Hebreos 9:8-10. Entonces, ¿qué debemos aprender del tabernáculo y sus servicios? No se nos deja dar nuestra propia interpretación, sino que definitivamente se nos dice que el Espíritu Santo ha significado su verdadero significado.
Primero, debemos aprender que los servicios del tabernáculo mostraron claramente que, bajo la ley, el camino a la presencia de Dios aún no se había manifestado.
Segundo, si el camino hacia el Lugar Santísimo aún no estaba abierto, era una clara prueba de la insuficiencia de los sacrificios. No podían hacer que el oferente fuera perfecto en cuanto a la conciencia.
Tercero, estas cosas durante su existencia fueron una figura de las cosas por venir. Las figuras, sin embargo, nunca pudieron satisfacer a Dios ni satisfacer la necesidad del hombre. Bajo tal sistema, Dios fue encerrado y el hombre fue excluido. El sistema judío no podía abrirnos el cielo ni prepararnos para el cielo.
¡Ay! La cristiandad, ignorando la enseñanza del Espíritu Santo, en lugar de ver en el tabernáculo “una figura”, la ha usado como modelo para sus servicios religiosos. Al hacerlo, ha perdido las “cosas buenas” de las que hablan las cifras. Así, la misa en la cristiandad ha vuelto a erigir edificios magníficos, ha vuelto a despotricar una parte de sus edificios como más santa que el resto, y de nuevo ha instituido una clase sacerdotal distinta de los laicos, que realizan servicios religiosos en nombre del pueblo. Por lo tanto, se ha adoptado un sistema siguiendo el patrón del campo judío que mantiene a las personas alejadas de Dios y nunca puede perfeccionar la conciencia.
Es bueno recordar que la conciencia “perfecta” o “purgada”, de la cual habla el apóstol en los capítulos 9 y 10, es muy diferente a la que se habla en otros lugares como “una buena conciencia”. La conciencia purgada es aquella que, siendo “una vez purgada”, no tiene más conciencia de pecados (capítulo 10:2). Supone una conciencia que ha sido ejercitada en cuanto a sus pecados, pero que ha tenido ese ejercicio cumplido al aprender que el creyente es limpiado de todos los pecados por la preciosa sangre de Cristo y nunca será juzgado. Una buena conciencia es una conciencia libre de ofensa en las formas prácticas y el caminar.