Compañerismo 2: En el Noviazgo y el Matrimonio

Table of Contents

1. Introducción
2. El propósito del matrimonio-cuatro razones
3. La doble relación en el matrimonio cristiano
4. Casarse "En el Señor"
5. "Escoger" versus "Hallar"
6. Cuatro cosas que se deben buscar
7. Discerniendo el carácter
8. Fe para dar el paso
9. La belleza interior y la exterior

Introducción

(Lassen Pines, CA, EEUU—08 de julio 2005)
Me gustaría continuar con el tema que empezamos ayer respecto al compañerismo. Hemos visto lo que es ser un compañero del Señor Jesús, y lo que significa ser un compañero del apóstol Pablo; también hemos tratado sobre la importancia de ser un compañero de todos los que temen a Dios y guardan sus mandamientos. Ahora quisiera cambiar un poco de dirección, y hablar del compañerismo en el matrimonio. Me doy cuenta de que no soy la persona más calificada para hablar de este tema; quizás hermanos mayores que yo estarían más capacitados, pero se relaciona con el tema que hemos venido tratando. La mayoría de las cosas de las que voy a hablar ahora han sido transmitidas a mí por otros (en particular por el hermano Gordon Hayhoe), y mi ejercicio es pasar estos principios fundamentales a ustedes.
Alguno de ustedes podría estar pensado, “Eso no se aplica a mí, porque no pienso casarme.” Una vez hubo un joven que dijo lo mismo. Declaró que no iba a casarse. Dijo que se había dedicado al Señor, e iba a mantenerse libre para servir al Señor por completo, sin distracción. Hizo un gran alarde de ello. Bueno, lo que sucedió fue que encontró a una joven hermana que le hizo cambiar de opinión. Y eso presentó un problema, porque había estado diciendo desde hace algún tiempo que no iba a casarse. Así que acudió a un par de hermanos mayores sabios y les preguntó qué creían que debía hacer. Él les dijo: “Todos saben que he estado diciendo que nunca iba a casarme; ¿qué debo hacer?” Pensaron en ello por un momento, y luego le dijeron: “¡Confiesa tu jactancia al Señor como pecado, y luego cásate con la joven!” Así que, si hay jóvenes aquí que están hablando de esa manera, no lo hagan demasiado rápido; ustedes no saben lo que ha de venir a su vida. Quiero decirles que las jóvenes tienen la manera de hacerles cambiar de opinión, ¡incluso después de que se casen!
Sospecho que la mayoría de ustedes están en busca de una compañera, así que voy a dirigir mis palabras a los tales, aunque sé que Dios puede llamar a algunos de ustedes a ser solteros, y que ese es un camino más elevado, como dice la Escritura (1 Corintios 7:37-38).

El propósito del matrimonio-cuatro razones

Para empezar, vamos a hablar sobre el propósito del matrimonio. Me gustaría darles cuatro razones por las que Dios nos ha dado el matrimonio.
1) Proveer un compañerismo íntimo
En primer lugar, pasemos a Génesis 2:18: “Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; Le haré ayuda idónea para él.” Y luego, en Malaquías 2:14 dice, “siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto.” Este es uno de los propósitos del matrimonio, el de proveer un compañerismo íntimo.
Un matrimonio que es del Señor, sin duda estará caracterizado por compañerismo. Adán estaba solo en el huerto, y el Señor vio esto y dijo: “No es bueno que el hombre esté solo.” Hay una soledad que experimentamos estando solteros que es completada por el matrimonio. Sabemos que Isaac, por ejemplo, se “consoló” después de la muerte de su madre al casarse con Rebeca (Génesis 24:67).
Era la intención de Dios que la mujer fuese una “ayuda idónea para él.” El propósito era que hubiera idoneidad. Cuando Dios une a dos personas en matrimonio, Él las hace idóneas para las necesidades de cada una. Serán dos que piensan igual y caminan juntos.
2) Para evitar caer en fornicación
En segundo lugar, 1 Corintios 7:2 dice: “pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido.” Aquí tenemos otra razón, para evitar caer en fornicación. Algunos quizás piensen que esta es una razón muy elemental para casarse. Y sí, quizás sea la menor de las razones, pero es una razón, ¡y es una razón bíblica! Sólo estoy esperando al próximo joven que diga (y lo he oído decir), “Oh, ¿Quién necesita casarse?; No me voy a casar.” Y yo le voy a decir: “¿Quién necesita casarse? —¡pues tú! TÚ necesitas casarte.” Sabemos de lo que estamos hechos, y todos tenemos la carne en nosotros, y todos tenemos esos instintos caídos. Dios lo sabe bien y ha proporcionado el matrimonio para cuidar de que no caigamos en el pecado, como Él menciona aquí.
3) Para ser un apoyo al testimonio Cristiano
En tercer lugar, echemos un vistazo a 1 Corintios 16:15-16: “Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanas es las primicias de Acaya, y que ellos se han dedicado al servicio de los santos. Os ruego que os sujetéis a personas como ellos, y a todos los que ayudan y trabajan.” Aquí se encontraba un hombre que tenía una casa, lo que significaría que tenía una esposa, y presumo que hijos también, y tal vez siervos también, porque aquí la palabra “casa” abarca más que la familia inmediata.
Esta “casa de Estéfanas” fue señalada por el Apóstol como una casa modelo que apoyaba el testimonio del Señor en Corinto. Fue utilizada para la ayuda y el fortalecimiento de la asamblea en esa localidad. Y creo que esta es otra razón por la que Dios nos ha dado el matrimonio: para ser un apoyo al testimonio cristiano. Este aspecto del matrimonio se puede ver como una colaboración en el servicio del Señor. Priscila y Aquila son un ejemplo de esto (Hechos 18:2-3, 24-28; Romanos 16:3-4; 1 Corintios 16:19; 2 Timoteo 4:19).
Los hermanos jóvenes que piensan casarse deben ejercitarse en cuanto a estas cosas. Si el Señor nos deja aquí un poco más de tiempo, muchos de ustedes se van a casar y van a tener un hogar; y confiamos en que será utilizado para este propósito. No debemos pensar sólo en los beneficios personales que obtenemos del matrimonio (y hay muchos); también debemos considerar el lado de las cosas que incluyen el servicio del Señor, y el apoyo a Su testimonio.
Saben, si no existiera este aspecto del matrimonio, no habría hogares, y sin hogares sería poco probable que hubiera asambleas, porque los hogares son la columna vertebral de la vida en asamblea. Hay una gran necesidad en esta área en las asambleas de hoy. Hay una serie de congregaciones por todo el país, muchas de las cuales son débiles y pocas en número, y deben ser fortalecidas. Pueden ser de gran ayuda en esta área teniendo un matrimonio sólido y una casa que esté totalmente comprometida al servicio del Señor. Estamos agradecidos por los que tienen sus casas abiertas a los santos, y que apoyan el testimonio del Señor en su localidad. La casa de Gayo en 3 Juan 5-7 es otro ejemplo de esto.
4) Para mostrar una pequeña imagen de Cristo y de la iglesia
Un cuarto objetivo del matrimonio se encuentra en Efesios 5:25, 29-32: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella... Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.” Veo aquí otro hermoso propósito para el matrimonio, y eso es para mostrar una pequeña imagen de Cristo y de la Iglesia. La forma en que nos comportamos en nuestros matrimonios cristianos deberían ser una réplica del amor de Cristo por la Iglesia, y la sumisión de la Iglesia a Él. Por supuesto, nos quedamos cortos en cuanto a ello, pero debe ser nuestro objetivo.

