La Creación, La Muerte, El Destino

Table of Contents

1. Creación
2. Creación  —  Muerte  —  Destino
3. Destino
4. Liberación
5. Muerte

Creación

Hebreos 11:1-3
Al tratar de descubrir la primera verdad en cuanto a Dios que se revela en las Escrituras, deberíamos señalar el primer capítulo de Juan, versículo 1. Nos lleva atrás antes de ningún comienzo de creación, antes de la existencia de cielo, tierra o criaturas. ¡Qué dignidad y majestad augustas encontramos en esta descripción! Quizá esto sea todo lo que se nos revela del Creador antes de la creación, excepto por el pasaje en Proverbios 8, "mis delicias son con los hijos de los hombres." La primera venida de Cristo ha preparado el camino para cumplir este Su deseo; la segunda lo consumará en plenitud de gloria (He. 9:28).
Cristo es el Creador, Salvador e Hijo de Dios. En Él era la vida; todas las cosas fueron hechas por Él, y Él es el Autor de la vida. Tenemos vida adánica en virtud de la creación. Cuando hablamos de la vida eterna para aquellos que son salvos, sabemos que la tenemos sólo por medio de la muerte de Cristo. Y es en la nueva creación. "Yo soy la resurrección y la vida" fueron Sus palabras a Marta. Uno sólo puede maravillarse y adorar ante un lenguaje tal proveniente del mismo Creador. ¿Por qué tenía esto que incluirme a mí? Si en este mundo hay tal gozo anticipación, ¿qué experimentaremos cuando todas nuestras esperanzas sean consumadas? (1 Co. 2:9).
Toda persona honrada tendrá que admitir que por naturaleza está alejada de Dios (Is. 59:2). El pecado nos separa de Dios. Y no sólo esto, sino que la vida de un adulto aquí abajo lo ha alejado tanto de Dios que parece como si no hubiera manera de volver. Con frecuencia tiene el sentimiento: "Ah, sólo volver a ser un niño para beber a fondo de la sencillez de la fe."
"Retorna, da la vuelta,
¡Oh tiempo! en tu volar,
Hazme un niño otra vez
Solo para hoy."
Pero, desdichadamente, la mente se aparta de esta sencillez, quedando endurecida por el engaño del pecado. Es por esto que la Biblia declara: "El que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él." Lc. 18:17.
¡Qué gozoso debe haber sido el momento en que se echaron los cimientos del mundo! ¿Es necesario saber cómo fueron echados? ¿Hay acaso algún beneficio espiritual involucrado en conocer la mecánica del proceso? Si fuera así, ¿no nos hubiera dado Dios un relato de estas cosas? Allí donde Él no habla, ¿no nos conviene también a nosotros callar? La creación no puede ser el texto para la vida en el Espíritu. ¡Dios habló! ¡Fue hecho! Cuán simple es para la fe. ¿Acaso se puede esperar menos de Dios? Esto es todo lo que la fe necesita, porque el nuevo hombre tiene una naturaleza que se deleita en Dios y que se queda satisfecha con todo aquello que Él se complazca en revelar (Sal. 119:57, 93).
Parece que "hijos de Dios" es un título dado a los ángeles en el Antiguo Testamento (Job 1:6; Gn. 6:4). Ya que los ángeles participaron de los gozos de la creación de la tierra, ellos mismos deben haber sido creados antes de aquel evento capital (Job 38:7).
En el principio [...] Dios. La siguiente parte del versículo 1 dice: "creó los cielos y la tierra." Conocemos un Dios viviente. Él puede decidir hacer aquello que Él quiere en el momento que a Él Le plazca. Vendrá el tiempo en que sólo habrá una voluntad en toda la creación. Todas las otras le serán sujetas. Y ello será voluntariamente en la tierra y en el cielo (2 P. 3:13).
Es por la fe que entendemos: no hay ninguna otra manera. La fe entiende, porque el creyente simplemente descansa sobre lo que Dios ha afirmado. Esto es entendimiento. La razón se pierde en lo infinito. Si un hombre natural no puede entender la creación visible, que consiste de posiblemente tres millones de seres de diversas especies, ¿cómo puede entender a Aquel que llena todas las cosas como Hombre, Cristo, o a Aquel que es "todo en todos," Dios?
La Biblia es verdad, hecho, para ser creída, no para razonar. La razón puede ser usada por el hombre para llevar a cabo su existencia aquí abajo en cuanto a las cosas naturales, en relación con una creación material. El espíritu del hombre está en contacto con Dios, y en esta relación sólo se puede entrar o seguir por la fe. La razón nunca puede entrar aquí. La dependencia y la obediencia, el carácter del ser moral del hombre, se perdieron en el huerto de Edén (Gn. 3:6-11). Ello tiene que ser recobrado, o el hombre lo pierde todo para siempre. Uno que crea ahora la Palabra de Dios tiene vida eterna, es traído de vuelta al favor de Dios, mediante la fe en la obra del Hijo de Dios en la cruz. Si el hombre quiere razonar con Dios, tendría que leer en primer lugar lo que Dios le dijo a Job en el capítulo 40 de su libro, versículos 1 al 14. Es en la carne que el hombre razona (Ro. 15:13).
Sólo es con extremada tristeza que podemos contemplar al mundo alrededor de nosotros perdido en sus razonamientos, intentando en vano encontrar a Dios, en tanto que nosotros podemos regocijarnos ya en la plena revelación que Él nos ha dado de Sí mismo como Padre, por medio de Su Hijo Jesucristo.
En lugar de poner en tela de juicio los caminos de Dios en la creación, el salmista canta alabanzas y se inclina reverente ante la revelación que Dios le ha dado de ellos (Sal. 36:5-10). La fe ha aprendido que los caminos de Dios son justos y sin parcialidad. ¡Ah, que nos lancemos en pos del Señor y estar en comunión con Él! ¡Qué pérdida eterna imposible de medir, perder para siempre la compañía de un Dios tan sabio, bondadosa y amante! La fe se encuentra sencillamente dando oído a la Palabra de Dios (Ro. 10:17).
El segundo versículo de la Biblia nos da una muy triste historia. Dios no nos ha revelado los detalles de qué es lo que sucedió para llevar la creación a este terrible estado de "desordenada y vacía." Sabemos que todo lo que Dios permite en Su creación, habiendo sido conocido de antemano, es para bien en último término. De ello sigue que, después del primer versículo de Génesis, hay lugar para toda la preparación de lo que puede ser visto en los yacimientos de fósiles en las capas rocosas, así como las grandes reservas de energía en varias formas como gas, carbón, petróleo, uranio, y cosas semejantes. Pero tales prospecciones, si se llevan a cabo con el fin de poner en tela de juicio la fiabilidad de la Biblia, traicionan mentes y corazones de incredulidad, y constituyen presagios de un terrible juicio que vendrá del mismo Dios de la creación. No nos referimos a la necesaria investigación para la utilización y aplicación de los recursos que Dios ha proveído (Job 28:1-9). Bien al contrario, éste es el uso para lo que ha sido dado (Dt. 8:9), y el hombre recibió una mente adecuada para ello. Lo que aquí queremos presentar es sólo la cuestión moral. La fe viene por oír la Palabra de Dios, no por vista, "no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas." 2 Co. 4:18.
Indudablemente, en estas eras mencionadas aquí, Dios estaba formando la tierra para que el hombre fuera la cabeza de ella (Gn. 1:26-28). El hombre no tenía precedente; todas las estériles excavaciones no han dado ninguna luz acerca del origen de las especies. El libro de Génesis sigue siendo la única luz sobre la oscura historia del hombre y sus comienzos. Las pretensiones ateas en cuanto al desenterramiento de evidencias del hombre prehistórico se sostienen sólo a base de especulación, escayola y alambres. Cierto que Dios no creó meramente los fósiles en las rocas; pero, aunque se pueden reconocer helechos, peces y otros animales, así como evidencias de otras creaciones, con una notable precisión, no hay nada que se parezca al hombre inteligente, tal como Dios lo creó hace aproximadamente seis mil años, que se haya podido establecer. Esto, naturalmente, es imposible, porque la Palabra de Dios está para siempre establecida en el cielo. "Tu palabra es verdad." Buscar evidencias de la ascendencia del hombre aparte de la que está dada en el registro divino constituye una burda incredulidad por parte de cualquiera que tenga en sus manos la Palabra de Dios.
El benévolo Creador se propuso que el hombre tuviera el cielo, la tierra y el mar, con amplias llanuras, montes, valles y ríos (Job 28:9, 10). Él preparó luminosas gemas, zafiros, diamantes, rubíes, así como oro y plata. Su omnisciencia preparó para el uso del hombre metales como cobre, hierro, estaño, níquel, así como una diversidad de otros metales, y otros materiales, para no hablar de una gran variedad de piedras abrasivas escondidas en las partes inferiores de la tierra, muchas de ellas expuestas ahora por cursos de agua.
¡Cómo todo esto debería provocar alabanza y dedicación de nuestra parte, al ver el propósito de Él cuya delicia eran los hijos de los hombres! Uno que no esté agradecido por estas bendiciones revela la distancia a que está su corazón de Dios por causa de la caída de Adán, y el hecho de que nunca ha recibido la redención mediante la preciosa sangre de Cristo, que es el Creador además de el Salvador. Será la Roca de las Edades la que probará ser el estable e inconmovible refugio cuando el Señor se levante para hacer temblar terriblemente la tierra. La edad de las rocas no será importante entonces. En aquel tiempo Él también conmoverá los cielos. Entonces no habrá ningún "lugar" que pueda ofrecer refugio, pero habrá un "Varón" que será escondedero contra el viento, y refugio contra el turbión (Is. 32:2).
Vendrá el momento en que todo en el cielo y en la tierra alabará al Señor. Durante el reinado milenial de Cristo la tierra será llena del conocimiento del Señor como las aguas cubren el mar. Su pueblo, Israel, se allegará a Él. De los tres reinos, sólo el celestial y el terreno serán reconciliados. El infernal será sometido a un juicio eterno (Fil. 2:10; Col. 1:20).
El versículo 3 nos lleva al primer día de la presente creación. La oscuridad sobre la faz de las aguas queda desvanecida al penetrar la luz en la creación. Fue la tarde y la mañana del primer día. Cristo es la Luz que elimina las tinieblas morales de todo el que cree en Él. Cristo es el primer pensamiento que Dios quisiera darnos cuando leemos Su Palabra. Toda verdad de las Escrituras se centra en la Persona y Obra de Cristo. Cristo es la única Luz que el hombre tendrá. En el estado eterno Cristo será la Luz y Sol; no habrá allí ninguna luz creada ni artificial, sino sólo Cristo (Ap. 21:23). ¿Qué podríamos hacer sin luz? El ojo sería inútil (Ef. 5:13). La vida no podría proseguir sin él. Por la misma razón, ¿qué podrías hacer en toda la eternidad sin Cristo? ¿Qué tipo de existencia será para ti? Porque existir existirás, bien en gloria eterna o bien en la negrura de las tinieblas para siempre. Tu elección ha sido tomada ahora. Todo lo que posees es el precioso "AHORA" (2 Co. 6:2). Sea cuál sea tu elección ahora, esta determina tu destino si pasas allí donde las decisiones ya no dependen de tu voluntad.
El firmamento mencionado en el versículo sexto es el cielo en que vuelan las aves, la atmósfera que rodea a la carne y la sangre (Job 37:16). No habrá necesidad de ella en el estado eterno, por cuanto la carne y la sangre no heredarán el reino de Dios (Ap. 21:1; 1 Co. 15:50). La vida será entonces espiritual para el hombre, habiendo perecido las bestias (2 P. 2:12; Sal. 49:12). El actual esfuerzo humano para dejar su morada proviene de Satanás y conllevará juicio. El hombre sin Cristo jamás se encontrara contentado. Todos sus actuales esfuerzos son un resultado de su falta de contentamiento.
