica que contiene fue pertinente para ese día, y lo es aún más en nuestros tiempos porque hay más falsos maestros en la profesión cristiana que nunca. Ya que la epístola está escrita hacia un individuo, las instrucciones que contiene deben ser aplicadas individualmente. Entonces, tanto los hermanos como las hermanas tienen una responsabilidad personal de poner estas cosas en práctica en sus vidas.
La señora elegida y sus hijos
Solo hay una epístola escrita a una mujer, y no hay ninguna epístola escrita por una mujer. De hecho, ningún libro en la Biblia está escrito por una mujer, aunque dos libros de la Biblia llevan nombres de mujer: Rut y Ester. El hecho de que una mujer no haya sido llamada a escribir una epístola es conforme con las instrucciones del apóstol Pablo respecto al rol de las mujeres cristianas en la Iglesia. En su epístola a Timoteo, muestra que las mujeres cristianas no tienen una posición pública de tomar la iniciativa en la casa de Dios, ni en la enseñanza (1 Timoteo 2:9-15) ni en la administración (1 Timoteo 3:2; Hechos 15:6).
Versículos 1-2.— Juan abre con un saludo: “El anciano á la señora elegida y á sus hijos, á los cuales yo amo en verdad y no yo solo, sino también todos los que han conocido la verdad, por la verdad que está en nosotros, y será perpetuamente con nosotros”. El nombre de la señora elegida a quien Juan escribe no es pronunciado. Todo lo que sabemos es que ella es una mujer cristiana respetable, con hijos que andaban en la verdad. Su esposo no es mencionado.
Es instructivo el modo en que Juan le habla. Es un modelo de como un hermano debe tratar a una hermana en el Señor. Se abstiene de la familiaridad, y no usa términos cariñosos. No la llama “amada”, como lo hace cuando se dirige a los hijos de Dios en general (1 Juan 2:7; 3:2,21; 4:1,7,11), o cuando se dirige a Gaio, un hermano en el Señor (3 Juan 1-2,5,11). Esto no es porque ella no fuera amada, sino porque esas expresiones son inapropiadas para usar por los hermanos cuando interactúan con hermanas a nivel personal. Él sí dice: “á los cuales yo amo”, pero rápidamente lo matiza añadiendo: “en verdad”, y esto fue en el contexto de “todos los que han conocido la verdad, por la verdad”. Esto nos demuestra que es indecoroso que un hermano hable de su amor por una determinada hermana en el Señor; podría malinterpretarse. Esto demuestra cuán cuidadosos debemos ser en nuestras relaciones naturales para evitar la aparición de maldad. Del mismo modo, el aposto Pablo dijo a Timoteo que debía tratar a las hermanas jóvenes “con toda pureza” (1 Timoteo 5:2).
Versículo 3.— Juan le desea “gracia” y “misericordia” y “paz” del Padre y del Hijo. Basándose en esto, ella sería capaz de actuar según las instrucciones prácticas que él iba a darle.
Versículo 4.— Juan se alegra en gran manera al saber que los hijos de la señora elegida estaban en el camino cristiano y andaban en la verdad. Dice: “Mucho me he gozado, porque he hallado de tus hijos, que andan en verdad, como nosotros hemos recibido el mandamiento del Padre”. Nota: él no dijo, “conocen la verdad”, sino “andan en verdad”. Esto demuestra que la verdad no es algo que meramente creemos en nuestras mentes, sino algo que debe ser practicado y vivido en todos los días de la vida. Al decir que encontró “de” sus hijos andando en la verdad, indica que no todos los hijos de la señora elegida iban por ese camino. Juan no se enfoca en esto, pero se gozó en aquellos de sus hijos quienes seguían adelante con fe. Esto, también, es un ejemplo para nosotros. En un tiempo de ruina, cuando muchas cosas están en desorden, la tendencia es ocuparse con los fracasos de los santos y todas las cosas que vemos que están mal. Pero esto no es una ocupación sana. Recordemos el viejo refrán: “¡Quien se ocupa del fracaso se convierte en fracasado!”. La ocupación normal del cristiano es con Cristo (Filipenses 3:13-14; Hebreos 12:2).
