Jueces 13: Un residuo; Samsón, esto es "sol"

Judges 13
Es el último período de la historia de la decadencia: los hijos de Israel han abandonado a Jehová, sufren el yugo enemigo, se acostumbran a su esclavitud y no desean sino vivir tranquilos bajo el servilismo. Tocamos aquí el tiempo de una completa apostasía. En medio de tal estado de cosas Dios separa un residuo piadoso a quien comunica sus designios. Manoa y su mujer temen a Jehová, reciben su revelación, se comunican sus secretos: como más tarde lo harán otros en tiempo del profeta Malaquías cuando la iniquidad de Israel reviste otro carácter. “Entonces los que temen a Jehová hablaron cada uno a su compañero, y fue escrito un libro de memoria para los que temen su nombre” (Malaquías 3:1616Then they that feared the Lord spake often one to another: and the Lord hearkened, and heard it, and a book of remembrance was written before him for them that feared the Lord, and that thought upon his name. (Malachi 3:16)). Más tarde serán Zacarías, Elisabet, María, José, Simeón, Ana, los que, por fin tienen al Mesías tan ardientemente deseado. No es todo todavía, el residuo futuro atravesando la gran tribulación, esperará el advenimiento de su Rey.
En Su nacimiento el Libertador de Israel no fue aclamado sino tan sólo por algunos que creían en Su misión: “En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por Él: y el mundo no le conoció: a lo Suyo vino, y los Suyos no le recibieron” (Juan 1:10-1110He was in the world, and the world was made by him, and the world knew him not. 11He came unto his own, and his own received him not. (John 1:10‑11)). Desde Su llegada aquí, rechazado por Su pueblo, el Señor no encontró más que algunas almas fieles a las que, más tarde, se pudo asociar sin reserva: son esos “excelentes de la tierra” en quienes encontró toda Su afición, mencionados en el Salmo 16. El tiempo de la ruina es el tiempo de los residuos; es el tiempo actual: el Profeta por excelencia anunció este período a Sus discípulos al hablarles de una asamblea reducida a dos o tres reunidos en Su nombre alrededor del verdadero centro, mientras espera Su retorno. Este período es mencionado en Apocalipsis cuando, en la iglesia de Tiatira la idolatría impera, la muerte en Sardis y la tibieza nauseabunda en Laodicea: el Señor, el Santo y el Verdadero, da Su plena aprobación al residuo santificado de Filadelfia. El nazareato, una entera separación para Dios, secreto de su fuerza, caracteriza el residuo de todos los tiempos.
El ángel de Jehová aparece a la mujer de Manoa, le ordena revestirse del nazareato, porque es el vaso elegido por Dios para dar al pueblo un salvador: “No bebas vino ni sidra ni comas cosa inmunda porque darás a luz un hijo y no subirá navaja sobre su cabeza, porque aquel niño será nazareo a Dios desde el vientre de su madre: y él comenzará a salvar a Israel de manos de los Filisteos” (versículo 5). El nazareato de Samsón implicaba el de su madre: para recibir al libertador, sus testigos deben llevar a los ojos de todos las marcas del carácter propio de quien están esperando. Esta verdad es de todos los tiempos: a través de su historia Israel lo olvidó a menudo, pues era el vaso elegido para dar a luz al Salvador del mundo (Apocalipsis 12:1-21And there appeared a great wonder in heaven; a woman clothed with the sun, and the moon under her feet, and upon her head a crown of twelve stars: 2And she being with child cried, travailing in birth, and pained to be delivered. (Revelation 12:1‑2)). Si no llevamos aquí los caracteres de Cristo, los de una entera separación para Él, ¿cómo podemos esperar Su retorno?
La mujer de Manoa relata a su marido la visita del ángel: “Un varón de Dios vino a mí, cuyo aspecto era el aspecto de un ángel de Dios, terrible en gran manera y no le pregunté de dónde era ni quién era, ni tampoco Él me dijo Su nombre” (versículo 6). Esta pobre mujer no demuestra mucha inteligencia: no sabe de dónde viene el ángel, ni quién es: no le pregunta su nombre, pruebas de su poca intimidad con Dios. Además, lejos de alegrarla, la presencia del Dios de las promesas la atemoriza: ella no ve en el ángel más que su aspecto terrible. “¡Cuán terrible es este lugar!”, dicen los que gozan de poca comunión con Dios, al hallarse en la puerta de los cielos. El mismo Manoa, hombre de una piedad sincera, demuestra poco conocimiento: pero desea saber algo más. Su recurso es la oración: ejemplo que hemos de seguir cuando se tiene conciencia de nuestra insuficiencia: “Entonces oró Manoa a Jehová”. En respuesta a sus oraciones el ángel de Jehová vuelve, pero en vez de contestar a las preguntas de Manoa, repite sencillamente lo que había dicho a su mujer (versículos 13-14). ¿Por qué no agrega Dios algo más a sus palabras? En primer lugar porque Dios no exige mucho conocimiento en tiempo de ruina, sino una verdadera santificación personal para Dios, una separación que tiene por modelo y medida el nazareato de Aquél que les era prometido.