En el tercer día la tierra surgió fuera de las aguas, y aparecieron las líneas costeras. Majestuosos acantilados, playas arenosas, excelentes ensenadas hicieron emersión. ¡Qué lección para aquellos de nosotros que andamos nuestro camino a través de un laberinto de intrincados senderos! Dios obra todas las cosas juntamente para nuestro bien. ¿Quién sino un agnóstico mezquino, de mente materialista y destructor de almas podría negar el majestuoso toque de la mano del Divino Arquitecto en esto, la única luz que el hombre tiene acerca de la creación? Esta revelación satisface al nuevo hombre.
Al surgir la elevada y majestuosa forma del monte Everest ante la mirada de la mente, seguido por otros elevados picos, ocho mil metros de agua se precipitaron a su cuenca, dejando paso al comienzo de un verdadero huerto del Edén. De inmediato aparecieron los continentes con las islas, dejando a la tierra en su forma presente lista para la creación que iba a tener lugar. ¡Cuán glorioso es todo esto al desvelar Dios por vez primera la escultura formada en Su laboratorio secreto! ¿No mostraba esto el interés estrecho del Creador en Su criatura elegida, el hombre? Al mandato de Dios el mar permanece en los límites que le han sido impuestos (Job 38:8-11; Sal. 33:6-9).
Después de llevar la tierra, el cielo, el aire, los ríos, los montes, valles, etc., a su orden presente, Dios cubrió la tierra con un manto de hierba, vegetales, verduras, árboles, con el color verde que iba a ser de forma tan prominente una imagen de la prosperidad, misericordia y reposo. Ningún otro color podría ser tan adecuado para la vegetación de la tierra como el verde.
Habiendo dado estas cosas para la felicidad del hombre, la tierra seguía quieta, sin nada viviente sobre su faz, excepto por la vegetación. Pudo haber brisas que soplaran y que hicieran que el mar golpeara contra la costa, pero ningún ser para gozar de la creación, ni aves del aire ni ganado en el campo, ni criaturas del mar. Si las anteriores creaciones incluyeron a especies actuales, murieron en el posterior cataclismo (Gn. 1:2).
¡Qué pequeños que nos vemos cuando consideramos el tercer día! Fueron maravillosas las vistas en medio de la apacibilidad: colinas verdes, árboles cargados de frutos de diversas variedades, verduras, nueces, plantas variadas de ornamentación, preparadas por Aquel cuya delicia estaba con los hijos de los hombres. Si nos aburrimos, desde luego no será porque Él no lo haya hecho interesante. Si comemos lo mismo día tras día no es por falta de diversidad. Ciertamente, la maldición ha dejada su impronta, pero, ¿no se aplica este hecho también a la mente del hombre? (Gn. 6:5). ¿Cómo puede el hombre disfrutar rectamente de nada en todo en tanto que está fuera de comunión con su Creador? De la misma manera que la actual creación comenzó en base de una tierra caótica, de la misma manera la nueva creación obra sobre un hombre muerto en delitos y pecados (Ef. 2:1-10), y, por medio de la obra de Cristo en la cruz, Dios hace una nueva criatura en Cristo Jesús (2 Co. 5:17). La fe es la piedra de toque. Ciertamente la Sabiduría está a la obra en la creación ante nosotros, pero ¡cuán generosos son los resultados al contemplar la nueva creación ejecutada por el mismo Autor (1 Co. 15:52, 53)!
¡Qué tesoro de recursos no se hallan intocados debajo de estas púrpuras montañas! ¡Cuántas provisiones de bienes sepultadas bajo fructíferas llanuras! Pero el hombre no estaba aún. El propósito en su plenitud tenía que ser aún acabado antes de que Dios pusiera a Su creación especial, al hombre, en su posición en la tierra como cabeza de todo (Gn. 1:26, 28).
El sol, la luna y las estrellas tenían que ser todavía puestos en sus órbitas para las estaciones, día y noche, verano e invierno, y poseyendo también un significado simbólico: el sol, la autoridad suprema; la luna, subordinada; las estrellas, luces individuales o gobiernos. Con el sol, hay calor juntamente con la luz, criando a la hierba en un crecimiento lujuriante, mientras que el sol calentaba e iluminaba toda la tierra en el curso de su circuito. El sol es tan importante para esta vida que el hombre, al olvidar a Dios, ha señalado al sol como objeto de adoración, como si tuviera vida en sí mismo. Esto es simplemente un culto pagano. Incluso Israel se rebajó a esto en época de Manasés (2 R. 23:5, 11). Satanás será aún públicamente adorado, no sólo en Israel, sino también por la cristiandad (Ap. 13:4).
Al llegar el quinto día las aguas del mar, comenzó a originar en abundancia los seres vivientes. El aire comenzó a resonar con el batir de alas, al ser creadas diferentes variedades de aves (Lv. 11:1-30). Grandes monstruos marinos, ballenas, tiburones, nutrias, focas, morsas, y multitudes de criaturas marinas, y criaturas voladoras, pudieron ser vistas jugando en el seno de una creación sin daño alguno.
Es maravilloso la sabiduría que fue aquí exhibida, al irse desvelando una tras otra las maravillas de la creación; pero seguía sin estar el hombre ... hasta que todo estuvo dispuesto para recibirlo.
Entonces, en el sexto día aparecieron los animales, todo lo que se mueve por la tierra. Ello incluiría a los insectos, roedores, y otras criaturas no mencionadas específicamente. ¡Qué variedad! Son sin fin las diferencias en la naturaleza de cada tipo al actuar cada uno de ellos en su propia esfera y forma de vivir. Cada uno de ellos fue creado para la gloria de Dios. Se han registrado aproximadamente tres millones de clases, incluyendo los seres de la mar.
La cigüeña, la tórtola y la grulla fueron utilizadas por el profeta para recordar a Israel en sus días de decadencia que Israel no podía juzgar su propio estado ni tiempo (Jer. 8:7).
A Israel también se le recordó que no debían buscar su seguridad en el caballo, que es un símbolo de la superioridad en la naturaleza (Sal. 33:16-18).
Cuando Pedro se vio negando a su Señor, el gallo le recordó la Palabra de Dios (Lc. 22:60,61).
Al rechazar a su Mesías, el mismo Señor le dijo a Israel que Su afecto hacia ellos era como el de una gallina guardando a sus polluelos (Mt. 23:37).
Israel había llegado a estar tan lejos de Dios que el profeta Isaías tuvo que recordarles que brutos como el buey y el asno tenían más inteligencia que ellos (Is. 1:3).
La serpiente o dragón parece recordarnos a Satanás (Gn. 3:1; Ap. 12:9). La maldición nunca será eliminada de la serpiente (Gn. 3:14).
Dios utiliza animales para exponer las características de varios imperios (Dn. 7:3).
En el juicio de los vivos, se usan ovejas y cabras para distinguir entre los salvos y los perdidos (Mat. 25:31-33).
Se usan un macho cabrío y un carnero para tipificar a un rey poderoso (Dn. 8:4, 5).
Se usan cuatro cosas pequeñas para exponer una gran sabiduría (Pr. 30:24-28).
El águila representa la omnisciencia o velocidad de juicio, según el contexto; la paloma, la paz (Ap. 4:7; Job 28:7; Is. 46:11; Jn. 1:32).
Se usan muchos animales para distinguir lo limpio de lo impuro (Lv. 11). El cuervo es clasificado como impuro, y con todo Dios lo usó para alimentar a Elías (1 R. 17:4).
El Señor Jesús dominó sobre el pez, y consiguió una moneda de su boca (Mt. 17:27).
Un gran pez fue usado para llevar a Jonás allí donde Dios quería que fuera (Jon. 2:10).
Una asna fue usada para reprender a Balaam (Nm. 22:28). Lo único de lo que se haya dicho que el Señor Jesús tuvo necesidad fue de un pollino, el hijo de una asna (Mt. 21:3). Es una imagen del hombre en su estado sin quebrantar (Job 11:12).
Las avispas fueron usadas para expulsar a los cananeos de la tierra (Ex. 23:28; Jos. 24:12).
El león es una figura de Judá levantándose en un día futuro con gran poder, supremo (Gn. 49:9).
Estos ejemplos deberían ser suficientes para mostrar como todo fue creado para la gloria de Cristo, y Él, como último Adán, pronto tomará Su lugar sobre toda la creación (Sal. 8). ¡Cómo deberíamos agradecer y alabar al Señor que Sus delicias sean con nosotros!
En este mismo sexto día, aunque distinto de la creación animal, Dios creó al hombre a Su imagen y semejanza, un ser singular que debía ser la cabeza de toda la creación; esto es, de la creación de la que se habla en los seis días de Génesis 1. Los cielos y sus moradores no están aquí a la vista (Sal. 115:16). Recibió un espíritu del que carecen los animales, relacionándolo con Dios de un modo especial. El hombre fue hecho erguido para mirar a su Dios en los cielos, no con su cabeza hacia abajo como en los animales. Dios también hizo para él una ayuda idónea que tomó del costado de Adán, un tipo de la iglesia sacada del costado traspasado de Cristo (Ef. 5:22-33).
Una marca definida de la superioridad de Adán sobre los animales, presente desde el mismo momento de su creación, fue que una de sus facultades era el poder del habla. La capacidad de dar nombres a los animales recién creados así como de comunicarse con Dios parece ser suficiente evidencia de su indiscutida condición de cabeza. No hay indicaciones de ninguna pretendida evolución hasta este punto en el registro divino, y es en vano que se buscará en uno y otro lado. Sólo la mente autónoma del hombre, alejada de Dios, podría inventar una filosofía tan degradante. "Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido" (Is. 8:20). El crisol y el microscopio no dan su apoyo a los razonamientos de la incredulidad humana. La razón no puede penetrar en el santuario de Dios. Sólo la fe en la Palabra de Dios da paz al corazón perturbado y una verdadera respuesta a la mente. Hallamos "todo gozo y paz en el creer." Ro. 15:13.
El lenguaje fue una parte necesaria de la persona de Adán como ser creado. Esta es una de las maneras en las que el hombre inteligente pudiera expresarse; y era inteligente desde el día en que fue creado, como ya hemos visto. Adán dio a su esposa el nombre de Eva (madre de todos los vivientes). Mediante este acto de fe Dios pudo darle una cubierta de pieles después de haber pecado. Tuvo que haber poseído un vocabulario sumamente extenso para poder nombrar a todas las criaturas, pequeñas y grandes, nombres que siguen llevando, aunque traducidos a varias lenguas, desde el hecho de la Torre de Babel y sus consecuencias provocadas por la soberbia del hombre y su posterior dispersión (Gn. 11:9). Incluso en la dispersión, las diferentes tribus humanas se encontraron con un nuevo lenguaje que sus semejantes no podían comprender. Ello se invirtió con Pedro en el día de Pentecostés (Hch. 2:8-11). Estos son acontecimientos de un gran significado para la fe. Es con mucha verdad que el poeta escribió: "Porque en él vivimos, y nos movemos y somos." El mismo aliento que respiramos es constante: sin él por sólo cinco minutos moriríamos. ¿Dónde, entonces, amigo mío, quisieras pasar la eternidad, tú, un ser con un alma inmortal? El registro divino es todo lo que el hombre tiene acerca de la creación. Por lo mismo, el registro divino es lo único que te puede mostrar cómo resolver el asunto de tu destino. ¿No actuarás sabiamente, y pondrás ahora mismo tus pies sobre la sólida roca?
"De cierto, de cierto os digo: El que oye Mi palabra, y cree al que Me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida." Juan 5:24.
