El Señor Es Mi Pastor

Table of Contents

1. “El Señor Es Mi Pastor” Salmo 23
2. Contenidos
3. Otros En El Serie …

“El Señor Es Mi Pastor” Salmo 23

Él conoce a Sus ovejas; Él las cuenta y a Sus ovejas llama por nombre. Él va delante de ellas (ved Juan 10); ellas Le siguen a donde El las conduzca, sea a través de las aguas o el fuego.
El salmo 23 nos presenta las bendiciones de uno que empieza su viaje, a través de este mundo, con el Señor Jesús como su Pastor.
Este salmo está íntimamente vinculado con el salmo precedente, como también con el que le sigue a continuación. Estos tres salmos son de una relevante belleza y valor, viendo que, en cada uno de ellos, Cristo es el gran tema. El salmo 22 nos presenta al Señor Jesús como la Víctima santa ofreciéndose a Sí mismo sin mancha a Dios, sobre la cruz, para satisfacer la santidad de Dios, y salvar y proteger a Sus ovejas. El salmo 23 nos presenta al Señor Jesús como el Pastor, pastoreando y conduciendo a Sus ovejas a través de este árido mundo. Y el salmo 24 nos presenta al Señor Jesucristo como el Rey—el Rey de gloria y el Señor de los ejércitos—introduciendo a Su pueblo dentro del reino de la gloria.
Este salmo 23 empieza con la firme declaración que “el Señor es mi Pastor.” Cada creyente puede decir, “El Señor es mi Salvador,” pero ¿nos hemos sometido definitivamente a Su gu’a, de tal manera que cada uno de nosotros podamos decir, “El Señor es mi Pastor”? El Señor nos dice que “Él es el Pastor,” pero ¿Le hemos dicho cada uno de nosotros, “Tú eres mi Pastor”? ¿Es que no le hemos aceptado solamente como nuestro Salvador, quien murió para salvarnos de nuestros pecados, sino que así mismo nos hemos sometido a El, como siendo nuestro Pastor, para conducirnos al hogar celestial a través de todas las dificultades?
Ovejas Con Pastor Y Sin Pastor
Pensemos por un momento en un rebaño de ovejas sin un pastor que las guie. Por naturaleza, las ovejas son débiles, torpes, indigentes, y temerosas. Si se las deja abandonadas a su propia suerte y que por sí solas sigan su camino a través de parajes desolados, ¿qué pasará? Siendo animales hambrientos como son, pronto desmayarán. Siendo torpes, errarán de un lado a otro y perderán su camino. Siendo débiles, pronto se fatigarán, y caerán por el camino. Y siendo temerosas, correrán sin tino, queriendo escapar de la embestida de los lobos, y quedando todas dispersadas, caerán en sus fauces.
En contraste con todo esta, preguntémonos, ¿qué sucederá si las ovejas emprenden su camino bajo la guía del pastor? De esta manera, si las ovejas están hambrientas, ahí está el pastor para guiarlas a verdes pastos. Siendo torpes, el pastor está ahí para guardar sus errantes pies. ¿Qué son débiles?, el pastor está presente para conducirlas tiernamente, y tomar sobre sus hombros a los corderitos. Y siendo temerosas, el pastor va delante para guiarlas, conduciéndolas a través de los escabrosos valles, y las defiende de todos sus adversarios.
Francamente, en un rebaño sin pastor, todas las cosas dependen de las propias ovejas, y esto conducirá al desastre. Es igualmente claro, que, si el pastor va delante de las ovejas, y éstas le siguen, ello significará para las ovejas, recorrer el camino a salvo, con multitud de bendiciones en su transcurso.
Esta es, desde luego, una ilustración que representa verdaderamente la travesía de la manada cristiana, a través de este mundo, como el mismo Señor dice que Él es “el Pastor de las ovejas,” y que Él “a Sus ovejas llama por nombre,” y que Él “va delante de ellas; y las ovejas Le siguen, porque conocen Su voz” (Juan 10:24).
Siete Circunstancias Del Caminar Diario
El salmo 23 nos presenta la gran bendición del Pastor yendo delante de Sus ovejas, y éstas siguiendo al Pastor. ¡Ay!, cuantas veces, en nuestra confianza en sí mismos nos estamos poniendo delante del Pastor; o, siendo descuidados, nos quedamos rezagados muy atrás. Pero, concedidas estas dos bendiciones—que el Pastor nos conduce por el camino, y nosotros le seguimos—podemos contar con el apoyo del Pastor en todas las dificultades que se nos presenten.