¡Qué lección ofrece este pasaje a los jóvenes padres y madres cristianos! ¿Cómo educar hijos para el Señor en la separación del mundo si ellos no lo son primeramente? Esta separación no la han de empezar cuando los hijos sean grandes, mas antes de su nacimiento ya: y qué honor para tales padres sabiendo que pronto la llegada de un hijo ha de alegrar su hogar, hacen de esta circunstancia un motivo de oración para ser dirigidos y preparados por el Señor para sus nuevas tareas. No esperen que los problemas y dificultades de la educación surjan, éstos no faltarán por cierto, pero ya de antemano desean conocer los principios de la Palabra de Dios, y se las aplican a sí mismos para que el hijo esperado sea verdaderamente criado para Dios, con ejemplos prácticos de parte de sus padres.
Otras verdades, porción de los nazareos de Cristo en un tiempo de ruina, se hallan reveladas aquí: Manoa desea conocer el nombre del ángel de Jehová. “¿Cuál es Tu nombre?”, pregunta ese mortal; el ángel contesta: “¿Por qué preguntas por Mi nombre? Es Maravilloso” (versículo 7). Más tarde el profeta lo dirá: “llamarás Su nombre: Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno” etc. (Isaías 9:66For unto us a child is born, unto us a son is given: and the government shall be upon his shoulder: and his name shall be called Wonderful, Counsellor, The mighty God, The everlasting Father, The Prince of Peace. (Isaiah 9:6)). Pero si Manoa no puede conocer el nombre del visitante y no sabe todavía Su origen, le quiere ofrendar algo. En este punto Manoa y su mujer se muestran más inteligentes que Gedeón, preparan el sacrificio como lo ordena Jehová en Su Palabra: Manoa toma un cabrito con la ofrenda de harina correspondiente y ofrécelo a Jehová sobre la peña. En este momento sucede una cosa maravillosa que revela el origen del mensajero celestial, mientras la llama se eleva de sobre la peña.
Repasando la historia de los diferentes períodos de este libro, hallamos que a cada despertar coinciden ciertos principios que lo caracterizan. Los tiempos de Otoniel, de Aod, de Barac, de Gedeón, etc., cada uno presenta algún principio nuevo. Pero Dios parece reservar para los últimos tiempos de la ruina verdades preciosas entre todas, escondidas hasta ese momento. Esta manera de actuar es digna de un Dios de amor, quien conociendo las dificultades de los Suyos, en brega contra las crecientes infidelidades, para elevar sus corazones por encima de un ambiente tenebroso, les revela y confía las cosas más gloriosas. El nombre y los hechos de quien los realiza tienen como punto de partida el sacrificio, como la cruz es el fundamento de toda revelación de Dios a los Suyos.
Manoa deseaba conocer muchas cosas que Dios no le podía revelar hasta que el sacrificio estuviera sobre la peña; pero, puesto este fundamento, el ángel hace una cosa maravillosa “a la vista de Manoa y su mujer” (versículo 20). Les revela, por la llama que sube del sacrificio un camino nuevo, desconocido hasta entonces; camino del representante de Jehová para volver al cielo. Y las miradas de estos dos mortales detenidas sobre el ángel, ven una persona gloriosa ascender allí, cuya morada conocen ahora. El corazón, el alma y los pensamientos de este residuo fiel abandonan el mundo en este momento tomando el camino del ángel para subir hacia la gloria. “Estando con los ojos puestos en el cielo entretanto que Él iba” (Hechos 1:1010And while they looked stedfastly toward heaven as he went up, behold, two men stood by them in white apparel; (Acts 1:10)). En la visión celestial, Daniel lo ve llegar al cielo (Daniel 7:1313I saw in the night visions, and, behold, one like the Son of man came with the clouds of heaven, and came to the Ancient of days, and they brought him near before him. (Daniel 7:13)); mientras que Isaías lo vio ya sentado en el trono de Su gloria (Isaías 6:1-71In the year that king Uzziah died I saw also the Lord sitting upon a throne, high and lifted up, and his train filled the temple. 2Above it stood the seraphims: each one had six wings; with twain he covered his face, and with twain he covered his feet, and with twain he did fly. 3And one cried unto another, and said, Holy, holy, holy, is the Lord of hosts: the whole earth is full of his glory. 4And the posts of the door moved at the voice of him that cried, and the house was filled with smoke. 5Then said I, Woe is me! for I am undone; because I am a man of unclean lips, and I dwell in the midst of a people of unclean lips: for mine eyes have seen the King, the Lord of hosts. 6Then flew one of the seraphims unto me, having a live coal in his hand, which he had taken with the tongs from off the altar: 7And he laid it upon my mouth, and said, Lo, this hath touched thy lips; and thine iniquity is taken away, and thy sin purged. (Isaiah 6:1‑7)).
