La pared intermedia de separación eliminada

Narrator: Luiz Genthree
Duration: 41min
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Este obstáculo para la formación del Cuerpo de un Cristo resucitado y ascendido fue formalmente eliminado por Dios mismo en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, donde Él obró la redención para Su pueblo. Leemos: “Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades” (Efesios 2:14-1614For he is our peace, who hath made both one, and hath broken down the middle wall of partition between us; 15Having abolished in his flesh the enmity, even the law of commandments contained in ordinances; for to make in himself of twain one new man, so making peace; 16And that he might reconcile both unto God in one body by the cross, having slain the enmity thereby: (Ephesians 2:14‑16)).
Entonces, la cruz, además de ser la escena donde el Señor obró la redención fue la eliminación de la dificultad, o pared intermedia de separación que existía en aquel entonces entre judíos y gentiles. Esto fue la base o trabajo preliminar para la formación de este Cuerpo y para reconciliar con Dios a un solo pueblo tanto de judíos como de gentiles, dándoles a ambos acceso al Padre en un solo Espíritu (Efesios 2:1818For through him we both have access by one Spirit unto the Father. (Ephesians 2:18) – RVA), nombre por el cual Dios se ha revelado a Sí mismo a cada miembro del cuerpo, en Su Hijo Jesucristo; como hasta entonces Él se había revelado a Sí mismo bajo el nombre de Jehová a la única nación elegida: los judíos (Éxodo 6:33And I appeared unto Abraham, unto Isaac, and unto Jacob, by the name of God Almighty, but by my name JEHOVAH was I not known to them. (Exodus 6:3)).
Sin embargo, todo esto no constituye un cuerpo. Ello sólo elimina el obstáculo, y es el terreno o la base de toda la obra, como la de la redención. Por lo tanto, lo siguiente que se necesita es tener la Cabeza del cuerpo en el cielo, levantado de entre los muertos: un Hombre glorificado.
La cabeza del cuerpo, en el cielo
La notable cita que Pablo hace del Salmo 8 en Efesios 1:22,22And hath put all things under his feet, and gave him to be the head over all things to the church, (Ephesians 1:22) nos será útil para entender esto. Lean ustedes Efesios 1:19-22: “La soberana grandeza de Su poder para con nosotros que creemos, conforme a aquella operación de la potencia de Su fortaleza, que obró en Cristo, cuando le levantó de entre los muertos, y le sentó a Su diestra en las regiones celestiales ... y ha puesto todas las cosas bajo Sus pies (cita del Salmo 8), y le ha constituido cabeza sobre todas las cosas, con respecto a Su Iglesia, la cual es Su cuerpo, el complemento de aquel que lo llena todo en todo” (Efesios 1:19-2219And what is the exceeding greatness of his power to us-ward who believe, according to the working of his mighty power, 20Which he wrought in Christ, when he raised him from the dead, and set him at his own right hand in the heavenly places, 21Far above all principality, and power, and might, and dominion, and every name that is named, not only in this world, but also in that which is to come: 22And hath put all things under his feet, and gave him to be the head over all things to the church, (Ephesians 1:19‑22) – VM).
Esta primacía es dada, como nos dice el Salmo 8, a un “Hijo del Hombre”. Y nosotros descubrimos quién es este Hijo del Hombre en Hebreos 2:8,9,8Thou hast put all things in subjection under his feet. For in that he put all in subjection under him, he left nothing that is not put under him. But now we see not yet all things put under him. 9But we see Jesus, who was made a little lower than the angels for the suffering of death, crowned with glory and honor; that he by the grace of God should taste death for every man. (Hebrews 2:8‑9) donde el Apóstol citando el Salmo nos dice que todavía no vemos el gran resultado de que todas las cosas estén sujetas a Él. Pablo dice: “Porque al sujetar a Él todas las cosas, nada dejó que no esté sujeto a Él. Pero ahora no vemos aún todas las cosas sujetas a Él. Mas vemos a Jesús, el cual fue hecho un poco inferior a los ángeles a causa del padecimiento de la muerte, coronado de gloria y honra; para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todo” (Hebreos 2:8-98Thou hast put all things in subjection under his feet. For in that he put all in subjection under him, he left nothing that is not put under him. But now we see not yet all things put under him. 9But we see Jesus, who was made a little lower than the angels for the suffering of death, crowned with glory and honor; that he by the grace of God should taste death for every man. (Hebrews 2:8‑9) – JND)1.
