"Pasadas estas cosas, Pablo partió de Atenas, y vino a Corinto. Y hallando a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, que hacía poco que había venido de Italia, y a Priscila su mujer, (porque Claudio había mandado que todos los judíos saliesen de Roma) se vino a ellos; y porque era de su oficio, posó con ellos, y trabajaba; porque el oficio de ellos era hacer tiendas" (vv. 1-3).
Hemos ya notado que en Atenas, el centro griego filosófico, sólo "algunos creyeron" a la Palabra de Dios, y también que la Escritura no hace mención de una asamblea formada en esa ciudad intelectualmente orgullosa.
El siervo del Señor, Pablo, la dejó y se vino a Corinto, el centro comercial de Grecia, una ciudad próspera pero moralmente depravada; "mas cuando el pecado creció, sobrepujó la gracia" (Rom. 5:2020Moreover the law entered, that the offence might abound. But where sin abounded, grace did much more abound: (Romans 5:20)). Vamos a ver lo que el Señor hizo en Corinto por medio de Pablo.
Halló una pareja de judíos expulsados de Roma por el emperador, Claudio César (reinó A.D. 54-65). Ellos eran fabricantes de tiendas (o carpas) como él mismo. Fue su gozo alojar a Pablo, recibiendo en cambio de él las grandísimas bendiciones del evangelio de la gracia de Dios que él les comunicó.
Hay una cosa importante que notar aquí: cuando sea posible, conviene que el siervo de Cristo trabaje en algún oficio para ganar su propio pan más bien que depender de los recursos de la iglesia, u otros, para ello. Es verdad que el Señor dijo: "el obrero digno es de su alimento" (Matt. 10:1010Nor scrip for your journey, neither two coats, neither shoes, nor yet staves: for the workman is worthy of his meat. (Matthew 10:10)), y que San Pablo mismo escribió (más tarde) a los mismos corintios: "así también ordené el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio" (1ª Cor. 9:14). Pero debemos tomar en cuenta que esa "potestad en el evangelio" (1ª Cor. 9:18) fue otorgada a los apóstoles u otros siervos enviados por el Señor, los cuales trabajaban sin cesar, andaban de ciudad en ciudad con el mensaje bendito, pero solemne, de Dios. Vivían incómodamente: sin "oro, ni plata, ni cobre" en las "bolsas; ni alforja para el camino, ni dos ropas de vestir, ni zapatos, ni bordón" (véase Mateo 10:9, 10). Pero en el día de hoy no es justo citar las susodichas Escrituras para procurar justificar al que predica un sermón o dos cada semana, siempre en el mismo sitio y al mismo grupo de personas que ya han oído el evangelio, y vive de un pingüe sueldo, trabajando muy poco en la viña del Señor.
Pablo, aunque tenía potestad en el evangelio de no trabajar para ganar su pan cotidiano, no quiso recibir ayuda cuando le era posible hacer tiendas, para dar buen ejemplo a todos los creyentes. Esa actitud le dio mucho peso moral. Escribió a los recién convertidos en Cristo de Tesalónica: "hermanos, os acordáis de nuestro trabajo y fatiga; que trabajando de noche y de día por no ser gravosos a ninguno de vosotros, os predicamos el evangelio de Dios... y que procuréis tener quietud, y hacer vuestros negocios, y obréis de vuestras manos de la manera que os hemos mandado; a fin de que andéis honestamente para con los estragos, y no necesitéis de nada.... Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos: porque no anduvimos desordenadamente entre vosotros, ni comimos el pan de ninguno de balde; antes, obrando con trabajo y fatiga de noche y de día, por no ser gravosos a ninguno de vosotros; no porque no tuviésemos potestad, sino por claros en nosotros un dechado, para que nos imitaseis. Porque aún estando con vosotros, os denunciábamos esto: Que si alguno no quisiere trabajar, tampoco coma" (1ª Tes. 2:9; 4:11, 12; 2ª 3:7-10).
Por otro lado, hoy en día en muchas naciones se prohibe al extranjero trabajar por ganancia monetaria, siendo la razón que no hay suficiente trabajo para los naturales. Entonces los siervos del Señor tienen que contar con ayuda recibida del exterior de un tal país, o depender de lo que el Señor les provea dentro de él. De todas maneras, "Jehová proveerá."
