Hebreos 4:1-16: Cristo superior a Josué

Hebrews 4:1‑16
En el cuarto capítulo, el escritor presenta otro contraste. Él compara a Josué, el gran líder militar en la historia de Israel, con Cristo nuestro gran Líder espiritual. Josué llevó a los hijos de Israel a su reposo prometido en Canaán, que era una porción de bendición terrenal y temporal. Esta podía ser, y es triste decir que fue, perdida algunos años después. Cristo, por otro lado, está llevando a los creyentes al reposo eterno de Dios. ¡Esto es algo espiritual más que material y nunca se puede perder! El contraste aquí es incalculable, y por lo tanto, separa a Cristo de Josué inconmensurablemente.
El reposo al que conduce el viaje por el desierto
Capítulo 4:1-11.— Después de cerrar el paréntesis al final del capítulo 3, el escritor reanuda sus palabras de advertencia en relación con los peligros de la apostasía que enfrentaban los hebreos. Les dice que necesitaban “temer” no fuese que a alguno le faltara fe y no llegara a entrar en el “reposo” de Dios. Esto demuestra que había un peligro real de que algunos de ellos no alcanzaran ese fin divino y terminaran perdidos eternamente.
El “reposo” de Dios del que habla en este capítulo es algo futuro. No es un epitafio en una lápida. Tampoco es un reposo presente que el Señor da de la carga de guardar la ley a aquellos que vienen a Él (Mateo 11:28-2928Come unto me, all ye that labor and are heavy laden, and I will give you rest. 29Take my yoke upon you, and learn of me; for I am meek and lowly in heart: and ye shall find rest unto your souls. (Matthew 11:28‑29)). Tampoco es un reposo en nuestras almas como resultado de saber que el Señor está en control de todas las circunstancias en nuestras vidas (2 Tesalonicenses 1:77And to you who are troubled rest with us, when the Lord Jesus shall be revealed from heaven with his mighty angels, (2 Thessalonians 1:7); Isaías 26:33Thou wilt keep him in perfect peace, whose mind is stayed on thee: because he trusteth in thee. (Isaiah 26:3)). Tampoco es un descanso para nuestros cuerpos cansados como resultado de un servicio ocupado para el Señor (Marcos 6:3131And he said unto them, Come ye yourselves apart into a desert place, and rest a while: for there were many coming and going, and they had no leisure so much as to eat. (Mark 6:31)). Como se mencionó, es una cosa futura que los santos alcanzarán en el Milenio. J. N. Darby dijo: “En el capítulo 4, el reposo de Dios queda indistinto en su carácter a fin de abarcar tanto la parte celestial como la parte terrenal del reinado milenario del Señor” (Synopsis of the Books of the Bible, sobre Hebreos 4). El reposo de Dios eventualmente se extenderá al Estado Eterno. W. Scott dijo: “El término ‘Su reposo’ en Hebreos 3–4 en su aplicación más completa se refiere al Estado Eterno” (An Exposition of the Revelation of Jesus Christ, página 416).
El versículo 2 dice: “Porque en verdad, a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva, como también a ellos” (LBLA). Es decir, hemos sido objetos de las buenas nuevas de Dios, como lo fueron los hijos de Israel en tiempos pasados. Pero esto no significa que ambos hayamos recibido el mismo mensaje de buenas nuevas. Nosotros hemos recibido el evangelio de la gracia de Dios que comenzó a ser predicado únicamente después de que la obra de redención se consumó (Hechos 20:2424But none of these things move me, neither count I my life dear unto myself, so that I might finish my course with joy, and the ministry, which I have received of the Lord Jesus, to testify the gospel of the grace of God. (Acts 20:24)). La buena nueva que Israel recibió en el desierto fue “la palabra” que los espías trajeron de vuelta al pueblo en Cades con respecto a la buena calidad de Canaán (Números 13:26-2726And they went and came to Moses, and to Aaron, and to all the congregation of the children of Israel, unto the wilderness of Paran, to Kadesh; and brought back word unto them, and unto all the congregation, and showed them the fruit of the land. 27And they told him, and said, We came unto the land whither thou sentest us, and surely it floweth with milk and honey; and this is the fruit of it. (Numbers 13:26‑27); Deuteronomio 1:25,25And they took of the fruit of the land in their hands, and brought it down unto us, and brought us word again, and said, It is a good land which the Lord our God doth give us. (Deuteronomy 1:25) LBLA). El peligro que el escritor está señalando aquí es que así como el “informe” (versículo 2, traducción J. N. Darby) que Israel escuchó en ese día de la provocación “no estaba mezclado con fe”, y por lo tanto, “no les aprovechó”, así también podría ser el caso ahora con el evangelio que hemos escuchado.
