El velo

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Éxodo 26:31-33; 36:35-36
Se nota que el velo dividía entre el Lugar Santísimo—la cámara de la presencia inmediata de Jehová—y el Lugar Santo, el lugar de adoración y servicio sacerdotal. Era una cortina de cárdeno, púrpura, carmesí y lino fino, con querubines. Estaba sostenida por cuatro columnas de madera de Sittim cubiertas de oro, fundadas sobre basas de plata, con sus ganchos colgantes de oro.
En tanto que el velo permaneciera cerrado e intacto, el sacerdote estaba excluido de la presencia actual de su Dios, y por consiguiente su gloria quedaba escondida de su vista.
Una sola vez al año el sacerdote podía entrar, bajo una nube de incienso y con la sangre de expiación en la mano (véase Levítico 16:1-17). ¿Qué quiere decir esto? Hebreos 10:20-21 nos lo explica—"Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el santuario por la sangre de Jesucristo, por el camino que él nos consagró nuevo y vivo, por el velo, esto es, por su carne." Así aquel velo prefiguraba su carne—la humanidad de Jesús—por cuanto "Dios ha sido manifestado en carne" (1ª Timoteo 3:16). "Aquel Verbo (Cristo) fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad" (Juan 1:14; véase también Hebreos 1:3).
¡Qué misterio de gracia se nos presenta aquí! Él era "el Santo" en cuanto a su humanidad; distinto a todos los demás hombres, porque era sin pecado. "Al que no conoció pecado, (Dios) hizo pecado por nosotros, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él" (2ª Corintios 5:21). Sí, era necesario que se hiciera hombre para que pudiera morir por nosotros, a fin de que fuésemos salvos. "Habiendo hecho la purgación de nuestros pecados por sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas" (Hebreos 1:3). Ahora tenemos plena libertad para entrar en su presencia en contraste a la falta de parte de Aarón. Pero antes de que fuera así, el velo tendría que ser roto; al mismo instante de la muerte de Jesús, dicho "velo del templo se rompió en dos, de alto a bajo...y se abrieron los sepulcros...de santos" (Mateo 27:51-52). ¡Bendito sea Dios, ya no hay barrera!
"Rasgóse el velo;"—ya no más
Distancia mediará;
Al trono mismo de su Dios
El alma llegará.
"Rasgóse el velo; "— ¡sombras, id!
La luz resplandeció;
La cara misma de su Dios
Jesús ya reveló.
"Rasgóse el velo;"—hecha está
Eterna redención;
El alma pura y limpia ya
No teme perdición.
"Rasgóse el velo;"—Dios abrió
Los brazos de su amor;
Entrar podemos donde entró
Jesús, el Salvador.