Dudas que tiene la gente

 
¡Es demasiado fácil!
Muchos tropiezan con la sencillez del Evangelio. Cuando se les presenta en toda su plenitud y generosidad, dicen que creer en el Señor Jesucristo es “demasiado fácil”.
Gracias a Dios que es “fácil” ser salvo. Pero aunque es “fácil”, no es “demasiado fácil”, ya que se obtiene al creer en Aquel que hizo la obra difícil –el Señor Jesucristo.
Para Él no fue “fácil” ser escarnecido e insultado por los hombres, ni ser azotado, escupido y crucificado. Tampoco le fue “fácil” ser desamparado por Dios en Su humillación y agonía, ni tener que ser “herido... por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados” (Isaías 53:5).
Aunque es fácil para nosotros, es el único medio por el cual Dios puede salvar a los pecadores, y si el lector no es salvo de esta manera, jamás será salvo. “Al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia” (Romanos 4:5).
“Siempre he creído en Jesús, pero no puedo decir que soy salvo”
Puede estar seguro de que si esto es lo que usted dice o piensa, está completamente equivocado. Nadie puede decir que “siempre ha creído en Jesús”. Quizás usted ha creído bastante acerca del Señor Jesucristo, pero jamás ha creído realmente en Él. Usted no ha recibido Su glorioso Evangelio, o si no ya sería salvo.
¿Qué es lo que usted cree en cuanto al Señor Jesucristo? “Creo que murió en el Calvario por los pecadores”. Creer eso no le hará a usted ningún bien. ¿Cree usted que Él derramó Su sangre y sufrió y murió debido a sus pecados? Si es así, verá que no hay ninguna razón para temer encontrarse con Dios. Si es así, sabrá por la Palabra de Dios que tiene vida eterna, y que no sufrirá condenación por sus pecados. Nadie puede creer en el Señor Jesucristo sin ser salvo, porque Él ha declarado: “Todos los que en Él creyeren, recibirán perdón de pecados” (Hechos 10:43); “En Él es justificado todo aquel que cree” (Hechos 13:39); “el que cree en Mí, tiene vida eterna” (Juan 6:47). Como puede ver, si realmente ha creído en el Señor Jesucristo, Dios dice que usted es salvo.
“Yo no creo de la manera correcta”
Si usted todavía no es salvo, entonces no ha creído en Jesucristo en ninguna manera. Las Escrituras no reconocen dos maneras de creer: una “correcta” y otra “incorrecta”. La gente puede hablar de una “fe viva” y una “fe muerta”, una “fe salvadora” y una “fe intelectual”, pero la Biblia solo habla de creer lo que Dios dice. Fe en el hombre y fe en Dios son la misma expresión; la diferencia no está en la fe, sino en la persona en la cual se ejerce la fe. Los que están perdidos, se pierden creyendo la mentira del diablo, y los que son salvos, se salvan al creer en la verdad de Dios. “Los demonios creen, y tiemblan” porque están condenados a una eterna perdición; y los que son salvos creen, y se alegran “con gozo inefable y glorioso” porque van a pasar la eternidad en feliz comunión con el Señor Jesucristo.
Pablo no le dijo al carcelero: “Cree en el Señor Jesucristo de la manera correcta, y serás salvo”. Si lo hubiera hecho, el pobre hombre pagano e ignorante no le hubiera entendido. Él sencillamente dijo: “Cree en el Señor Jesucristo”. Haga lo mismo, apreciado lector, “y serás salvo”. No piense en su manera de creer, sino en Cristo, el objeto de la fe.
“¿No debemos hacer obras para ganarnos la salvación?”
Esta pregunta a menudo es hecha por pecadores preocupados, así como por pecadores indiferentes. A veces se hace de esta manera: “¿Acaso la Biblia no dice que debemos ocuparnos en nuestra salvación? ¿Cómo, entonces, podemos reconciliar eso con la declaración de que sólo tenemos que creer para ser salvos?”