El salmista trata en este salmo siete diferentes circunstancias que podemos tener que afrontar en nuestro caminar diario.
1. Nuestras necesidades diarias.
2. Nuestras necesidades espirituales.
3. Nuestros fracasos y la inercia de nuestras almas.
4. La sombra de la muerte.
5. La presencia de enemigos.
6. La senda diaria.
7. La perspectiva de la eternidad.
Todas estas cosas pueden, en distintas maneras y en diferentes ocasiones, cruzar nuestras sendas, y si fuéramos dejados solos para afrontarlas con nuestras propias fuerzas, seguramente que nos sumergirían en el terror y el desastre. En cambio, con el Señor como nuestro Pastor para guiarnos en el camino, podemos afrontar con confianza el camino que conduce a la gloria, a pesar de las dificultades que puedan aparecer en nuestra senda.
Así que como cada bendición en el salmo emana de la primera declaración, “El Señor es mi Pastor,” también tenemos como prefacio de cada versículo: “El Señor es mi Pastor.”
Nuestras Necesidades Diarias
Primeramente (v. 1), hay las diarias necesidades del cuerpo. ¿Cómo deben ser proveídas? El salmista no dice: “Yo tengo un buen oficio, por tanto, nada me faltará,” o, “Yo tengo muy buenos amigos los cuales me ayudarán,” o, “Yo tengo muchos recursos, por lo cual nada me faltará,” ni tampoco dice, “Poseo juventud, buena salud y muchas habilidades, así que no me faltará nada.”
Es cierto que el Señor puede proveer por medio de todas estas cosas y muchas otras, a nuestras necesidades, pero el salmista no menciona ni una de ellas. Él mira más allá de todas las segundas causas y los medios providenciales, mirando solamente al Señor, y con el Señor yendo por delante, y él mismo siguiéndole, puede decir con toda confianza, “El Señor es mi Pastor, nada me faltará.”
Nuestras Necesidades Espirituales
En segundo lugar (v. 2), en la desértica senda, no solamente hay necesidades temporales, sino también espirituales. Para el cristiano, el mundo que le rodea es un desierto vacío. No hay nada en todas sus pasajeras vanidades que pueda nutrir el alma. Sus pastos son secos y áridos; sus aguas son aguas de contiendas. Así que, si “el Señor es mi Pastor,” Él me conducirá a verdes pastos, junto a aguas de reposo.
Cuán rápidamente se desvanecen los placeres de este mundo, aun para sus adoradores. El alimento espiritual provisto por el Pastor es siempre fresco, porque Él siempre nos conduce a “delicados pastos.” Y más que este, el Pastor, no solamente nos alimenta, sino que nos satisface, porque Él hace a Sus ovejas “en lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo.” Ninguna oveja hambrienta se echaría a descansar en medio de la abundancia. Primeramente, comería, y una vez saciada se echaría a descansar. Además, el Pastor conduce a Sus ovejas junto a las aguas de reposo. Las aguas que corren por el torrente y que producen más ruido y espectáculo, se encuentran siempre allí donde hay más piedras, y las aguas son más superficiales. Las aguas tranquilas no son ruidosas, pero son más profundas. El Pastor puede calmar nuestras almas, y apagar nuestra sed espiritual de las profundas cosas de Dios, muy alejadas de las ruidosas y triviales disputas y contiendas en las que se ocupan los hombres, y que demasiado a menudo distraen al cristiano.
Fracaso Y Fatiga En El Camino