El séptimo día introdujo el reposo. El día de sábado es el mismo centro de la fe judía (Lv. 23). Habla de uno reposando de toda su labor como lo hizo Dios al acabar Su obra. Cuán rico y dulce es el reposo que queda para el pueblo de Dios, tan pronto como cesemos de nuestras labores aquí para entrar para siempre en nuestro hogar con Aquel a quien amamos.
"Mi corazón anhelante, ahora reposando
En el seno de amor de Jesús,
Muchas veces me ha anticipado
Del cielo el glorioso reposo;
Mas, oh alma mía, recuerda,
Nadie allí se va a fatigar;
Todas las huestes redimidas
El reposo de Dios compartirán."
¿Has pensado alguna vez cómo sería si nos viéramos excluidos de todo el bien que promete una nueva creación, habiendo ya recibido prendas especiales de parte del Espíritu de una gloria que el Edén solo refleja pálidamente?
Estas meditaciones deben ablandar el corazón sometido y llevarlo a extender más y más sus raíces dentro de la única revelación que puede saciar al alma sedienta y hablar paz a un corazón perturbado. Al mismo tiempo hace que uno se incline en humilde gratitud ante un Dios creador que lo gastó todo por nuestra salvación al dar el más rico Don del cielo, que nos da a conocer una nueva creación que, digna sólo de Dios, nos acepta en el favor divino "en el Amado."
"¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son Sus juicios, e inescrutables Sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue Su consejero? ¿O quién Le dio a Él primero, para que Le fuese recompensado? Porque de Él, y por Él, y para Él son todas las cosas. A Él sea la gloria por los siglos. Amén." Romanos 11:33-36.

Creación  —  Muerte  —  Destino

VERDADES BIBLICAS
Apartado 1469 Casilla 1360
Lima 100, Peru Cochabamba, Bolivia
P.O. Box 649
Addison, Illinois 60101 EE. UU.
"Es en la intimidad de los consejos y de la gracia de Dios que el hombre se fortalece para la lucha de la que no puede escapar."
J.N.D.
CREACION — MUERTE — DESTINO
Hay un algo que no puede ser tomado con la mano, ni captado por el poder de la mente humana, ni siquiera por el de una mente cultivada. Y este algo se llama "fe." De hecho, el desarrollo de la mente lleva al hombre más y más lejos de Dios, a no ser que sea mantenido en comunión con Él.
Las decisiones vitales morales del alma se toman necesariamente a solas en presencia de Dios. Si uno está fuera de comunión con Dios, las compañías y los hábitos influencian pesadamente estas decisiones. Si se tiene aceptación en el mundo social, los jóvenes endurecen, gradualmente, y quizá imperceptiblemente, su corazón frente a los preceptos de las Escrituras adquiridos en años más tiernos, protegidos y flexibles. Es algo muy difícil pasar a través de los largos años de Escuela Superior o de Facultad sin ser aceptado socialmente. Además, con la actual permisividad, la corrupción moral sigue inevitablemente al quebrantamiento espiritual. Son alarmantes las cifras que indican que un gran porcentaje de jóvenes se encuentran en esta situación.
Un hombre y una mujer jóvenes no son aptos para la Universidad o matrimonio a no ser que él o ella hayan recibido instrucción en las verdades fundamentales de las Escrituras, que no sólo los basen y establezcan en Cristo, sino que también les den los principios necesarios para tomar las decisiones de la vida en sintonía con la voluntad del Señor. La otra alternativa es un total quebrantamiento espiritual, frecuentemente también corporal, y de las relaciones asumidas.
No es nuestra intención aquí minimizar la necesidad de preparación para una profesión. A los padres se les ordena en las Escrituras a educar al hijo en su carrera, y ello es una cosa que tienen que considerar seriamente, las inclinaciones de cada niño, además de impartir instrucción espiritual. Esto puede incluir una educación formal. Los padres deberían ayudar tanto como les sea posible cuando existe un propósito definido a fin de seguir actividades honradas o para elegir una profesión en el temor del Señor, preparándose templadamente para asumir las responsabilidades de la vida. Se precisa buscar una verdadera sabiduría de parte de Dios por parte de cada uno de nosotros, y ello sólo lo hallaremos sobre nuestras rodillas.
Debido a que Satanás controla la educación formal en sus varias facetas, esta ha venido a ser el lugar donde anidan la superstición y la incredulidad. Quisiéramos tratar de alentar la virtud y desalentar la incredulidad, para ayudar a una comprensión general de las perturbadoras preguntas de la vida: "¿De dónde vinimos?" "¿Cuál es nuestra presente condición?" y "¿Cuál será el fin?"
Si el corazón estuviera apropiadamente establecido en afecto a Cristo antes de que vengan las decisiones vitales, y si todo el ser estuviera reposando en cuanto al conjunto de los propósitos de Dios, que son en realidad una manifestación del eterno amor del Padre hacia Sus hijos, los jóvenes cristianos se contentarían en emprender un camino menos exigente aquí abajo, y en gastar sus energías en las cosas celestiales.
A fin de adquirir recursos en este mundo, los jóvenes se lanzan en grado excesivo a la obtención de una educación formal. En ocasiones se da una reacción marcada, en especial si se emprende este camino sin una consciencia apropiada de relación con Dios y Su Hijo. Al final del desarrollo y formación de los poderes naturales, los principios del mundo pueden haber quedado tan profundamente asentados en la mente y en el corazón que las evidencias externas del verdadero cristianismo en el mundo parezcan infantiles y en tal oposición a los principios de acción aprendidos en un mundo social y de negocios que no se puede cerrar la brecha. Con todo, puede que Dios no sea totalmente abandonado por causa de la conciencia, pero se entra en el compromiso, con lo que se tiene una juventud de doble ánimo, que no puede sobresalir ni en los negocios ni en la vida cristiana.
Entonces es preciso tomar una decisión, bien la de echarse atrás y buscar otro empleo que no exija de tal educación, o cauterizar la conciencia en las cosas que pertenecen al presente testimonio de separación para Dios, en el que Su pueblo ha sido instruido a caminar. A fin de preservar las apariencias, la perpleja alma sienta sus reales en alguna denominación religiosa respetada, viajando a través de la inmensidad de este desierto espiritual hacia un destino incierto como un barco sin timón y como un marino sin estrella. Ello no significa que no vaya a haber prosperidad; bien al contrario, siendo que las energías se dirigen hacia lo temporal, el presente puede dar tales bendiciones materiales que el corazón puede llegar a ser arrullado en la creencia de que Dios está en ello, hasta que el Señor venga como ladrón en la noche y lo destruya todo.
En los primeros siete versículos de Hebreos 11, el Espíritu de Dios da un bosquejo de los caminos y propósitos de Dios. Comienza con la creación, o antes de ella, hasta que tanto los santos celestes como los terrenos son hallados en su hogar eterno. Esto viene sólo por la fe, estando en la base de todo la Persona y obra de Cristo, Su venida entre nosotros como Hombre para llevar a su consumación todos los consejos de Dios, y Su muerte y resurrección la base de una nueva creación.
Creación
"Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía." — Hebreos 11:1-3.
Muerte
"Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella." — Hebreos 11:4.
Destino
"Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Le hay, y que es galardonador de los que Le buscan. Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó al arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe." — Hebreos 11:5-7.

Destino

Destino — El Cielo
Hebreos 11:5-7
Siempre que se introduce la ruina en aquello que Dios confía al hombre, Dios nunca restaura las cosas tal como eran. La ilustración utilizada en Hebreos 11:5 expone este hecho. Nosotros, la Iglesia, vemos ahora el misterio de la piedad tal como está descrito en 1 Timoteo 3:16. El circuito completo tomada por el Señor Jesús viniendo del cielo y volviendo al cielo, como Hombre, es expuesto al menos parcialmente por Enoc. Enoc tipifica al Hombre celestial en la tierra que complació a Dios. Fue el Hombre Jesús que complació totalmente a Dios, el cual entró en la casa del Padre en los cielos increados. Él subió allí porque fue arrojado de la tierra, y también porque glorificó a Dios en la tierra, el lugar de pecado, poniendo el fundamento para que el pecado pudiera ser quitado para siempre de la mirada de Dios.
El tema de los cielos nos introduce en algo totalmente nuevo. ¡Qué perspectiva que se abre ante nosotros! Ten la seguridad de esto, que el cielo no será una repetición del Edén (Gn. 3:24). No habrá posibilidad alguna de que perdamos el cielo. La Cabeza de la nueva creación no está sujeto a fracasos ni a la muerte. No sólo Él ha sido probado por nosotros, sino que Él ha pasado por la muerte y ha salido de ella triunfante como vencedor (Jn. 10:17, 18). Es porque Él vive que nosotros vivimos. Además, los gozos del Edén eran de un carácter que dependían de los sentidos de un hombre natural. Los goces celestiales no se hallan siquiera en los sentidos naturales, sino sólo en el espíritu (1 Co. 2:9, 10). El hombre natural en Adán no podía mantener mucho tiempo su mirada sobre Dios debido a que de natural eran atraídos a las cosas visibles (Ec. 3:11). Es sólo en espíritu y en verdad que adoramos al Padre (Jn. 4:24).
Esta esfera, "los cielos," ha suscitado una considerable investigación en nuestros tiempos; y no es de asombrarse. El hombre religioso sabe que hay personas que tienen la intención de ir allá. El escarnecedor sigue intentando hacer lo mismo, sólo que de una manera algo diferente. Esto nunca se conseguirá de la manera que se espera; y, aunque incluso ha plantado su pie sobre otro astro, con todo, este astro, o cualquier otro planeta, nunca ha sido preparado para él, sólo la tierra. Dejar este planeta con la intención de aposentarse en los cielos constituye una forma patente de apostasía que será juzgada. Cristiano, ¡ten cuidado! Es pecado (Sal. 115:16).
Cristo ha entrado en los cielos como Hombre, yendo allí para preparar aquel lugar para los hombres. Si los preparativos para un hombre natural tienen que ser físicos, los preparativos para un hombre espiritual tienen que ser espirituales (Lc. 24:39). Como el celestial, tales los celestiales. ¡Amigo! ¿Reúnes tú las condiciones para ello? Si no es así, tu porción será en el lugar preparado para el diablo y sus ángeles. El hombre nunca morará en los cielos excepto con Cristo (Jn. 14:3). Los creyentes deberíamos llevar siempre con nosotros la atmósfera del cielo, como los hijos de Israel llevaban un cordón azul en las franjas de los bordes de sus vestidos (Nm. 15:38, 39). Sansón tenía un secreto con Dios ... su largo cabello. El mantenimiento de este secreto le dio un poder continuo en medio de sus enemigos. En un momento de descuido reveló su secreto al mundo, y perdió su poder y su vista (Jue. 16:17). "Compra la verdad, y no la vendas" (Pr. 23:23).
Bien poco consciente está el hombre de que detrás de las escenas hay una intensa lucha entre el bien y el mal. Desde que Adán, con fe, dio a su esposa el nombre de Eva (Gn. 3:20), se ha dado un conflicto con el Maligno. Aunque ha sido un combate mayormente escondido (Ap. 10:7), hay ocasiones en que el conflicto se hace guerra abierta. Dios nos ha contado los conflictos del pasado y también la manera en que el enemigo ataca. Ha tenido numerosos éxitos contra el pueblo de Dios, pero pronto habrá una serie de cambios principales en los que Satanás será totalmente derrotado y arrojado al lago de fuego para siempre (Ap. 20:10).