La doble relación en el matrimonio cristiano

“Hermana, esposa”
Ahora, volvamos a 1 Corintios 9:5: “¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer?” Y también en el Cantar de los Cantares dice siete veces, “Hermana, esposa.” Estas expresiones indican que hay una doble relación en el matrimonio cristiano. Existe tanto lo natural como lo espiritual. Tenemos “una esposa,” que es el lado natural de las cosas, y tenemos “una hermana,” que es el lado espiritual de las cosas. Eso significa que mi esposa es para mí tanto una esposa como una hermana en el Señor. Es interesante ver que, en esas siete referencias en el Cantar de los Cantares, y aquí en 1 Corintios 9, la “hermana” siempre se menciona antes que la “esposa.” Esto me dice que la relación espiritual debe venir primero. Debe tener su lugar propio en nuestras vidas primero, antes de que podamos tener adecuadamente la otra. Debemos tener una buena relación con el Señor antes de que podamos tener buenas relaciones unos con otros. Existe el lado natural de las cosas que no puede pasarse por alto. Lo que quiero decir es que el Señor no te pide que te cases con alguien a quien no te sientas atraído naturalmente. De lo contrario, el matrimonio sería una relación incómoda, y el Señor entiende esto, por lo que nos ha dado el lado natural también. Dios nos ha hecho diferentes, y todos tenemos diferentes gustos. Por ejemplo, ¡a mí me gustan las pecas! ¡Cuando me encontré con la familia Albertson (la familia de mi esposa), pensé que estaba en el cielo! Pero encontré a la ungida del Señor, y estoy muy agradecido por lo natural, así como lo espiritual en nuestro matrimonio.

Casarse "En el Señor"

Ahora, regresemos a 1 Corintios 7:39: “La mujer casada está ligada por la ley mientras su marido vive; pero si su marido muriere, libre es para casarse con quien quiera; con tal que sea en el Señor.” Son de esas tres últimas palabras de las que quisiera hablar. La relación matrimonial cristiana debe ser una relación “en el Señor.” Pablo utiliza dos expresiones en sus epístolas; una es “en Cristo,” y la otra es “en el Señor.” Es muy instructivo estudiar cómo y cuándo él usa a cada una.
“En Cristo” designa nuestra posición ante Dios. Estar “en Cristo,” lo cual es aplicable para todo creyente, es estar en el lugar de Cristo ante Dios en lo que se refiere a nuestra aceptación individual. La epístola de Juan dice: “Como él es, así somos nosotros en este mundo” (1 Juan 4:17). Como el Señor Jesús ahora es, descansando en todo el favor y la aceptación de Dios a Su diestra, así nos encontramos nosotros en ese mismo lugar de aceptación, a pesar de que estamos aquí en este mundo. Su aceptación es una medida de la nuestra. Por otro lado, “en el Señor” se refiere a reconocer la autoridad del Señor sobre nosotros de una manera práctica en nuestras vidas.
Nota: Pablo no presenta el matrimonio cristiano como algo que debe ser meramente “en Cristo,” sino “en el Señor.” Esto es algo más elevado. Todos los cristianos estamos “en Cristo,” pero no todos los cristianos viven sus vidas “en el Señor.” Si Pablo hubiera dicho: “con tal que se case en Cristo,” esto significaría que podría casarse con cualquier otro creyente, y nada más. No importaría cómo esa persona estuviera caminando, con tal de que se tratara de otro hijo de Dios. Pero él no lo pone a ese nivel. Tengamos en cuenta también que él no dice, “Ella está en libertad de casarse con quien quiera, sólo que sea en la congregación.” ¿Por qué? ¿No se supone que debería casarse con alguien de la congregación? Pablo no dice esto debido a que es muy posible casarse con alguien de la congregación y sin embargo no ser un matrimonio “en el Señor.” Sólo porque alguien está “en la congregación,” no significa automáticamente que está seriamente tratando de vivir bajo el señorío de Cristo. Por lo tanto, si un cristiano se casa con otro creyente que no está necesariamente caminando con el Señor, sería un matrimonio “en Cristo,” pero no es un matrimonio “en el Señor.”
Queridos jóvenes, quisiéramos ver a cada uno de ustedes aquí en Lassen casarse “en el Señor”—un matrimonio en el que ambas personas reconozcan la autoridad del Señor en sus vidas. Es entonces que tendrán un matrimonio feliz y fructífero con la bendición del Señor. En los últimos 30 o 40 años ha habido un gran índice de divorcio en los matrimonios cristianos, y es porque esos matrimonios no fueron matrimonios “en el Señor.” El mundo se ha adentrado de alguna manera, y uno o ambos no están reconociendo la autoridad del Señor sobre ellos, y ha dado lugar a problemas.
Pablo dice en el versículo 28: “pero los tales tendrán aflicción de la carne, y yo os la quisiera evitar.” Este versículo nos dice que puede haber “aflicción de la carne” en el matrimonio. Y la razón es que hay dos voluntades que se juntan, y las chispas pueden volar a veces. Pero lo que Pablo está diciendo aquí es que no tiene que suceder esto. Él dice que él nos la puede “evitar.” Como mencionamos en nuestra última reunión, cuando Pablo se refiere a sí mismo, esto puede ser sólo una referencia personal, pero a menudo representa su doctrina—lo que él sostenía y apoyaba. En este caso creo que se refiere a lo último. Si las personas siguen la enseñanza de Pablo en cuanto al orden en el matrimonio, podrían ser librados de una gran cantidad de “aflicción de la carne.” No vamos a entrar en eso ahora, pero basta con decir que hay un remedio aquí en lo que Pablo enseña para los problemas en la relación matrimonial.

"Escoger" versus "Hallar"