Encontramos así quién es este “Hijo del Hombre”. Es Jesús. Esto nos lleva de regreso a Efesios 1 donde Pablo cita el Salmo. Cristo, entonces, como Hombre glorificado ha sido ‘arrebatado’ por Dios de entre los muertos, “y Le sentó ... en las regiones celestiales” como “Cabeza sobre todas las cosas, con respecto a Su Iglesia, la cual es Su cuerpo” (Efesios 1:20,2220Which he wrought in Christ, when he raised him from the dead, and set him at his own right hand in the heavenly places, (Ephesians 1:20)
22And hath put all things under his feet, and gave him to be the head over all things to the church, (Ephesians 1:22)
– VM), y está esperando allí la asunción manifiesta de esta Primacía durante lo cual el Cuerpo está aquí.
Nosotros tenemos ahora la Cabeza del cuerpo en el cielo, un Hombre glorificado, así como la pared intermedia de separación eliminada. Pero esto no constituye todavía el Cuerpo; y antes de considerarlo debemos apartarnos por un momento y ver lo que la Escritura dice acerca de la unión con Cristo.
Unión con Cristo
En los tiempos del Antiguo Testamento los santos eran nacidos de nuevo, pero no estaban unidos a Cristo; ellos poseían la vida, aunque la doctrina acerca de esto no se dio a conocer. Los Abrahaams y Daviids, etc., todos tenían vida nueva impartida por el poder del Espíritu Santo a través de la palabra de Dios; fueron salvos por medio de la fe; vivieron y murieron en la fe en las promesas de Dios de un Salvador que vendría. Pero la fe en sí misma no es unión. Nosotros no podríamos hablar de un patriarca unido a un hombre que está la diestra de Dios por el Espíritu Santo enviado; porque en aquel tiempo no había hombre alguno al cual estar unido, —y “el Espíritu Santo no había sido dado todavía, por cuanto Jesús no había sido aún glorificado”—. (Véase Juan 7:37-3937In the last day, that great day of the feast, Jesus stood and cried, saying, If any man thirst, let him come unto me, and drink. 38He that believeth on me, as the scripture hath said, out of his belly shall flow rivers of living water. 39(But this spake he of the Spirit, which they that believe on him should receive: for the Holy Ghost was not yet given; because that Jesus was not yet glorified.) (John 7:37‑39) – VM). Aun cuando Cristo estaba aquí, Hombre entre los hombres, no había unión entre los hombres pecadores y el Señor. Por eso Él dice: “Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto” (Juan 12:2424Verily, verily, I say unto you, Except a corn of wheat fall into the ground and die, it abideth alone: but if it die, it bringeth forth much fruit. (John 12:24)).
