UN VERSÍCULO PARA MEMORIZAR
La asamblea funcionaba en la casa de Filemón, pero esta epístola no está dirigida por el autor a la iglesia, sino en forma personal a Filemón y a su esposa.
Onésimo, su esclavo se escapó de su amo, encontrándose en la cárcel de Roma con Pablo. Allí se convirtió a Cristo y el apóstol le hizo retornar a Filemón. Pablo no pidió la libertad de Onésimo, más bien le rogaba que él le recibiera ya no como siervo sino como a Pablo mismo.
Es una epístola en que se presenta el espíritu de gracia en cuanto a la conducta, y no descansa en grandes principios de doctrina. El apóstol apela a la gracia de Filemón, su hijo espiritual, en bien, no de un pobre esclavo errante, sino de un hermano en Cristo, muy amado.
UN PENSAMIENTO PARA LA JUVENTUD
“te ruego por mi hijo Onésimo, a quien engendré en mis prisiones”, Imagínate a Filemón recibiendo una carta de su hermano en Cristo y amigo que habla de uno de sus esclavos, Onésimo, que se había convertido al Señor en la cárcel. Este versículo nos hace pensar en por lo menos dos cosas claves. Qué bueno cuando hay relaciones como la de padre e hijo, pero en el sentido espiritual. Pablo tuvo varios hijos espirituales como Timoteo y Onésimo. Pablo habla de engendrar aquí porque, sin el nuevo nacimiento, no hay vida eterna. Y, aunque la situación externa (ambos estaban encarcelados) puede ser mala, debemos esperar en Dios para que traiga aún más bendición en tales circunstancias.