Ahora pasemos al Salmo 25:12: “¿Quién es el hombre que teme a Jehová? Él le enseñará el camino que ha de escoger.” Y luego, en Proverbios 18:22: “El que halla esposa halla el bien, y alcanza la benevolencia de Jehová.” Todos sabemos que el hombre debe iniciar la relación, y eso es lo que da a entender aquí. La idea de hallar indica que ha habido una búsqueda. Pero notemos, que está escrito desde la perspectiva del hombre. Dice: “El que halla esposa...” No tenemos un versículo que dice: “La que halla esposo...” y ustedes saben cuál es la razón; la mujer no es la que persigue. El hombre es el que debe iniciar la relación. Las jóvenes que andan persiguiendo manifiestan ciertas cosas que los jóvenes deben notar, de las cuales hablaremos más adelante.
El encontrar una esposa debe ser el ejercicio de los jóvenes que quieren casarse. Pero notemos también, que no dice “El que escoge esposa...” Dice: “El que halla esposa...” Ahora, sé lo que se quiere decir cuando se comenta: “Fulano ha elegido una esposa muy buena.” Pero no encontramos en la Escritura que el hombre es el que hace la elección. Hay una diferencia entre elegir y hallar. El versículo que leímos en el Salmo 25 nos dice que el Señor es el que elige; el hombre es el que halla. Un hombre sale y encuentra a la que el Señor ha elegido para él. No me refiero a que vaya de una joven a otra buscando al azar hasta encontrar la correcta, sino simplemente que él debe hallar a la que el Señor tiene para él.
Hay dos lados en cuanto a esto; existe la soberanía de Dios, y la responsabilidad del hombre. En el lado soberano, el Señor hace la elección para ti; en el lado de la responsabilidad, tú eres el que hallas. ¡Quién mejor que el Señor podría elegir una esposa para ti, querido hermano! El Señor te conoce mejor que nadie, aún más que tú mismo, y Él va a elegir exactamente lo que necesitas en una esposa. Así, el Señor elige, y tú hallas. Esa es la forma escritural.
Las ocasiones en que se ve a hombres eligiendo en la Biblia, a mi entender, son siempre en un sentido malo. Por ejemplo, en Génesis 6 dice: “Viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas.” Pero esto no era más que iniquidad. También vemos a Sansón elegir una esposa; y esto tampoco tuvo la bendición del Señor. Esto significa que debemos orar como el salmista: “Y tú, Jehová, Señor mío, favoréceme” (Salmo 109:21).
Si Dios tiene en sus propósitos que te cases, Él ya ha elegido para ti. Esto nos da una gran paz cuando sabemos que Él está en control total de la situación. Esto significa que no tienes que temer, pensando que alguien se va a casar con esa joven antes que tú. No es necesario que te molestes si piensas que alguien está prestando atención a la joven por la que has estado orando. Si ella es la que el Señor ha elegido para ti, algo va a pasar por lo que la otra persona se va a quitar del camino. Sabiendo que el Señor ha hecho la elección, puedes tener la confianza de que Él va a cuidar de ello.
Hay una pequeña imagen de esto en Jueces 20-21. El juicio de Dios había venido sobre la tribu de Benjamín por su pecado, y fue reducida en gran manera—¡hasta tener solo 600 hombres! Si esa tribu iba a continuar en Israel, necesitaba revivir y de manera rápida. La única forma en que podría ser restablecida era que esos hombres consiguieran esposas e iniciaran hogares para reconstruir la tribu. ¡El problema era que el juicio había sido tan extenso que no había ya más mujeres benjamitas! Por otra parte, en el capítulo anterior los hijos de Israel habían jurado que no iban a dar a sus hijas a estos hombres por esposas. Ellos dijeron: “Pero nosotros no les podemos dar mujeres de nuestras hijas, porque los hijos de Israel han jurado diciendo: Maldito el que diere mujer a los benjamitas” (Jueces 21:18). Los ancianos de Israel consultaron acerca del problema y sugirieron que podían librarse del voto por medio de un tecnicismo. Podían ir a la fiesta en Silo, y esconderse en las viñas; y cuando “las hijas de Silo” salieran a “bailar en corros,” debían “arrebatar” cada uno a su mujer y llevarla de vuelta a la tierra de Benjamín. Entonces los hijos de Israel podían decir que no dieron esposas de sus hijas a los hombres de Benjamín, ¡sino que ellos las tomaron! Y dice: “Y los hijos de Benjamín lo hicieron así; y tomaron mujeres conforme a su número, robándolas de entre las que danzaban” (Jueces 21:23). Notemos que los ancianos no sugirieron que ellos se fueran a los moabitas o a los filisteos para conseguir esposas. Tampoco debemos pensar en ir al mundo para conseguir una esposa. La Escritura dice: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos” (2 Corintios 6:14).
Todo esto es instructivo para nosotros. Reunidos al nombre del Señor, nosotros, como la tribu de Benjamín, somos débiles y pocos en número a causa de nuestro propio fracaso. La mano de Dios ha sido sobre nosotros en Su juicio gubernamental. Como resultado, hemos sido reducidos en número una y otra vez. En Su misericordia, Él nos ha dejado algunas asambleas en uno que otro lado, dispersas por todo el país y alrededor del mundo. Nuestro ejercicio actual debe ser “fortalecer las cosas que quedan” (Apocalipsis 3:2, versión KJV en inglés). Las asambleas necesitan desesperadamente ser restablecidas para que lo que queda continúe. Y eso puede hacerse si los jóvenes se ejercitan en tener un hogar como el de Estéfanas, que apoyaba el testimonio del Señor. Esto, por supuesto, requiere que se casen y tengan una familia.
Cuando los hijos de Israel encontraron a los hombres de Benjamín, estos estaban en “la peña de Rimón” sin saber qué hacer (Jueces 20:45-48). Esos hombres tipifican a los que toman este tema del lado de la soberanía de Dios únicamente; y, en consecuencia, esperaban que Dios lo hiciera todo. Del mismo modo, hay hombres hoy en día que quieren casarse, pero simplemente se sientan, pensando que Dios hará caer a una joven en su regazo desde el cielo. Pueden llamar a esto esperar en Dios, pero hay poco o ningún ejercicio de parte de ellos. No estoy diciendo que no esperemos en Dios, pero si se toman las cosas desde ese lado solamente, van a terminar como esos 600 hombres que no tenían esposa. Querido hermano, hay dos lados en cuanto a esto; hay el lado de la soberanía de Dios en proveer una esposa, pero también está el lado de nuestra responsabilidad en cuanto a “hallar” una esposa. Queridos hermanos jóvenes, si van a casarse, necesitan ser ejercitados en ello, y hacer la búsqueda.