Versículo 3.— Él dice: “Empero entramos en el reposo los que hemos creído”. Su punto aquí es que el creyente, y únicamente él, entrará en el reposo de Dios. Esto lo deduce a partir del Salmo 95 invirtiendo lo que dice. Si aquellos que no creen son lo que no entrarán, entonces sólo aquellos que creen sí lo harán. F. B. Hole afirma que este es un modismo hebreo común para esta lengua.
Versículos 4-10.— El escritor pasa luego a demostrar por las Escrituras que el verdadero reposo de Dios aún ha de venir en el futuro. El reposo de Canaán al que Josué introdujo a Israel en realidad sólo prefigura el reposo eterno de Dios. Él recalca esto aquí porque los judíos pensaban que el reposo de Dios era Canaán, y nada más. Él dice: “Las obras Suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo, porque en cierto lugar dijo así del séptimo día: Y reposó Dios de todas Sus obras en el séptimo día”. Esta es una cita de Génesis 2:22And on the seventh day God ended his work which he had made; and he rested on the seventh day from all his work which he had made. (Genesis 2:2). Él la introduce para mostrar que desde el principio de la creación Dios ha tenido ante Él un reposo final. A partir de esto podemos darnos cuenta de que hay dos cosas que caracterizan Su reposo. Una es Su satisfacción en lo que Él ha logrado y la otra es Su cese del trabajo. J. N. Darby declaró que con la caída del hombre ahora existe una condición en la que “la santidad no puede reposar donde está el pecado, y el amor no puede reposar donde está el dolor”. Puesto que Dios sólo puede descansar en aquello que satisface Su amor y santidad, está claro que Él aún no ha entrado en Su reposo. Por lo tanto, queda un reposo por delante, cuando el Estado Eterno haya llegado y Dios cese de Su obra (Apocalipsis 21:6: “¡Hecho está!”). Hasta entonces, Él no podrá quedar satisfecho mientras que el pecado exista en el mundo, y desde que éste entró, Él ha estado obrando en favor de Su propósito divino (Juan 5:1717But Jesus answered them, My Father worketh hitherto, and I work. (John 5:17)).
Versículos 5-6.— El escritor hace referencia al Salmo 95 de nuevo. Él dice: “Y otra vez aquí: No entrarán en Mi reposo”. Como se mencionó, este es un modismo hebreo basado en la cita original. Su énfasis recae en la palabra “entrarán”, que está en tiempo futuro. Esto demuestra que el reposo final de Dios aún está por venir.
Versículos 7-10.— El escritor se refiere al Salmo 95 una vez más, en esta ocasión para enfatizar el hecho de que el salmo se escribió “tanto tiempo” después que Josué condujo a Israel a Canaán. En este salmo, David habló de personas que estaban en peligro de no entrar en el reposo de Dios (Salmo 95:1111Unto whom I sware in my wrath that they should not enter into my rest. (Psalm 95:11)). ¿A qué reposo estaría refiriéndose si Israel ya había sido introducido en su reposo por Josué cientos de años antes? El razonamiento del escritor es que si Josué les había “dado el reposo”, ¿por qué David “hablaría después de otro día” de reposo? (Algunas versiones dicen aquí “Jesús”, que es la forma griega para “Josué”). Su conclusión, por tanto, es que aún “queda un reposo para el pueblo de Dios” por venir. En el versículo 10, les recuerda a los hebreos que la gran característica de este reposo es que habrá un cese completo de la labor. El que entre en él reposará eternamente con Dios (versículo 10).
