Efesios 1:3-14: Bendecidos

Ephesians 1:3‑14
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1:33Blessed be the God and Father of our Lord Jesus Christ, who hath blessed us with all spiritual blessings in heavenly places in Christ: (Ephesians 1:3)). Las riquezas de este versículo son inagotables y vamos a disfrutar estas bendiciones durante toda la eternidad junto a Cristo. Hay varias cosas que valen la pena considerar en este verso: Habla del Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Cristo como un ser divino, el Hijo desde la eternidad, se deleita en su relación con el Padre; y al haberse hecho hombre, se regocija en su relación perfecta con Dios. Por medio de Él, nosotros también ya entramos en estas relaciones. Cristo dijo: “Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios” (Juan 20:1717Jesus saith unto her, Touch me not; for I am not yet ascended to my Father: but go to my brethren, and say unto them, I ascend unto my Father, and your Father; and to my God, and your God. (John 20:17)).
Nuestro Señor Jesucristo nos ha introducido, por medio de su muerte, a las mismas relaciones que Él tiene; pero esto no quiere decir que lleguemos a ser iguales a Dios. ¡Absolutamente no! Sino que entramos, por medio de Cristo, al mismo lugar de favor que Él tiene. Y en el universo no existe un puesto más favorecido que este. Nota también que nos bendijo está en tiempo pasado: esto significa que es algo cumplido, algo ya realizado; por lo que no tenemos que esperar hasta que llegue un día venidero para disfrutar de nuestras bendiciones, pues ya las tenemos en Cristo. Es importante notar que las bendiciones están en los lugares celestiales en Cristo; no tenemos una promesa de bendiciones terrenales como el pueblo de Israel. Así que el Señor no nos ha prometido casas grandes, carros de lujo, ni nada por el estilo; pero en vez de esto nos ha dado toda bendición espiritual; sin embargo no la tenemos de manera aislada del dador.
De allí en adelante en esta serie de versículos, el Espíritu desarrolla las bendiciones que nos han sido dadas: es como una escalera que baja del cielo para alcanzarnos en nuestra necesidad. Ciertamente “nos escogió en Él antes de la fundación del mundo” (Efesios 1:44According as he hath chosen us in him before the foundation of the world, that we should be holy and without blame before him in love: (Ephesians 1:4)). Antes que hayamos fracasado, sabiendo cómo seríamos, nos escogió para ser santos. Él nunca ha fallado en sus propósitos y seremos perfectos delante de Él en justicia.
“En amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo” (Efesios 1:55Having predestinated us unto the adoption of children by Jesus Christ to himself, according to the good pleasure of his will, (Ephesians 1:5)). Fuimos predestinados para ser parte de la familia de Dios. En este mundo vale pertenecer a una familia importante que tenga renombre. ¿Hay acaso una familia más distinguida que la familia de Dios? Podemos andar por las calles con la certeza que Dios nos ha hecho parte de su familia.
También “nos hizo aceptos en el Amado” (Efesios 1:66To the praise of the glory of his grace, wherein he hath made us accepted in the beloved. (Ephesians 1:6)). Muchas personas piensan que nunca podrán hacer lo suficiente para ser aceptables ante los ojos de demás; pero nosotros somos aceptos, sin merito alguno, en el Amado. No tuvimos que trabajar para recibir este bien, ya que lo recibimos tan solo con gozo de Su mano de amor. ¡Qué lo disfrutemos junto con Él!
Para poder disfrutar de su corazón de gracia necesitábamos la redención. Esto quiere decir que Él nos ha comprado por medio de su sangre y nos ha hecho libres. Estábamos presos al pecado y bajo la condenación de la muerte, también teníamos una conciencia sucia y éramos culpables delante de Dios; sin embargo nos perdonó abundantemente según sus riquezas inexpresables: “en quien tenemos la redención por su sangre, el perdón de pecados” (Efesios 1:77In whom we have redemption through his blood, the forgiveness of sins, according to the riches of his grace; (Ephesians 1:7)). Hoy podemos darle gracias por todas las bendiciones que tenemos en Él.