"Escoger" versus "Hallar"

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Ahora pasemos al Salmo 25:12: “¿Quién es el hombre que teme a Jehová? Él le enseñará el camino que ha de escoger.” Y luego, en Proverbios 18:22: “El que halla esposa halla el bien, y alcanza la benevolencia de Jehová.” Todos sabemos que el hombre debe iniciar la relación, y eso es lo que da a entender aquí. La idea de hallar indica que ha habido una búsqueda. Pero notemos, que está escrito desde la perspectiva del hombre. Dice: “El que halla esposa...” No tenemos un versículo que dice: “La que halla esposo...” y ustedes saben cuál es la razón; la mujer no es la que persigue. El hombre es el que debe iniciar la relación. Las jóvenes que andan persiguiendo manifiestan ciertas cosas que los jóvenes deben notar, de las cuales hablaremos más adelante.
El encontrar una esposa debe ser el ejercicio de los jóvenes que quieren casarse. Pero notemos también, que no dice “El que escoge esposa...” Dice: “El que halla esposa...” Ahora, sé lo que se quiere decir cuando se comenta: “Fulano ha elegido una esposa muy buena.” Pero no encontramos en la Escritura que el hombre es el que hace la elección. Hay una diferencia entre elegir y hallar. El versículo que leímos en el Salmo 25 nos dice que el Señor es el que elige; el hombre es el que halla. Un hombre sale y encuentra a la que el Señor ha elegido para él. No me refiero a que vaya de una joven a otra buscando al azar hasta encontrar la correcta, sino simplemente que él debe hallar a la que el Señor tiene para él.
Hay dos lados en cuanto a esto; existe la soberanía de Dios, y la responsabilidad del hombre. En el lado soberano, el Señor hace la elección para ti; en el lado de la responsabilidad, tú eres el que hallas. ¡Quién mejor que el Señor podría elegir una esposa para ti, querido hermano! El Señor te conoce mejor que nadie, aún más que tú mismo, y Él va a elegir exactamente lo que necesitas en una esposa. Así, el Señor elige, y tú hallas. Esa es la forma escritural.
Las ocasiones en que se ve a hombres eligiendo en la Biblia, a mi entender, son siempre en un sentido malo. Por ejemplo, en Génesis 6 dice: “Viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas.” Pero esto no era más que iniquidad. También vemos a Sansón elegir una esposa; y esto tampoco tuvo la bendición del Señor. Esto significa que debemos orar como el salmista: “Y tú, Jehová, Señor mío, favoréceme” (Salmo 109:21).
Si Dios tiene en sus propósitos que te cases, Él ya ha elegido para ti. Esto nos da una gran paz cuando sabemos que Él está en control total de la situación. Esto significa que no tienes que temer, pensando que alguien se va a casar con esa joven antes que tú. No es necesario que te molestes si piensas que alguien está prestando atención a la joven por la que has estado orando. Si ella es la que el Señor ha elegido para ti, algo va a pasar por lo que la otra persona se va a quitar del camino. Sabiendo que el Señor ha hecho la elección, puedes tener la confianza de que Él va a cuidar de ello.
Hay una pequeña imagen de esto en Jueces 20-21. El juicio de Dios había venido sobre la tribu de Benjamín por su pecado, y fue reducida en gran manera—¡hasta tener solo 600 hombres! Si esa tribu iba a continuar en Israel, necesitaba revivir y de manera rápida. La única forma en que podría ser restablecida era que esos hombres consiguieran esposas e iniciaran hogares para reconstruir la tribu. ¡El problema era que el juicio había sido tan extenso que no había ya más mujeres benjamitas! Por otra parte, en el capítulo anterior los hijos de Israel habían jurado que no iban a dar a sus hijas a estos hombres por esposas. Ellos dijeron: “Pero nosotros no les podemos dar mujeres de nuestras hijas, porque los hijos de Israel han jurado diciendo: Maldito el que diere mujer a los benjamitas” (Jueces 21:18). Los ancianos de Israel consultaron acerca del problema y sugirieron que podían librarse del voto por medio de un tecnicismo. Podían ir a la fiesta en Silo, y esconderse en las viñas; y cuando “las hijas de Silo” salieran a “bailar en corros,” debían “arrebatar” cada uno a su mujer y llevarla de vuelta a la tierra de Benjamín. Entonces los hijos de Israel podían decir que no dieron esposas de sus hijas a los hombres de Benjamín, ¡sino que ellos las tomaron! Y dice: “Y los hijos de Benjamín lo hicieron así; y tomaron mujeres conforme a su número, robándolas de entre las que danzaban” (Jueces 21:23). Notemos que los ancianos no sugirieron que ellos se fueran a los moabitas o a los filisteos para conseguir esposas. Tampoco debemos pensar en ir al mundo para conseguir una esposa. La Escritura dice: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos” (2 Corintios 6:14).