El primer cambio que como cristianos debemos esperar es el arrebatamiento, que forma parte de la primera resurrección, por cuanto habrá un gran número que resucitarán en aquel momento (1 Ts. 4:13-17). Sólo creyentes resucitarán de entre los muertos. El resto de los muertos no serán levantados hasta el final del milenio, y luego sólo para ser sentenciados al lago de fuego para siempre (Ap. 20:5). Así, antes del reinado milenial de Cristo, todos los creyentes que han muerto serán resucitados de entre los muertos y serán cambiados en un cuerpo semejante al cuerpo glorioso de nuestro Señor Jesucristo. Habrá diferentes familias en el cielo, como los santos del Antiguo Testamento, aquellos como Juan el Bautista y el ladrón en la cruz (que estuvieron aquí para ver al Señor, pero que murieron antes de Pentecostés, cuando los creyentes fueron bautizados en un cuerpo constituyendo la iglesia), y la iglesia misma (Ef. 3:15; He. 12:22-24). Todos los santos vivientes se unirán a aquellos que han muerto en fe para ser arrebatados juntamente para encontrar al Señor en el aire. Más tarde, los mártires que serán muertos por Jezabel durante la tribulación serán resucitados para reunirse con la compañía que sale de un cielo abierto con el Cordero para ejecutar juicio sobre la tierra (Ap. 14:13). Todos estos reinarán con Cristo por mil años (Ap. 20). Todo será nuevo para nosotros en aquella creación celestial.
Frescas como el rocía brillante del alba
El Señor de la vida todas las cosas renueva.
Los cielos Él cambiará, la tierra rectificará,
Todo placentero para la mente y la vista será.
¿Sol en el cielo? ¡Tal no habrá!
El Cordero es la Luz en todo lugar.
¿Quién entona un nuevo cántico de alabanza al Señor?
Sólo los redimidos salidos de la tierra de Él en redor.
Mi nombre aquí atacado es y cubierto de oprobio;
Él nuevo lo hará, famoso y con esplendor.
Él me ha dado una piedra nueva de blanco color;
Con Él sentado estaré en un trono en esplendor,
¿Crees que este mundo, con sus dones y fama
Puede ni compararse con mi maravillosa corona?
¿Por qué tardas tanto? Pronto la noche caerá.
Abraza ya a mi Salvador y llega por fin al hogar.
Por doquiera que miro, cierto estoy de su verdad,
Todo lo que mis ojos ven mejor y nuevo será.
El lamento de la tórtola, el corazón con su anhelante clamor,
Respuesta tendrán cuando la reunión en el aire se dé.
Deberíamos tratar de familiarizarnos aquí con nuestro futuro ambiente. Al leer en espíritu de oración los evangelios y las epístolas, entramos en la presencia de Dios y adquirimos más de las cosas celestiales. Cuanto más conocimiento adquirimos de las cosas materiales, tales como música, arte, industria, tanto más peligro hay de que nos veamos obstaculizados de aquellas cosas que son realmente relevantes para el goce de la vida eterna (1 Ti. 6:19). El seguimiento de estas cosas favorece el debilitamiento del alma; no contribuyen para nada al nuevo hombre (1 Ti. 6:6).
Si estamos esperando al Señor Jesucristo, nuestro Libertador de la ira que ha de venir, ¿no deberíamos gozar estando en Su compañía? El Espíritu, el otro Consolador, está aquí con este preciso propósito y también para conducirnos a toda verdad (Jn. 16:13).
La venida del Señor será la plenitud de los gentiles (Ro. 11:25).
Poco después del arrebatamiento de los santos celestiales, Satanás será arrojado del cielo. Esto precipitará la gran tribulación para Israel (Ap. 12:9). Al mismo tiempo habrá una época de prueba también para las naciones de Occidente. Esta será la época de las trompetas y de las copas.
Los cielos serán purificados y cambiados antes que la tierra sea cambiada en la restitución de todas las cosas (Lc. 19:38). El arrojamiento de Satanás del cielo será el primer paso, o la purificación de los cielos. El cielo se regocijará entonces; el acusador ya no rugirá más allí (Ap. 12:9). Hacia el fin del tiempo de la tribulación y prueba para la tierra, todos los cielos, o universo de cosas creadas, serán cambiados por lo que respecta a su administración, transfiriéndose el poder de los ángeles a los hombres. Entonces se dirá de los ángeles que son "Sus ángeles" (2 Ts. 1:7), siervos del Hijo del hombre. La asamblea general de los ángeles, "miríadas," será convocada para que la administración transferida a Cristo y a la iglesia quede registrada en el cielo (He. 12:22, 23). Esto da comienzo al DÍA DEL SEÑOR. Al salir Él del cielo, montado en un "caballo blanco," va acompañado de la iglesia (Ap. 19). Los santos y mártires del Antiguo Testamento que ya han sido resucitados reinarán asimismo con Él. Todos los que mueran tendrán una porción celestial si tienen sus nombres escritos en el libro de la vida del Cordero. Con "paz en el cielo," sigue después la bendición sobre la tierra. Desde aquel momento, durante el día milenial, Cristo como hombre mandará sobre los ángeles como siervos, mandándoles a limpiar de la tierra todo lo que ofende y a quitar a todos aquellos que hacen iniquidad (Mt. 13:41). A ello seguirá de inmediato el establecimiento del reino terrenal, en tanto que el Espíritu es derramado sobre Judá (Jl. 2:28).
El trono establecido en el cielo tiene veinticuatro ancianos, tipificando a la iglesia y a los santos del Antiguo Testamento, justo en redor de él, mientras que los ángeles tienen su lugar en el círculo exterior (Ap. 5:11). Los ángeles son vistos como los bien dispuestos porteros de la ciudad celestial, la Nueva Jerusalén (Ap. 21:12).
Después de que la tierra quede limpiada por el juicio, los santos reinarán con Cristo sobre ella al establecer Él Su trono en gloria sobre la tierra para regirla. La sentencia final sobre las criaturas, hombres o ángeles, no será determinada por los hombres. Cristo, y sólo Cristo, es el Juez (Jn. 5:22, 27). En el mantenimiento de la justicia y en el impulsar de la bendición, la iglesia, con los santos celestiales, tendrá ciertamente su parte (1 Co. 6:2, 3), aunque por lo general sin ser vista, obrando mayormente como los ángeles en la actualidad. Israel, naturalmente, será el agente visible en la tierra (Mi. 5:7, 8).
"Su esposa se ha preparado" puede incluir la preparación ante el tribunal de Cristo, donde todos los principios de justicia saldrán a luz (Ap. 19:7).
El Señor Jesús será Rey, y Sacerdote según el orden de Melquisedec, en aquel día (Heb. 7:1-3). Los santos celestiales tendrán una obra muy feliz que llevar a cabo además del gobierno. Habrá almas que necesitarán oír del Rey en Sion. Sabemos que durante el reinado de mil años de Cristo la tierra será llena del conocimiento del Señor como las aguas cubren el mar. Esta placentera tarea la asumirán los santos, como se dice, "Y Sus siervos Le servirán" (Ap. 22:3). La esposa, ayuda idónea, simplemente seguirá con la misma obra gozosa que ya había tenido el privilegio de llevar a cabo antes, sólo que de una manera más rica y plena (Mt. 25:21). Naturalmente, Israel será el agente directo, ya que esta nación estará en el puesto de gobierno, estando la iglesia escondida (Mi. 5:7). Los varios colores de las piedras en Apocalipsis 21 nos sugieren la manera en que se exhibirá la gloria de Cristo como Rey.
Ya que Enoc fue arrebatado por fe, tiene que haber sabido que iba a ser arrebatado antes que el acontecimiento tuviera lugar. Esto nos sugiere lo que se enseña claramente en el Nuevo Testamento, que los que son celestiales en la tierra tienen ya la mente del cielo (Ef. 1:8, 9). Enoc anduvo con Dios aquí abajo, y fue arrebatado para andar con Dios allí. El hombre celestial trata de mantener un carácter celestial aquí abajo porque este es el carácter permanente allí arriba. La inteligencia en la mente del cielo nos da el conocimiento acerca de los eventos del porvenir (Jn. 15:15).
Hemos hablado de cosas externas. ¿Y qué de la vida privada del hombre celestial cuando finalmente llegue al hogar? Así como Cristo ha ido al Padre, del mismo modo nosotros iremos al Padre (Jn. 14:2, 3). Allí hay muchas moradas. En Lucas 11 el Señor Jesús nos invita a ir a Él como Amigo, lo que sugiere comunión personal. La adoración será la parte de aquellos que han establecido amistad con Jesús. En la casa del Padre habrá siervos para atender a los hijos (Lc. 15:22). Jesús mismo ha prometido ministrar a los Suyos como siempre ha querido hacer (Lc. 12:37). Iremos revestidos, para no dejar el más mínimo resquicio a ningún apuro, ni ante el mismo ojo de Dios. Estaremos totalmente purificados, frescos, cómodos, y profundamente dichosos. Diariamente nos alimentaremos del becerro gordo junto con el Padre (no habrá gozo como éste). También beberemos en abundancia. Nuestros serán el gozo y la alegría, con el "arpa" siempre bien afinada.
"Para no poner ante el Padre otro nombre que el tuyo, Señor."
Seremos el objeto del corazón del Padre, al quedar Él y nosotros para siempre satisfechos con Su amor (Ef. 1:4-6).
Conscientes de que todas las cosas son nuestras, contemplaremos nuestra herencia, y levantaremos la mirada para ver la gloria de Dios. Veremos a Cristo cara a cara (Ap. 22:4). Él permanecerá como Hombre con Su esposa para siempre, como Dios es Todo en Todo (1 Co. 15:24-28). Los cuerpos transformados e incorruptibles serán "como Él quiso" (1 Co. 15:38). ¡Qué felices sorpresas hallaremos allí al desvanecerse el antiguo orden de cosas para dar lugar a la renovación de todas las cosas! Serán grandes los pesos de gloria para reemplazar los presentes sufrimientos que sólo son momentáneos (2 Co. 4:17).
Pablo oyó palabras que al hombre le era imposible pronunciar, cuando fue llevado al tercer cielo (2 Co. 12:4). En los nuevos cielos, donde mora la justicia, compartiremos el largo día de la eternidad con el Señor Jesús nuestro Salvador, como miembros de Su cuerpo, Su carne, Sus huesos (Ef. 5:30). Seremos semejantes a Él cuando Lo veremos como Él es. Al comer del árbol de vida, sentados con Él en Su trono, Él, como Esposo, habrá escrito sobre nosotros Su nuevo nombre (Ap. 22:4).
¿Qué será comer del árbol de la vida? El primer hombre fue expulsado del paraíso en la tierra a fin de que no pudiera comer del árbol de la vida y viviera para siempre (Gn. 3:24). En Cristo, el último Adán, nosotros sí comeremos "del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios" (Ap. 2:7). Si la nueva Jerusalén representa la morada eterna de los santos celestiales en general, la casa del Padre es el especial hogar de la iglesia. Nosotros siempre viviremos en el cielo; nosotros, como Cristo, somos celestiales.
Desde el cielo la iglesia tendrá contacto con la nueva tierra, para compartir los gozos comunes. ¡Qué inmenso cambio desde un mundo de pecado! Al unirse el nuevo cielo y la nueva tierra en una bendición eterna, todo dolor y tristeza habrán desaparecido para siempre (Ap. 21:1-8).
¡Amigo! ¿Tienes acaso una nueva naturaleza y vida que se alegren ante esta expectativa? Quizás lo desees, pero sepas que no es cierto de ti. Hay tiempo ahora para beber del agua de la vida (Ap. 22:17). Recibe ahora a Cristo como Salvador. Deposita toda tu confianza en Su preciosa sangre y serás salvo.
"Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna." 1 Juan 5:13.
DESTINO — LA TIERRA
Hebreos 11:7
La esperanza de la iglesia es la venida del Señor. Como creyentes, no estamos esperando el cumplimiento de eventos proféticos mientras estemos en la tierra. Nuestro hogar está en el cielo, y miramos al Señor en espera de nuestra liberación corporal fuera de este presente mundo malo que se está precipitando a la perdición. Esta esperanza nuestra quedará cumplida cuando oigamos el clamor de victoria y seamos arrebatados a reunirnos con el Señor en el aire, para estar para siempre con Él en la casa del Padre. A continuación del arrebatamiento de la iglesia con los santos del Antiguo Testamento, cuando todos en Cristo entonces hayan sido resucitados y cambiados para estar en el cielo para siempre, la tierra comenzará a sufrir cambios (Ap. 6).