Versículo 11.— Puesto que no existe duda de que hay un reposo por venir, el escritor exhorta a los hebreos diciendo: “usemos diligencia para entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en el mismo ejemplo de no prestar atención a la Palabra” (traducción J. N. Darby). Esto tiene que ver con asegurarse que su fe fuera real, y de ponerla en evidencia mediante la perseverancia en la senda. La declaración, “procuremos [usemos diligencia]” se encuentra en tiempo aoristo en el griego, lo que significa que debería ser una decisión de una vez por todas de continuar en la senda.
En los capítulos 3–4, él ha mencionado tres reposos:
•  El reposo de la Creación, estropeado por el pecado.
•  El reposo de Canaán, perdido por la incredulidad.
•  El reposo Eterno, seguro que será alcanzado por aquellos que tienen fe.
La triple provisión de Dios para ayudarnos a alcanzar Su reposo
Capítulo 4:12-16.— El escritor pasa ahora a hablar de la provisión que Dios ha hecho para que nosotros no fracasemos en alcanzar Su reposo. Él menciona tres grandes cosas:
LA PALABRA DE DIOS (versículos 13-14).— La primera es “la Palabra de Dios”. Ella beneficia a toda persona que la toma con un “corazón bueno y recto” (Lucas 8:1515But that on the good ground are they, which in an honest and good heart, having heard the word, keep it, and bring forth fruit with patience. (Luke 8:15)). En este pasaje, la Palabra de Dios se menciona en relación con la corrección, que si se toma en serio, será para nuestra preservación en el camino por el desierto. W. Kelly dijo: “La Palabra de Dios es la corrección requerida, como la contemplamos aquí” (The Epistle to the Hebrews, página 73). A este respecto, el escritor procede a dar algunas de sus características sobresalientes:
La Palabra de Dios es “eficaz [operativa]”. No hay nada que pueda obstaculizar su obrar; siempre prospera en aquello que Dios la envíe a hacer (Isaías 55:1111So shall my word be that goeth forth out of my mouth: it shall not return unto me void, but it shall accomplish that which I please, and it shall prosper in the thing whereto I sent it. (Isaiah 55:11)). Ningún hombre o demonio es capaz de detenerla.
La Palabra de Dios es “más cortante que toda espada de dos filos”. Todos los que la usen encontrarán que tiene una aplicación doble. Las cuestiones morales y espirituales que ella aborda se aplicarán tanto a los demás como a nosotros mismos; pues corta en ambas direcciones.
La Palabra de Dios “penetra”. Si permitimos que ella nos escudriñe (Salmo 139:23-2423Search me, O God, and know my heart: try me, and know my thoughts: 24And see if there be any wicked way in me, and lead me in the way everlasting. (Psalm 139:23‑24)), penetrará en lo más profundo de nuestro ser y dividirá entre lo que es del alma en nosotros de aquello que es espiritual. (El escritor habla de “las coyunturas y tuétanos” en un sentido figurado para indicar la parte más honda de nuestro ser). Detecta y expone, y así nos pone al tanto de motivos profundamente arraigados en nuestros corazones de los que de otro modo no seríamos conscientes. Aprendemos de esto que el “alma y el espíritu” están estrechamente conectados y son difíciles de distinguir. Siendo este el caso, muchos han sido impulsados por las emociones de su alma en algún asunto e imaginan que eso es algo espiritual. Por ejemplo, nosotros podríamos estar pensando en dar cierto paso en la vida creyendo plenamente que se basa en motivos espirituales. Pero cuando un principio de la Palabra de Dios es aplicado al asunto, saca a la luz que tal paso realmente nace de motivos naturales y carnales, y no es algo espiritual en absoluto. Así, la Palabra de Dios despoja toda pretensión y profesión superficial y expone tendencias ocultas en nuestros corazones que tal vez no sabíamos que existían.
Por último, la Palabra de Dios “discierne [juzga] los pensamientos y las intenciones del corazón”. La palabra griega (kritikos) traducida como “discernir” también se puede verter como “juzgar”, igual que en la traducción de W. Kelly. Por lo tanto, la Palabra no solo detecta y expone males ocultos en nuestros corazones, ¡sino que condena cada mal que expone! Esta es la misma palabra en griego de la que obtenemos nuestra palabra “crítico”. Los hombres, en su ignorancia, se atreven a criticar la Palabra santa e infalible de Dios, cuando en realidad deberían permitir que ella los critique. Por lo tanto, es la Palabra de Dios la que nos juzga; ¡y no nosotros a ella!