En resumen, los creyentes, y los inconversos también, reconocen como fiel obrero del Señor a uno que trabaja concienzuda y diligentemente.
"Y disputaba en la sinagoga todos los sábados, y persuadía a judíos y a griegos. Y cuando Sitas y Timoteo vinieron de Macedonia, Pablo estaba constreñido por la palabra, testificando a los judíos que Jesús era el Cristo. Mas contradiciendo y blasfemando ellos, les dijo, sacudiendo sus vestidos: Vuestra sangre sea sobre vuestra cabeza; ye, limpio; desde ahora me iré a los gentiles" (vv. 4-6).
Pablo aprovechaba el día de sábado, cuando los judíos solían congregarse en la sinagoga para la lectura de porciones del Antiguo Testamento, para hablarles de Cristo, su Mesías. Algunos griegos, también, asistían porque sabían que el Dios verdadero no era un ídolo griego hecho de madera, yeso o metal. Llegados Silas y Timoteo, Pablo-fortalecido en el espíritu-testificó positivamente a los judíos que Jesús era el Cristo. Ellos-como siempre-contradijeron y blasfemaron. Pablo los dejó, diciéndoles: "desde ahora me iré a los gentiles."
"Y partiendo de allí, entró en casa de uno llamado Justo, temeroso de Dios, la casa del cual estaba junto a la sinagoga" (v. 7). Evidentemente Justo era uno de los gentiles que temían a Dios. Pablo fue convidado a su casa, y posiblemente vivía con él más bien que con Aquila y Priscila. Estando la casa junto a la sinagoga, había una gran oportunidad para hablar a cualquier individuo entre los judíos que tuviese ejercicio de corazón acerca de la verdad.
Hay un principio que observar en este versículo: conviene que los creyentes cristianos vivan cerca de su lugar de reunión, no lejos de él, para hacer fácil la asistencia a todas las reuniones, regulares o especiales. Se sabe que algunos hermanos en Cristo que se han trasladado a sitios aislados (quizás por motivo de ganar más dinero o estar con parientes) se han enfermado espiritualmente, tal como el carbón encendido que es apartado de los demás, se apaga.
"Y Crispo, el prepósito de la sinagoga, creyó al Señor con toda su casa; y muchos de los corintios oyendo creían, y eran bautizados" (v. 8).
A pesar de la actitud incrédula de los judíos, la gracia de Dios triunfó, manifestándose en la conversión del líder principal de la sinagoga, (1ª Cor. 1:14), y triunfó más y más en la conversión de muchos de los corintios depravados (1ª Cor. 6: 9-11).
"Entonces el Señor dijo de noche en visión a Pablo: No temas, sino habla, y no calles: porque Ye estoy contigo, y ninguno te podrá hacer mal; porque Ye tengo mucho pueblo en esta ciudad. Y se detuvo allí un año y seis meses, enseñándoles la palabra de Dios" (vv. 9-11). ¡ Cuán bondadoso del Señor el fortalecer el corazón de su siervo, en medio de la idolatría y corrupción moral reinantes en Corinto, apareciéndole en una visión y hablándole así: "Ye estoy contigo... " "Tengo mucho pueblo en esta ciudad." "Mas cuando el pecado creció, sobrepujó la gracia" (Rom. 5:2020Moreover the law entered, that the offence might abound. But where sin abounded, grace did much more abound: (Romans 5:20)).
"Y siendo Calión procónsul de Acaya, los judíos se levantaron de común acuerdo contra Pablo, y le llevaron al tribunal, diciendo: Que éste persuade a los hombres a honrar a Dios contra la ley" (vv. 12, 13).