En tercer lugar (v. 3), mientras atravesamos este árido mundo, podemos dejar de seguir al Pastor, y aparte del fracaso actual, podemos fatigarnos en el camino, y puede enfriarse nuestra devoción. Con todo esto, si “el Señor es mi Pastor,” Él “confortará” o “restaurará” mi alma. Por tanto, no olvidemos nunca que “Él” es el mismo que “restaura.” Algunas veces nos puede casi parecer, que si pensamos en cuando nos hemos cansado y hastiado de nuestros extravíos, que nos podemos restaurar por nosotros mismos, por medio de nuestros esfuerzos, buenos propósitos y en nuestro propio tiempo. Pero ello no es así. Nosotros podemos extraviarnos; pero es sólo Él quien puede restaurarnos. Noemí, restaurada de su extravío en la tierra de Moab, puede decir, “Yo me fui,” para añadir después, pero “Jehová [el Señor] me ha vuelto” (Rut 1:21). Ella viene a decir, como si dijéramos, “Yo me fui por mi camino, pero el Señor me ha vuelto a mi lugar.” Él puede restaurar, ¡bendito sea Su nombre!, y lo hace. Si no fuera así, el pueblo de Dios en la tierra no sería mucho más que una gran compañía de réprobos desertores.
Además, El no solamente restaura, sino que, una vez que ha restaurado, Él nos guía “por sendas de justicia por amor de Su nombre.” ¡Ay!, cuán a menudo, aunque sea llenos de celo y en sinceridad, nos desviamos en los caminos de nuestra propia voluntad, los cuales son incompatibles con Su nombre, para solamente constatar cuán poco en la práctica permitimos que el Señor nos conduzca como nuestro Pastor. La senda de justicia a la cual Él nos guía es un “camino angosto,” en el cual no hay lugar para la propia confianza en la carne, y puede solamente ser andada si seguimos al Señor, teniéndolo delante de nosotros como nuestro Pastor. Aun un apóstol tropezó, cuando, con real sinceridad y celo, y también con gran confianza en sí mismo, le dijo a Jesús: “Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte” (Luc. 22:33).
La Sombra De La Muerte
En cuarto lugar (v. 4), tenemos que enfrentarnos con el “valle de sombra de muerte.” Aunque si viviéramos y permaneciésemos hasta la venida del Señor, y no tuviésemos que pasar personalmente a través de la muerte, todavía una y otra vez tendríamos que enfrentarnos a este obscuro valle, cuando uno tras otro, nuestros queridos familiares y amigos nos fuesen arrebatados por la muerte. Entonces, en un amplio sentido, ¿cuál es nuestro paso a través de este mundo, sino un tránsito a través del valle de sombra de muerte? Por tanto, sobre todas las cosas de aquí suena el continuo tañer de la campana que dobla sin cesar.
Pero si el Señor es nuestro Pastor, podemos decir como el salmista dice: “No temeré mal alguno, porque Tú estarás conmigo.” El Señor puede decir: “El que guarda Mi palabra, nunca verá muerte” (Juan 8:51). Aquí el Señor no dice que no pasará a través de la muerte, sino que no la verá. Quienes permanezcan alrededor del lecho de muerte de un creyente moribundo, pueden, desde luego, ver muerte; pero el que se encuentra actualmente pasando a través del obscuro valle, ve a Jesús. Así, que si hemos de pasar este camino, es solamente pasando a “través” de él. Y este tránsito es muy corto; pues está escrito que “ausentes del cuerpo .  .  . presentes al Señor” (2ª Cor. 5:8). Y en este tránsito a través del obscuro valle, no solamente el Señor está con nosotros, sino que está presente con Su vara y Su cayado óla vara para alejar a todo enemigo, y el cayado para sostenernos en todas nuestras flaquezas.
La Presencia De Los Enemigos
En quinto lugar (v. 5), en este mundo erial estamos rodeados por enemigos que nos quieren arrebatar el gozo de nuestras bendiciones, y estorbar nuestro progreso espiritual. Pero el Señor es nuestro Pastor quien nos prepara un festín en la misma presencia de nuestros enemigos. Y no solamente esto, sino que Él prepara a Su pueblo para la fiesta, por cuanto Él unge nuestras cabezas con aceite, y no solamente llena nuestra copa, sino que la hace rebosar. Él hace mucho más por nosotros que lo que nosotros hicimos por Él, en los días de Su carne; pues, aunque uno de los fariseos deseó que el Señor Jesús comiese con él, en su casa, sin embargo, tuvo que decirle: “No ungiste Mi cabeza con aceite” (Luc. 7:46).
