4) Por medio de profetas

Ahora, para una cuarta manera en que el Señor guía, volvamos a Proverbios 11:14: “Donde no hay buen consejo, el pueblo cae, pero en la abundancia de consejeros está la victoria” (LBLA). Luego en el capítulo 12:15: “El camino del necio es derecho en su opinión: Mas el que obedece al consejo es sabio”. Aquí tenemos otra forma en que el Señor nos guía: por boca de profetas. Dirás: “¿Sigue Dios usando profetas hoy en día?”. Por supuesto que sí. Él usará a los hermanos como profetas o profetisas para decir lo que Él piensa. Uno de los hermanos puede venir a ti con la Palabra de Dios en su boca y darte algún consejo piadoso, ya sea solicitado o no. Están actuando como profetas o profetisas, y necesitamos escucharlos.
Siendo este el caso, yo te instaría a escuchar a aquellos que tienen un conocimiento de los caminos de Dios, que han andado con el Señor y tienen experiencia en el camino. Ellos pueden darte buenos consejos respecto a las decisiones de la vida. Debes tener cuidado, por supuesto, porque hay muchos consejos gratuitos por ahí. Si escuchas a todo el mundo, es posible que recibas un mal consejo. Recuerda, dije que en cada una de estas cuatro maneras por las que Dios nos guía, debemos tener una condición del alma correcta para empezar. Entonces, si alguien viene a ti con un mal consejo, deberías ser capaz de discernirlo.
Permítanme darles un ejemplo. Estamos pensando en vender nuestra casa, y he escuchado el consejo de varios hermanos; algunos aconsejaron que vendiéramos, y otros dijeron que no vendiéramos. ¿Qué debemos hacer? Creo que el consejo de Jim fue el mejor; dijo: “Esperad en el Señor”. No se comprometió ni en un sentido ni en otro, y creo que eso es bueno. Si alguien te pide consejo y no estás seguro de qué decir, sería mejor que lo dijeras. No hay nada malo en decir: “No lo sé. No quiero desorientarte”.
Ahora, vayamos a 2 Reyes 6:8-12: “Tenía el rey de Siria guerra contra Israel, y consultando con sus siervos, dijo: En tal y tal lugar estará mi campamento. Y el varón de Dios envió á decir al rey de Israel: Mira que no pases por tal lugar, porque los Siros van allí. Entonces el rey de Israel envió á aquel lugar que el varón de Dios había dicho y amonestádole; y guardóse de allí, no una vez ni dos. Y el corazón del rey de Siria fué turbado de esto; y llamando á sus siervos, díjoles: ¿No me declararéis vosotros quién de los nuestros es del rey de Israel? Entonces uno de los siervos dijo: No, rey, señor mío; sino que el profeta Eliseo está en Israel, el cual declara al rey de Israel las palabras que tú hablas en tu más secreta cámara”.
Aquí tenemos un ejemplo de recibir un buen consejo. El rey de Israel estaba siendo atacado por el rey de Siria; y vemos a Eliseo hablándole la Palabra de Dios. Le dijo al rey de Israel: “No vayas a tal y tal lugar porque Dios me ha dicho que tu enemigo está allí y te está esperando para tenderte una emboscada”. Mientras el rey escuchó al profeta, estuvo a salvo. La tendencia actual es matar al profeta porque no nos gusta lo que nos dice. Pero aquí, el rey escuchó al profeta y actuó según su palabra, y dice “guardóse de allí, no una vez ni dos”.
Esto es muy instructivo, porque hay ciertos lugares en este mundo a los que un hijo de Dios no debe ir. Nuestro enemigo seguramente está allí, y es probable que nos mate si vamos allí. Para ti puede ser un lugar diferente al mío. Cualesquiera que sean tus hábitos o intereses, tu enemigo podría acampar allí para atacarte. Supongamos que se trata de un deporte concreto que ha cautivado tus intereses y tu tiempo: es un lugar en el que tu enemigo podría intentar hacerte tropezar y arrastrarte cada vez más. En tal situación, lo mejor sería no ir a “tal y tal lugar”.
Somos guardas de nuestros hermanos, y necesitamos advertirnos unos a otros si vemos que alguien se está metiendo en algo que podría ser perjudicial para su vida espiritual. Un hermano o hermana fiel puede verlo en nuestras vidas y advertirnos de los peligros. De esta manera están actuando como profeta o profetisa. Puede que no nos guste, pero la Escritura dice: “No menospreciéis las profecías” (1 Tesalonicenses 5:2020Despise not prophesyings. (1 Thessalonians 5:20)).