Contra este ataque de los judíos implacables, el Señor de antemano había fortalecido a su siervo Pablo, hablándole "de noche en visión... No temas, sino habla, y no calles: porque ye estoy contigo, y ninguno te podrá hacer mal" (vv. 9, 10). Así que-cuando acusaron a Pablo ante la autoridad romana-el Señor de antemano también había dispuesto el corazón de Galión (comp. Prov. 21:11The king's heart is in the hand of the Lord, as the rivers of water: he turneth it whithersoever he will. (Proverbs 21:1)) de la manera siguiente: "y comenzando Pablo a abrir la boca, Galión dijo a los judíos: Si fuera algún agravio o algún crimen enorme, oh judíos, conforme a derecho ye os tolerara; mas si son cuestiones de palabras, y de nombres, y de vuestra ley, vedlo vosotros; porque ye no quiero ser juez de estas cosas. Y los echó del tribunal" (vv. 14-16).
El Señor-en cuyas manos están todas las cosas-no iba a permitir que Satanás estorbara Su obra en Corinto: pues tenía "mucho pueblo" en ella.
"Entonces todos los griegos tomando a Sóstenes, prepósito de la sinagoga, le herían delante del tribunal; y a Galión nada se le daba de ello" (v. 17).
"Crispo," el gobernador que anteriormente presidía la sinagoga, se había convertido (v. 8), y-por supuesto-fue echado fuera por los judíos incrédulos. "Sóstenes," que tomó su puesto, encabezó (así nos parece) el ataque contra Pablo, y I pagó caro por su odio! Sin embargo, ese castigo le obró para bien, pues i Sóstenes mismo se convirtió! Lo sabemos, porque cuando Pablo escribió más tarde su primera epístola a los corintios, le asoció consigo como "Sóstenes el hermano" (1:1). No se nos da a saber de qué manera Sóstenes fue salvado, pero nos podemos imaginar que Pablo se acercaría luego al Sóstenes herido por los griegos y le hablaría al corazón de cómo su Mesías "herido fue" por sus "rebeliones," y "molido" por sus "pecados" (Isa. 53:55But he was wounded for our transgressions, he was bruised for our iniquities: the chastisement of our peace was upon him; and with his stripes we are healed. (Isaiah 53:5)).
"Mas Pablo habiéndose detenido aún allí muchos días, después se despidió de los hermanos, y navegó a Siria, y con él Priscila y Aquila, habiéndose trasquilado la cabeza en Cencreas, porque tenía voto" (v. 18).
En Corinto, Pablo "se detuvo un año y seis meses, enseñándoles la palabra de Dios" (v. 11). Despidiéndose de ellos, le acompañaron "Priscila y Aquila," sus muy amados consiervos.
Hay otro incidente que notar aquí: Pablo-aunque era el apóstol del Señor enviado a los gentiles-no obstante tenía costumbres religiosas judaicas, pues se trasquiló la cabeza, porque tenía voto. Eso no tenía nada que ver con la doctrina y la práctica cristianas, sino que era una reliquia del judaísmo, de la cual Pablo no se había podido despojar; pero más tarde sí rechazó completamente todo lo que era del judaísmo. Se cree que fue el que escribió la epístola a los hebreos, la cual demuestra muy claramente los contrastes marcados entre "las cosas viejas" que "pasaron" y las "cosas celestiales" de la cristiandad.
Conviene, pues, que los creyentes bien establecidos en la verdad no impongan su "regla" a los recién convertidos, considerando que por muchos años aun el apóstol a los gentiles no podía zafarse de las costumbres religiosas practicadas desde la niñez. ¡ Cuánta paciencia ejerce el Señor Jesús con cada uno de nosotros!
"Y llegó a Efeso, y los dejó allí; y él entrando en la sinagoga, disputó con los judíos, los cuales le rogaban que se quedase con ellos por más tiempo; mas no accedió, sino que se despidió de ellos, diciendo: Es menester que en todo caso tenga la fiesta que viene, en Jerusalem; mas otra vez volveré a vosotros, queriendo Dios. Y partió de Efeso" (vv. 19-21).
Aproximadamente dos años antes, no había puerta abierta para el evangelio en Efeso (Asia, véase Hch. 16: 6); pero Pablo-llegado a Efeso por primera vez-encontró la puerta abierta, pero no la aprovechó, quedándose con los judíos sólo por un corto tiempo-a pesar de sus ruegos-, partiendo luego a Jerusalem (muy judío todavía) para cumplir con algún rito o celebrar alguna fiesta religiosa. Repetimos: 1 cuánta paciencia ejerce el Señor Jesús con cada uno de nosotros!