Los hijos de Israel enviaron un mensaje a los hombres de Benjamín, y los llamaron a bajar de “la peña de Rimón,” y a hacer algo acerca de su situación. Si has estado esperando que Dios te traiga una esposa, ¡necesitas bajar de “la peña de Rimón,” por así decirlo! Se les dijo que fueran a la fiesta anual en Silo. Esto es típico de las ocasiones en que el pueblo de Dios se reúne para tener un banquete en cuanto a la Palabra, y fortalecerse unos a otros por medio de una feliz comunión, como lo es una conferencia bíblica, o una reunión como la de Lassen, que ocurre una vez al año. Estos son los lugares a los que es bueno ir para encontrar una esposa.
Estar al acecho en “las viñas” habla de permanecer inadvertido en tales ocasiones hasta que descubras la que crees que el Señor tiene para ti. Necesitas esconderte allí hasta el momento oportuno. Notemos, que se les dijo que tomaran a las doncellas que danzaban. Esto habla del gozo en el Señor. El tipo de esposa que deseas debe ser aquella que está evidentemente gozosa en el camino del Señor. Me acuerdo de que un hermano joven al oír esto dijo, “Bien, así que estamos en los arbustos...” Al día siguiente vino a mí y me dijo: “¡Hermano, hay una chica danzando dentro de los arbustos!” Le dije, “¡Que cosa, parece que se está poniendo un poco agresiva!” ¡Tengan cuidado con las que son un poco agresivas!; podrían ser de esa manera en el matrimonio también.
Cuando estos hombres alcanzaron su objetivo, y capturaron cada uno a su esposa, dice: “Se fueron, y volvieron a su heredad, y reedificaron las ciudades, y habitaron en ellas” (Jueces 21:23). Esto es un cuadro del ejercicio que debe haber para construir y llevar el testimonio del Señor en la comunidad de la que venimos, a través de tener un hogar, en el que sirvamos al Señor.
Ahora pasemos a Salmo 19:5: “Y éste, como esposo que sale de su tálamo [aposento], se alegra cual gigante [hombre fuerte] para correr el camino [una carrera].” ¿No es esto interesante? Aquí tenemos a un hombre en vía de convertirse en “esposo.” Cuando entras en una relación con una joven, ese debe ser tu objetivo, el de ser esposo. No hay tal cosa en la Escritura como entrar en una relación con alguien solo para tener novio o novia. No, la única razón por la que debes mostrar interés en una joven es cuando creas que el Señor te está conduciendo hasta el fin fundamental del matrimonio. No estoy sugiriendo que la primera vez que hables con una joven le menciones el matrimonio, pero que comiences un trayecto con ese fin. Las relaciones casuales de novio y de novia no se encuentran en las Escrituras. Muchos jóvenes quieren continuar de esa manera, pero es señal de que no tienen confianza en Dios para declarar su interés, sin duda; y, para las jóvenes, es una debilidad espiritual que ustedes deben tomar en cuenta.
Notemos que este futuro esposo comienza en “su aposento.” Esto habla de venir ante el Señor en oración (Mateo 6:6). Demuestra que no deben tomar este asunto a la ligera. Deben comenzar en este punto. Esta es una decisión muy importante que afectará su vida entera. Deben permanecer suficiente tiempo ante el Señor en cuanto a esto. A menudo se ha dicho que una mujer puede formar o deformar a un hombre. Como alguien dijo el día de hoy, detrás de cada buen hombre hay a menudo una madre piadosa, y yo añadiría: ¡una buena esposa también! El matrimonio es algo muy serio. No querrán ser como un hermano (a quien no voy a nombrar) que dijo: “Nos reunimos en una conferencia de tres días para la oración, humillación, y el ministerio de la Palabra.” Él dijo: “Voy a decirles lo que es la oración y la humillación: es cuando vas a una conferencia, y oras por una joven, ¡pero cuando te acercas a ella, te rechaza! ¡Haces esto por tres días, y has tenido una gran conferencia de oración y humillación!” Dudo que hablara en serio, pero esa no es la forma en que debes asumir este importante asunto en tu vida. No debes, al momento en que divisas a una joven, con ligereza invitarla a salir, sin haber tenido ningún tiempo de oración y reflexión.
También dice: “Cual hombre fuerte para correr una carrera.” Este hombre tenía en vista un fin. Hay jóvenes que pueden tener interés en una joven, pero no tienen el valor de acercarse a ella. No tengo mucha admiración por esos jóvenes que no expresan su interés. Este hombre era un “hombre fuerte” que no andaba con rodeos. Sabes, si comienzas en tu aposento en la oración (tu “tálamo”), y sales persuadido de que el Señor te ha dirigido a una joven en particular, tendrás la convicción para invitarla a una reunión de cánticos, o para cenar, y así le das comienzo. Y querido hermano, la joven te respetará por ello también.
Por otra parte, el hecho de que el esposo estaba corriendo implica que el cortejo que lleva al matrimonio no es algo demasiado prolongado. Con la excepción de Jacob (Génesis 29:18-20) que vivía en el país lejano dentro de su alma, por decirlo así, encontrarás que, en la Biblia, el cortejo y el compromiso son generalmente por un período corto de tiempo. Las Escrituras no apoyan la idea de largos compromisos; tal vez si la muchacha es muy joven, sea necesario esperar, pero de otra manera, debe ser por un período corto de tiempo. Incluso en el cuadro de Cristo y la Iglesia, se dice que es un poco de tiempo. Hebreos 10:37 dice: “Todavía un poco, y el que ha de venir vendrá, y no tardará.” En la traducción de J.N. Darby dice, “muy poco tiempo...” Puede que no parezca así; de hecho, ya hace cerca de 2.000 años, pero sigue siendo “un poco” de tiempo. Una razón por la que la Biblia anima a los compromisos cortos es lo que vimos en 1 Corintios 7:1-2; mientras más nos familiarizamos el uno con el otro, mayor es el peligro de pecar en esta situación. Nunca somos más sabios que la Palabra de Dios; y dice: “El que confía en su propio corazón es necio” (Proverbios 28:26).

