Dios solo tiene una iglesia; sin embargo, si viajamos en un vehículo por una calle principal de cualquier gran ciudad, podemos ver rótulos con nombres tales como la primera iglesia de la ciudad o con un nombre que exalte a una persona o doctrina. Pero, ¿cuál es la enseñanza de la Palabra de Dios en cuanto a ello? En el libro de los Hechos encontramos que Dios tuvo bastante cuidado para que esto no suceda; pues Su voluntad es que Su pueblo no esté dividido de ninguna manera. Las divisiones son el resultado de obrar como humanos en la carne y por eso Pablo escribió lo siguiente: “Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo... que no haya entre vosotros divisiones... Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo. ¿Acaso está dividido Cristo?” (1 Corintios 1:10,12-1310Now I beseech you, brethren, by the name of our Lord Jesus Christ, that ye all speak the same thing, and that there be no divisions among you; but that ye be perfectly joined together in the same mind and in the same judgment. (1 Corinthians 1:10)
12Now this I say, that every one of you saith, I am of Paul; and I of Apollos; and I of Cephas; and I of Christ. 13Is Christ divided? was Paul crucified for you? or were ye baptized in the name of Paul? (1 Corinthians 1:12‑13)). Tan solo Cristo murió por cada uno de nosotros y Él no quiere que haya contiendas, disgustos o peor divisiones dentro de su propio pueblo.
Regresando a Hechos leemos estas sencillas, pero importantes palabras: “Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros?” (Hechos 10:4747Can any man forbid water, that these should not be baptized, which have received the Holy Ghost as well as we? (Acts 10:47)). Fíjate bien en esta frase: “que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros”. Pedro, al ser judío, estaba limitado en cuanto a su relación con los gentiles según lo establecido en el Antiguo Testamento; pero Dios se manifestó a él de una manera muy especial para enseñarle que las cosas habían cambiado de forma definitiva. Dios estaba listo para unir a judíos y gentiles en algo nuevo: Su Iglesia; y, utilizó una visión y la profecía para enseñarle a Pedro la necesidad de ir y reunirse con Cornelio que era un gentil. Además, durante la predicación de la palabra, el Espíritu Santo vino para morar en los gentiles y de esta manera Dios mismo, por medio del Espíritu Santo, estaba uniendo a antiguos enemigos. Qué precioso lo que hallamos en Efesios 2:14-15: “Porque Él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades...”.
El propósito de Dios es tener un solo pueblo que esté unido y que juntos le glorifiquen. No permitió que exista “La Iglesia de los Judíos de Jerusalén” y “La Primera Iglesia de los Gentiles de Cesarea”. En vez de esto, derribó la pared de separación que había entre los dos pueblos. Y ahora, todos los que creen en Jesucristo, son salvos por gracia y tienen la misma posición delante de Dios; pues Él es capaz de quitar las enemistades que han existido entre las diferentes razas, para formar algo completamente nuevo: Su Iglesia. Cada creyente verdadero está unido a los demás por medio del Espíritu y es parte de un solo cuerpo, como lo leemos en 1 Corintios 12:13: “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu”. Sin hacer distinción por nacimiento o estado social nos unió mediante el mismo Espíritu, para formar parte de un solo cuerpo. Esto es un privilegio inmenso.
Pero cada privilegio viene acompañado de algún tipo de responsabilidad. Por ello, cada uno de nosotros, cuando Dios tiene la preeminencia, queremos hacer lo que es conforme a Sus propósitos. Amados hermanos, no debemos darnos por vencidos y simplemente aceptar la confusión que hay en la cristiandad hoy. En verdad nos debe causar mucho dolor ver tanta división; no obstante, no podemos aceptar cualquier comunión entre los hermanos en la fe que no implique un cuidadoso examen de la sana doctrina. Recuerda: Dios tiene un sendero que es conforme a Sus deseos, aun en medio de las tinieblas que hay: ¡Que lo busquemos, doblando ante Él nuestras rodillas y pidiendo Su dirección!