En la cruz Él entra en gracia en el juicio bajo el cual yacía el hombre, soporta la ira y todo lo que la justicia de Dios requería, y en Su muerte establece el terreno para que Dios pueda traer a aquellos a quienes Él salva a un nuevo estado, a través de la redención, hacia Él mismo. Él resucita de entre los muertos; habiendo soportado la ira, asciende al cielo y es glorificado como Hombre a la diestra de Dios. El Espíritu Santo fue enviado y mora en la Iglesia (Hechos 2). Él hace del cuerpo del creyente Su templo (1 Corintios 6:1919What? know ye not that your body is the temple of the Holy Ghost which is in you, which ye have of God, and ye are not your own? (1 Corinthians 6:19)). Él lo sella, habiendo creído, para el día de la redención (Efesios 1:13, 4:30). Él lo une a Cristo: “El que se une al Señor, un espíritu es con Él” (1 Corintios 6:1717But he that is joined unto the Lord is one spirit. (1 Corinthians 6:17)), lo unge (2 Corintios 1:2121Now he which stablisheth us with you in Christ, and hath anointed us, is God; (2 Corinthians 1:21)), lo sella, lo bautiza con todos los demás santos en un solo cuerpo (“Porque por un solo Espíritu fuimos bautizados todos en un solo cuerpo”: 1 Corintios 12:1313For by one Spirit are we all baptized into one body, whether we be Jews or Gentiles, whether we be bond or free; and have been all made to drink into one Spirit. (1 Corinthians 12:13) – RVA). De ahí que la unión con Cristo sea por el Espíritu Santo morando en el cuerpo del creyente, y uniéndolo a Cristo en el cielo desde la consumación de la redención.
Esta unión ni existió, ni siquiera fue contemplada para los santos del Antiguo Testamento en los consejos de Dios. Si leemos Juan 7:37-39,37In the last day, that great day of the feast, Jesus stood and cried, saying, If any man thirst, let him come unto me, and drink. 38He that believeth on me, as the scripture hath said, out of his belly shall flow rivers of living water. 39(But this spake he of the Spirit, which they that believe on him should receive: for the Holy Ghost was not yet given; because that Jesus was not yet glorified.) (John 7:37‑39) encontramos la línea trazada con gran nitidez entre lo que es ahora y lo que era en aquel entonces. En este capítulo 7 del evangelio según Juan el Señor Jesús no puede mostrarse al mundo porque sus hermanos, los judíos, no creían en él; y por eso no puede celebrar la Fiesta de los Tabernáculos, fiesta que es usada siempre como figura del reino. Entonces el reino es aplazado para otro día, y en vez de eso, subiendo en secreto Él se puso en pie en el último día de la fiesta y alzó la voz, diciendo: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de adentro de él fluirán ríos de agua viva. Esto empero lo dijo respecto del Espíritu, que los que creían en él habían de recibir; pues el Espíritu Santo no había sido dado todavía, por cuanto Jesús no había sido aún glorificado” (Juan 7:37-3937In the last day, that great day of the feast, Jesus stood and cried, saying, If any man thirst, let him come unto me, and drink. 38He that believeth on me, as the scripture hath said, out of his belly shall flow rivers of living water. 39(But this spake he of the Spirit, which they that believe on him should receive: for the Holy Ghost was not yet given; because that Jesus was not yet glorified.) (John 7:37‑39) – VM). El don del Espíritu Santo para morar en los creyentes es así introducido, y el reino que había sido rehusado es aplazado para otro día.