Versículos 5-6.— Juan le ruega que continue en el gran mandamiento que la comunidad cristiana había recibido del Padre. Dice: “Y ahora te ruego, señora, no como escribiéndote un nuevo mandamiento, sino aquel que nosotros hemos tenido desde el principio, que nos amemos unos á otros. Y este es amor, que andemos según Sus mandamientos. Este es el mandamiento: Que andéis en él, como vosotros habéis oído desde el principio”. Ella debía continuar en el antiguo (pero nuevo) mandamiento, que, como dice Juan, es “que nos amemos unos á otros”. Es “antiguo” porque se manifestó por primera vez en la vida del Señor cuando Él estuvo aquí en la tierra (1 Juan 2:7). También es “nuevo” porque se puede ver en los hijos de Dios, ya que el Espíritu Santo ha sido dado (1 Juan 2:8). Siendo este amor manifiesto de manera práctica en obediencia (Juan 14:15; 1 Juan 5:3), este mandamiento sería algo dichoso para ella. Esencialmente, lo que él estaba diciendo era que ella necesitaba cuidar el estado de su propia alma, principalmente, y así encontrarse andando en el Espíritu con el Señor.
La presencia y actividad de maestros anticristianos
Versículo 7.— Juan da entonces la razón del porqué andar en la verdad y amar son tan importantes: había muchos falsos maestros circulando y descarriaban a los creyentes no establecidos. Dice: “Porque muchos engañadores son entrados en el mundo, los cuales no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Este tal el engañador es, y el anticristo”. Así, Juan informa a la señora elegida de la presencia y actividad de estos maestros anticristianos. Él sabía que la única manera en que ella podría resistir los esfuerzos del enemigo de desviarla tras la falsedad era cimentarse en la verdad y andar en amor y en obediencia.
Estos hombres habían “salido en el mundo” (LBLA) haciéndose pasar por misioneros cristianos, pero tristemente, estaban esparciendo falsa doctrina. Estando bajo la influencia de los poderes de las tinieblas, eran realmente heraldos de doctrina malvada que socavaba los fundamentos de la fe cristiana, especialmente en conexión con la Persona de Cristo. Aseguraban tener luz nueva y mayor que la que los apóstoles habían entregado a los santos, pero de hecho negaban la luz. Juan dijo que ellos “no confiesan que Jesucristo ha venido en carne”. Como hemos visto en 1 Juan 4:2-3, negar a Jesucristo “venido en carne” significa que negaron Su Deidad y Su Humanidad. El hecho de que Él vino “en carne” demuestra que fue de hecho un Hombre real, y el hecho de que Él haya “venido” demuestra que Él preexistió a Su Humanidad; por tanto, Él es una Persona divina y eterna.
Versículo 8.— Ya que acechaba este peligro actual, Juan dice: “Mirad por vosotros mismos, porque no perdamos las cosas que hemos obrado, sino que recibamos galardón cumplido”. Quiere que la señora elegida y sus hijos se mantengan firmes en la verdad para que ella, junto con Juan y aquellos que trabajaban con Él, no perdieran su recompensa. Apartarse tras esas blasfemias significaría la perdida de nuestra corona en el día venidero (Apocalipsis 3:11). Esto es un buen mensaje para los que se dedican a enseñar la palabra y la doctrina. Si los santos a quienes hemos ministrado la Palabra no andan en la verdad, no podemos esperar tener un “galardón cumplido” en ese día.
Versículo 9.— En el típico estilo abstracto de Juan, afirma con franqueza: “Cualquiera que se rebela, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene á Dios”. Si una persona no sostiene la verdad sobre la Persona de Cristo, expone que no tiene ninguna relación con Dios. Un falso maestro puede profesar conocer a Dios, pero Juan dice que, si mantiene una doctrina heterodoxa en cuanto la Persona de Cristo, este “no tiene á Dios”. En otras palabras, no es un verdadero creyente en absoluto. (Juan no está tomando en consideración el hecho de que podría haber un verdadero creyente por ahí en algún lugar que es ignorante en algún punto de la doctrina y necesita corrección).
Transgredir en la manera en que Juan habla aquí es ir más allá de los límites de la revelación cristiana hacia nociones novedosas y místicas que niegan la verdad. Esto es lo que caracteriza los cultos en la cristiandad. Pueden afirmar tener una luz nueva y más clara que la que la nos ha aportado el cristianismo ortodoxo, pero lo que es en realidad es un error disfrazado de verdad. En consecuencia, Juan los llama “engañadores”. Transgredir de esta manera es una de las dos trampas en las que caen los creyentes meramente profesantes porque no tienen vida divina. Estas son:
• Volverse atrás en apostasía de la fe que fue dada una vez a los santos (Hebreos 10:39; Judas 3).
• Ir más allá de los límites de la revelación cristiana hacia el misticismo que a menudo resulta en degradar la Persona de Cristo (2 Juan 9).