Cuatro cosas que se deben buscar

Pasemos a Génesis 24 para ver cuatro cosas que un hermano debe buscar en una posible esposa. Este capítulo, como ustedes saben, trata de Isaac consiguiendo una esposa. Encontramos que Abraham estaba ejercitado en que su hijo tuviera una esposa, y, naturalmente, quería lo mejor para él. ¿Qué padre no lo querría? Hay ciertos principios útiles aquí que pueden guiar a un hermano en la búsqueda de una esposa.
Abraham tenía un siervo que salió y aseguró a esta joven para Isaac. Él es figura del Espíritu de Dios; y hermanos jóvenes, espero que van a dejar que el Espíritu de Dios encuentre la joven correcta para ustedes. Él no comete errores. Este hombre toma la delantera en todo este ejercicio; es un cuadro del Espíritu de Dios guiando a un joven a encontrar a la que Dios ha elegido para él.
1) Compatibilidad
Leamos, en primer lugar, los versículos 3-4: “Y te juramentaré por Jehová, Dios de los cielos y Dios de la tierra, que no tomarás para mi hijo mujer de las hijas de los cananeos, entre los cuales yo habito; sino que irás a mi tierra y a mi parentela, y tomarás mujer para mi hijo Isaac.” Menciona “mi tierra” y “mi parentela,” y esto habla de compatibilidad. Eso es lo primero que debes considerar. Abraham quería que él tomase mujer de la misma familia de donde vino. Del mismo modo, debes casarte con alguien que venga de la misma familia de la que tú vienes—la familia de Dios. Pero aún más, debes casarte con alguien que no sólo sea una hija de Dios, sino que también sea compatible contigo.
Tanto como sea posible, debes buscar la compatibilidad en una relación matrimonial; en primer lugar, en cuanto a la cultura, porque los matrimonios interculturales pueden ser difíciles. Podría haber más de la “aflicción de la carne” de la que ya hablamos. O la edad: el Sr. Hayhoe nos dijo que tratáramos de casarnos con alguien más o menos de nuestra edad. O el origen religioso: una persona que viene de un sistema religioso hecho por el hombre en la cristiandad puede venir con un poco de bagaje. Alguien dijo que uno puede sacar a su esposa del “campamento,” ¡pero no siempre puede sacar el “campamento” de su esposa! O podría ser en cuanto a la condición física. Es bueno ser compatibles de esa manera también, ya sea alto/bajo. E incluso socialmente: podría ser un matrimonio difícil si un hombre pobre se casa con una joven de familia rica, que está acostumbrada a tener mucho más de lo que él le puede proporcionar. Tales cosas pueden traer tensión al matrimonio, y eso significa que es bueno buscar compatibilidad en estas áreas tanto como sea posible.
Es muy importante que encuentres a alguien—un “alma gemela” si quieres llamarlo así—una compañera, de entre los que tienen una “fe igualmente preciosa,” como la tuya (2 Pedro 1:1). Siempre me desagrada ver a alguien salir a buscar a una esposa o esposo en otras esferas cristianas, o tal vez incluso en el mundo, porque yo sé que esto va a ser difícil en el ámbito de la compatibilidad.
Pongan cuidado en buscar, por así decirlo, dentro de su propia tribu. Esa es una expresión tomada de Números 36, donde a los hijos de Israel se les dijo que se casaran dentro de su propia tribu. La aplicación a nosotros, como cristianos, sería casarnos dentro de nuestra propia esfera de comunión, en otras palabras, entre los que están reunidos al Nombre del Señor.
En ese capítulo, es interesante ver que cuando se trataba de heredar la tierra, las cinco “hijas de Zelofehad” cada una recibió una parte, lo que era bastante inusual. Normalmente, la herencia en Israel se dividía entre los varones de la familia, y se esperaba que las mujeres se casaran con un hombre que iba a tener su propia porción de parte de su padre. Pero ya que estas jóvenes no tenían hermanos varones, la herencia de su padre vino a ser de ellas. Eso significó que los jóvenes que se casaron con ellas recibieron una doble porción—tendrían la porción de parte de su padre, y estas jóvenes también tendrían su porción. Yo diría que esto las convertía en jóvenes muy casaderas, ¡aunque una de ellas se llamara “Hogla”! No estoy seguro de como lucía, pero el joven que se casó con ella consiguió una doble porción. Pueden leer sobre esto en Josué 17:5-6. Habían “diez porciones” que le tocaron a Manasés a causa de las hijas de Zelofehad.
Hablando a los jóvenes hermanos ahora; si toman a hermanas jóvenes de la reunión, las que son espirituales y están tratando de andar hacia adelante con el Señor, van a obtener una doble porción. Ellas van a traer al matrimonio algo que han aprendido de su experiencia al caminar con el Señor, y eso va a ser valioso. No pierdan esto. Si traen algo de su propia herencia y la joven con la que se casan tiene una parte también, ¡que maravilloso será el matrimonio! Busquen al Señor—Él les guiará en esta importante decisión.
2) Un serio interés en las cosas divinas
En segundo lugar, dice en los versículos 10-11: “Y el criado tomó diez camellos de los camellos de su señor, y se fue, tomando toda clase de regalos escogidos de su señor; y puesto en camino, llegó a Mesopotamia, a la ciudad de Nacor. E hizo arrodillar los camellos fuera de la ciudad, junto a un pozo de agua, a la hora de la tarde, la hora en que salen las doncellas por agua.” Lo que vemos aquí es que el hombre estaba buscando una doncella que saliera al “pozo” para “sacar agua.” Un “pozo” en la Escritura representa a un lugar de reunión de los santos. Van allí para recibir refrigerio para sus almas del agua de la Palabra (Efesios 5:26). Lo que esto nos enseña, entonces, es que deberíamos estar buscando a una joven que vaya a las reuniones con interés en la Palabra de Dios. Las conferencias bíblicas y ocasiones como esta en Lassen Pines son ejemplos de cuando los santos se reúnen en un “pozo” para sacar agua. Estos son buenos lugares para buscar a una compañera adecuada. Notemos que esta joven fue al pozo con un cántaro; esto muestra que ella tenía la intención de sacar algo para sí misma. Todo esto se suma a una joven que tenía un serio interés en las cosas divinas.
3) Un espíritu sumiso que se dejaba guiar
En tercer lugar, en los versículos 17-18: “Y Entonces el criado corrió hacia ella, y dijo: Te ruego que me des a beber un poco de agua de tu cántaro. Ella respondió: Bebe, señor mío; y se dio prisa a bajar su cántaro sobre su mano, y le dio a beber.” Notemos aquí que fue el hombre que inició las cosas. Ella no corrió hacia él. Fue él que corrió hacia ella. Notemos también que ella le llamó “señor.” Aún más, ella no se adelantó a los acontecimientos y no le invitó en seguida a la casa de su padre; ella dejó que su hermano lo hiciera (verso 31).
Estas cosas indican que Rebeca era una joven que conocía el lugar que Dios le había dado. Tenía un espíritu sumiso que se dejaba guiar, y eso es otra cosa que deben buscar en una joven.
Ahora no estoy sugiriendo que una joven debe llamar a un joven interesado “señor,” sino que ella debería darle ese lugar de señor o guía en la relación. Es cierto que el modelo en el Nuevo Testamento para una mujer cristiana es Sara, que llamó a Abraham “señor” (1 Pedro 3:6), pero ella hizo esto en su corazón; no era a él de forma audible. Indica el respeto que ella sentía por él. Lo que debes preguntarte es: “¿Se dejaría ella guiar?” ¿Cómo vas a guiar a una joven que no es sumisa? Proverbios 7 habla de una mujer que es “rencillosa” o más bien “inmanejable” (traducción J.N. Darby en inglés). Un hermano anciano dijo una vez: “¡Uno puede casarse con su propia disciplina!” Yo no sé si él estaba hablando por experiencia o no, pero es muy cierto. Hemos visto algunos matrimonios dificultosos, por lo que debemos ser cuidadosos en este punto. El mundo enseña que una mujer sea todo lo contrario a esto, pero el pensar mundano en una mujer no es algo deseable.
4) Trabajadora
Ahora, para la cuarta cosa que se debe buscar, como se ve en Rebeca, leamos los versos 19-21: “Y cuando acabó de darle de beber, dijo, sacaré agua para tus camellos también, hasta que acaben de beber. Y se dio prisa, y vació su cántaro en la pila, y corrió otra vez al pozo para sacar agua, y sacó para todos sus camellos. Y el hombre estaba maravillado de ella, callando, para saber si Jehová había prosperado su viaje, o no.” ¡El punto aquí es que la joven estaba dispuesta a sacar agua para los diez camellos del hombre! Leí en alguna parte que ¡los camellos pueden beber cerca de 110 kilogramos de agua en 10 a 15 minutos! Aprendemos de esto que Rebeca era trabajadora, y eso es otra cosa que deben buscar. No era una joven perezosa. No era una “princesa” que quería que hicieran todo para ella. Hay hermanas jóvenes que se caracterizan por el deseo de ser servidas todo el tiempo, pero lo que deben buscar es una joven que está dispuesta a trabajar—una que sepa lo que es ponerle el hombro a la carga. Tito 2:5 dice que las mujeres más jóvenes deben ser “diligentes en el trabajo doméstico” (traducción J.N. Darby en inglés). Esto será especialmente necesario en su servicio para el Señor dando apoyo al testimonio en su asamblea local, como marido y mujer. Tener una familia, con la casa abierta, invitando a personas, requiere esfuerzo. Pero si se promueve el testimonio del Señor y anima a los santos, es una buena obra.
Para resumir, las cosas que se deben buscar es que sea:
1) Compatible,
2) Interesada en las cosas divinas,
3) Sumisa,
4) Trabajadora.
Notemos que él no estaba tratando de encontrar a la joven más bonita, o a la muchacha más inteligente. No, fueron estas cuatro cosas las que él buscó, y son las que ustedes deben buscar también. “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?” (Amos 3:3).