Durante dos mil años el cumplimiento de la profecía ha sido mantenido en suspenso debido al "misterio," hasta que haya llegado la plenitud de los gentiles (Ro. 11:25). El Apóstol Pablo fue el primero y único en recibir una revelación del "misterio." Todo el período de la iglesia, incluyendo el juicio del falso cuerpo profesante, es un misterio conocido incluso ahora sólo por el verdadero creyente que tiene la unción del Espíritu. Pablo recibió, por revelación, la verdad de la iglesia en cuanto a su carácter, administración en testimonio durante su paso por el mundo, y orden y comportamiento en la congregación de la asamblea para doctrina, partimiento del pan, comunión y oración, también acerca de su arrebatamiento y asociación con Aquel que como Hombre será Cabeza sobre todos los seres creados (Ro. 16:25; Ef. 3:8, 9).
Juan recibió, por revelación, el futuro establecimiento del gobierno y bendición en la tierra mediante la iglesia. Estará unida a Cristo en gloria administrativa en el trono como aquellos que moran en los cielos. Juan muestra también el desarrollo y punto culminante de la terrible apostasía y violencia que cierran la historia de la iglesia profesante, incrédula y desobediente, que queda aquí para sufrir la ira de Dios, en tanto que la verdadera asamblea mora en gloria en los cielos, más allá del son de los truenos del juicio.
Las condiciones en el momento en que la verdadera iglesia haya desaparecido no mostrarán, con toda probabilidad, ningún cambio inmediato, siguiendo las organizaciones religiosas muy de la misma manera. Es posible que se dé una agitación al desaparecer la compañía de creyentes. Es indudable que se iniciará una investigación, para confusión de los investigadores. El hecho de que no se hallará ningún cuerpo y que todo quedará como si los creyentes estuvieran aquí, será verdaderamente un enigma para los moradores de la tierra. La observancia de las tradiciones aumentará a fin de desahogar la conciencia, y la idolatría dará una satisfacción externa a los corazones agitados y alienados (Ap. 9:20).
Parece haber dos esferas sobre las que se centra el foco profético: la tierra romana (occidente) (Ap. 8:7), y la Tierra Santa (oriente) (Ap. 9:1-4). El término tierra incluye las partes occidental y oriental. Es una expresión moral para referirse a la parte del mundo en relación conocida con Dios, por lo menos en cuanto a su profesión externa. Se predicará un evangelio en la tierra después del arrebatamiento de la iglesia. Proclamará al rey que ha de venir, el Mesías de Israel, tanto tiempo prometido, que reinará en justicia sobre el trono de Su padre David.
Una vez haya sido proclamado el evangelio del reino (Mt. 24:14), las naciones que se encuentren dentro de los límites de las cuatro monarquías, descritas por Daniel en el segundo capítulo de su profecía, quedarán también incluidas con Israel en la tierra profética. Será la tierra profética, no todo el mundo geográfico, que será entonces juzgada (Is. 26:9).
De las cuatro monarquías (o bestias) mencionadas, la babilonia, la medo-persa, la griega y la romana, la última será reavivada en los últimos días, cuando la iniquidad y el pecado serán llevados a su colmo, para encabezar una tierra abiertamente opuesta a Dios y a Su Cristo. Antes que el día milenial pueda ser plenamente introducido, caerá lo que quede de estos soberbios instrumentos del gobierno e ira de Dios, como parte de la gran imagen presentada en Daniel 2. La imagen será totalmente quebrantada por el Hijo del Hombre al venir a tomar Su reino en justicia.
El Apóstol Pablo escribe como "ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles" (Ro. 11:25). Algunos de los judíos, mencionados como "entendidos," de las dos tribus que entonces volverán a Palestina, enseñarán al remanente despertado (Dn. 12:3). El resultado de ello será un testimonio en Jerusalén. Será en este momento, o justamente antes, que alguna gran potencia marítima, probablemente de Europa, asumirá la causa de los judíos, no sólo para devolverlos en grandes números a su tierra (Is. 18), sino que también puede tratarse del mismo poder que firme con ellos un pacto de protección para siete años (Dn. 9:27). Al final de los primeros tres años y medio este pacto será denunciado, con lo que caerá la gran tribulación sobre las dos tribus retornadas. En ocasiones los primeros tres años y medio son mencionados como "principio de dolores."
Al principio habrá prosperidad, seguramente al volver los ricos judíos a su tierra con riquezas conseguidas durante la era cristiana (Is. 2:7), y la civilización florecerá en Jerusalén y sus alrededores (Is. 17:9-11). Surgirá un líder popular con un antecedente religioso para conducir al pueblo. Poco después, vendrá a ser su rey (Dn. 11:36).
Desde el principio habrá un remanente piadoso en distinción a la masa del pueblo. El remanente no participará del pacto, ni del culto, ni de los sacrificios, siendo su sacrificio un espíritu quebrantado, que el Señor no menospreciará (Sal. 51:17). Surgirán falsos maestros en y alrededor de Jerusalén (Mt. 24:24).
Desde el oeste, durante el mismo período, surgirá algún gran líder que logrará grandes victorias incruentas (Ap. 6:2), sometiendo a las naciones de occidente, al menos durante un corto tiempo. La agitación como reacción al despotismo provocará una suerte de guerra civil (Ap. 6:4), quizá diferente de las anteriores en cuanto a que será más caótica y extendida; se matarán "unos a otros." Ello puede que venga a ser resultado de temas locales como trabajo contra capital, disputas raciales, y, al endurecerse más y más las condiciones, por el relajamiento de la moralidad, y la indulgencia en los placeres y dinero fácil, siendo estos los objetos del hombre caído. Los días del placer y del beneficio fácil ya están sobre nosotros. ¡Qué cercana debe estar ya la venida del Señor!
Como resultado de un período de una prolongada lucha civil y del derroche de energías en guerras asoladoras, la agricultura sufrirá. El aumento de población, que ya ha venido a ser un problema, añadirá a la extendida carestía y hambre (Ap. 6:5, 6), especialmente entre las clases trabajadoras. Terribles espectáculos acompañados de señales del cielo provocarán terror en los corazones de los hombres, mientras la peste y la muerte barren una parte de la tierra profética (Ap. 6:8).
Nunca ha habido una época en que Satanás no atacara al pueblo de Dios, y el período del que aquí se habla no constituirá una excepción. Se oirá la voz de los mártires clamando desde debajo del altar y pidiendo venganza sobre los moradores de la tierra (Ap. 6:9, 10), los religiosos romanos que han rehusado el cielo, eligiendo a un Cristo popular en lugar de aceptar el camino de rechazamiento con un Cristo ascendido y glorificado rechazado por el mundo. Estos, que fueron un pueblo privilegiado, habiéndose apartado de la verdad, caerán víctimas de los engaños de Satanás y vendrán a ser los instrumentos, en su mano, para perseguir y dar muerte al testimonio residual de los judíos, todos los que puedan hallar. Los mártires reciben la palabra de reposar hasta que sus "hermanos" y "consiervos" sean muertos como ellos (Ap. 6:11).
En este momento del desarrollo profético, Satanás será arrojado del cielo a la tierra, provocando una tremenda convulsión, especialmente en Occidente (Ap. 12:7-9). No teniendo ya más oportunidad de obrar desde el cielo, sus energías serán desde entonces desplegadas desde la tierra. Aunque estará presente en persona para dirigir las cosas, siendo un ángel caído no será visible. Entrará en la arena política, reunificando el Imperio Romano pero de una manera nueva y diferente no conocida antes, con diez cuernos y siete cabezas, las cabezas coronadas (Ap. 12:3). La cola del dragón (Satanás) arrastrará consigo a la tercera parte de las estrellas del cielo en su caída a la tierra (Ap. 12:4). La "tercera parte" designa al Imperio Romano, la coalición de diez naciones recién formada, pero no cada una con un rey como más hacia el final. El arrastramiento con la cola sugiere que se encontrarán bajo un control religioso extraño, pero dictado por Satanás, no por el cielo (Is. 9:15). El terremoto mencionado es este cambio de poder sin precedentes, ahora totalmente bajo control político de Satanás (Ap. 6:12-14). El fin que Satanás tiene a la vista, y que seguirá, es ser adorado en la tierra. Sin una organización eclesiástica Satanás no tendría un instrumento apropiado para sus fines (Ap. 17:7).
La iglesia de Roma, llamada la "mujer" en su forma de gobierno, (Ap. 17:18), la "ramera" en sus formas religiosas corruptoras en las que cae y es destruida (Ap. 17:1-5), será el instrumento maduro y dispuesto para ser utilizado por Satanás para formar el nuevo orden sobre la tierra poco después que caiga del cielo (Ap. 17). La iglesia de Roma ha tratado siempre de influenciar el gobierno, y es precisamente una organización así la que puede ser utilizada para someter a toda la masa de la cristiandad a la idolatría y a la adoración a Satanás (Ap. 18:2). Naturalmente, la "ramera" tendrá "hijos," las denominaciones protestantes que abrazan principios del romanismo (Ap. 2:23). El movimiento ecuménico podría ser una premonición de ello. Así, el mundo político romano quedará controlado por un gobierno religioso durante una parte de los últimos tres años y medio del entero período profético de siete años que aún ha de venir.
Al quedar subvertido el gobierno, los hombres se quedarán sin protección. El temor de lo que está sobreviniendo sobre la tierra abrumará de tal manera a los hombres que se verán lanzados a la desesperación, pidiendo a las rocas y a los montes que caigan sobre ellos para esconderlos de la ira del Cordero (Ap. 6:16). El terror azotará la tierra occidental, que estuvo en el pasado en posesión de las más preciosas verdades que, si se creían en el corazón, no sólo iban a poner a cubierto al alma de la ira de Dios, sino que introducirían al más vil pecador a Su favor eterno por la fe, dando paz aún ahora a un mundo angustiado (Hch. 10:36). Pero en el tiempo de que se trata ahora, ya no habrá oportunidad para la misericordia. El remordimiento y el terror lucharán por la supremacía en el corazón humano.
Pero la ira del Cordero no ha venido. Estos son los lejanos truenos del juicio, de un juicio tan terrible que, si los días no fueran acortados, ninguna carne se salvaría (Mt. 24:22). Alguna carne se salvará y, en el intervalo, antes del anuncio de calamidades más duras, somos invitados a ver qué es lo que Dios está haciendo para magnificar Su gran nombre (Ap. 7). Ciento cuarenta y cuatro mil de los hijos de Israel (un número simbólico), así como una gran compañía de gentiles que nadie puede contar, sacados de todas las naciones, son presentados como trofeos de la gracia de Dios para ser sacados de gran tribulación y llegar a tener un lugar especial en el reino. Estos gentiles son los mismos que las ovejas de Mateo 25, que han creído a los predicadores judíos que saldrán a todos los gentiles de la tierra profética antes que llegue "el fin" (Mt. 24:14). Las oraciones de los mártires, anteriormente mencionadas, serán entonces llevadas al cielo, precipitando los siguientes abrumadores juicios (Ap. 8:3-5).
Las ocho almas de los días de Noé prefiguran a aquellos que no sólo serán salvados para formar la población de la nueva tierra milenial sino que también representan a las que morarán en la tierra en el estado eterno (1 P. 3:20).
