Capítulo 3

John 3
En la conversación con Nicodemo el Señor introduce el tema de la “vida eterna” como la porción para aquellos que Le recibirían en la nueva dispensación. El Señor le explicó que esto sería más que “nacer otra vez”, que es la creencia que los israelitas tenían, y lo que Nicodemo debería haber sabido del profeta Ezequiel (versículos 9-10). En esencia, ambas frases tienen que ver con la posesión de vida divina, pero vida eterna es el tener esa vida en una consciente comunión con el Padre y con Su Hijo (Juan 17:33And this is life eternal, that they might know thee the only true God, and Jesus Christ, whom thou hast sent. (John 17:3)). La posesión de este carácter especial de la vida divina requería de la venida del Hijo para revelar al Padre (Juan 1:1818No man hath seen God at any time; the only begotten Son, which is in the bosom of the Father, he hath declared him. (John 1:18)), de la redención consumada (Juan 3:14-1614And as Moses lifted up the serpent in the wilderness, even so must the Son of man be lifted up: 15That whosoever believeth in him should not perish, but have eternal life. 16For God so loved the world, that he gave his only begotten Son, that whosoever believeth in him should not perish, but have everlasting life. (John 3:14‑16)) y del Espíritu Santo (la “fuente”) habitando en el creyente (Juan 4:1414But whosoever drinketh of the water that I shall give him shall never thirst; but the water that I shall give him shall be in him a well of water springing up into everlasting life. (John 4:14)). Estos temas no eran conocidos ni poseídos por aquellos de la antigua dispensación. Los santos del Antiguo Testamento, entonces, no podían tener vida eterna. Ellos nacieron de nuevo y así poseyeron la vida divina y ellos son salvos con Cristo en el cielo ahora. Los cristianos también son nacidos de nuevo—es el medio por el cual ellos pueden entrar al Reino de Dios (versículo 5)—pero ellos tienen algo más en la vida eterna, que es una bendición celestial y es uno de los grandes elementos que marcan la nueva dispensación. Al introducir esto, el Señor nos mostraba que las “cosas terrenas” darían paso a las “cosas celestiales”.