Discerniendo el carácter

Ahora uno se puede preguntar, “¿Cómo puedo discernir esas cuatro cosas en una joven cuando sólo voy a las conferencias o a reuniones como esta, un par de veces al año? Es difícil conocer tales cosas en sólo unos breves encuentros.” Bueno, esa es una buena pregunta. Para responder a ella, vayamos a Hechos 15:40 donde veremos un principio útil que me fue dado por el Sr. Hayhoe. “Y Pablo escogiendo a Silas, salió encomendado [recomendado] por los hermanos a la gracia del Señor.” Ahora uno podría preguntarse, “¿Qué tiene que ver eso con este tema?” Yo pienso que el principio que se ve en este versículo es suficientemente amplio como para aplicarlo en una serie de situaciones, incluso para el compañerismo en el matrimonio. El punto que quiero hacer notar aquí es que Pablo obtuvo la recomendación de sus hermanos en la elección de Silas. Eso es algo que debes tener—la recomendación de los hermanos locales en cuanto a la joven que te interesa. Ellos conocen su carácter y manera de comportarse mucho más que tú. Alguien dijo una vez, “¡Uno puede darse cuenta de muchas cosas observando!” Cuán cierto es esto cuando se trata de discernir el carácter de una joven. Necesitas usar tus ojos, pero no sólo los tuyos—los ojos de hermanos fieles en cuyo discernimiento puedas confiar.
Una joven puede venir a una conferencia con un bolígrafo y una libreta y mostrar interés, y te dices a ti mismo: “¡Me parece muy bien!” Pero después de preguntar acerca de su comportamiento en su asamblea local, descubres que viene a las reuniones de forma esporádica, y no es conocida por mostrar ningún interés particular en la Palabra de Dios, de hecho, es la primera vez que alguien la ha visto con una libreta y un bolígrafo, entonces podría convenirte pensarlo de nuevo. Cuán agradecidos debemos estar de hermanos locales fieles que den un reporte claro en cuanto a alguien en su asamblea. Tú puedes pedir su consejo; después de todo, ellos deben querer lo mejor para ti. Y viceversa, esto aplica a un joven que esté interesado en una de ustedes, hermanas jóvenes. Pregúntenles a hermanos fieles locales en qué condición realmente se encuentra. Ellos pueden dar consejo que arrojará luz sobre su verdadero carácter.
Hay por lo menos tres o cuatro áreas que uno puede observar para discernir el carácter de una persona. El hermano Hayhoe me señaló varias de estas cosas a mí, y quiero pasárselas a ustedes. Recuerdo que él decía a los jóvenes hace más de 25 años en su casa, que hay que aprender a leer el índice al carácter de una persona.
1) el comportamiento básico de una persona junto con su actitud
En primer lugar, podemos mirar el comportamiento básico de una persona junto con su actitud y así discernir algunas cosas. El carácter se forma por medio de una costumbre que se repite una y otra vez. Una reputación se puede obtener por medio de una sola acción, pero el carácter se construye una capa a la vez, hasta que la persona es conocida por lo que hace. Todos tenemos un carácter; sólo tienen que aprender a leer el índice al carácter de una persona.
Un ejemplo que me viene a la mente es una reciente reunión de estudio de la Biblia en nuestra asamblea local. Estábamos meditando en 1 Pedro 4:15 que habla de uno que se “entremete en lo ajeno,” y alguien preguntó qué era ser un entrometido. Los hermanos, me parecía a mí, estaban buscando un significado más profundo que lo que el Espíritu de Dios estaba diciendo. Varios pensamientos fueron presentados. Estaban dando vueltas y vueltas para explicar lo que era un entrometido. Por último, les dije: “Creo que el significado está justo en la superficie; un entrometido es un entrometido ¡es una persona que anda entremetiéndose en los asuntos de otras personas!” Le dije a un hermano después que terminó la reunión que a veces el significado de una cosa se puede entender mejor conociendo el carácter de una persona. Esa pregunta sobre un entrometido podría haber sido contestada simplemente diciendo, “¿Conoces a la hermana fulana de tal?” Uno contestaría: “¡Sí, sí, ya sé lo que significa ahora!” Si se conoce a la hermana, se sabría exactamente lo que es entrometerse en lo ajeno. Ahora, no quiero señalar a las hermanas aquí; un entrometido podría ser un hermano también.
El punto que quiero hacer es que todos tenemos un carácter—para bien o para mal. Y cuando se trata de este tema, tenemos que leer el índice al carácter de una persona para saber qué clase de persona realmente es. Recuerdo que el Sr. Hayhoe nos decía que viéramos algo más profundo en una joven como, por ejemplo, el ser agresiva—una que “persigue” a los jóvenes. Todo lo que podíamos ver era que parecía ser presuntuosa y que podría ser difícil para guiar en el futuro en el matrimonio. Él nos llevó a mirar más allá a cosas más profundas. Dijo que, aunque ella no lo supiera, lo que realmente estaba haciendo era enarbolar su mano como una bandera, como si dijera: “Sólo quiero que todos sepan que yo no vivo por fe. No puedo confiar en el Señor para proporcionarme un marido, ¡así que estoy tratando de conseguirlo yo misma!” Ahora, esto abre una ventana bastante grande en cuanto al carácter de una joven, y da una fuerte indicación en cuanto al lugar donde está soplando el viento en su alma realmente. Si te casaras con esa persona, ésta será la manera en que ella va a lidiar con todo, a menos que haya crecimiento en su alma. Ya que nunca ha aprendido a confiar en el Señor en los asuntos de la vida, cuando lleguen las dificultades en el matrimonio, puedes estar seguro de que va a tratarlas de la misma manera. No esperes que vaya a buscar al Señor y a esperar en Él en la dificultad; este no ha sido el hábito en su vida.
Ahora, queridas hermanas, no estoy tratando de transmitir la idea de que ustedes deben hacer que sea difícil para que un joven se les acerque. No me refiero a eso. Ustedes deben hacerse accesibles y disponibles. Deben sonreír y no hacer que sea más difícil para el pobre muchacho. No deben recluirse con sus amigas, y mirar hacia abajo cada vez que un joven pase. ¿Cómo esperan que él vaya a introducirse así? ¡Tengan un poco de misericordia!
2) círculo de amistades de la persona
En segundo lugar, deben mirar al círculo de amistades de la persona. ¿Quiénes son sus compañeros? Esto sin duda les declarará más cosas. Proverbios 13:20 dice: “El que anda con sabios, sabio será: pero el que se junta con necios será quebrantado.” El compañerismo consiste en tener gustos y disgustos parecidos. Si una persona camina con los que se sabe tienen una inclinación de una determinada manera, es bastante obvio que esa persona tiene los mismos intereses. ¿Son los compañeros de esa persona los que describimos ayer en el Salmo 119:63? “Compañero soy yo de todos los que te temen y guardan tus mandamientos.” Si él o ella tiene esos compañeros, probablemente tienen ejercicios parecidos.
3) mirar a la familia de la persona
En tercer lugar, se debe mirar a la familia de la persona. Existe lo que es el carácter de familia. Se nos dice en Ezequiel 16:44, “Cual la madre, tal la hija.” Quizás no nos guste, pero todos nos caracterizamos en algo por nuestro entorno familiar. Y quisiera sugerirle a cada pareja de jóvenes que esté contemplando casarse que lean un breve artículo de J.G. Bellett, llamado “El Carácter Familiar y la Religión.” (Ha sido reimpreso en forma de folleto; también se puede encontrar en la parte posterior del libro llamado, “De Lana & Lino.”) Es una excelente lectura. Cuando dos personas se casan, se unen dos caracteres familiares. Nos guste o no, llevamos el carácter de nuestra familia; y mientras más envejecemos, más parece surgir en nosotros. El Sr. Bellett muestra en su libro que todos tenemos caracteres familiares débiles y fuertes—algunos son positivos y otros son negativos. Nuestro ejercicio debe ser traer los caracteres buenos de familia a nuestro matrimonio y la familia, y juzgar los caracteres familiares que son malos.
Necesario discernir el carácter de una persona
Así se puede ver que es muy necesario discernir el carácter de una persona. Estas son cosas que se deben sopesar ante el Señor, porque puedes sacar a tu esposa del mundo, pero no siempre puedes sacar al mundo de tu esposa. Y las hermanas, a la inversa, pueden salir y sacar a un marido del mundo, pero no siempre pueden sacar al mundo de su marido. Hay un carácter de familia y un bagaje que viene con él. Querida hermana, si no hay jóvenes en la reunión que te estén prestando atención, la solución no es salir y conseguir un marido de otro lado, y traerlo a la congregación. He visto eso pasar bastante. Por lo general, el joven no sabe lo que está sucediendo. Como un hermano dijo, “¡Parece que sólo va de pasajero!” Ese tipo de relación podría ser un matrimonio “en Cristo,” pero no es un matrimonio “en el Señor.”
Ahora, en cuanto a este principio útil que vemos en Hechos 15:40: “Pablo escogiendo a Silas, salió, [recomendado] por los hermanos a la gracia del Señor.” Los hermanos de la asamblea local conocen a una persona mucho mejor que nosotros, que estamos al otro lado del país. Por lo tanto, debemos utilizar sus ojos (si son fieles y piadosos), y seguir su recomendación. Los hermanos locales de una joven, que la conocen, son los que te pueden ayudar a discernir su verdadero carácter. A mí me ayudó la recomendación de mis hermanos, y he ayudado a otros en este importante paso—y tú también puedes ser ayudado. Proverbios 15:22 dice: “Los pensamientos son frustrados donde no hay consejo; mas en la multitud de consejeros se afirman.”