Todo esto es instructivo para nosotros. Reunidos al nombre del Señor, nosotros, como la tribu de Benjamín, somos débiles y pocos en número a causa de nuestro propio fracaso. La mano de Dios ha sido sobre nosotros en Su juicio gubernamental. Como resultado, hemos sido reducidos en número una y otra vez. En Su misericordia, Él nos ha dejado algunas asambleas en uno que otro lado, dispersas por todo el país y alrededor del mundo. Nuestro ejercicio actual debe ser “fortalecer las cosas que quedan” (Apocalipsis 3:2, versión KJV en inglés). Las asambleas necesitan desesperadamente ser restablecidas para que lo que queda continúe. Y eso puede hacerse si los jóvenes se ejercitan en tener un hogar como el de Estéfanas, que apoyaba el testimonio del Señor. Esto, por supuesto, requiere que se casen y tengan una familia.
Cuando los hijos de Israel encontraron a los hombres de Benjamín, estos estaban en “la peña de Rimón” sin saber qué hacer (Jueces 20:45-48). Esos hombres tipifican a los que toman este tema del lado de la soberanía de Dios únicamente; y, en consecuencia, esperaban que Dios lo hiciera todo. Del mismo modo, hay hombres hoy en día que quieren casarse, pero simplemente se sientan, pensando que Dios hará caer a una joven en su regazo desde el cielo. Pueden llamar a esto esperar en Dios, pero hay poco o ningún ejercicio de parte de ellos. No estoy diciendo que no esperemos en Dios, pero si se toman las cosas desde ese lado solamente, van a terminar como esos 600 hombres que no tenían esposa. Querido hermano, hay dos lados en cuanto a esto; hay el lado de la soberanía de Dios en proveer una esposa, pero también está el lado de nuestra responsabilidad en cuanto a “hallar” una esposa. Queridos hermanos jóvenes, si van a casarse, necesitan ser ejercitados en ello, y hacer la búsqueda.
Los hijos de Israel enviaron un mensaje a los hombres de Benjamín, y los llamaron a bajar de “la peña de Rimón,” y a hacer algo acerca de su situación. Si has estado esperando que Dios te traiga una esposa, ¡necesitas bajar de “la peña de Rimón,” por así decirlo! Se les dijo que fueran a la fiesta anual en Silo. Esto es típico de las ocasiones en que el pueblo de Dios se reúne para tener un banquete en cuanto a la Palabra, y fortalecerse unos a otros por medio de una feliz comunión, como lo es una conferencia bíblica, o una reunión como la de Lassen, que ocurre una vez al año. Estos son los lugares a los que es bueno ir para encontrar una esposa.
Estar al acecho en “las viñas” habla de permanecer inadvertido en tales ocasiones hasta que descubras la que crees que el Señor tiene para ti. Necesitas esconderte allí hasta el momento oportuno. Notemos, que se les dijo que tomaran a las doncellas que danzaban. Esto habla del gozo en el Señor. El tipo de esposa que deseas debe ser aquella que está evidentemente gozosa en el camino del Señor. Me acuerdo de que un hermano joven al oír esto dijo, “Bien, así que estamos en los arbustos...” Al día siguiente vino a mí y me dijo: “¡Hermano, hay una chica danzando dentro de los arbustos!” Le dije, “¡Que cosa, parece que se está poniendo un poco agresiva!” ¡Tengan cuidado con las que son un poco agresivas!; podrían ser de esa manera en el matrimonio también.
Cuando estos hombres alcanzaron su objetivo, y capturaron cada uno a su esposa, dice: “Se fueron, y volvieron a su heredad, y reedificaron las ciudades, y habitaron en ellas” (Jueces 21:23). Esto es un cuadro del ejercicio que debe haber para construir y llevar el testimonio del Señor en la comunidad de la que venimos, a través de tener un hogar, en el que sirvamos al Señor.