Cuando usted dice que “debemos ocuparnos de nuestra salvación”, ¿a quiénes se refiere? ¿Se refiere a toda persona, salva o no? Si es así, solo tiene que buscar la epístola y ver a quiénes está dirigida. Filipenses 1:1: “A todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos”. Ellos ya eran salvos. Ellos no esperaban ser salvos; ellos sabían que ya eran salvos. “Amados míos”, dice Pablo, “ocupaos en vuestra salvación” (Filipenses 2:12). Ellos ya la poseían. “Vuestra” significa posesión. Ellos debían “ocuparse” en lo que Dios ya había hecho. Este pasaje ciertamente no hace ninguna referencia a los que no son salvos. Los que no son salvos están “muertos en pecados”, y por lo tanto no pueden ocuparse en su salvación. Además, la Escritura es bien clara y explícita: “Por gracia sois salvos... no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).
“¿No tengo que orar para ser salvo?”
En ninguna parte la Escritura dice que la salvación se obtiene por la oración; en cambio, sí dice que los pecadores son salvos de una sola forma: por medio de la fe en la obra consumada por el Señor Jesucristo. ¿Acaso el Señor Jesucristo le dijo a Nicodemo: “Ora, y serás salvo”? No. “Que todo aquel que en Él cree, no se pierda” (Juan 3:15).
En respuesta a la pregunta: “¿Qué debo hacer para ser salvo?”, ¿acaso Pablo respondió: “Ora fervientemente por el perdón, y lo obtendrás”? Absolutamente no. En cambio, él dijo: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:31). Usted no necesita suplicarle a Dios que lo salve; más bien, en este mismo momento Él le está rogando a usted que acepte la salvación (2 Corintios 5:20).
Si usted espera ser salvo por medio de la oración, será decepcionado, ya que la oración no le acercará al cielo. ¿Cómo se atreve a pedirle a Dios que lo salve mientras es culpable del terrible pecado de hacerle a Él mentiroso? “El que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de Su Hijo. Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en Su Hijo” (1 Juan 5:10-11).
En vez de continuar orando por la salvación, más bien hágala suya y acéptela como un regalo ofrecido por el Señor Jesucristo. “La dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23). “El que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apocalipsis 22:17).
“Si hago mi parte, Dios hará la Suya”
Un cristiano solía decir que le había tomado 42 años aprender tres cosas:
• Que él no podía hacer nada para salvarse a sí mismo.
• Que Dios no le pedía que hiciera algo.
• Que Cristo lo hizo todo.
Si usted aprende estas tres lecciones, jamás volverá a hablar de sus esfuerzos. “Su parte” es sólo admitir que es un pecador perdido y que merece el infierno, incapaz de hacer algo para salvarse. “Su parte” es dejar de pensar en que puede ser salvo por algo que usted haga o sienta. “Su parte” es únicamente creer que el Señor Jesucristo hizo todo lo que era necesario –que Él completó la obra de la expiación y pagó el precio del rescate con Su preciosa sangre.
Cuando deje de tratar de ser salvo por sus esfuerzos y crea en el Señor Jesucristo, quien hizo todo y pagó todo, vendrá a ser hijo de Dios, heredero de la gloria, y coheredero con Cristo. “Al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia” (Romanos 4:5).
“¡Consumado es!” por Cristo,
todo hecho está.
Salvación Él ha provisto,
sí, ¿le aceptas ya?
“Soy demasiado pecador”
Algunos de los que dicen esto en verdad piensan que son demasiado malos para ser perdonados; pero en muchos casos sólo se dice en falsa humildad, como una excusa para continuar en el pecado. No cabe duda de que usted es un gran pecador, y mucho peor de lo que se imagina. “Usted no tiene idea de lo malo que soy”. No sé, y además no quiero saber, pero de una cosa sí estoy seguro: Dios sabe todo sobre usted. Desde que usted era un bebé en los brazos de su madre, Él lo ha cuidado y amado más que sus propios padres.
A pesar de su pecado y necedad, Dios tiene los brazos abiertos para recibirlo. El hijo pródigo fue recibido por su padre así como estaba, andrajoso y desgraciado, miserable y pobre, y Dios quiere salvarlo a usted ahora tal como está. Acepte que es un pecador y aprópiese del Salvador de pecadores perdidos. “Al que a Mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).
Aunque sea “demasiado pecador”, usted no está fuera del alcance de la gracia perdonadora de Dios, y usted puede recibir ahora el perdón completo y gratuito de todos sus pecados al creer en Aquel que murió por usted. “El que cree en mí, tiene vida eterna” (Juan 6:47). “El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10).