Si en el tercer sello las clases trabajadoras sufrieron hambre, aquí son los potentados de la tierra, el capital, las clases altas, que son azotados por el juicio, cayendo sus posesiones juntamente con ellos. Es de suponer que al verse privados de todo apoyo externo son llevados a la consciencia de lo pequeño que en realidad es el hombre cuando Dios quita Sus bendiciones diarias por las que muestra tan poca gratitud. Toda soberbia será humillada. El día del hombre habrá llegado a su fin al avecinarse la introducción del día del Señor (Ap. 8:7).
El siguiente juicio en el seno de la tierra romana tiene que ver con un gran poder (monte) que es arrojado dentro de las masas de las gentes, llevándolas a la apostasía (Ap. 8:8, 9). (Apostasía es el abandono de una posición conocida o profesada). El comercio llega entonces a su fin. Serán terribles las condiciones que caerán sobre la tierra. La "estrella" vista cayendo podría significar el abandono de toda relación con Dios, incluso exteriormente, por parte del líder del mundo religioso occidental (Ap. 8:10, 11). Este poder apóstata asume el control, afectando a las mismas fuentes y canales fijados de la vida y bienestar dentro del imperio. Mediante influencias populares, la apostasía vendrá a ser parte de la administración gubernamental, llegando finalmente a afectar la compra y la venta (Ap. 8:12).
Llegando el juicio a los gobernantes, extendiéndose a los poderes menores, instilando la apostasía como verdad, y la adoración de Satanás como si fuera Dios, el gran engaño va haciendo su efecto. El hombre será abandonado sin una conducción apropiada, y no tendrá ninguna inspiración ni dirección para su vida privada. Las naciones que forman parte de la tierra romana, junto con sus líderes, se habrán vuelto de Dios a Satanás, y la masa del pueblo los seguirá en su camino. ¡Qué superstición emocional será finalmente la que se apodere del llamado mundo cristiano!
En oriente, un líder religioso más tarde denominado el anticristo asumirá el control del pueblo apóstata de Judá y Benjamín, que estarán retornados a su tierra (Ap. 9:1-11). El primer ay señala el sometimiento de este líder a las influencias tenebrosas de la morada de Satanás, y como encerrando en una red religiosa a la masa de judíos apóstatas sin sellar. La luz del cielo habrá desaparecido ... ¡qué tinieblas! "Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?" Mt. 6:23.
Los instrumentos utilizados en el juicio sobre las llamadas naciones cristianas de occidente no serán otros que las fuerzas del ateísmo, vistas entonces cruzando el Éufrates para atacar al imperio romano desde oriente (Ap. 9:12-21). Tanto la espada como el veneno de la serpiente serán sentidos por el Occidente, adentrándose en el Imperio. Esto aglutinará a los judíos y a la confederación occidental en un solo frente contra el enemigo de oriente. Desconocemos cuán extendidos vayan a ser los resultados de este ataque, pero será lo suficiente como para cerrar la brecha entre el Imperio Romano y las gentes en el área de Palestina. Dios atraerá a las naciones en contra de los judíos profesantes. El asirio comenzará sus actividades, las que finalmente lo llevarán también a juicio. Este poder abrumador del norte y oriente no hará apartar a los súbditos romanos de su idolatría.
Se ve una bestia saliendo del mar y siguiendo su curso durante cuarenta y dos meses. Así queda establecida la escena para lo que sigue, el surgimiento de las dos bestias en sus actos finales de blasfemia. La primera bestia es vista saliendo del abismo, estando su poder ahora dirigido directamente por Satanás (Ap. 11:7). En su última forma es un emperador con diez reyes coronados subordinados. En esta forma, la bestia viene para asumir un total control de la tierra y para ser adorada, finalmente como el ser supremo sobre todos (Ap. 13:4), usurpando así el derecho de Dios y de Su Cristo.
De las cuatro monarquías, la primera con la cabeza de oro era, desde la perspectiva de la tierra, la más gloriosa (Dn. 2:37-39). Sin embargo, la última, la romana, será la que ejercerá el más cruel poder, aunque sólo por un poco de tiempo (Dn. 7:19-21). Pero incluirá toda la crueldad que simbolizan las otras monarquías.
La segunda bestia de Apocalipsis 13 surge de la tierra (Ap. 13:11), siendo su carácter, con dos cuernos, como el de un cordero, imitando a Cristo como profeta y rey. Recibe el nombre de "rey" por parte del profeta Daniel (Dn. 11:36), y toma el puesto del Mesías, engañando a toda la tierra.
Los dos malvados instrumentos de Satanás, las dos bestias, serán suscitadas en su última forma de blasfemia durante los juicios de la tribulación para enfrentarse a la introducción del reino del Hijo del Hombre. Al ver el profeta al Cordero de pie sobre el monte Sion con los "ciento cuarenta y cuatro mil" (Ap. 14:1), el ángel con el evangelio eterno llama a todos a que den gloria a Dios, porque ha llegado "la hora" de Su juicio. Serán estos dos malvados instrumentos los que conducirán a su punto culminante la apostasía de los judíos y de la falsa iglesia. Se dará entonces una adoración abierta de la bestia mediante el gran engaño establecido por el falso profeta, y atrayendo el juicio desde el templo de Dios (Ap. 16).
El testimonio público en Jerusalén cesará, donde tiene el anticristo su influencia, porque los dos testigos son muertos por la primera bestia.
Ahora, durante "una hora" (Ap. 17:12), todo estará en manos de la bestia romana, con los diez reyes y el anticristo judío. Los diez cuernos coronados, junto con la bestia, derribarán a la "mujer," quitándole el poder político, dejandola sólo como "ramera" para que venga a ser la morada de demonios. Poco después será totalmente destruida por los diez cuernos y la bestia.
El hecho de que este poder gubernamental sea arrebatado a la iglesia de Roma es descrito en las Escrituras con las palabras "Ha caído la gran Babilonia." Luego viene a ser morada de demonios. Este será el estado de la iglesia profesarte justo antes de su destrucción final. Los diez cuernos han formado una parte del Imperio Romano, pero serán coronados y tendrán actividad en el derrumbamiento del poder gubernamental del papado y en dar sus poderes a la bestia, cuando ella asuma el carácter de salir del gran abismo. Al dar sus poderes a la bestia están dispuestos a atacar juntos al Cordero cuando Él salga del cielo para establecer Su reino.
El poder de Satanás se manifestará primero en corrupción bajo la falsa iglesia apóstata, y luego en violencia bajo la bestia salida del gran abismo. La otra bestia que surge de la tierra seguirá a la primera, como se ha indicado anteriormente (Ap. 13:11). Cuando la primera vaya a Palestina, la segunda asume el carácter de "falso profeta" (Ap. 16:13).
No es sorprendente que Juan se maraville al contemplar el terrible fin de aquello que fue una vez depositario de la más elevada verdad que Dios jamás diera al hombre, y a lo cual Juan era Apóstol (Ap. 17).
Después de que el primer grupo de mártires judíos (Ap. 6:9) reciban la muerte, habrá también mártires gentiles que no recibirán la marca de la bestia ni la adorarán (Ap. 15:2). Estos dos grupos, junto con los dos testigos que fueron muertos, serán levantados de los muertos y llevados a su reposo y recompensa (Ap. 14:13).
Después de la inmisericorde tiranía de la última cabeza de Imperio Romano avivado (Ap. 16:8), el reino de las bestias comenzará a agrietarse, a ver frustrados sus propósitos, y viendo su territorio perdido ante las hordas procedentes del norte (Ap. 16:10). En desesperación, concentrará su ejército y marina cerca de Jerusalén para un enfrentamiento con las naciones del este y del norte que han sido reunidas en Armagedón para el conflicto final (Ap. 16:12, 16). Afligirá a Assur y a Eber desde sus naves (Nm. 24:24).
El cielo se abrirá entonces, y el Hijo del hombre, como Cordero, vendrá con Su cortejo, todos cabalgando sobre caballos blancos, vestidos de lino blanco y limpio (Ap. 19:11-15). Pero Él estará revestido de una ropa teñida en sangre, con Sus ojos como llama de fuego, y en Su cabeza muchas diademas. Es el Cordero, y sólo Él, quien ejecuta el juicio sobre Sus enemigos, aquellos que pisotearon Su sangre y aquellos no recibieron el amor a la verdad para ser salvos. La bestia y el falso profeta serán tomados y arrojados vivos, sin juicio, en el lago de fuego (Ap. 19:20). En esta gráfica descripción en Apocalipsis 19:18, se menciona a "libres y esclavos, pequeños y grandes" como los muertos por la espada que sale de Su boca.
Al mismo tiempo que Él viene "como ladrón" (Ap. 16:15), se muestra "temible ... a los reyes de la tierra" (Sal. 76:12). Todos los que acuden a la batalla de Armagedón y se oponen al Cordero al venir Él del cielo serán aplastados con ardiente venganza cuando Él blanda Su resplandeciente espada. Los rebeldes que se unan a la bestia y al falso profeta serán muertos en la repentina venida del Cordero del cielo. El día del Señor habrá entonces comenzado. Los reyes parecen desaparecer de la escena y ya no son mencionados más (Sal. 83).
La llegada del Cordero será algo misterioso, como ladrón en la noche. Será la singular venganza contra aquellos que le han desafiado abiertamente Sus derechos celestes sobre todo. El hombre de pecado se sentará en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios (2 Ts. 2:3, 4). Esto será un reto frontal a Dios. El cordero afronta este desafío como un rayo. Viene como ladrón en la noche. Sin advertencia, excepto la dada al principio en Su Palabra, da muerte repentinamente, con la espada de Su boca, a los seguidores de la bestia y del falso profeta.
El Señor usará ángeles para limpiar el reino de todo aquello que ofende. Esta purificación comenzará desde Jerusalén por cuanto Jerusalén tenía mayor luz. Cada nación de la tierra profética sentirá el ardiente aliento de la ira del Cordero, y también aquellos del exterior que se interfieren con Su pueblo, objetos ahora de misericordia. Pero antes de poder mostrar misericordia, tiene que castigar a Su pueblo. La vara que había utilizado en el pasado para aplicar el castigo fue Asiria, y Asiria volverá a ser empleada, junto con las otras naciones relacionadas en el Salmo 83, para llevar a Su pueblo a ponerse de rodillas. Egipto tratará de interceptar el primer embate de Asiria, pero será rechazado y ocupado (Is. 20). Cuando Jerusalén quede totalmente humillada y los sacerdotes y ancianos estén llorando entre el porche y el altar clamando por misericordia, entonces Dios eliminará al asirio, o ejército del norte (Jl. 2:17-20) e introducirá la bendición, derramando Su Espíritu en medio de ellos.
Con ello, la tierra será rápidamente purificada. "El Señor ejecutará Su sentencia sobre la tierra en justicia y con prontitud" (Ro. 9:28). Los enemigos de adentro serán expulsados de la tierra, volviendo Judá primero a gozar de la bendición del Señor, que enriquece, y no añade tristeza con ella. Así, la presente era quedará clausurada con juicios (Jer. 25:30-33).
Los pies del Señor se afirmarán en el monte de los Olivos (Zac. 14:4). Esto no será como cuando fue visto saliendo del cielo para aplastar a Sus enemigos. ¡No! Esto constituirá el inicio de la nueva era. Esta venida será introducida por Su manifestación en quietud, la de "este mismo Jesús" de Hechos 1. No es necesariamente el mostrar de Sus manos y Sus pies, como más tarde, sino un quieto descorrer del velo, similar a la primera manifestación de José al darse a conocer a sus hermanos (Gn. 45). Todos los demás recibieron la orden de que dejaran el lugar. Esta manifestación los turbó profundamente. Más tarde, cuando el padre de ellos hubo muerto y vivían en Gosén, y habiendo hecho profundas reflexiones acerca de la conducta que habían tenido para con José, fueron totalmente restaurados (Gn. 50:15-21). Reconocieron a aquel que había ido a la muerte por ellos, a fin de que él pudiera ir adelante para preservar vida.