El escritor continúa diciendo: “Y no hay cosa criada que no sea manifiesta en Su presencia; antes todas las cosas están desnudas y abiertas [descubiertas] á los ojos de Aquel á quien tenemos que dar cuenta” (versículo 13). Él introduce esto para mostrar que si permitimos que la Palabra de Dios nos escudriñe y nos juzgue debidamente, ella nos hará sentir conscientes de que tenemos que dar cuenta a Dios respecto a aquellas cosas que Su Palabra ha detectado en nosotros. Por lo tanto, toda persona recta se pondrá del lado de Dios en contra del mal que hay en su corazón y juzgará aquello que sea inconsistente con Su santidad. Así, son “cortados de raíz” los males que de seguro descarrilarían al creyente, si se dejasen desarrollar. En consecuencia, somos capaces de evitar una multitud de trampas que seguramente nos harían tropezar en la senda si no fueran así expuestas y juzgadas. Este ejercicio puede ser doloroso y humillante, pero es la manera en que Dios nos preserva. Muestra que nuestros corazones son extremadamente engañosos y no se puede confiar en ellos (Jeremías 17:99The heart is deceitful above all things, and desperately wicked: who can know it? (Jeremiah 17:9); Proverbios 28:2626He that trusteth in his own heart is a fool: but whoso walketh wisely, he shall be delivered. (Proverbs 28:26)). Este ejercicio de juzgarnos a nosotros mismos nos coloca en un estado correcto que permite beneficiarnos de la siguiente provisión que Dios nos ha dado en los próximos dos versículos.
EL SACERDOCIO DE CRISTO (versículos 14-15).— La segunda cosa que Dios usa para preservarnos en la senda es el sacerdocio de Cristo. El escritor dice: “Teniendo, pues, un gran Sumo Sacerdote que trascendió los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, retengamos nuestra fe [confesión]” (LBLA). Él llama al Señor Jesucristo “gran Sumo Sacerdote” (LBLA). Ha habido una larga sucesión de sumos sacerdotes en la historia de Israel, pero nunca se dijo que alguno de ellos fuera grande. Este mismo hecho distingue a Cristo de todos los demás. Él ha “penetrado los cielos” para llevar a cabo Su servicio sacerdotal en la presencia inmediata de Dios dentro del santuario celestial arriba (Hebreos 8:1-2; 9:241Now of the things which we have spoken this is the sum: We have such an high priest, who is set on the right hand of the throne of the Majesty in the heavens; 2A minister of the sanctuary, and of the true tabernacle, which the Lord pitched, and not man. (Hebrews 8:1‑2)
24For Christ is not entered into the holy places made with hands, which are the figures of the true; but into heaven itself, now to appear in the presence of God for us: (Hebrews 9:24)
). Esto también lo separa de aquellos sacerdotes del Antiguo Testamento, ¡porque ningún sacerdote en esa economía ha ascendido al cielo para ministrar! Aarón atravesaba el atrio exterior del tabernáculo, pasando por el lugar santo, para llegar al lugar santísimo una vez al año, pero el tabernáculo en el que él sirvió sólo era un mero modelo del verdadero santuario en el que Cristo ha entrado y donde permanece como nuestro Sumo Sacerdote (Hebreos 8:55Who serve unto the example and shadow of heavenly things, as Moses was admonished of God when he was about to make the tabernacle: for, See, saith he, that thou make all things according to the pattern showed to thee in the mount. (Hebrews 8:5)).