"Y habiendo arribado a Cesares subió a Jerusalem; y después de saludar a la iglesia, descendió a Antioquía. Y habiendo estado allí algún tiempo, partió, andando por orden la provincia de Galacia, y la Phrygia, confirmando a todos los discípulos" (vv. 22, 23).
No es de maravillar que el Espíritu no nos ha dado ningunos detalles acerca de su visita corta en Jerusalem (a la cual el Señor le mandó no volver, véase Hch. 22:18-21), salvo que saludó a la iglesia (la única cosa preciosa al corazón de Cristo en la ciudad religiosa). Luego volvió a su propia asamblea de Antioquía en donde se quedó con los hermanos por algún tiempo. Después inició otro viaje, volviendo a ver a los discípulos en la provincia de Galacia, y la Phrygia, esta vez no principalmente para predicar el evangelio, sino para confirmar en la fe a todos los discípulos, los cuales (a lo menos los de Galacia) le recibieron "al principio... como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús" (Gál. 4:13, 14), pero más tarde fueron inquietados por los "de la circuncisión" (Gál. 2:12). Notemos también que Pablo andaba por orden, visitando a todas las iglesias, no solamente a las que le dieran más satisfacción o menos tristeza. El no era solamente un evangelista, sino a la vez un pastor fiel y maestro hábil y diligente.
"Llegó entonces a Efeso un judío, llamado Apolos, natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras. Este era instruido en el camino del Señor; y ferviente de espíritu, hablaba y enseñaba diligentemente las cosas que son del Señor, enseñado solamente en el bautismo de Juan" (vv. 24, 25).
Pablo, habiendo partido de Efeso (en donde tenía una puerta abierta,) con motivo de celebrar una fiesta religiosa en Jerusalem, fue sustituido por Apolos (al cual el Señor había preparado de antemano sin que Pablo lo supiera), un creyente de Alejandría, Egipto, que tenía muchas virtudes y era muy fiel al Señor según la luz que había recibido aunque no toda la verdad, pues estaba enseñado solamente en el bautismo de Juan. Pero el que anda en la luz que tiene va a recibir más luz: "si to ojo fuere simple, también todo to cuerpo será resplandeciente" (Luc. 11: 34).
"Y comenzó a hablar confiadamente en la sinagoga: al cual como oyeron Priscila y Aquila, le tomaron, y le declararon más particularmente el camino de Dios" (v. 26).
Vemos aquí cómo en la multiforme sabiduría y providencia de Dios, no sólo llegó Apolos a Efeso, sino ya habían llegado Priscila y Aquila, bien instruidos por Pablo en las verdades esencialmente cristianas, verdades que Apolos todavía ignoraba. Luego Priscila y Aquila, dándose cuenta de la ignorancia de Apolos, le tomaron aparte y le expusieron más claramente el camino de Dios, q.d., la doctrina cristiana. Aquel hombre tan dotado aceptó humildemente la instrucción de la cual precisaba mucho, de la boca de dos hacedores de tiendas (carpas):
"Y queriendo él pasar a Acaya, los hermanos exhortados, escribieron a los discípulos que le recibiesen [o mejor traducido: "los hermanos escribieron, exhortando a los discípulos a que le recibiesen"]; y venido él, aprovechó mucho por la gracia a los que habían creído; porque con gran vehemencia convencía públicamente a los judíos, mostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo" (vv. 27, 28).
Apolos no era como lo son muchos en el día de hoy, obreros independientes, que no hacen caso de la exhortación: "sujetados los unos a los otros en el temor de Dios" (Efe. 5:21); o de la otra sumamente importante: "revestíos de humildad" (1ª Ped. 5:5). Así que, cuando él estaba dispuesto a pasar a Acaya, llevó consigo una carta de recomendación firmada por dos o tres hermanos de los fieles en Efeso que ya le conocían bien y podían dar buen testimonio de él y de su obra. Llegado a Acaya, ayudó mucho a los que anteriormente habían oído y creído el evangelio predicado por Pablo. "Ye planté; Apolos regó: mas Dios ha dado el crecimiento" (lª Cor. 8: 6).