"Y aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, andadas las regiones superiores, vino a Efeso, y hallando ciertos discípulos, díjoles: ¿Habéis recibido el Espíritu Santo después que creísteis? Y ellos le dijeron: Antes ni aun hemos oído si hay Espíritu Santo. Entonces dijo: ¿En qué pues sois bautizados? Y ellos dijeron: En el bautismo de Juan" (vv. 1-3).
En la ocasión de su primera, y corta, visita a Efeso, Pablo había prometido a los simpatizantes entre los judíos de la ciudad, que él, queriendo Dios, volvería a verlos. Mientras tanto llegó Apolos en la providencia de Dios y "enseñaba diligentemente las cosas que son del Señor, enseñado solamente en el bautismo de Juan" (cap. 18:25). Después Apolos-dejando Efeso-fue a Corinto. Cuando Pablo llegó a aquella ciudad, encontró a los discípulos a quienes-nos parece-Apolos había instruido y bautizado; pero hablando Pablo con ellos, vio que les faltaba algo y preguntándoles, descubrió que no sabían que hubiera Espíritu Santo, mucho menos le habían recibido. Entonces Pablo se dio cuenta que todavía no eran cristianos, sino solamente discípulos de Juan Bautista, esperando a un Mesías vivo y no sabiendo nada todavía acerca del Salvador muerto por los pecadores y resucitado para su justificación. Apolos no pudo enseñar lo que él mismo todavía no había comprendido.
"Y dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en el que había de venir después de él, es a saber, en Jesús el Cristo. Oído que hubieron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús" (vv. 4-5).
El bautismo de Juan era con miras a un Mesías que había de venir, que iba a reinar en la tierra; el bautismo cristiano es con miras a un Salvador ya venido que fue muerto y sepultado en la tierra, pero que fue resucitado y hecho por Dios "Señor y Cristo" en el cielo. Así que el bautismo cristiano se hace "en el nombre del SEÑOR JESUS," es decir, con la autoridad que EL, como JEFE, nos otorga a los ya bautizados, para hacerlo, como EL mismo nos mandó: "bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo" (Mateo 28:19), vale decir en el Nombre de la Trinidad ya revelada, lo que caracteriza a la cristiandad.
No está por demás hacer hincapié aquí sobre el hecho de que el bautismo con agua es un cambio de posición en la tierra, no en el cielo. Muchos se bautizan, profesando así ser cristianos, pero no son nacidos de Dios; por ejemplo: "Simón" el mago (Hch. 8:9-24); los "falsos apóstoles", los "falsos hermanos" (2 Cor. 11:12-15, 2612But what I do, that I will do, that I may cut off occasion from them which desire occasion; that wherein they glory, they may be found even as we. 13For such are false apostles, deceitful workers, transforming themselves into the apostles of Christ. 14And no marvel; for Satan himself is transformed into an angel of light. 15Therefore it is no great thing if his ministers also be transformed as the ministers of righteousness; whose end shall be according to their works. (2 Corinthians 11:12‑15)
26In journeyings often, in perils of waters, in perils of robbers, in perils by mine own countrymen, in perils by the heathen, in perils in the city, in perils in the wilderness, in perils in the sea, in perils among false brethren; (2 Corinthians 11:26); los "falsos doctores" (2 Ped. 2:1); los "anticristos" (1 Juan 2:18, 19); y "algunos hombres" que entraron "encubiertamente" (Judas 4). Todos aquellos hombres se bautizaron, pues de otra manera no hubieran podido mezclarse entre los verdaderos cristianos. Sólo "conoce el Señor a loa que son suyos" (2 Tim. 2:1919Nevertheless the foundation of God standeth sure, having this seal, The Lord knoweth them that are his. And, Let every one that nameth the name of Christ depart from iniquity. (2 Timothy 2:19)).
"Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban. Y eran en todos como unos doce hombres" (vv. 6, 7).