Al utilizar “Jesús”, nombre terrenal del Señor, el escritor enfatiza el hecho de que Él es un Hombre real que sabe lo que es andar en este mundo. Como resultado, Él puede mostrar plena simpatía con nuestras circunstancias como hombres en la tierra. También aquí el Señor es llamado “el Hijo de Dios”. Esto enfatiza Su divinidad y significa que Él posee todos los atributos de la deidad. Estos dos nombres del Señor indican que Él es tanto humano como divino, y lo califican para ser nuestro Sumo Sacerdote. Por lo tanto, ¡tenemos como nuestro Sumo Sacerdote a Uno que es nada menos que Dios mismo (en la Persona del Hijo)! Teniendo una Persona así en lo alto para interceder por nosotros (Romanos 8:3434Who is he that condemneth? It is Christ that died, yea rather, that is risen again, who is even at the right hand of God, who also maketh intercession for us. (Romans 8:34)) y ayudarnos en nuestro viaje terrenal (Hebreos 2:1818For in that he himself hath suffered being tempted, he is able to succor them that are tempted. (Hebrews 2:18)), se nos exhorta que “retengamos nuestra confesión” (traducción J. N. Darby). Como se mencionó anteriormente, la permanencia en la senda es la mejor manera de probar nuestra realidad. Nuestra “confesión” no es simplemente una confesión de Jesús como nuestro Salvador; es la confesión de todo lo que implica nuestro llamamiento celestial (Hebreos 3:11Wherefore, holy brethren, partakers of the heavenly calling, consider the Apostle and High Priest of our profession, Christ Jesus; (Hebrews 3:1)). Este no debe ser canjeado por una religión terrenal, que es lo que los hebreos fueron tentados a hacer.
Versículo 15.— Él dice: “Porque no tenemos un SUMO sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino Uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado [excluido el pecado]”. Esto muestra que Cristo es plenamente capaz de simpatizar con nosotros porque Él es un Hombre que una vez vivió aquí en este mundo y fue puesto a prueba, probado como nosotros. El escritor menciona dos tipos de pruebas que encontramos en el camino hacia nuestro descanso eterno: flaquezas y tentaciones. J. N. Darby confirmó esto y dijo: “Las tentaciones y las flaquezas no son la misma cosa” (Collected Writings, volumen 23, página 291). La diferencia es:
•  Las flaquezas son pruebas relacionadas con nuestros cuerpos físicos.
•  Las tentaciones son pruebas relacionadas con nuestras almas y espíritus.
Las flaquezas son aquellas enfermedades, males, y otros desafíos relacionados con nuestros seres físicos, resultado de lo que el pecado ha hecho en la creación en general (Lucas 13:11-1211And, behold, there was a woman which had a spirit of infirmity eighteen years, and was bowed together, and could in no wise lift up herself. 12And when Jesus saw her, he called her to him, and said unto her, Woman, thou art loosed from thine infirmity. (Luke 13:11‑12); Juan 5:55And a certain man was there, which had an infirmity thirty and eight years. (John 5:5); Romanos 8:2626Likewise the Spirit also helpeth our infirmities: for we know not what we should pray for as we ought: but the Spirit itself maketh intercession for us with groanings which cannot be uttered. (Romans 8:26); 2 Corintios 12:5,95Of such an one will I glory: yet of myself I will not glory, but in mine infirmities. (2 Corinthians 12:5)
9And he said unto me, My grace is sufficient for thee: for my strength is made perfect in weakness. Most gladly therefore will I rather glory in my infirmities, that the power of Christ may rest upon me. (2 Corinthians 12:9)
; 1 Timoteo 5:23,23Drink no longer water, but use a little wine for thy stomach's sake and thine often infirmities. (1 Timothy 5:23) etc.). El Señor no tenía flaquezas, porque Su cuerpo era santo y los efectos corruptores del pecado no podían afectarlo (Lucas 1:3535And the angel answered and said unto her, The Holy Ghost shall come upon thee, and the power of the Highest shall overshadow thee: therefore also that holy thing which shall be born of thee shall be called the Son of God. (Luke 1:35)). Por lo tanto, Él nunca estuvo enfermo. El hermano Darby declaró: “A diferencia del sacerdote judío de la antigüedad, Cristo no estaba rodeado en ningún sentido de flaqueza” (Notes and Jottings, página 256). Algunos han pensado erróneamente que las flaquezas son necesidades humanas, como el hambre, la sed y el cansancio, etc., —las que el Señor ciertamente experimentó (Juan 4:6,7,31-336Now Jacob's well was there. Jesus therefore, being wearied with his journey, sat thus on the well: and it was about the sixth hour. 7There cometh a woman of Samaria to draw water: Jesus saith unto her, Give me to drink. (John 4:6‑7)
31In the mean while his disciples prayed him, saying, Master, eat. 32But he said unto them, I have meat to eat that ye know not of. 33Therefore said the disciples one to another, Hath any man brought him ought to eat? (John 4:31‑33)
)—. Pero estas no son flaquezas. W. Kelly dijo: “Hay una noción demasiado frecuente entre los teólogos y sus seguidores de que el bendito Señor mismo estaba rodeado de flaquezas. ¿Dónde se justifica tal declaración en las Escrituras? ¿Llaman flaqueza a que un hombre aquí abajo coma, beba, duerma o sienta la falta de estas cosas? ... Nadie ciertamente debe afirmar de Cristo lo que la Escritura no afirma” (Christ Tempted and Sympathizing, páginas 45-46).
