En Deuteronomio 11 se da el resumen de todo el asunto, la conclusión práctica que el legislador mantiene ante sus ojos. Debían recordar en qué debía terminar la rebelión. Por lo tanto, alude al destino de Datán y Abiram a quienes la tierra se tragó como consecuencia de su flagrante apostasía y lucha contra Dios. “Tus ojos han visto todos los grandes actos de Jehová que Él hizo. Por tanto, guardaréis todos los mandamientos que os mando hoy, para que seáis fuertes, y entréis y poseáis la tierra donde vais a poseerla; y para que prolonguéis vuestros días en la tierra que Jehová ha prometido a vuestros padres que les den a ellos y a su simiente, una tierra que fluye leche y miel” (Deuteronomio 11:7-9). Al final del capítulo siguen las advertencias más serias, así como las promesas brillantes: la desobediencia o la obediencia sería el punto de inflexión en la tierra. El monte de la bendición y el monte de la maldición estaban allí al otro lado del Jordán.
Esto cierra la primera parte de Deuteronomio. Unas pocas palabras sobre los próximos capítulos serán suficientes por el momento.