“Nadie puede tener la certeza de que será salvo”
La respuesta de Pablo a la pregunta más importante de todas fue muy explícita: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo”. Él no dijo: “Cree en el Señor Jesucristo, y tendrás buenas posibilidades de ser salvo”.
Muchos dicen que sería “muy presuntuoso” que alguien fuera “hasta el extremo” de decir que sabe que es salvo. Ellos afirman que “nadie puede tener la certeza”, y que todo lo que podemos hacer es tener una “humilde esperanza”. ¡Qué diferente de lo que enseñaron el Señor Jesucristo y los apóstoles! Pablo dice: “Vivimos confiados siempre” (2 Corintios 5:6). El apóstol Juan dice: “Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por Su nombre” (1 Juan 2:12). “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida” (1 Juan 3:14). Todo pecador que cree en el Señor Jesucristo está seguro de que es salvo. En verdad sería “muy presuntuoso” dudar de la Palabra de Dios. “El que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso” (1 Juan 5:10), pero el que cree en Cristo tiene la divina promesa: “Serás salvo” (Hechos 16:31).
“¿Puede alguien ser salvo en seguida?”
En la misma hora de la noche en que el carcelero preguntó: “¿Qué debo hacer para ser salvo?”, también experimentó su conversión y fue bautizado. Y además se añade que él “se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios” (Hechos 16:34). En tan solo una hora toda su casa fue salva y bautizada. De nada sirve que la gente diga que nadie puede ser salvo de inmediato, porque la Escritura muestra claramente que los que se mencionan en el Nuevo Testamento fueron salvos en el mismo momento en que creyeron. Algunos suponen que la salvación es un proceso gradual que requiere mucho tiempo y oraciones sinceras. ¿Cuánto tiempo le toma a uno “creer” lo que alguien le dice? Sólo un instante.
También se usa otra figura: mirar. “Mirad a Mí, y sed salvos” (Isaías 45:22). ¿Cuánto tiempo le tomó a un israelita para ser curado de la mordedura de las serpientes? En un momento se estaba muriendo, y al siguiente estaba completamente curado por simplemente haber mirado a la serpiente de bronce. “Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía” (Números 21:9); “y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:14-15).
En el mismo instante que uno “cree” en Jesucristo, o lo “mira” a Él como Aquel que sufrió y murió por sus pecados, es salvo.
La mirada de fe al que ha muerto en la cruz
infalible la vida nos da.
Mira, pues, pecador, mira pronto a Jesús,
y tu alma la vida hallará.
“No me he arrepentido lo suficiente”
¿Qué es lo que quiere decir? “Que no estoy lo suficientemente acongojado por mis pecados”. Y si usted lo lamentara muchísimo, ¿estaría Dios más dispuesto a perdonarlo de lo que está ahora? “Creo que sí”. Entonces déjeme decirle que está completamente equivocado.
“Pero ¿acaso no dice la Biblia que si no nos arrepentimos, todos pereceremos igualmente?” Sí, pero, ¿cuál cree usted que es el significado bíblico de la palabra “arrepentirse”? Si usted contesta que es “remordimiento por el pecado”, está equivocado. Eso no es lo que significa, sino un cambio de mentalidad. Fíjese en el significado de la palabra en esta parábola que contó el Señor Jesucristo: “Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue” (Mateo 21:29). Sin duda este cambio produce tristeza, pero la tristeza y el arrepentimiento son dos cosas completamente diferentes. “Porque ya sabéis que aun después, deseando [Esaú] heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas” (Hebreos 12:17); “ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento” (2 Corintios 7:9).
Cuando Dios lo llama a arrepentirse y creer en el Evangelio, Él desea que usted haga a un lado sus ideas equivocadas, y crea las buenas noticias que Él le proclama. Quizás antes usted pensaba que necesitaba sentir mucho remordimiento para poder ser salvo. ¡Cambie su forma de pensar! O quizás usted suponía que tenía que primero “sentir” algún gran cambio para poder saber que es salvo. ¡Cambie su forma de pensar! Crea primero en el gran amor que Dios le tiene a usted, así como está revelado en Su Evangelio, y sabrá que tiene vida eterna. “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24).