Desde el monte de las Olivas en que vieron a su Señor ascender a la gloria, los discípulos galileos podrán hablar en lo sucesivo de un camino que conduce hacia el cielo, y de una persona que está allí, que conocen, objeto de su corazón mientras ellos estén todavía aquí abajo. Este acto maravilloso revela todavía una cosa más que Manoa no podía conocer, pero revelada a los discípulos y a nosotros también; sabemos que el carácter del nazareato terrenal anunciado por el ángel es ahora celestial. Subido a los cielos, Jesús nos llama a seguirle, a fijar nuestros ojos en Él, a poner los ojos en el Autor y Consumador de la fe; “El cual habiéndole sido propuesto gozo sufrió la cruz, menospreciando la vergüenza, se sentó a la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12:22Looking unto Jesus the author and finisher of our faith; who for the joy that was set before him endured the cross, despising the shame, and is set down at the right hand of the throne of God. (Hebrews 12:2)).
Para poder reproducir aquí abajo el carácter celestial de quien sufrió la cruz y por la cual fue vencedor, es menester que nuestros ojos estén puestos en Él. ¡Cuántos cristianos afligen cada día su alma como lo hacía el justo Lot, buscando un lugar en el mundo, y marchan cabizbajos en vez de alzar su rostro hacia el lugar de su felicidad. No estamos llamados a desempeñar el rol de Lot cuya mirada se había detenido sobre Sodoma, sino el de Abraham, el amigo de Dios, que cual nazareo, fijaba sus ojos sobre la ciudad que tenía fundamento; además “se gozó por ver Mi día” —dijo el Señor— “y lo vio y se gozó” (Juan 8:5656Your father Abraham rejoiced to see my day: and he saw it, and was glad. (John 8:56)). ¡Ah, en lugar de mirar hacia Sodoma, pongamos la mirada en las cosas de arriba, en Aquél que nos ha revelado a Su Hijo, Su nombre y Su obra!
Como tantos cristianos de hoy, Manoa está atemorizado ante la magnificencia de Dios: “Ciertamente moriremos”, dice a su mujer, “porque a Dios hemos visto” (versículo 22). Demuestra un buen conocimiento de la Palabra de Dios: “No Me verá el hombre y vivirá” (Éxodo 33:2020And he said, Thou canst not see my face: for there shall no man see me, and live. (Exodus 33:20)); pero, su compañera le es una verdadera ayuda: “Si Jehová nos quisiera matar”, le contesta, “¿tomaría de nuestras manos nuestra ofrenda?” (versículo 23). ¿Habría algo de temer siendo que el amor de Dios manifestado para nosotros en el sacrificio ofrecido es la segura garantía de todo lo que prometió? “El que aun a Su propio Hijo no perdonó, antes le entregó por nosotros, ¿no nos dará también con Él todas las cosas?” (Romanos 8:3232He that spared not his own Son, but delivered him up for us all, how shall he not with him also freely give us all things? (Romans 8:32)). Por fin podía vislumbrarse la aurora de una nueva liberación: “Y dio a luz la mujer un hijo y le llamó Samsón” (esto es sol); “y el niño creció y Jehová lo bendijo” (versículo 24).
Vimos en qué consiste el nazareato; la historia de Samsón, poco alentadora, nos mostrará que el poder espiritual reside en la más absoluta separación para Dios; sólo Cristo la realizó plenamente. Samsón no es un tipo de Cristo sino solamente en su nazareato; en realidad es más bien la figura del testimonio que sigue dando la Iglesia de Dios en su posición frente al mundo, y el que Israel ha dado en lo pasado hasta que apareciera el Señor a esta tierra. Samsón hubiera debido ser un verdadero representante de la consagración a Dios en Israel; y más aún la Iglesia ya que ésta conoce a un Cristo subido al cielo. Ah, no fue así, comparándolo con el nazareato de Cristo, la insuficiencia del que hubiera debido ser su tipo, y más aún la de la Iglesia que lo hubiera debido seguir, nos sorprende.