Josué 1:10-11
“Entonces Josué mandó a los oficiales del pueblo, diciendo: Pasad por la hueste, y mandad al pueblo, diciendo: Prepárense los víveres; porque dentro de tres días pasaréis por este Jordán, para entrar a poseer la tierra, que Jehová vuestro Dios os da para poseerla” (Josué 1:10-11).
Hay algo que contrasta con las formas humanas en que al pueblo de Israel se le pide que permanezca tres días después de recibir una exhortación tan conmovedora como la que se le acaba de dar.
Tienen que preparar la comida, esperar un período de tiempo perfecto, y no apresurarse impetuosamente; y así es, que habiéndose retirado de la última etapa de su camino salvaje – Shittim – Josué, y toda la gente se aloja en las orillas del Jordán antes de pasar.
Tenemos que aprender que la energía humana no puede cruzar ríos de muerte, o derribar los muros de las fortalezas de este mundo, y eso debe ser movidos a seguir al Señor. Debe ser en Su tiempo, así como de acuerdo a Su Palabra. El impulso no es fe, y avanzar en la mera fuerza de nuestro propio conocimiento adquirido de la verdad de Dios seguramente se manifestará como impulso.
Dios tiene su propio tiempo. Él no tiene prisa, y no quiere que su pueblo actúe con celo carnal, ni con la excitación del conocimiento recién adquirido. Las acciones correctas pueden llevarse a cabo en momentos equivocados, y bien lo sería si algunos que aman a su Señor, en lugar de seguir adelante en el impulso de la verdad recién adquirida, primero demoraran sus tres días y la digieran, la hicieran, por la gracia del Espíritu de Dios, completamente suya. A menos que hagamos de la verdad de Dios parte de nosotros mismos, por así decirlo, nuestra debilidad se traicionará a sí misma en el día de la prueba. Ese conocimiento de la Palabra divina que no se hunde profundamente en el corazón, no detendrá el alma cuando más se necesita su apoyo; se descubrirá entonces que tal conocimiento era de tipo exterior; y que, por lo tanto, no podemos usarlo. Aprender como una cuestión de inteligencia una verdad de Dios de otro, sin haber experimentado la fuerza de ella en nuestras propias almas, es conocimiento sin poder.
Sin embargo, al extraer instrucciones de esta historia literal, no supongamos que es necesario un intervalo de tiempo establecido para efectuar un ejercicio necesario del alma, porque Dios puede obrar y obra en algunos en un corto período de tiempo, lo que es Su placer lograr en otros por una lección de por vida.