Fe para dar el paso

Eso me lleva a otra cosa: la necesidad de tener fe para
dar el paso. Si quedarse en “la peña de Rimón” habla de permanecer en casa en nuestra localidad esperando la soberanía de Dios en este asunto, quedarse al acecho en “las viñas” en “la fiesta solemne de Jehová en Silo” hablaría de ir a las reuniones especiales de los santos (es decir, las conferencias), pero no hacer nada. ¡Jóvenes, ustedes necesitan bajar de la “roca” y salir de los “arbustos” para poder reclamar la victoria! Alguno podría decir, “pero tengo miedo de salir de los arbustos; no quiero cometer un error en esta decisión tan importante en mi vida.” Eso es comprensible, ¡pero quedarse sentado en la “roca” no es la respuesta tampoco! No es actuar en fe.
Recordemos que en Génesis 24, el varón que buscaba una esposa para Isaac dijo, “guiándome Jehová en el camino” (Génesis 24:27). Esto significa que él recibió ayuda y guía del Señor cuando él estaba en el camino buscando. Él estaba actuando en fe, y avanzando paso a paso, halló que el Señor iba con él para hacer que su viaje fuera próspero. Dios honra a la fe. Si das un paso de fe, encontrarás que el Señor va a abrir el camino. Pero el no hacer nada no es fe; y hace que uno se pregunte qué clase de vida interior tienes con el Señor. Si tuvieras la vida interior de aquel varón en el Salmo 19, que salió de su “aposento,” tendrías la convicción necesaria para salir y reclamar la victoria. ¡Y créeme, la joven te respetará por tener ese tipo de convicción también!
Si todavía están preocupados de cometer un error, les voy a dar un principio de un capítulo que el Sr. Hayhoe nos dio a nosotros el cual fue de gran ayuda para mí. En Génesis 20, un hombre llamado “Abimelec” vio a una mujer que él deseaba tener como esposa, e hizo movimientos hacia ella. ¡Pero él no sabía que ella era la mujer de otro hombre! Estaba cometiendo un grave error e iba totalmente en la dirección equivocada. Pero encontramos, que como estaba actuando en la integridad de su corazón, Dios intervino y lo preservó. ¡Podemos contar con que el Señor hará lo mismo para nosotros! ¡Esta es la prueba anti-fallas de Dios para ustedes jóvenes temerosos! Dios honra la fe, y si están actuando en fe—en la integridad de su corazón—pero están dando pasos equivocados, Él intervendrá y les preservará de cometer un error en su vida. ¡Qué provisión de gracia!