Estos dos peligros son como zanjas en ambos lados de la carretera en los que creyentes meramente profesantes, tarde o temprano, caen. En el sentido en que Juan ve estas cosas, los verdaderos creyentes no harán ni lo uno ni lo otro. Pero pueden ser arrastrados “juntamente” con la corriente de apostasía y empezar a abandonar ciertos principios y prácticas que antes tenían (2 Pedro 3:17). También podrían dejar que sus mentes se adentren sin control en una línea de pensamiento místico, y especular sobre temas divinos, pero nunca irán tan lejos como para negar la doctrina de Cristo.
Por el contrario, Juan dice: “El que persevera en la doctrina de Cristo, el tal tiene al Padre y al Hijo”. Así, si uno es sano en cuanto a la Persona de Cristo, muestra que es genuino.
El rechazo de los maestros anticristianos
Versículos 10-11.— Juan anticipó que esta querida hermana sería probada en estas cosas, y como consecuencia, le dio su consejo apostólico: “Si alguno viene á vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡bienvenido!”. No podría ser más claro lo que ella debía hacer si uno de estos charlatanes venía a su puerta; debía negarle la entrada a su casa y no tener comunión con él.
Nota: Juan no le dijo que se familiarizara con todas las ideas falsas que estaban siendo propagadas en esos tiempos, sino simplemente continuar en lo que había oído “desde el principio”. Ella debía estar familiarizada con la verdad que era dada a la Iglesia por medio de los apóstoles y permanecer en Cristo, por lo que la unción del Espíritu la guiaría cuando fuera probada por la llegada de falsos maestros a su puerta. Juan no le dice que juzgue la sinceridad de estos falsos maestros. Siendo engañados, pueden creer que lo que estaban enseñando era la verdad. Sus motivos pueden haber sido buenos (en sus ojos), pero ese no era el criterio que ella debía usar para juzgarlos, sino su doctrina respecto a la Persona de Cristo. Por lo tanto, los falsos maestros puede que sean sinceros, pero están sinceramente equivocados si sostienen enseñanza errónea respecto a la Persona de Cristo.
Nota: Juan no le dice que corrija al hombre su doctrina. Sería una empresa peligrosa; ¡podría verse arrastrada en esos mismos errores! Ella estaría fuera de lugar intentar hacerlo (1 Timoteo 2:12). Juan deja perfectamente claro lo que debía hacer; no debía interactuar con él en cualquier nivel, ¡ni siquiera darle un saludo común! No debía tener nada que ver con él.
Juan advierte: “El que le dice bienvenido, comunica con sus malas obras”. Si ella recibía a tal persona en su casa, era una señal de comunión con él. Esto la haría partícipe de sus malas doctrinas, ¡aunque ella personalmente no sostuviera esos errores doctrinales! Así pues, recibir a tal persona es autorizarla y autorizar lo que enseña, y eso sería deslealtad a Cristo. Esto demuestra que doctrinas que falsean a Cristo no pueden ser toleradas en ninguna manera. El problema de estos errores tan serios es que carcomen como “gangrena” (2 Timoteo 2:16-17) y se esparcen como “levadura” (Gálatas 5:9); si se toleran, otros serán corrompidos. Ninguna de estas personas debe ser bienvenida en nuestros hogares ni en nuestras asambleas.
Saludos finales
Versículos 12-13.— Juan finaliza la carta diciéndole a la señora elegida que quería venir y hablarle “boca á boca” y aumentar su “gozo” en el Señor. También le transmitió saludos de su “hermana elegida” quien evidentemente estaba en la misma área que Juan (probablemente Éfeso). Como en el caso de la señora elegida, no se da el nombre de su hermana elegida.
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Publicado por:
CHRISTIAN TRUTH PUBLISHING
9-B Appledale Road
Hamer Bay (Mactier), ON P0C 1H0
CANADÁ
Primera edición en inglés: mayo de 2019
Primera edición en español: agosto de 2024
VERSIÓN 1.0
Nota: La mayoría de las Escrituras citadas en este libro han sido tomadas de la versión Reina-Valera Antigua. Aunque la mayoría de los lectores probablemente están más familiarizados con la versión de 1960, ésta tiene derechos de autor, por lo que hemos utilizado la Antigua versión. En las instancias donde la Antigua versión no provee el sentido correcto, se ha usado La Biblia de las Américas (LBLA) o se han traducido pasajes de las traducciones de King James, J. N. Darby, o W. Kelly para ayudar a transmitir los pensamientos de la obra original en inglés. Estas versiones, en especial la de J. N. Darby, son fieles traducciones de los idiomas originales.
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