Después de resucitar de entre los muertos el Señor dijo a los discípulos que permanecieran en Jerusalén esperando ellos allí la promesa del Padre, que habían oído de Él (véase Hechos 1:4,54And, being assembled together with them, commanded them that they should not depart from Jerusalem, but wait for the promise of the Father, which, saith he, ye have heard of me. 5For John truly baptized with water; but ye shall be baptized with the Holy Ghost not many days hence. (Acts 1:4‑5)). Esta promesa fue hecha detalladamente en Juan 14:16,16And I will pray the Father, and he shall give you another Comforter, that he may abide with you for ever; (John 14:16) Juan 14:17-2617Even the Spirit of truth; whom the world cannot receive, because it seeth him not, neither knoweth him: but ye know him; for he dwelleth with you, and shall be in you. 18I will not leave you comfortless: I will come to you. 19Yet a little while, and the world seeth me no more; but ye see me: because I live, ye shall live also. 20At that day ye shall know that I am in my Father, and ye in me, and I in you. 21He that hath my commandments, and keepeth them, he it is that loveth me: and he that loveth me shall be loved of my Father, and I will love him, and will manifest myself to him. 22Judas saith unto him, not Iscariot, Lord, how is it that thou wilt manifest thyself unto us, and not unto the world? 23Jesus answered and said unto him, If a man love me, he will keep my words: and my Father will love him, and we will come unto him, and make our abode with him. 24He that loveth me not keepeth not my sayings: and the word which ye hear is not mine, but the Father's which sent me. 25These things have I spoken unto you, being yet present with you. 26But the Comforter, which is the Holy Ghost, whom the Father will send in my name, he shall teach you all things, and bring all things to your remembrance, whatsoever I have said unto you. (John 14:17‑26) y Juan 15:2626But when the Comforter is come, whom I will send unto you from the Father, even the Spirit of truth, which proceedeth from the Father, he shall testify of me: (John 15:26). El Espíritu Santo, el “otro Consolador”, había de ser dado y para ello era positivamente conveniente que Jesús se marchara (Juan 16:77Nevertheless I tell you the truth; It is expedient for you that I go away: for if I go not away, the Comforter will not come unto you; but if I depart, I will send him unto you. (John 16:7)), pues de lo contrario Él —el Espíritu Santo— no vendría. El Señor les dice en Hechos 1:5: “Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días”. El Señor fue visto por ellos durante cuarenta días después que Él resucitó de entre los muertos (Hechos 1:33To whom also he showed himself alive after his passion by many infallible proofs, being seen of them forty days, and speaking of the things pertaining to the kingdom of God: (Acts 1:3)), y hubo un intervalo de diez días desde Su ascensión hasta que el día de Pentecostés (o quincuagésimo día) llegó plenamente. Cuando dicho día llegó (Hechos 2), la promesa se cumplió; y Pedro dice a los judíos (Hechos 2:32-3332This Jesus hath God raised up, whereof we all are witnesses. 33Therefore being by the right hand of God exalted, and having received of the Father the promise of the Holy Ghost, he hath shed forth this, which ye now see and hear. (Acts 2:32‑33)), “A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís”.
Un solo Cuerpo, formado por el bautismo del Espíritu Santo
Nos hemos percatado que la promesa del Señor: “Seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días”, se cumplió el día de Pentecostés. El pequeño grupo de discípulos, al principio unos 120 (véase Hechos 1:1515And in those days Peter stood up in the midst of the disciples, and said, (the number of names together were about an hundred and twenty,) (Acts 1:15)), luego unos 3000 (Hechos 2:4141Then they that gladly received his word were baptized: and the same day there were added unto them about three thousand souls. (Acts 2:41)), y que aumentaron mucho después (Hechos 4:44Howbeit many of them which heard the word believed; and the number of the men was about five thousand. (Acts 4:4)), fueron bautizados con el Espíritu Santo, según la promesa del Señor; pero esto fue sólo el aspecto judío de la bendición. En Hechos 10 Pedro abre la puerta a los gentiles llevándolos a la misma posición y a los mismos privilegios, no meramente como individuos, sino como siendo uno con aquellos que habían sido bautizados por el Espíritu Santo. Cuando los de Judea oyeron acerca de esto (Hechos 11), Pedro fue llamado a explicar lo que él había hecho y él les relató el asunto desde el principio.
Nosotros tenemos así de la manera más clara al judío y al gentil formados en un solo Cuerpo por el bautismo del Espíritu Santo.