Los 1290 días de que se habla en Daniel 12:11, con 30 días adicionales sobre los 1260 días en relación con la gran tribulación, dan inicio a la nueva edad. Habrá aún otro corto período de 45 días antes de que la indignación sea totalmente quitada de toda la nación, que en el ínterin está volviendo por fe a la tierra. El gran asirio, llamado Gog en Ezequiel 38:17, 18, tiene aún que volver a Jerusalén para ser destruido antes que Sion pueda ser fundada. Las doce tribus volverán antes que el asirio lance su segundo ataque sobre Jerusalén (Is. 10:24-34).
Dios reunirá a todas las naciones de la tierra profética en Jerusalén para la batalla a fin de derramar Su indignación sobre ellas (Sof. 3:8). En esta ocasión, la vara va más allá de lo que le ha sido ordenado e intenta tomar posesión de la tierra amada (Hab. 1). Como enemigo, Gog llega como nublado, y el Señor acampa alrededor de Su casa (Zac. 9:8), y Su pueblo estará allí morando con seguridad (Ez. 38:10-18), siendo la confianza de ellos en Jehová. Gog reunirá a toda la tierra como los peces son reunidos en una red, referencia probable al comunismo (Hab. 1:15). Las doce tribus ahora retornadas tendrán temor al principio, e irán a Egipto en pos de auxilio (Is. 31:1), pero al final darán oído a los maestros que les serán enviados (Is. 30:18-21), y se resignarán a confiar en Jehová. Jehová será la paz de ellos durante el ataque de los asirios (Mi. 5:5).
Las naciones atacantes se reunirán probablemente en un círculo alrededor de Jerusalén (J1. 3:16; Zac. 12:2, 3). Gog vendrá del norte; Edom en el sur habrá sido el responsable de esta confederación de naciones. Al comenzar la batalla, el Señor rugirá desde Sion en contra de Gog y de todas sus huestes. Se levantará furor en el rostro de Jehová. Fuego, pestilencia y la espada serán los medios utilizados, y al asirio, Gog, caerá en los montes de Israel. Se precisará de siete meses para sepultar a los muertos, y de siete años para quemar la madera, procedentes de la batalla. Este juicio de las naciones en Jerusalén se extenderá hasta trescientos kilómetros a Edom (Abd.).
En este final conflicto que decide la controversia de Sion, Jehová tiene que aparecer en Su gloria de juicio. El trono de Su gloria quedará entonces establecido (Is. 14:32), y todo ojo lo verá. Al mismo tiempo Él mostrará a Su pueblo Sus manos y Sus pies, y habrá gran lamentación como nunca la hubo antes, cuando se den cuenta que ellos fueron los que ocasionaron Sus heridas. Éste es el día de la expiación (Sal. 130). Él mostrará a todos Su Iglesia, identificada con Él, Su esposa.
Al tener lugar la restitución de todas las cosas, introduciendo el día milenial, se cambiarán las tendencias de las criaturas. El león comerá paja como el buey, el niño jugará con las serpientes (Is. 11:1-9; 65:17-25). También habrá un derramamiento del Espíritu. La tierra será distribuida entre las tribus de manera que cada una de ellas tendrá su herencia tocando el Mediterráneo al oeste y el Éufrates al este (Ez. 48). Habiendo desaparecido la maldición, florecerá la vegetación (Am. 9:13). Satanás y todas sus huestes se verán atados por mil años (Is. 24:21, 22). El descanso, la paz y la prosperidad llenarán el apacible reino, que se expandirá hasta que el conocimiento del Señor cubrirá la tierra como las aguas cubren el mar (Hab. 2:14).
Al final del período milenial de reposo y esplendor, Satanás será suelto para la última prueba del hombre. Miríadas que habrán estado aceptando las bendiciones de aquella era de bondad pero que nunca aceptaron de una manera personal a Jehová como Rey y Salvador seguirán a Satanás al engañar éste a todos aquellos que no son genuinos en sus corazones, y los conduce a atacar la ciudad amada. Fuego del cielo da rápida cuenta de estos mientras que Satanás es arrojado para siempre al lago de fuego (Ap. 20:7-10).
Llegará entonces el momento para establecer el trono por tercera vez. La primera vez fue para dar las recompensas a los santos celestiales y para proveerlos con ropajes limpios y blancos (2 Co. 5:10; Ap. 19:8), la segunda, para imponer el reino sobre la tierra para mil años (Mt. 25:31), y esta vez para juzgar a los muertos (Ap. 20:11). Será un tribunal de la máxima solemnidad. No habrá oportunidad para defensa, sólo la sentencia se pronunciará ahora, y ello de boca de Aquel que hubiera podida ser el Salvador de ellos para librarlos de esta desdicha eterna. Serán lanzados al lago de fuego (Ap. 20:15).
Un cielo nuevo y una tierra nueva aparecerán a la vista. Todo será nuevo, y no habrá más mar (Ap. 21:1-8). La ciudad celestial descenderá sobre esta tierra. Dios mismo enjugará toda lágrima; el dolor y el llanto se desvanecerán al desvanecerse las cosas pasadas. En los cielos las varias familias, cada una en su lugar, gozarán de la bondad de un Dios que honra a aquellos que honran a Su Hijo, inclinándose por la gracia ante Su Palabra (Ef. 2:7). La esposa, ahora con Cristo como Hombre, comparte para siempre los honores del Hijo en el hogar en la casa del Padre, mientras que el Padre prodiga Sus abundantes bondades a los hijos que yacen en Su seno (Ef. 3:21).
Quizá seas un joven en la escuela, un padre joven, o una persona anciana. ¿Cuál es tu expectativa, tu destino ... cielo o infierno? ¿Te encontrarás en aquella luz gloriosa, o allí donde el gusano (la conciencia) no muere y el fuego (castigo eterno) nunca se apaga? (Mr. 9:44). Tu elección es hecha ahora, en este mismo momento, porque este momento puede que sea todo lo que tengas. Sé sabio y actúa en bien de tu eterno bienestar antes de que "la cadena de plata se quiebre, y se rompa el cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto a la fuente, y la rueda sea rota sobre el pozo" (Ec. 12:6). Él está a la puerta y llama. ¿Abrirás tú la puerta para que Cristo pueda entrar?
Ojalá que estas meditaciones acerca de la creación, muerte y destino sirvan para despertar cada corazón a la consciencia de la solemnidad de la vida y a la importancia de las decisiones que tomamos, paso a paso, a lo largo del camino, hasta que entremos en las escenas donde todas las cosas son de Dios, donde Él nos ha reconciliado para siempre para Sí, siempre y cuando estemos sobre la base de la obra consumada de Cristo, el Hijo eterno de Dios.
En la luz brillante de la Creación
Donde todo nuevo para el hombre fue formado,
Donde cada nueva criatura va llenando
Los prados, mares, montes y valles;
Allí el hombre, erguido, con Dios tendría
Dulce comunión, feliz sería.
Pronto todo iba a cambiar, ya el enemigo
Al hombre tentaba a todo bien conocer,
De su Dios malfiando, actuando en desatino
Cayó a su trágico destino.
La muerte su negra sombra arrojó,
Sobre el que con soberbia transgredió.
Pero en propósito eterno puedo ver
Que en amor Dios decreta mi rescate,
Un sacrificio hecho en mi lugar
Daría a mi alma una esperanza a guardar;
Y en Su consejo de la eternidad,
Estableció un plan, que luego reveló.
El pecado que descarriado me llevó
La causa fue que Él me mostrara así:
Que en un Hombre, de la mujer la Simiente,
Que en la cruz derramó Su sangre,
El segundo Adán, del cielo venido
En gloria mi negror de pena ha transformado.
Pero ¿cómo en medio de esta oscuridad
Que al Hijo de Dios una tumba le dio,
Podría aún un camino abrirse
Que a un trono al fin pudiera llevar?
Es sólo juicio lo que aquí veo,
Pero al fin ¡qué riqueza se dará!
La maldición quitada, renovado el corazón,
Porque un Hombre, del cielo azul venido,
Sobre sí la causa del pecador tomó
Muriendo por la rebelde raza.
¿Qué más Dios de ti y de mí demanda
Que la fe, Su don, en Su obra acabada?
Pero, ¿verá aún mi ojo plantarse
En esta tierra un perfecto paraíso?
¿Oh, no! Rechazado Él fue de aquí;
Donde Él está, con Él mi lugar es allí.
De la nueva creación la vida probaré
Que Dios justo es y amor. Pasaré
Del estrellado cielo más allá
Al hogar que el Señor para mí ya prepara;
Del Padre la casa, pronto allí estaré;
Ropaje, anillo, calzado para andar,
Un cebado becerro por Él allí dispuesto;
De un corazón lleno la alabanza brotará.
Entonces, con satisfacción profunda
Quien me liberó Su fruto verá
De mi corazón los profundos anhelos
Cumplidos serán, y a aprender
Comenzaré, mientras se suceden las eras
La bondad inmensa que mi alma salvó…
Luego, por siempre jamás con el Esposo,
Como hombre, para siempre sondear
Las honduras del amor que así actuó,
Compartiré con aquellos que les es dado saber
De la esposa la plena porción en gloria conyugal,
El amor y la gracia que a este fin condujo.

Liberación

Para los que han recibido a Cristo pero que se siguen sintiendo obligados a guardar la ley de Moisés para poder asegurar la vida eterna o como norma de vida cristiana, sería conveniente tener en cuenta las siguientes observaciones.
En la Escritura se dice "En Adán todos mueren." "La paga del pecado es la muerte." La muerte de Cristo pone el fin a la culpa toda del creyente. Cristo tomó nuestro lugar en muerte y también en resurrección; por ello, al creer en Él tenemos la justificación de vida. Cristo es la Cabeza de una nueva raza para nosotros que creemos. Ya no estamos en Adán, sino que estamos en Cristo (Ro. 5:12-21). Todo lo que pertenecía a Adán en su estado caído pertenece a sus hijos. Así, el Espíritu de Dios razona en justicia que lo que pertenece a Cristo, la Cabeza de la nueva raza, pertenece a Sus hijos. La muerte ha deshecho totalmente nuestra relación con la raza de Adán, y ahora hemos sido unidos a otro. Aquí vemos con claridad que Cristo toma el lugar de Adán.
El siguiente aspecto de la liberación es el del poder del pecado. Aquí no se trata tanto del tema de nuestra posición en Adán o en Cristo sino el lugar que el pecado tiene en autoridad sobre nosotros (Ro. 6). Aquí el Espíritu de Dios nos muestra con claridad que "El pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia." Era la ley perfecta, recta, espiritual, que nos condenaba, pero aquí se nos dice que perteneciendo a Cristo ya no estamos bajo ella. No estamos bajo ley, sino bajo gracia. Ya no somos deudores al pecado. La muerte de Cristo ha provocado este cambio; la muerte es el fin de lo viejo.
Lo siguiente que se debe señalar es qué es lo que la ley tiene que decir al pecado en la carne. ¿Tengo que andar por la vida con el sentimiento de condenación debido a este cuerpo de pecado en que me encuentro? ¡No! La muerte rompe la ligadura del matrimonio, y la ley no puede decir nada a un muerto (Ro. 7). Cristo ha resucitado al muerto mediante Su muerte y resurrección; ahora existe un nuevo principio de vida que controla enteramente al hombre en lugar del viejo principio del pecado y de la muerte. "Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús" (Ro. 8:1-4).
Así, somos liberados a través de la muerte ... la muerte de Cristo. El alma vivificada que cree esto puede decir: "Soy salvo," y debido a que ahora tiene al Espíritu de Dios morando en él, está sellado hasta el día de la redención del cuerpo (Ef. 1:13), y puede también clamar: "Abba, Padre."