Antes hablábamos de Pablo yendo a Jerusalén cuando el Espíritu de Dios le guiaba a otra parte; y dice: “Después de hallar a los discípulos, nos quedamos allí siete días, y ellos le decían a Pablo, por el Espíritu, que no fuera a Jerusalén” (Hechos 21:4,4And finding disciples, we tarried there seven days: who said to Paul through the Spirit, that he should not go up to Jerusalem. (Acts 21:4) LBLA). Ahí tenemos la voz de los hermanos actuando como profetas, a los que Pablo habría hecho bien en escuchar. Un poco más adelante en el capítulo, un profeta llamado Agabo dijo lo mismo a Pablo y lo demostró ante él tomando su faja y atándolo con ella. Estos son ejemplos de hermanos que nos profetizan para nuestro propio bien. Proverbios 25:1212As an earring of gold, and an ornament of fine gold, so is a wise reprover upon an obedient ear. (Proverbs 25:12) dice: “Como zarcillo de oro y joyel de oro fino, es el que reprende al sabio que tiene oído dócil”. Que cada uno de nosotros tenga ese oído atento.
Hemos visto cuatro maneras en las que Dios guía:
•  Su presencia.
•  Sus principios.
•  Su providencia.
•  Sus profetas.
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Ahora, en resumen, diría que lo esencial en este asunto de discernir la voluntad del Señor gira en torno a la condición de nuestra alma. Necesitamos haber renunciado a nuestras voluntades en el asunto; es decir, no tener voluntad propia en la cuestión. Me doy cuenta de que eso no es fácil, pero son los que no tienen voluntad propia en un asunto los que discernirán la voluntad de Dios. El Salmo 25:99The meek will he guide in judgment: and the meek will he teach his way. (Psalm 25:9) dice: “Encaminará á los humildes por el juicio, y enseñará á los mansos Su carrera”. Una persona mansa es aquella que no hace valer su voluntad. Esto no significa que debamos ser indiferentes ante estas cosas; ya hemos hablado de la necesidad de ejercitarnos en conocer Su voluntad. Pero si somos mansos, el Señor promete que nos guiará.
Algo reconfortante, debo añadir, es que, si actuamos con fe, el Señor no dejará que nos equivoquemos. La Escritura dice: “Yo honraré á los que Me honran” (1 Samuel 2:3030Wherefore the Lord God of Israel saith, I said indeed that thy house, and the house of thy father, should walk before me for ever: but now the Lord saith, Be it far from me; for them that honor me I will honor, and they that despise me shall be lightly esteemed. (1 Samuel 2:30)). Dios honra la fe: y si por casualidad estamos dando pasos equivocados en algún asunto, pero estamos buscando honestamente hacer lo que creemos que es Su voluntad, tratando de agradarle, Él nos detendrá de caer en algo que sería un error. ¿No es un pensamiento reconfortante? ¡Qué Dios tan bueno tenemos!
En Génesis 20 hay una ilustración de este punto. Abimelech trató de tomar a la esposa de Abraham (quien él pensó que era la hermana de Abraham) para ser su esposa. Lo hizo sin darse cuenta, en la “integridad” de su corazón y en la “limpieza” de sus manos. Pero Dios vino a él en sueños y le dijo que era la mujer de otro hombre. “Y díjole Dios en sueños: Yo también sé que con integridad de tu corazón has hecho esto; y Yo también te detuve de pecar contra Mí, y así no te permití que la tocases” (Génesis 20:66And God said unto him in a dream, Yea, I know that thou didst this in the integrity of thy heart; for I also withheld thee from sinning against me: therefore suffered I thee not to touch her. (Genesis 20:6)). Abimelech no estaba consciente de los hechos, pero Dios lo protegió de cometer un gran error. Y creo que Él nos protegerá de cometer un error también, si estamos persiguiendo algo en fe que no es Su voluntad.
Ahora bien, es cierto que, si necesitamos la disciplina, Él podría, como se mencionó anteriormente, concedernos la petición, pero enviando flaqueza a nuestra alma (Salmo 106:1515And he gave them their request; but sent leanness into their soul. (Psalm 106:15)), pero eso sería para enseñarnos algo que no podríamos aprender de otra manera en la escuela de Dios, y sólo sería a causa de la terquedad de nuestro propio corazón. Pero ese es otro tema. Normalmente, si seguimos adelante con buena conciencia, y estamos actuando con fe en un asunto particular, el Señor intervendrá y nos impedirá hacer algo que no es Su voluntad. Esto debería ser un tremendo consuelo para nosotros, y debería darnos confianza para seguir adelante en fe confiando en Él.