Ya hemos visto que sólo a Pablo, de entre todos los Apóstoles, le fue encomendada la revelación de este “misterio” (Efesios 3:6,6That the Gentiles should be fellowheirs, and of the same body, and partakers of his promise in Christ by the gospel: (Ephesians 3:6) etc.) que hasta entonces había estado “escondido ... en Dios” (versículo 9) —Su propósito eterno— “a saber, que los gentiles hubiesen de ser coherederos, y miembros de un mismo cuerpo con los judíos, y copartícipes de la misma promesa en Cristo Jesús, por medio del evangelio” (Efesios 3:66That the Gentiles should be fellowheirs, and of the same body, and partakers of his promise in Christ by the gospel: (Ephesians 3:6) – VM). Así debe ser leído el pasaje. Él describe ampliamente este Cuerpo en 1 Corintios 12:12-2712For as the body is one, and hath many members, and all the members of that one body, being many, are one body: so also is Christ. 13For by one Spirit are we all baptized into one body, whether we be Jews or Gentiles, whether we be bond or free; and have been all made to drink into one Spirit. 14For the body is not one member, but many. 15If the foot shall say, Because I am not the hand, I am not of the body; is it therefore not of the body? 16And if the ear shall say, Because I am not the eye, I am not of the body; is it therefore not of the body? 17If the whole body were an eye, where were the hearing? If the whole were hearing, where were the smelling? 18But now hath God set the members every one of them in the body, as it hath pleased him. 19And if they were all one member, where were the body? 20But now are they many members, yet but one body. 21And the eye cannot say unto the hand, I have no need of thee: nor again the head to the feet, I have no need of you. 22Nay, much more those members of the body, which seem to be more feeble, are necessary: 23And those members of the body, which we think to be less honorable, upon these we bestow more abundant honor; and our uncomely parts have more abundant comeliness. 24For our comely parts have no need: but God hath tempered the body together, having given more abundant honor to that part which lacked: 25That there should be no schism in the body; but that the members should have the same care one for another. 26And whether one member suffer, all the members suffer with it; or one member be honored, all the members rejoice with it. 27Now ye are the body of Christ, and members in particular. (1 Corinthians 12:12‑27) donde dice: “Porque así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, pero todos los miembros de ese cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también el Cristo” (1 Corintios 12:1212For as the body is one, and hath many members, and all the members of that one body, being many, are one body: so also is Christ. (1 Corinthians 12:12) – JND). (Este nombre, “el Cristo”, está aplicado aquí a los miembros y a la cabeza, como Adán y su mujer, conjuntamente, en Génesis 5:22Male and female created he them; and blessed them, and called their name Adam, in the day when they were created. (Genesis 5:2)). “Porque así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, pero todos los miembros de ese cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también el Cristo”. “Porque por un solo Espíritu fuimos bautizados todos en e un solo cuerpo, tanto judíos como griegos, tanto esclavos como libres; y a todos se nos dio a beber de un solo Espíritu. Pues el cuerpo no consiste de un solo miembro, sino de muchos”, etc. (1 Corintios 12:13-1413For by one Spirit are we all baptized into one body, whether we be Jews or Gentiles, whether we be bond or free; and have been all made to drink into one Spirit. 14For the body is not one member, but many. (1 Corinthians 12:13‑14) – RVA). Aquí tanto el judío como el gentil pierden sus lugares, como tales, y son incorporados en un solo cuerpo, y unidos por el Espíritu Santo el uno al otro y a Cristo, la Cabeza, un Hombre glorificado.