Aunque el Señor mismo no tuvo flaquezas, no obstante, “se puede compadecer de nuestras flaquezas” (Mateo 8:1717That it might be fulfilled which was spoken by Esaias the prophet, saying, Himself took our infirmities, and bare our sicknesses. (Matthew 8:17)). Esto muestra que Él no necesitaba experimentar la enfermedad para poder simpatizar con nosotros cuando estamos enfermos. Él simpatiza con nosotros e intercede por nosotros como nuestro Sumo Sacerdote con respecto a nuestras debilidades. Pero notemos que debilidades no es lo mismo que pecados. El Señor nunca simpatizará con nuestros pecados; Él se contrista a causa nuestra cuando permitimos pecados en nuestras vidas, pero no simpatizará con nuestros pecados. Por lo tanto, se puede compadecer de nuestras flaquezas, pero no de nuestros pecados.
Las tentaciones, por otro lado, son cosas como sufrir reproche, opresión y rechazo, tener problemas en la vida que opriman nuestros espíritus y produzcan dolor y desaliento, etc. Estas son cosas que afligen particularmente al alma y al espíritu (1 Corintios 10:1313There hath no temptation taken you but such as is common to man: but God is faithful, who will not suffer you to be tempted above that ye are able; but will with the temptation also make a way to escape, that ye may be able to bear it. (1 Corinthians 10:13); Santiago 1:2,122My brethren, count it all joy when ye fall into divers temptations; (James 1:2)
12Blessed is the man that endureth temptation: for when he is tried, he shall receive the crown of life, which the Lord hath promised to them that love him. (James 1:12)
; 1 Pedro 1:66Wherein ye greatly rejoice, though now for a season, if need be, ye are in heaviness through manifold temptations: (1 Peter 1:6)). El Señor ciertamente fue tentado con este tipo de tentaciones. De hecho, fue tentado con cada prueba con la que un hombre justo podía ser probado, como dice el escritor: “tentado en todo según nuestra semejanza”. La nota al pie de la traducción de J. N. Darby traduce esta frase: “según la semejanza de la forma en que somos tentados”. Por tal razón, simpatiza con nosotros en nuestras tentaciones (pruebas), ya que Él mismo las ha experimentado.
Con relación a las tentaciones que el Señor atravesó, el escritor hace una excepción en las palabras: “pero sin pecado”, o como la traducción de J. N. Darby lo traduce, “excluido el pecado”. Al afirmar esto, alude al hecho de que hay dos clases de tentaciones a las que los hombres están sujetos, en una de las cuales el Señor no participó. Estos dos tipos de tentaciones son:
El punto del escritor al decir “excluido el pecado” en relación con las tentaciones del Señor es enfatizar el hecho de que, aunque Él experimentó la primera clase de tentaciones externas, Él no experimentó la segunda clase de tentaciones pecaminosas, porque Él no tenía una naturaleza pecaminosa (1 Juan 3:55And ye know that he was manifested to take away our sins; and in him is no sin. (1 John 3:5)). La Reina Valera desafortunadamente dice, “pero sin pecado”, lo que hace que parezca que el escritor quiso decir que el Señor se guardó de pecar en Su vida. Si bien es cierto que el Señor no cometió pecados (1 Pedro 2:2222Who did no sin, neither was guile found in his mouth: (1 Peter 2:22)), ese no es el punto que se está haciendo en el versículo. Como se mencionó anteriormente, la frase debe traducirse “excluido el pecado”. Esto significa que las tentaciones que Él soportó no estaban dentro de la clase de tentaciones que tienen que ver con la naturaleza pecaminosa. Esto, como ya hemos dicho, se debe a que Él no tenía una naturaleza pecaminosa.