Ahora pasemos a Salmo 19:5: “Y éste, como esposo que sale de su tálamo [aposento], se alegra cual gigante [hombre fuerte] para correr el camino [una carrera].” ¿No es esto interesante? Aquí tenemos a un hombre en vía de convertirse en “esposo.” Cuando entras en una relación con una joven, ese debe ser tu objetivo, el de ser esposo. No hay tal cosa en la Escritura como entrar en una relación con alguien solo para tener novio o novia. No, la única razón por la que debes mostrar interés en una joven es cuando creas que el Señor te está conduciendo hasta el fin fundamental del matrimonio. No estoy sugiriendo que la primera vez que hables con una joven le menciones el matrimonio, pero que comiences un trayecto con ese fin. Las relaciones casuales de novio y de novia no se encuentran en las Escrituras. Muchos jóvenes quieren continuar de esa manera, pero es señal de que no tienen confianza en Dios para declarar su interés, sin duda; y, para las jóvenes, es una debilidad espiritual que ustedes deben tomar en cuenta.
Notemos que este futuro esposo comienza en “su aposento.” Esto habla de venir ante el Señor en oración (Mateo 6:6). Demuestra que no deben tomar este asunto a la ligera. Deben comenzar en este punto. Esta es una decisión muy importante que afectará su vida entera. Deben permanecer suficiente tiempo ante el Señor en cuanto a esto. A menudo se ha dicho que una mujer puede formar o deformar a un hombre. Como alguien dijo el día de hoy, detrás de cada buen hombre hay a menudo una madre piadosa, y yo añadiría: ¡una buena esposa también! El matrimonio es algo muy serio. No querrán ser como un hermano (a quien no voy a nombrar) que dijo: “Nos reunimos en una conferencia de tres días para la oración, humillación, y el ministerio de la Palabra.” Él dijo: “Voy a decirles lo que es la oración y la humillación: es cuando vas a una conferencia, y oras por una joven, ¡pero cuando te acercas a ella, te rechaza! ¡Haces esto por tres días, y has tenido una gran conferencia de oración y humillación!” Dudo que hablara en serio, pero esa no es la forma en que debes asumir este importante asunto en tu vida. No debes, al momento en que divisas a una joven, con ligereza invitarla a salir, sin haber tenido ningún tiempo de oración y reflexión.
También dice: “Cual hombre fuerte para correr una carrera.” Este hombre tenía en vista un fin. Hay jóvenes que pueden tener interés en una joven, pero no tienen el valor de acercarse a ella. No tengo mucha admiración por esos jóvenes que no expresan su interés. Este hombre era un “hombre fuerte” que no andaba con rodeos. Sabes, si comienzas en tu aposento en la oración (tu “tálamo”), y sales persuadido de que el Señor te ha dirigido a una joven en particular, tendrás la convicción para invitarla a una reunión de cánticos, o para cenar, y así le das comienzo. Y querido hermano, la joven te respetará por ello también.
Por otra parte, el hecho de que el esposo estaba corriendo implica que el cortejo que lleva al matrimonio no es algo demasiado prolongado. Con la excepción de Jacob (Génesis 29:18-20) que vivía en el país lejano dentro de su alma, por decirlo así, encontrarás que, en la Biblia, el cortejo y el compromiso son generalmente por un período corto de tiempo. Las Escrituras no apoyan la idea de largos compromisos; tal vez si la muchacha es muy joven, sea necesario esperar, pero de otra manera, debe ser por un período corto de tiempo. Incluso en el cuadro de Cristo y la Iglesia, se dice que es un poco de tiempo. Hebreos 10:37 dice: “Todavía un poco, y el que ha de venir vendrá, y no tardará.” En la traducción de J.N. Darby dice, “muy poco tiempo...” Puede que no parezca así; de hecho, ya hace cerca de 2.000 años, pero sigue siendo “un poco” de tiempo. Una razón por la que la Biblia anima a los compromisos cortos es lo que vimos en 1 Corintios 7:1-2; mientras más nos familiarizamos el uno con el otro, mayor es el peligro de pecar en esta situación. Nunca somos más sabios que la Palabra de Dios; y dice: “El que confía en su propio corazón es necio” (Proverbios 28:26).