Conversión

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Se refiere al corazón de una persona, siendo vuelto hacia Dios (Salmo 19:7, Salmo 51:13; Jeremías 31:18; Ezequiel 33:11; Lucas 1:16). Inicialmente, la conversión ocurre cuando una persona nace de Dios (Mateo 18:3; Hechos 3:19, 15:3, 26:18; 1 Tesalonicenses 1:9, etcétera), pero la conversión no es usada exclusivamente para el nuevo nacimiento y la salvación de la persona, como muchos piensan. Si, más tarde, en la vida de un creyente, él se torna descuidado en su andar y vuelve al mundo, él tendría que ser convertido nuevamente. Así, es posible que alguien sea convertido más de una vez—pero es algo triste, de hecho, si él precisa de conversiones posteriores. Esto no significa que, si un creyente falla, él pierda su salvación y que necesite ser salvo de nuevo, sino más bien, que necesita que su corazón sea vuelto al Señor para que su comunión con Dios sea restaurada.
W. Kelly dijo: “La Escritura emplea esto [la conversión] no sólo para cuando alguien vuelve a Dios inicialmente, sino para cuando vuelve otra vez a Él si se ha deslizado. Esta es realmente la principal diferencia entre la conversión y la vivificación. Pues la vivificación sólo puede ocurrir una vez, pero la conversión puede ser repetida” (Lectures Introductory to the Study of the Minor Prophets, p. 378).
Santiago dijo, “Hermanos, si alguno de entre vosotros ha errado de la verdad, y alguno le convirtiere, sepa que el que hubiere hecho convertir al pecador del error de su camino, salvará un alma de muerte, y cubrirá multitud de pecados” (Santiago 5:19-20). Al decir, “Hermanos, si alguno de entre vosotros...” está claro que Santiago se estaba refiriendo a los creyentes. Los creyentes verdaderos pueden “errar de la verdad” y fallar, y si lo hacen, necesitan ser convertidos de nuevo. La “muerte” de la que Santiago habla aquí es la muerte física, la cual Dios puede permitir en la vida de un creyente desobediente como un juicio gubernamental, si no se arrepiente (1 Juan 5:16; 1 Corintios 5:2, 11:30; Éxodo 30:21; Eclesiastés 7:17). Esto no significa que un creyente que muere bajo la mano del juicio gubernamental de Dios pierde la salvación de su alma; pues las relaciones gubernamentales de Dios con Su pueblo se refieren sólo al tiempo en la tierra y no tocan su posición y destino eternos.
El apóstol Pedro es un ejemplo de un creyente que tuvo una segunda conversión. El Señor le dijo: “Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandaros como á trigo; mas Yo he rogado por ti que tu fe no falte: y tú, una vez vuelto, confirma á tus hermanos” (Lucas 22:31-32). Pedro había conocido al Señor en el inicio de Su ministerio y se convirtió en aquel tiempo. Pero después de unos tres años y medio, Pedro Lo negó, y consecuentemente, necesitaba ser convertido nuevamente (Marcos 16:7; Lucas 24:34; Juan 21:15-19). Nota: El Señor no oró para que la salvación del alma de Pedro y su seguridad eterna no “faltasen”—porque no puede fallar, sino para que su fe no fallase cuando su corazón diere las espaldas al Señor.
La versión de J. N. Darby traduce “vuelto” en Lucas 22:32 como “restaurado,” a fin de ayudar a distinguir la conversión inicial que tiene una persona de cualquier conversión posterior que ella pudiera tener. Pero W. Kelly afirma que traducir ese versículo como “restaurado” es realmente una paráfrasis, porque el significado literal de la palabra es ser convertido, lo cual significa tener el corazón vuelto hacia Dios (Lectures Introductory to the Study of the Minor Prophets, p. 378).