Este era el último de los cuatro grupos de creyentes que recibieron al Espíritu Santo y así fueron incorporados, "bautizados en un cuerpo" (1 Cor. 12:1313For by one Spirit are we all baptized into one body, whether we be Jews or Gentiles, whether we be bond or free; and have been all made to drink into one Spirit. (1 Corinthians 12:13)): los judíos (Hch. 2:38-41); los samaritanos (Hch. 8:12, 14-17); los gentiles (Hch. 10:44-47); y los del "bautismo de Juan". Los judíos recibieron al Espíritu Santo después de bautizarse con agua; los samaritanos después de bautizarse; los gentiles antes de bautizarse; y los de nuestro capítulo 19 después de bautizarse. Los judíos lo recibieron sin la imposición de las manos de los apóstoles; también los gentiles; pero los samaritanos y los de Juan con la imposición de las manos de ellos. Siendo los judíos y los samaritanos enemigos entre sí, Dios se retardó en dar al Espíritu Santo a los samaritanos hasta que llegasen dos apóstoles de Jerusalem, Pedro y Juan, y les impusieron las manos. Y en Efeso, estando Pablo solo sin otros apóstoles consigo, nos parece que el Señor le acreditó de una manera especial, impartiendo al Espíritu Santo a los nuevos creyentes de entre los judíos con la imposición de las manos de Pablo. Esos dos eran casos especiales. Una vez formada "la iglesia, la cual es su cuerpo" (Efe. 1:23), no se menciona más en los Hechos, mucho menos en todas las 21 epístolas cristianas, que la recepción del Espíritu Santo fue dada con la imposición de las manos de los apóstoles, u otras personas cualesquiera. Es claro que fue una operación iniciativa para establecer positiva e incontrovertiblemente el testimonio cristiano. Los que pretenden hoy en día impartir al Espíritu Santo con la imposición de sus manos han sido engañados, o son "falsos apóstoles."
"Y entrando él dentro de la sinagoga, hablaba libremente por espacio de tres meses, disputando y persuadiendo del reino de Dios. Mas endureciéndose algunos y no creyendo, maldiciendo el' Camino delante de la multitud, apartándose Pablo de ellos separó a los discípulos, disputando cada día en la escuela de un cierto Tyranno. Y esto fue por espacio de dos años; de manera que todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús" (vv. 8-10).
Vemos aquí la sabiduría que el Señor dio a Pablo, pues él, después de'haber dado testimonio amplio del evangelio, viendo la oposición creciente de los maldicientes, para no estorbar la edificación de los nuevos creyentes se retiró de la sinagoga y consiguió un salón amplio para ellos en la escuela particular de un griego llamado Tyranno (no sabemos si él se convirtió). Predicaba la verdad "por espacio de dos años," y su mensaje fue tan divulgado que TODOS los que moraban en la provincia de Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús.
"Y hacía Dios singulares maravillas por manos de Pablo: de tal manera que aun se llevaban sobre los enfermos los sudarios y los pañuelos de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los malos espíritus salían de ellos" (vv. 11, 12).
Cómo ya hemos sugerido arriba, Dios invistió a Pablo, apóstol y solo en medio de los paganos,
de poderes especiales. Eso fue al principio para establecer el testimonio de Cristo con poder, pero en las epístolas cristianas no se hace mención más de tales milagros. Lo que convence a las gentes es la vida y el andar recto del cristiano.
"Y algunos de los judíos, exorcistas vagabundos, tentaron a invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os conjuro por Jesús, el que Pablo predica. Y había siete hijos de un tal Sceva, judío, príncipe de los sacerdotes, que hacían esto. Y respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; mas vosotros ¿quiénes sois? Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando en ellos, y enseñoreando-se de ellos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos. Y esto fue notorio á todos, así judíos como griegos, los que habitaban en Efeso: y cayó temor sobre todos ellos, y era ensalzado el nombre del Señor Jesús" (vv. 13 al 17).
Fíjense hasta dónde había caído el pueblo antiguo de Dios: ¡ siete hijos del príncipe de los sacerdotes practicando el exorcismo!, pero los inconversos no pueden invocar el nombre del Señor Jesús, pues "nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por Espíritu Santo" (1ª Cor. 12:3). El demonio en el hombre conocía a Jesús (igualmente como en los días cuando El estuvo aquí en el mundo: "Ye te conozco quién eres, el Santo de Dios"-Luc. 4:34); sabía también quién era Pablo y no pudo nada contra ese siervo del Señor. Pero una persona poseída de un demonio tiene poder sobrenatural: así, el hombre saltó encima de los siete hijos de Sceva, desnudándolos e hiriéndolos; y esto fue a todos notorio, y como resultado "era ensalzado el nombre del Señor Jesús." ¡ El diablo no había pensado en eso!
"Y muchos de los que habían creído, venían, confesando y dando cuenta de sus hechos. Asimismo muchos de los que habían practicado vanas artes, trajeron los libros, y los quemaron delante de todos; y echada la cuenta del precio de ellos, hallaron ser cincuenta mil denarios. Así crecía poderosamente la palabra del Señor, y prevalecía" (vv. 18-20).
¡ Hay poder en el nombre del Señor Jesús!: santo poder. El diablo es un enemigo derrotado.
"Y acabadas estas cosas, se propuso Pablo en [su] espíritu partir a Jerusalem, después de andada Macedonia y Acaya, diciendo: Después que hubiere estado allá, me será menester ver también Roma" (v. 21).
