Cuando algunos de los hermanos de Nehemías vinieron a visitar a Nehemías en el palacio, él aprovechó la oportunidad para preguntar acerca de los que quedaron del cautiverio y de Jerusalén (Nehemías 1:2). Uno podría suponer que un hombre en una posición como él habría tenido poca preocupación por los asuntos de esa pobre y distante provincia de Palestina. Nehemías, sin embargo, no era tal hombre; después de preguntar, se sintió profundamente conmovido por el informe (Neh. 1:44And it came to pass, when I heard these words, that I sat down and wept, and mourned certain days, and fasted, and prayed before the God of heaven, (Nehemiah 1:4)). “El remanente que queda del cautiverio allí en la provincia está en gran aflicción y reproche: el muro de Jerusalén también se derriba, y sus puertas se queman con fuego” (Neh. 1:33And they said unto me, The remnant that are left of the captivity there in the province are in great affliction and reproach: the wall of Jerusalem also is broken down, and the gates thereof are burned with fire. (Nehemiah 1:3)).
Las murallas de una antigua ciudad proporcionaban protección, separando a los habitantes de los enemigos externos. Las puertas de la ciudad permitían el acceso controlado. Todos los que iban y venían eran sometidos a la evaluación del portero. La puerta de una ciudad era también la sede del juicio (Rut 4). La Jerusalén celestial se caracteriza por altos muros y doce puertas de perlas, cada una con su guardián angelical: será una ciudad perfecta en separación y perfecta en administración (Apocalipsis 21:12).