“No puedo amar a Dios”
Cierta mujer estaba sumamente preocupada en cuanto a su alma. Oraba y se esforzaba sinceramente por “amar a Dios” para obtener el perdón de sus pecados. Sin embargo, al hacer eso más bien su corazón parecía endurecerse más.
Había una serie de reuniones en su localidad, y una noche el predicador dijo: “Algunos piensan que Dios les exige que lo amen para que puedan ser salvos. Entonces comienzan a examinar sus corazones y no pueden hallar ni una sola partícula de amor hacia Él. Si nosotros no pudiéramos ser salvos hasta que lo amáramos”, continuó diciendo, “entonces jamás podríamos ser salvos. Pero la bendita verdad es que ¡Él nos ama a nosotros!”.
“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros, y envió a Su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1 Juan 4:10).
En el mismo momento en que ella se dio cuenta de que Dios la había amado tanto que había dado a Su Hijo en propiciación por los pecados de ella, su corazón se llenó de paz y gozo, y no pudo evitar amar a Aquel que había hecho tanto por ella. “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor” (1 Juan 4:8).
¿Ha estado usted tratando de amar a Dios para ser salvo? Si es así, ríndase. Es cierto que usted debe amar a Dios, pero mientras usted no sea salvo no podrá hacerlo. Medite en el amor de Dios hacia usted, y usted podrá decir: “Nosotros le amamos a Él, porque Él nos amó primero” (1 Juan 4:19).
“No me siento lo suficientemente preocupado”
Muchos, cuando se dan cuenta de su peligro, se preocupan por sus sentimientos hacia Dios, en vez de preocuparse por los sentimientos de Él hacia ellos. Parece que nunca consideran la siguiente pregunta: “¿Mi salvación depende de lo que yo siento hacia Dios, o de lo que Él siente hacia mí?”.
Una y otra vez escuchamos el comentario: “No me siento lo suficientemente preocupado”, o, “No siento suficiente remordimiento”. Tales personas han leído o escuchado de alguien que se encontraba en una profunda turbación de alma, y creen que ellos deben pasar por una experiencia similar. No se parecen a la mujer que, cuando se le preguntó cómo atravesó el “Pantano del Desaliento” (mencionado en el libro El Progreso del Peregrino, de John Bunyan), respondió: “Yo no pasé por ese camino; yo fui directo a la Cruz”.
No piense en su preocupación, o en su deseo de preocuparse, sino pregúntese: “¿Está dispuesto Dios a salvarme ahora?” Vez tras vez Él declara en Su Palabra que Su deseo es que usted no perezca, sino que sea salvo eternamente (vea Ezequiel 33:11 y 1 Timoteo 2:4-6). Deje de preocuparse por sus sentimientos. Piense en el maravilloso amor de Él hacia usted, mostrado en el regalo de Su amado Hijo unigénito. Usted puede ser salvo ahora en base a lo que Él hizo y sufrió. “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo”.
“Si fuera cristiano, fracasaría”
Eso es lo que muchos dicen. De hecho, es un problema común entre los que están interesados en la salvación de su alma.
“A menudo he tratado de ser cristiano y he fracasado. A veces llegué a pensar que lo era, pero pronto desaparecieron los sentimientos de alegría, y volví a ser tan malo como antes. Así que no tiene sentido que profese serlo”. Usted no necesita preocuparse por “no tirar la toalla”. Lo que necesita es creer en el Señor Jesucristo, y en el momento en que lo haga obtendrá la vida eterna (Juan 3:36), y tendrá la certeza de que no se perderá jamás (Juan 10:28).
Luego, después que usted ya sea salvo, el mismo Cristo que lo salvó de la ira, lo salvará del pecado ahora y lo mantendrá a salvo hasta que llegue a la gloria. “Llamarás Su nombre Jesús, porque Él salvará a Su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21); y Él “es poderoso para guardaros sin caída” (Judas 24), y ha prometido no dejar ni desamparar a los que ponen su confianza en Él. En el momento en que usted crea en Jesucristo, será suyo, y Él ha prometido que Su Palabra le guiará, cuidará, guardará y le dará la fuerza y la gracia para vivir para Él. “Porque Yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, Yo te ayudo” (Isaías 41:13).
“¿No sería un atrevimiento decir que uno es salvo?”
¿Atrevimiento de qué? “Sería un atrevimiento que alguien dijera que sabe que es salvo”.