No fue en el Espíritu de Dios que Pablo se propuso ir a Jerusalem, sino en su propio espíritu, pues el Señor le había mandado hacía muchos años no ir a Jerusalem y cuando él emprendió el viaje por última vez, el Espíritu de Dios le amonestaba repetidas veces (véase Hch. 20:23; 21:4, 11). (Algunos de los manuscritos griegos del N. T. tienen el pronombre posesivo: "su" espíritu). Pablo no se daba cuenta que su desobediencia (ocasionada por su inmenso amor para su propio pueblo judío) le haría llegar a Roma en cadenas de César, el emperador.
"Y enviando a Macedonia a dos de los que le ayudaban, Timoteo y Erasto, él se estuvo por algún tiempo en Asia. Entonces hubo un alboroto no pequeño acerca del Camino [el verdadero testimonio cristiano]. Porque un platero llamado Demetrio, el cual hacía de plata templecillos de Diana, daba a los artífices no poca ganancia; a los cuales, reunidos con los oficiales de semejante oficio, dijo: Varones, sabéis que de este oficio tenemos ganancia; y veis y oís que este Pablo, no solamente en Efeso, sino a muchas gentes de casi toda el Asia, ha apartado con persuación, diciendo, que no son dioses los que se hacen con las manos. Y no solamente hay peligro de que este negocio se nos vuelva en reproche, sino también que el templo de la gran diosa Diana sea estimado en nada, y comience a ser destruida su majestad, la cual honra toda el Asia y el mundo. Oídas estas cosas, llenáronse de ira, y dieron alarido, diciendo: ¡Grande es Diana de los Efesios!"
Notemos que ellos vocearon: "Grande es Diana de los Efesios." No del Asia, mucho menos de todo el mundo, sino la diosa propiamente de ellos: enorgulleciéndose de su ídolo.
"Y la ciudad se llenó de confusión, y unánimes se arrojaron al teatro, arrebatando a Gayo y a Aristarco, macedonios, compañeros de Pablo. Y queriendo Pablo salir al pueblo, los discípulos no le dejaron. También algunos de los principales de Asia, que eran amigos, enviaron a él rogando que no se presentase en el teatro" (vv. 29-31).
Pablo, siempre presto a proclamar el testimonio del solo Dios vivo y verdadero, como lo hizo en Atenas, y motivado también tal vez por amor a sus compañeros Gayo y Aristarco arrebatados por los paganos iracundos, quería entrar al teatro, pero los discípulos no se lo permitieron. También había entre los magistrados honorarios algunos que respetaban a Pablo y eran sus amigos; ellos le aconsejaron que no se presentase en el teatro, sabiendo muy ciertamente que él se encontraría entre enemigos enfurecidos.
"Y otros gritaban otra cosa; porque la concurrencia estaba confusa, y los más no sabían por qué se habían juntado. Y sacaron de entre la multitud a Alejandro, empujándole los judíos. Entonces Alejandro, pedido silencio con la mano, quería dar razón al pueblo. Mas como conocieron que era judío, fue hecha una voz de todos, que gritaron casi por dos horas: ¡Grande 28 Diana de los Efesios" (vv. 32-34).
¡Pobres idólatras! Son juguetes del diablo que hasta hoy sabe dominarlos por medio de sus pasiones, concupiscencias y la opinión popular. La historia secular revela la inmoralidad depravada del templo de Diana.
"Entonces el escribano, apaciguado que hubo la gente, dijo: Varones efesios ¿y quién hay de los hombres que no sepa que la ciudad de los efesios es honradora de la grande diosa Diana, y de la imagen venida de Júpiter? Así que, pues esto no puede ser contradicho, conviene que os apacigüéis, y que nada hagáis temerariamente; pues habéis traído a estos hombres, sin ser sacrílegos ni blasfemadores de vuestra diosa. Que si Demetrio y los que están con él tienen negocio con alguno, audiencias se hacen, y procónsules hay; acúsense los unos a los otros. Y si demandáis alguna otra cosa, en legítima asamblea se puede decidir. Porque peligro hay de que seamos argüidos de sedición por hoy, no habiendo ninguna causa por la cual podamos dar razón de este concurso. Y habiendo dicho esto despidió la concurrencia" (vv. 3540).
Dios siempre está sobre las cosas y dispone todo conforme a su voluntad. El usó a "Gamaliel" para frustrar el intento de los sacerdotes de dar muerte a los apóstoles (véase Hechos 5:29-42). Y en Efeso usó al escribano para apaciguar la ira de los idólatras (siendo él mismo ¡ un idólatra también!), y salvar las vidas de los siervos del Señor.