J. N. Darby dijo: “Hay dos clases de tentaciones; una es desde afuera —todas las dificultades de la vida cristiana—; Cristo pasó por ellas y ha pasado por más que cualquiera de nosotros. Pero la otra clase de tentación es cuando un hombre de su propia concupiscencia es atraído, y seducido. Cristo, por supuesto, nunca tuvo eso” (Notes and Jottings, página 6).
Las flaquezas en nuestros espíritus, almas o cuerpos no son pecado (Mateo 26:4141Watch and pray, that ye enter not into temptation: the spirit indeed is willing, but the flesh is weak. (Matthew 26:41)), pero si dejamos que esas cosas nos lleven a un mal estado del alma, eso puede producir pecado en nuestras vidas, y Satanás tratará de aprovecharse de nuestro estado bajo y desviarnos del camino. Por lo cual, es importante mantener una buena actitud cuando somos tentados (Santiago 1:22My brethren, count it all joy when ye fall into divers temptations; (James 1:2)). Por consiguiente, tenemos un Sumo Sacerdote que puede simpatizar con nosotros en todas nuestras pruebas santas, pero que no simpatizará con nuestros pecados.
EL TRONO DE GRACIA (versículo 16).— La tercera provisión que Dios nos ha dado para nuestro viaje por el desierto es el trono de la gracia. El escritor dice: “Lleguémonos pues confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia, y hallar gracia para el oportuno socorro”. Sabiendo que tenemos un gran Sumo Sacerdote intercediendo por nosotros en lo alto, se nos anima a llevar las situaciones y problemas de nuestra vida a Dios en oración. El acceso que tenemos a causa de la redención cumplida y de la ascensión de Cristo a la presencia de Dios como nuestro Sumo Sacerdote es mucho mayor que cualquiera que los sacerdotes en el judaísmo conocieron. Estamos invitados a acercarnos “confiadamente” a la presencia de Dios con nuestras peticiones. Esto es algo que los sacerdotes bajo el pacto legal no podían hacer. Ellos entraban en el lugar santísimo una vez al año con sangre, y lo hacían con temblor. Además, sus entradas allí eran para evitar el juicio de Dios, ¡mas nosotros entramos en Su presencia para conseguir el favor de Dios! Estos contrastes son significativos.
Cuando nos acercamos a Dios con nuestras peticiones de oración, debemos tener en cuenta que no siempre podemos tener la mente de Dios en relación con las cosas que pedimos, y por lo tanto, Él puede negar algunas de nuestras peticiones. Esto se alude en las palabras “misericordia” y “gracia”.
•  “Misericordia” es el alivio concedido en relación con una prueba que podamos estar pasando al ser sacados de ella por la buena mano de Dios.
•  “Gracia” es el apoyo concedido en una prueba de la que Dios no considera oportuno sacarnos.
Por ejemplo, podríamos estar atravesando determinada prueba y hacemos la petición para que se nos saque de ella. Y como estamos pidiendo algo que está de acuerdo con Su voluntad (1 Juan 5:1414And this is the confidence that we have in him, that, if we ask any thing according to his will, he heareth us: (1 John 5:14)), Él nos saca de ella, y quedamos, por supuesto, agradecidos por ello. Así, recibimos “misericordia” en cuanto a esta prueba. En una situación diferente, podríamos solicitar que se nos quite una prueba en particular, pero esta vez no es la voluntad de Dios, al menos no en ese momento. En este caso, Él no nos saca de ella, sino que nos da “gracia para el oportuno socorro”, y por medio de ella somos sostenidos a través de la prueba. Por lo tanto, otorgar misericordia tiene que ver con que Dios nos saque de nuestra prueba, y otorgar gracia tiene que ver con que Él nos sostenga en medio de nuestra prueba.
Hay un incidente en Hechos 12 que ilustra estas dos cosas. Herodes encarceló a dos de los apóstoles del Señor (Jacobo y Pedro) y tenía toda la intención de matarlos. A Jacobo se le dio gracia para pasar por la prueba, y fue martirizado, pero a Pedro se le concedió misericordia, y fue liberado de la prisión por el ángel del Señor.