Apocalipsis 6

Revelation 6  •  5 min. read  •  grade level: 17
Listen from:
El Remanente Salvo
(Apocalipsis 7)
Hemos visto ya que durante el período de estos juicios Dios tendrá testigos que alcanzarán sus bendiciones eternas pasando por el martirio. Ahora aprendemos que antes de los juicios más severos que seguirán a la apertura del séptimo sello, Dios tendrá una gran hueste de testigos que serán preservados a través de «la gran tribulación» (v. 14).
(Vv. 1-8) Juan ve «a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra», listos para ejecutar los juicios que caerán sobre cada cuadrante del mundo. Pero antes de comenzar estos juicios, ve a otro ángel ascendiendo desde oriente, y como ello heraldo de un nuevo día, que detiene el juicio hasta que los siervos de Dios son sellados en sus frentes. Estos siervos representados por un número simbólico de «Ciento cuarenta y cuatro mil» son sacados de las doce tribus de Israel. Esto indica de cierto que durante este tiempo de tribulación Dios suscitará Sus siervos de entre Su antiguo pueblo de Israel, para que sean un testimonio público para Él mismo en cada parte del mundo al que puedan haber sido esparcidos.
(Vv. 9-10) Más adelante, Juan ve «una gran multitud, la cual nadie podía contar», recogida de las naciones gentiles. Son descritas como en pie delante del trono y en la presencia del Cordero, revestidos de ropas blancas, y con palmas en sus manos. De pie ante el trono no implica necesariamente que estén en el cielo, sino que están aceptados como en el favor de Dios. ¿No sugieren todos los símbolos que una gran hueste de creyentes será preservada a través de estos terribles juicios, para las bendiciones del reino terrenal de Cristo? Cuando los malvados caigan delante de los juicios del trono de Dios y del Cordero que actúa en juicio, los habrá que estarán en pie seguros delante del trono y del Cordero. Cuando las naciones están siendo juzgadas por su maldad, los habrá que Dios aceptará como justos, como lo testifican las «vestiduras blancas». Cuando el mundo sea conducido a la rebelión contra Dios por el diablo, la bestia y el Anticristo, los habrá que serán vencedores sobre todo el poder del enemigo, como se simboliza por las «palmas en sus manos». Pero si son preservados a través de los juicios, no se arrogan el mérito sobre sí mismos, sino que adscriben todas sus bendiciones a Dios y al Cordero. En el día en que el juicio procede del «trono» y del «Cordero», ellos pueden decir: «La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero».
(Vv. 11-12) La gracia que reúne a esta inmensa multitud para bendición, en aquel mismo día en que los juicios están cayendo sobre la tierra, es causa de un estallido de alabanzas en el cielo. Los ángeles, los ancianos y los cuatro seres vivientes se postran delante del trono y adscriben a Dios «la bendición, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor, el poder y la fortaleza».
(Vv. 13-17) En la primera parte de este capítulo hemos visto que en el tiempo de estos juicios Dios tendrá un remanente salvado de Israel y de los gentiles. En los versículos finales se plantea la pregunta, que es contestada por uno de los ancianos en el cielo, acerca de la identidad y procedencia de esta compañía. Parece que estos versículos se aplican a ambas clases, porque en Isaías 49:10 se emplea un lenguaje exactamente similar para describir la bendición del Israel restaurado. Allí leemos: «No tendrán hambre ni sed, ni el calor ni el sol los afligirán; porque el que tiene de ellos misericordia los guiará, y los conducirá a manantiales de aguas.»
Se le explica a Juan que esta bienaventurada compañía ha salido de «la gran tribulación» que está para caer sobre todo el mundo bajo los juicios simbolizados por las Siete Trompetas, como se expone en el siguiente capítulo. De este tiempo solemne ya hemos oído en la carta a la asamblea en Filadelfia, como «la hora de la prueba que está para venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra» (Ap 3:10). Ya hemos visto en el capítulo 6:9-11 que habrá durante este tiempo de juicio un remanente que sufrirá el martirio, pero no hay nada que indique que esta gran compañía ha pasado por ello. Se dice que «éstos son los que salen de la gran tribulación» (V.M.), palabras que indican que son preservados a través de las pruebas. Vienen bajo la purificación de la sangre del Cordero, y por eso son aceptados ante Dios y tienen acceso ante Él, recibiendo Su protección, porque Dios «extenderá su tabernáculo sobre ellos». Pero que sean preservados a través del juicio no significa que no se encuentren con pruebas y padecimientos, que se representan como hambre y sed, y calor y lágrimas. Pero al final sus padecimientos quedarán para siempre en el pasado, porque «ya no tendrán hambre ni sed». El Cordero «los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos».
De este capítulo aprendemos que así como en nuestro tiempo los hay que reciben el evangelio de la gracia de Dios y entran en la bendición celestial, mientras que los que no obedecen el evangelio de nuestro Señor Jesucristo vienen a juicio (2 Ts 1:89), también en el día venidero habrá una inmensa multitud que nunca han oído el evangelio de la gracia de Dios, pero que recibirán el evangelio eterno del reino y que pasarán a la bendición terrenal del milenio, mientras que los que rechazan este evangelio vendrán bajo juicio.