Pero si Dios declara que usted puede estar seguro, y le dice cómo, ¿usted diría que es un “atrevimiento” creer en Él? “Claro que no”. Entonces oiga lo que Él quiere decirle: “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna” (1 Juan 5:13).
En vez de ser un “atrevimiento” creer lo que Dios dice, dudar de Él es ser culpable del peor pecado que una persona puede cometer. “Pero no puedo decir que soy salvo”. Entonces, ¿no ha creído en el Señor Jesucristo? “¡Claro que sí!” Entonces usted está equivocado, porque la Escritura dice claramente que “el que cree en el Hijo tiene vida eterna” (Juan 3:36); y si usted dice que no es salvo, es imposible que haya creído en Cristo.
“Yo creo en Cristo, pero no puedo decir que soy salvo”. Entonces usted está diciendo que Dios es mentiroso, porque una y otra vez Él dice que todo aquel que cree en Jesucristo tiene vida eterna (vea Juan 6.47). Pero “el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de Su Hijo. Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en Su Hijo” (1 Juan 5:10-11).
“No siento ningún cambio”
Por supuesto que no. ¿Cómo podría, si su mente está ocupada en lo que usted siente hacia Dios, en vez de ocuparse en lo que Él siente hacia usted? Mientras continúe mirando adentro de su frío y desdichado corazón, se volverá más y más miserable. Obsesionarse con su frialdad o su dureza, su deseo de ser amado o de sentir remordimiento, su fe o sus fracasos, le hará realmente infeliz.
La paz no se deriva de una mirada hacia adentro; sólo se consigue mirando a Cristo, pensando en lo que Él hizo y sufrió por nosotros, y no por medio de nada que nosotros podamos haber hecho o sufrido por Él.
Es por eso que te invito a mirar hacia la cruz
y contemples el Calvario, donde encontrarás la luz
del que hizo las estrellas y murió para salvar
a cualquiera que creyere que Él murió en su lugar.
Mientras usted no crea en Cristo, no podrá disfrutar del amor que Él le tiene a usted. Primero necesita creer en Su amor y Su muerte, y en el momento en que entienda que esa gran obra fue terminada y que la justicia divina ha sido satisfecha completamente, la paz verdadera llenará su corazón y su amor fluirá abundantemente hacia Aquel que le amó y en entregó a sí mismo por usted. “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1).
“¿Cómo debo venir a Cristo?”
Cierto campesino, muy preocupado por su alma, le preguntó a un predicador si le podía explicar lo que quería decir con “venir a Cristo”. “He estado escuchando”, le dijo, “un sermón muy sincero, y hemos sido exhortados a ‘venir a Cristo’. Pero estoy molesto porque nunca se nos dijo cómo venir a Él. ¿Podría usted decirme?”
“¿Puede volar a Él?”, le preguntó el predicador. “No, no puedo”. “¿Puede caminar con los pies para ir a Cristo?”, insistió. “Tampoco”. El predicador entonces le dijo que debía acudir a Cristo con su mente y su corazón, no con su cuerpo. En otras palabras, tenía que creer en Aquel que murió para que él pudiera vivir. “¿En serio? ¿Así de sencillo? ¡Ahora entiendo!”, le dijo y se fue regocijándose.
Escucha pobre pecador,
en Cristo hay perdón.
Oh ven a Él y cree en Él,
en Él hay salvación.
Apreciado lector, ¿aún no ha venido a Cristo? ¡Hágalo ahora! Él no puede mentir, y ha prometido que si cree en Él, tiene vida eterna.
“No puedo comprenderlo”
¿A qué se refiere? “Veo que Cristo ha llevado mi castigo, y que Dios ha quedado perfectamente satisfecho con lo que Él ha hecho, pero de una u otra manera, no puedo saber que tengo vida eterna”.
Su error es que se está enfocando en lo que puede comprender con su mente, en vez de enfocarse en la realidad de la salvación de Dios. Supongamos que usted ha sido condenado por algún crimen cometido, y que pudiera escoger entre una larga condena o pagar una multa elevadísima. Pero un amigo paga la suma en su totalidad, y te trae el recibo. ¿Tendría miedo, entonces, de ir a la cárcel? “No”. ¿Por qué no? ¿Acaso “comprendió” algo? “No”. Entonces, ¿por qué no tendría miedo? “Porque la multa ya fue pagada”. ¿Y se necesitaría que “comprendiera” o “se aferrara” a algo en su mente? “Claro que no”.
