Capítulo 1

John 1
El Evangelio comienza por introducirnos a la Persona de Cristo, sobre quien el Cristianismo está fundado. Después de presentar algunas de Sus grandiosas glorias personales (versículos 1-14), el Apóstol habla de tres aspectos que marcan la dispensación cristiana, los cuales resultan de la encarnación de Cristo, de la redención consumada y de la venida del Espíritu Santo:
•  Los hombres ahora pueden conocer y contemplar la gloria del Unigénito Hijo de Dios (versículo 14).
•  La disposición en gracia de Dios hacia los hombres es dada a conocer por el evangelio. “La ley”, que fue dada por Moisés, ha sido reemplazada por “la gracia y la verdad” que han venido por Cristo Jesús (versículos 15-17).
•  Se ha llevado a cabo una total declaración de Dios como Padre (versículo 18).
El Apóstol Juan entonces señala algunos incidentes que transcurrieron durante el ministerio de Juan el Bautista, los cuales indicaban que una nueva dispensación venía. Su bautismo significaba que, ya que el antiguo orden de cosas en el judaísmo había sido corrompido, era necesario que hubiera una separación moral de parte de aquellos que tenían fe a través del bautismo de arrepentimiento. Si la nación se sometía a este bautismo y traía frutos de arrepentimiento, no sería echada a un lado por Dios (versículos 19-28). Es significativo que Juan tomara una posición en “la otra parte del Jordán” para bautizar. Esto indica una separación moral del estado de cosas en el centro judío de Jerusalén.
Luego se ve a Juan el Bautista presentando a sus discípulos (quienes eran devotos de la pasada dispensación esperando por las promesas del reino que presentaron los profetas del Antiguo Testamento) al Señor Jesús como “el Cordero de Dios” y “el Hijo de Dios”, a quién siguieron después de esto (versículos 29-34). Estos títulos del Señor coinciden con la revelación de Su Persona en la presente dispensación. Estando en armonía con la mente de Dios, Juan estaba contento de que sus discípulos siguieran ahora al Señor (versículos 35-37). Este intercambio es significativo y señala la transición al nuevo orden del cristianismo que venía.
El Apóstol Juan luego mostró que Cristo mismo sería el nuevo Centro de encuentro y lugar de reunión del nuevo orden. Su presencia sería reconocida, no en el templo de Jerusalén, pero sí en el humilde lugar de encuentro de creyentes alrededor de Él (versículos 38-42).