Pero Dios obra para José, y en la prisión lo pone en contacto con el mayordomo principal y el panadero principal del rey de Egipto (Génesis 40). Ellos también tienen sus sueños que contar.
José escucha de buena gana e interpreta de acuerdo con la sabiduría de Dios que le fue dada. Su interpretación pronto fue verificada. Con la notable prudencia que caracteriza su carácter, había rogado no ser olvidado. Pero “su alma entró en hierro” un poco más. La palabra de Jehová lo probó.
Dios obraría a Su manera. Si el mayordomo principal olvidó a José en su prosperidad, Dios no lo hizo.