La belleza interior y la exterior

Hemos estado hablando principalmente a los jóvenes hermanos aquí, pero ahora me gustaría decir algunas palabras a las hermanas. Volvamos a Proverbios 31:30: “Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.” Luego pasemos al Salmo 45:13: “Toda gloriosa es la hija del rey en su morada [en su interior].” Vemos dos cosas aquí: lo externo y lo interno. La Escritura no pone énfasis en la belleza exterior, aunque a menudo nosotros lo hacemos. He notado que cuando una joven pone demasiada energía en el lado exterior de las cosas, a menudo deja de lado la belleza interior de la que habla el Salmo 45.
No quiero que pensemos que la Escritura enseña a no preocuparnos de cómo lucimos. Ella no anima a una joven a descuidar su apariencia. Ustedes deben tratar de verse bien y presentables. Y eso puede significar diferentes cosas para diferentes personas, pero después de todo, el matrimonio es algo natural lo cual implica una atracción natural. Esto significa que deben verse atractivas, pero eso no significa que tengan que ir al mundo y sus adornos para lucir bien.
Lo más importante es lo que está dentro. ¿No es ese un versículo hermoso? “¡Toda gloriosa es la hija del rey en su interior!” Ella tenía una belleza interior. Una hermana anciana le dijo a mi esposa hace años, “si una joven no es bella a los 16 años, no es su culpa; pero cuando tiene 60 años, y no es hermosa, ¡es su culpa!” Si una persona va hacia adelante y camina con el Señor, una belleza moral se formará en esa persona que se hará notable a todos alrededor. Cuando la belleza juvenil desaparece con la edad, lo que queda es lo que la persona realmente es. Si uno no ha estado caminando en sumisión al Señor, esa belleza no se encontrará allí. El énfasis del mundo es en lo exterior, pero nosotros debemos prestar atención a lo que está dentro. La Escritura dice: “El [atavío] interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios” (1 Pedro 3:4). ¡Puede que esto no sea de valor para este mundo, o para un cristiano mundano que sea superficial en cuanto a lo espiritual, pero es “de grande estima” para Dios! Y también los cristianos piadosos lo valorarán.
Tampoco debe una hermana pensar que después de que se casa, debe descuidar su apariencia, y no debe preocuparse de cómo se ve. La Escritura habla de mantener el “lecho ... de flores” (Cantares 1:16). Esto se refiere a mantener la relación fresca. El hecho de que una hermana se case no significa que su marido deje de apreciar a una mujer atractiva. Recuerdo que Perla Hayhoe me dijo que siempre trataba de arreglarse y se ponía un vestido diferente para lucir lo mejor posible para cuando el hermano Gordon llegara de la oficina. Él trabajaba en una oficina donde las mujeres estaban vestidas a la perfección—todas vestían de manera impresionante. Para un hombre salir de ese ambiente y volver a casa a una mujer que ha dejado descuidar su apariencia, puede traer problemas al matrimonio.
Ahora, algunas de ustedes podrían mirar a otras jóvenes aquí que son de extraordinaria belleza, y pensar que ellas tienen una gran ventaja. Pero yo no sé si estoy de acuerdo con ustedes. Lo he dicho antes y lo diré de nuevo, las jóvenes que son naturalmente hermosas—y hay muchas de ustedes aquí— parecen atraer a un determinado tipo de hombres que suelen ser bastante superficiales. Así que creo que una joven que tiene extraordinaria belleza está en algo de desventaja, ya que, nueve de cada diez veces, ese es el tipo de persona que se acerca a ella. Las jóvenes que son más promedio en la manera en cómo se ven, a menudo tienen una mejor oportunidad de conseguir a un esposo piadoso. ¡Así que me dan un poco de pena ustedes queridas hermanas que son hermosas; es muy cierto! Ustedes tienen que tratar con esos jóvenes que por lo general sólo están interesados en el lado exterior de las cosas.
Ahora sólo un comentario acerca de su cabello. La Biblia dice que el cabello de una mujer es “honroso para ella” (1 Corintios 11:15), pero no pienso que muchas mujeres cristianas lo creen. Es un hecho que el cabello largo de la mujer es atractivo para los hombres. Si no lo creen, ¿por qué tantas mujeres en el mundo que quieren atraer a los hombres tienen un pelo más largo suelto? Miren por ejemplo a las mujeres que son supuestamente las más bellas; o a esas chicas que utilizan para anuncios de piezas automotrices—donde los hombres son los más propensos a comprar—todas tienen un pelo que fluye. ¿Por qué creen que hacen eso? Es porque saben por experiencia que esto es atractivo para los hombres. Pero lo extraño es que muchas mujeres cristianas no parecen saberlo. Quieren verse atractivas, ¡así que van y se cortan el pelo! ¡No tiene sentido! Les digo, “los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz” (Lucas 16:8). Al cortarse el pelo, sólo están disminuyendo su belleza. (Ahora, yo sé que algunas mujeres tienen el pelo muy fino, y a medida que envejecen, no pueden llevarlo muy largo, pero yo no me estoy refiriendo a eso.) Así que, si quieren verse mejor, dejen que su cabello caiga sobre sus hombros. Créanme, ¡es atractivo!
No estoy diciendo que deben tratar de verse mundanas. Mi cuñada solía decir: “¡Uno es comprado por aquellos a quienes se anuncia!” Si se ponen todo “engalanadas” de una manera mundana, van a atraer a hombres mundanos. Si se visten provocativamente y sin modestia, van a atraer la carne en un hombre y un hombre carnal será el que se les va a acercar. Querida hermana, ¿es eso lo que quieres? No, yo pienso que quieres un marido que tenga cierta profundidad espiritual—un hombre que puedas mirar con respeto. Por lo tanto, ten cuidado cuando esa clase de jóvenes se te acerca y te presta atención—sabes a lo que me refiero, el tipo de joven que simplemente se echa hacia atrás en un banco, y no presta mucha atención al que habla en la reunión. Tal vez va a la primera referencia de la Escritura, y tal vez a la segunda, pero después de un tiempo ni siquiera la busca. Tal vez a la mitad de la reunión está leyendo otra cosa—como ese pequeño librito con nombres que el Sr. Porter ha estado distribuyendo. No se rían; ¡yo lo he visto!
Querida hermana, cuando ese tipo de joven se te acerque, ten cuidado; él no está realmente interesado en las cosas del Señor, y probablemente va a llegar a ser un marido mediocre que no proporcionará ningún liderazgo espiritual. ¡No quisieras terminar con un hombre que sea tan carnal como una cabra! ¿Cómo se va a formar una familia piadosa con esa clase de hombre tomando la iniciativa en el hogar? Él será el tipo de persona que va a poner mucho énfasis en las cosas naturales, pero se quedará tan callado como un ratón cuando los temas divinos vengan a la conversación. Puede ser que sea un joven bien “popular,” pero tendrás que pagar el precio a largo plazo. Me he dado cuenta de que hay menos problemas matrimoniales cuando el marido y la mujer son personas espirituales. No se conformen con nada menos que un hombre piadoso.
Ahora, a medida que esperan por el “hombre ideal”—un hombre espiritual—hombres mundanos en el trabajo o en la escuela se les podrían acercar, y por supuesto, necesitarán declinar tales propuestas. La Escritura es clara al respecto: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos” (2 Corintios 6:14). Dios les dará la gracia para hacerlo.
Conozco a una hermana que cuando ella estaba asistiendo a la escuela y a la universidad, los jóvenes se le acercaban y querían salir con ella, y ella se negaba a sus propuestas. Finalmente, uno de ellos le preguntó por qué ella no quería salir con nadie. Y ella le explicó que ella no salía con jóvenes del mundo. Él la miró y le preguntó: “Si no sales con jóvenes de este mundo, ¿con quién sales entonces? ¿Sólo con jóvenes de Marte?” No entendía lo que le quería decir, pero ella no iba a terminar con ese tipo de hombre como marido.
Ahora para concluir, sólo un comentario en cuanto al desánimo. Estoy seguro de que pueden desanimarse mucho mientras esperan a que los jóvenes bajen de “la peña de Rimón,” y dejen de estar merodeando en los “arbustos” durante las conferencias. Quizás miran alrededor y piensan que simplemente no hay muchos hombres que son como aquel varón en el Salmo 19, que salió de su aposento con convicción. (Desde luego, necesitamos más hombres como éste. Los vemos orando en la reunión de oración, y eso es bueno, pero espero que estén orando en su aposento para tomar una esposa también.) Hermanas, sólo recuerden, el diablo quisiera hacer uso de cualquier oportunidad para desanimarlas. No deben llegar al punto en que estaba una hermana, que decía: “¡Los hombres son como los lugares de aparcamiento en un centro comercial; todos los buenos están tomados, ¡y los demás son de minusválidos!” Solo esperen en el Señor.
Él sabe, Él ve, Él oye
Nada atenuará esta verdad,
Él da lo que es mejor,
A los que le dejan la elección a Él.
Un último comentario: El Sr. Gill nos decía que “¡es mejor estar soltero que desear estarlo!” Es triste decirlo, pero hay algunos matrimonios bien infelices. Como he dicho antes, “¡Uno puede casarse con su disciplina!” Por lo tanto, tengan cuidado a medida que avanzan. Deben entrar al matrimonio junto con el Señor.
Mi esposa y yo no deseamos otra cosa que lo mejor para cada uno de ustedes; realmente es así. Tengo dificultad para mezclarme con todos ustedes—no soy como Jim aquí que se acerca para hablarles a todos ustedes y los conoce a todos por nombre. No he hablado con cada uno de ustedes personalmente, pero sí oro por todos ustedes, y me preocupan. Nosotros queremos que tengan un matrimonio feliz, que sea para el apoyo del testimonio del Señor. Cuando vemos que una relación empieza, a menudo decimos entre nosotros: “qué bueno,” porque sabemos que ambos están realmente caminando “en el Señor.” Pero a veces, cuando vemos a un joven descuidado iniciar una relación con una joven piadosa, decimos: “Ella podría haber hecho mejor.” Pero mirando el lado del joven, diríamos, “¡hizo muy bien, al conquistarla a ella!” Así que ya ven, estamos de ambos lados. Queremos lo mejor para los dos. Que Dios les dé la gracia para hacer Su voluntad.
B. Anstey
(Adaptado)
Compañerismo—En el Noviazgo y el Matrimonio
B. Anstey
Primera edición en inglés — julio 2005
Primera edición en español — noviembre 2017
VERSIÓN IMPRESO — 1.0
Impreso en CANADA
VERSIÓN eBook — 1.1
Primera edición en español — mayo 2021
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