La Senda Diaria
En sexto lugar (v. 6), está la senda diaria la cual debemos de andar “todos los días” de nuestra vida. Cada día de nuestra vida, nos trae su incesante serie de deberes, dificultades, y circunstancias trascendentales y otras más triviales. Pero si estamos siguiendo al Pastor, tendremos que “el bien y la misericordia” nos seguirán todos los días de nuestra vida. Si estuviésemos más cerca del Señor, siguiendo constantemente en pos del Pastor, ¿no veríamos con una más clara visión que la mano del Señor está detrás aun de las más pequeñas cosas de nuestra vida diaria, y descubriríamos en ello Su bondad y misericordia?
La Perspectiva De La Eternidad
En séptimo y último lugar (en la última parte del v. 6), podemos mirar más allá, a los futuros días de nuestra vida dentro de la gran eternidad, que va más allá de lo que nosotros vemos, en que si el Señor es nuestro Pastor, no es solamente para conducirnos a través del desierto, sino, para al final, llevarnos al hogar, para “morar en la casa de Jehová para siempre.” Para el cristiano, es la “casa del Padre,” para habitar allí, donde no existen las necesidades corporales, y donde todos los deseos espirituales son cumplidos, donde no cabe ningún fracaso, ningún enfriamiento de corazón, donde no puede aparecer ninguna sombra de muerte, ni acercarse ningún enemigo, sino que allí, sin duda alguna: nuestra copa estará “rebosando.” “Los días de mi vida” terminarán en la casa del Señor para siempre.
En esa gran reunión hogareña, no faltará ninguna de las ovejas del Señor, como Él mismo afirma en Su Palabra: “A los que Me diste, Yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió” (Juan 17:12). Muchos años atrás, un santo hombre de Dios escribió: “¿Qué pensamos nosotros de Su amor? ¿Qué pensamos de esos pies que anduvieron arriba y abajo en este mundo, para hallar la oveja perdida de Su Padre, cuyos pies fueron atravesados con clavos? ¿Y de Sus ojos que fueron frecuentemente alzados en lágrimas hacia el cielo a Dios, en oración? ¿Y qué pensamos de Su cabeza coronada de espinas? ¿Y de Su faz más radiante que el sol, toda ella ensangrentada y ultrajada con esputos y bofetadas, y mesados Sus cabellos? Él pasó la vergüenza y nos ha dado la gloria. Él tomó la maldición y nos ha dado las bendiciones; Él fue a la muerte y nos ha dado la vida.  .  .  .  Como el Gran Pastor, Él juntará a todas Sus ovejas, y le dirá a Su Padre, ‘Estas son todas Mis ovejas. Yo fui a través de bosques y aguas, espinos y zarzas, para juntarlas, y Mis manos y Mis pies fueron atravesados, y alanceado Mi costado, antes que pudiese obtener un puñado de ellas, y son éstas que aquí está.’  ”
Recordando todo cuanto Él ha hecho por nosotros en el pasado, cuando, como el Buen Pastor, Él dio Su vida por Sus ovejas, y conociendo todo cuanto Él todavía hará por nosotros, cuando Él aparecerá como el Gran Pastor de las ovejas, nosotros debemos dirigir nuestra mirada a Su faz, durante nuestro presente tránsito aquí abajo, y decir de todo corazón, “EL SE„OR ES MI PASTOR.”
Sigámosle en Sus pisadas,
Aunque sea con torpes pies
Por la senda por Su amor marcada,
Sea entre espinas, aguijones, o amarga hiel.

Contenidos

Ovejas con pastor y sin pastor 4
Nuestras necesidades diarias 7
Nuestras necesidades espirituales 8
Fracaso y fatiga en el camino 10
La sombra de la muerte 12
La presencia de los enemigos 13
La senda diaria 14
La perspectiva de la eternidad 15

Otros En El Serie …

“El Señor es mi pastor” VB #9821
El amor que no me dejará escapar VB #9822
El discípulo al cual Jesús amaba VB #9823
“Una cosa” VB #9824
La belleza y perfección de Cristo VB #9825
Siete exhortaciones VB #9826
Experiencia cristiana VB #9827
“Permaneced en M’” VB #9828
Epístolas de Cristo VB #9829
Siguiendo Sus pisadas VB #9830
A Sus pies VB #9831
Los quebrantados de corazón VB #9832
Del libro Siguiendo al Señor.