Dios nos dice en Su Palabra que Cristo “se dio a sí mismo en rescate por todos” (1 Timoteo 2:6) y, en base a lo que Él ha hecho, usted puede ser salvo. No piense en lo que puede “comprender”, sino crea en la realidad de la muerte de Cristo por usted, y entonces sabrá que es salvo y que todos sus pecados han sido perdonados.
“No me siento salvo”
A Martín Lutero se le preguntó si sentía que sus pecados habían sido perdonados, a lo que él respondió: “No, no siento que hayan sido perdonados, pero lo sé porque Dios lo dice en Su Palabra”.
Pablo no dijo: “Cree en el Señor Jesucristo, y te sentirás salvo”. Mas bien dijo: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo”. Nadie puede sentir que sus pecados han sido perdonados. Si le preguntáramos al hombre del ejemplo anterior, cuya multa fue pagada por su amigo, si siente que su deuda fue pagada, nos respondería: “No, no siento que ha sido pagada. Sólo lo sé porque tengo el recibo, y me siento feliz porque sé que ha sido pagada”. Y así es con usted, apreciado lector. Primero tiene que creer en el amor que Dios le mostró a usted en la cruz del Calvario, y entonces se sentirá feliz porque sabe que es salvo.
Un cristiano solía decir: “Sentimientos, sentimientos, sentimientos... ¡No se preocupe por sus sentimientos! Yo sólo me aferro a la verdad de que Cristo murió por mí, y que Él es mi seguridad por toda la eternidad”.
Seguro estoy, cuán firme es
la base de mi fe.
Él dijo: “Consumado es”;
ya nada temeré.
“Dios dice que soy salvo, y tiene que ser verdad”
Esas fueron las palabras dichas por un joven la noche que halló paz. Estimado lector, ¿puede usted adoptar esas mismas palabras? “¡Cuánto quisiera!” Realmente no hay nada que le impida hacerlo ahora mismo. Jesucristo ya murió en el Calvario. Él “padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos” (1 Pedro 3:18), y Dios ha declarado que todo aquel que cree en Él tiene vida eterna (Juan 5:24, 6:47). Por lo tanto, si usted cree en Él, quien ya sufrió la ira y la maldición por usted, entonces tiene la garantía de la Palabra de Dios que le asegura que es salvo.
“No siento que sea salvo”. Yo tampoco, pero gracias a Dios lo sé, simplemente porque Él lo dice en Su Palabra, y estoy seguro de que Él siempre dice la verdad. La salvación no es por medio de los sentimientos, sino por fe en lo que Cristo hizo por nosotros. “El evangelio... es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1:16).
Cristo sintió el peso de los pecados suyos y míos cuando exclamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué Me has desamparado?” (Mateo 27:46). Y usted, mientras lee estas líneas, puede creer que Él llevó su castigo y, como aquel joven, podrá decir: “Dios dice que soy salvo, y tiene que ser verdad”.
“Todavía tengo tiempo”
Antes de terminar, permítame preguntarle: ¿Es usted salvo?
“Tengo la intención de ser salvo, pero no tengo prisa”. ¿En serio? Usted dice que no tiene prisa, ¡y está a un paso de la muerte! Cuando Dios le pregunte por qué despreció Su perdón, y descuidó Su salvación tan grande, ¿qué le responderá? Por favor, no permita que Satanás lo arrulle en una cuna de falsa seguridad. El tiempo es corto, y la eternidad está cerca.
¿Se atreve usted a permanecer un minuto más sin ser salvo? “Ahora” es el tiempo de Dios; “mañana” podría ser demasiado tarde. La negra nube de la ira de Dios ya está sobre usted, y si usted permanece en así, la voz del cielo resonará: “Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma” (Lucas 12:20).
No lo aplace más. No se quede con dudas en cuanto a su futuro. El que salva a los pecadores ha prometido “guardarlos”, y en el momento en que usted crea en Cristo, Él le dará el poder para vencer al mundo, a Satanás y al pecado, y le dará las fuerzas para vivir para Aquel que murió por usted.