En paz puedo mi aliento soltar,
Y ver tu salvación;
Mis pecados segunda muerte merecían,
Mas Jesús por mí murió.

Muerte

Hebreos 11:4
Por hermosa que fuera la primera creación, proveyendo a todo para las necesidades del hombre y para su dicha, había la posibilidad de que éste lo perdiera todo por la desobediencia. Dios permitió que el hombre fuera probado. Perdió entonces su paraíso, probablemente poco después de haberlo recibido. La causa inmediata de su caída fue muy semejante a la de su tentador: "No permaneció en la verdad." Satanás entró para arruinar la creación que Dios había hecho para el hombre. Toda la paz, gozo, reposo y apacibilidad, la capacidad para gozar del bien, quedaron afectados por el pecado. El poder que se ve en manos de Satanás bien puede llevarnos a sentir nuestra impotencia. Él tiene el poder de la muerte y del sepulcro. Desde aquel entonces son millones, miles de millones más bien, los que yacen muertos, caídos bajo el poder de Satanás. Además de esto, "el mundo entero está bajo el maligno." La muerte arrojó su sombra sobre toda la creación, dejando la maldición sobre la tierra. Del hombre se dice: "y murió [...] y murió [...] y murió." Hoy en día dos personas pasan a la eternidad cada segundo. ¡Qué terrible pensamiento! ¿Qué haré yo? ¿Cómo puedo escapar a ello?
Hay una compañía que escapará a la muerte, a la muerte física real, aquellos que son de Cristo en Su venida. Todos aquellos que han muerto en Cristo serán resucitados para ser arrebatados con los vivientes recién mencionados. Cuando un hombre engendra hijos, propaga en este mundo una raza semejante a su cabeza caída ... perdidos. Todos son perdidos hasta que no sean salvos. ¡Perdidos! Este es tu caso si estás fuera de Cristo. La única expectativa que tienes es la muerte, y, recuerda, "después de la muerte, el juicio."
No sólo dejó el pecado al hombre atado a la muerte en lo físico, sino también un proscrito moral, habiendo quedado su mente en enemistad contra Dios, sin un solo pensamiento excepto lo malo; moralmente pervertido. Si ha de haber bendición, tiene que haber un nuevo nacimiento; también cada pensamiento tiene que ser llevado a la obediencia de Jesucristo.
La única liberación de la muerte, moral o física, es mediante la muerta vicaria de otro. Esto es lo que llevó a cabo Jesús por aquellos que confían en Él. Es cierto que todos los que hayan confiado en Cristo, y que estén vivos en el momento de Su venida, no pasarán por la muerte física. Todos los que sean de Cristo, pero en sus tumbas, resucitarán, y los vivos se unirán a ellos. Todos serán cambiados y recibirán un cuerpo semejante a Su cuerpo de gloria. Esta será la liberación final y definitiva, cuando ya no nos veremos lastrados por nuestros cuerpos de barro, de la vieja naturaleza, sino que moraremos en un edificio de Dios, eterno en los cielos, inmarcesible.
Desde que el pecado entró en el mundo, este mundo se ha ido transformando en una inmensa tumba (Nadie sino Dios sabe cuántos yacen ahora muertos). Vendrá el momento en que la muerte y la tumba serán destruidos, idos para siempre; pero aquellos que se hallen entonces allí en aquel momento serán lanzados al lago de fuego, para sufrir, física y mentalmente, el juicio del fuego eterno (Ap. 20:11-15). Los que vivan en la tierra cuando la muerte sea destruida seguirán viviendo eternamente sobre la nueva tierra, compartiendo goces comunes con los que estén en el cielo (Mt. 25:46; Ap. 21:1-8). ¿Acaso estas verdades no tienen voz para nosotros? ¿Eres salvo? ¿Está asegurado, tu destino? La muerte no te llevará más cercano a resolver la incógnita, sino que lo que hará será fijar irremisiblemente tu destino. No hay segundas oportunidades. "Si el árbol cayere al sur, o al norte, en el lugar que el árbol cayere, allí quedará" (Ec. 11:3).
¡Para siempre! ¡Eternamente!
Considéralo, oh alma mía;
El fuego sigue ardiendo
Mientras las eras sin fin su curso siguen.
¿Está asegurado el reposo y esperando,
O está la conciencia de plaga atacada?
¿Ha quedado ya cada cuenta saldada
Antes de que tu espíritu su vuelo emprenda?
Sólo confiando en la obra acabada de Cristo, Su muerte por nosotros en la cruz, podrás permanecer seguro, sin que perturbaciones de un juicio eterno inquieten tu alma.
Lo primero que se ha de saber es cómo satisfacer a un Dios santo a fin de no tener que hallarse de pie ante el Gran Trono Blanco. Sólo aquellos que se encuentran muertos, moral y espiritualmente, se verán allí. El resto ya estarán gozando de su herencia eterna. La Pascua es una figura muy apropiada de cómo Dios puede recibir satisfacción. Cada casa en la que se había recogido la sangre del cordero en un lebrillo y se había aplicado con hisopo al dintel y a los postes de la puerta se vio libre del juicio. "Nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificado por nosotros." Cuando Dios vio a Jesús muriendo en la cruz y la sangre derramada, pasó por encima de todos los que creen Su Palabra. "Sin derramamiento de sangre no se hace remisión" (Heb. 9:22).
"Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella." Esto ha sido expuesto en nuestro tema de la muerte, que se debe hacer un sacrificio a Dios en nuestro puesto, o nosotros quedaremos bajo juicio. Este sacrificio tiene que ser perfecto, porque Dios no puede aceptar nada excepto una ofrenda perfecta.
Aunque estaban a cubierto del juicio de Egipto mediante la sangre, con todo el poder del pecado seguía estando allí, Faraón y sus ejércitos. La victoria en el Mar Rojo pone ante nosotros la muerte de Cristo. Aquí se trataba del poder del pecado. Cuando Cristo murió, no es sólo que la sangre satisfizo las demandas de un Dios santo, sino que además Su muerte afrontó de una vez por todas el poder combinado de Satanás y de la muerte. Esto es la liberación a través de la muerte, la muerte de Cristo.
La Palabra de Dios nos dice que Cristo gustó la muerte por todos. (Heb. 2:9). Hemos hablado del hombre individual, pero Cristo también redimió la creación entera (Ro. 14:9). Los cielos y la tierra serán conmovidos y cambiados. Él reconciliará cielo y tierra a Sí mismo de manera que puedan ser habitados para siempre jamás en un estado que no pueda ver corrupción.
Si alguien fuera a dejar su actual morada y poner sus pies sobre otro planeta, verificaría, como ya lo sabe, que la recepción sería totalmente inhospitalaria. Dios nunca preparó los cielos actuales para el hombre. El nuevo cielo no será para carne y sangre; la vida en el espíritu será allí la norma. La admisión a estos reinos etéreos demanda una preparación celestial. Para el creyente la muerte de Cristo rompe toda relación con Adán y la tierra. La resurrección introduce al creyente en la nueva creación, y queda así preparado para los nuevos cielos. Allí gozará para siempre sin interrupción de un lugar en el que todas las cosas son nuevas, en un cuerpo incorruptible. La mente del hombre no puede entrar en esto; sólo la fe en la Palabra de Dios puede vivir esto hasta que la fe se vuelva en vista.
Entre tanto el hombre con todos sus planes llamará en vano a la puerta del cielo, sólo para perderlo todo y al final caer en las tinieblas de afuera con el diablo y sus ángeles, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. Esto recibe el nombre de las regiones infernales, que nunca serán reconciliadas. "Dejaos del hombre, cuyo aliento está en su nariz."
La introducción del cristianismo en el día de Pentecostés no sólo proveyó al hombre con la liberación de la culpa, sino que le abrió el cielo como su destino, siempre que se reconozca como pecador y ponga su confianza en el Señor Jesús como su Salvador. Esta oferta sobre la base de la simple fe en la Palabra de Dios es escarnecida por el hombre religioso; pero éste sigue intentando asaltar el cielo por fuerza. Esto conducirá a la final apostasía, tanto religiosa como política y social (Jud. 6), al unirse la bestia y el falso profeta con los diez reyes, para atacar al Cordero cuando Él venga desde un cielo abierto para establecer Su reino sobre la tierra (Ap. 19:19).
¡Qué espectro ... LA MUERTE! Sólo los que trabajan con los enfermos y moribundos, o con muertos, endureciendo sus sentimientos y pensamientos, escapan en una medida a la realidad de la muerte. El mundo está intentando en vano, mediante los placeres, las drogas embotadoras del sentido, y el alcohol, huir de su terrible realidad. ¿Por qué? A causa de aquel silencioso vigilante, la conciencia, que nunca deja de hacer sonar constantemente en el oído: "Después de la muerte, el juicio." ¿Acaso la educación podrá aliviar la culpa? ¿Qué hay de tus pecados? Tu razón te deja en el ateísmo, en el agnosticismo, o en la incredulidad, escondites temporales. "Dios demanda lo pasado." Al lanzarse el hombre a la aventura, a la investigación y a la filantropía, en lo más íntimo de su ser ello es sólo para ahogar la terrible realidad de la muerte y de sus frutos. "Los pecados de algunos hombres se hacen patentes antes que ellos vengan a juicio, mas a otros se les descubren después" (1 Ti. 5:24). "El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia" (Pr. 28:13). El avestruz puede esconder su cabeza en la arena, pero ello no le esconderá de sus enemigos. Ni tampoco la negación de un hecho cambiará sus consecuencias. Tal manera de pensar sólo constituye una demostración de las palabras del Salmo 53: "Dice el necio en su corazón: No hay Dios." Por cuanto el camino es estrecho, la Escritura dice: "Y pocos son los que lo hallan." ¡Cuánto más serio, entonces, para aquellos que se han acercado a él será apartarse de nuevo a sus pecados, rechazando a Cristo!
Es el creyente y el creyente solamente quien puede cantar mientras pasa al mundo invisible. Las oscuras tradiciones de las religiones humanas no dan ninguna esperanza cierta, ni paz ni gozo, ante la perspectiva de la muerte. La palabra que llena el corazón del creyente de paz es: "[...] partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor" (Fil. 1:23). ¿Acaso cambiaríais la certidumbre de una fe viva por la incertidumbre de los razonamientos humanos basados sobre nada más que en una mente corrompida? Estás en la encrucijada entre la vida y la muerte. "Escogeos hoy a quien sirváis" (Jos. 24:15).
A una encrucijada un día llegué,
Mi decisión ahora confieso;
Un camino a la vida me lleva,
El otro ... a la muerte segunda.
Si un creyente llega al momento de la muerte, tiene la promesa de una resurrección de vida e incorruptibilidad corporal. ¿Qué es lo que puede esperar un inconverso? Un lugar en el que "el gusano nunca muere y donde el fuego nunca se apaga." Será arrojado al lago de fuego, en cuerpo, alma y espíritu. ¡Así es la muerte y sus consecuencias!
Dios ha dado provisión para el hombre, de manera que no tenga que perderse. "El que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente" (Ap. 22:17). Todos están ahora perdidos, excepto aquellos que se han identificado con Cristo en Su muerte (Ro. 10:9).
En Hebreos 9:16 se afirma: "Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador." "Cristo murió por nuestros pecados." Nuestra herencia quedó asegurada mediante la muerte de Cristo.
Amigo, ¿cuál es tu expectativa? ¿Es muerte, o vida? ¿Estás seguro de tu destino, o te encuentras en un vasto mar sin mapa y sin puerto seguro?
Acepta hoy a Cristo y asegura tu DESTINO eterno con Cristo, en la casa del Padre, con un cuerpo incorruptible y una nueva vida en un nuevo lugar, donde todas las cosas son de Dios y donde Él nos ha reconciliado a Sí mismo según Su propia voluntad, consejos, y propósitos en Cristo en el cielo.