Ahora bien, este cuerpo está en el mundo, así como lo está el Espíritu Santo cuya presencia lo constituye. Este cuerpo no está en el cielo. La Cabeza está en el cielo y los miembros tienen una posición celestial en unión con Él; de hecho, ellos están en el mundo. Este cuerpo ha estado pasando por el mundo; su unidad ha sido mantenida tan perfectamente como el día en que la presencia del Espíritu Santo lo constituyó por primera vez. Nada ha deteriorado jamás su unidad. Es cierto que la manifestación externa de este cuerpo, por la singularidad de los que lo componen, ha desaparecido; es cierto que la “casa de Dios”, tal como apareció por primera vez en el mundo, se ha convertido en lo que se asemeja a una “casa grande” (2 Timoteo 2:19-2219Nevertheless the foundation of God standeth sure, having this seal, The Lord knoweth them that are his. And, Let every one that nameth the name of Christ depart from iniquity. 20But in a great house there are not only vessels of gold and of silver, but also of wood and of earth; and some to honor, and some to dishonor. 21If a man therefore purge himself from these, he shall be a vessel unto honor, sanctified, and meet for the master's use, and prepared unto every good work. 22Flee also youthful lusts: but follow righteousness, faith, charity, peace, with them that call on the Lord out of a pure heart. (2 Timothy 2:19‑22)), es cierto que todo lo que fue encomendado así a la responsabilidad del hombre ha fracasado, como siempre. Pero el cuerpo de Cristo estaba en el mundo en aquel entonces, estuvo aquí durante la oscura Edad Media, está ahora en el mundo; permaneciendo durante la ruina de la iglesia profesante; pues su unidad es perfectamente mantenida por el Espíritu Santo quien, mediante Su presencia y Su bautismo, lo constituye; ¡porque Él, como siempre, mantiene la unidad del cuerpo de Cristo!
Permitan que yo ponga una figura ante mi lector que comunicará de manera sencilla el hecho de que todo el número de santos que están en el mundo en un momento dado (por ejemplo, justo cuando usted lee estas palabras), habitados por el Espíritu Santo, es lo que es reconocido por Dios como el Cuerpo de Cristo. Supongamos que un regimiento de mil soldados va a la India y sirve allí durante muchos años. Todos los que componen ese regimiento mueren, o son muertos en batalla, y sus lugares son ocupados por otros —la fuerza numérica del regimiento es mantenida— y después de años de servicio llega el momento para que el regimiento regrese a casa; ni un solo hombre que salió está en él ahora, y sin embargo el mismo regimiento regresa sin cambio en el número de los que lo componen, o en sus enseñas, o en su identidad. Así sucede con el Cuerpo de Cristo. Aquellos que lo componían en los días de Pablo, no están aquí, sin embargo, el cuerpo ha pasado a lo largo de los últimos dieciocho siglos, los miembros de él muriendo, y las filas llenadas por otros, y ahora al final del viaje el cuerpo está aquí, estando aquí el Espíritu Santo que es quien constituye su unidad, tan perfecto en su unidad como siempre lo fue.
Ahora bien, es muy cierto que todos los santos entre esos dos grandes acontecimientos son del cuerpo de Cristo, del cuerpo en el pensamiento y en el consejo de Dios. Pero los que han muerto han perdido su real conexión con el cuerpo, habiendo salido de la esfera donde, en cuanto a lugar personal, está el Espíritu Santo. Ellos han dejado de estar en su unidad. Los cuerpos de los santos que han muerto y que una vez fueron templos del Espíritu Santo están ahora en el polvo y sus espíritus están con el Señor. No habiendo sido resucitados aún sus cuerpos ellos no son contados como formando parte ahora del cuerpo tal como dicho cuerpo es reconocido ahora por Dios. Como los que están en la lista de retirados de un ejército ellos han pasado a la reserva o están exentos del servicio, por así decirlo, fuera de la escena ocupada ahora por el Espíritu Santo enviado del cielo. Leemos: “Si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él”, etc. (1 Corintios 12:2626And whether one member suffer, all the members suffer with it; or one member be honored, all the members rejoice with it. (1 Corinthians 12:26)), los muertos no padecen. El pasaje trata acerca de los que están vivos aquí, en un lugar donde ellos pueden hacerlo.
Por lo tanto, el cuerpo de Cristo, tal como Dios lo reconoce ahora, incluye a todos los creyentes que están aquí en la tierra en el momento en que yo escribo, así como en cualquier momento dado. Primera Corintios 12 trata acerca de la iglesia de Dios en la tierra; las sanaciones, etc., no están establecidas en el cielo.
La dificultad en el caso de muchos es que ellos no leen la Escritura como siendo ella el pensamiento de Dios en un momento dado, hablando de una cosa ante Sus ojos. Los Apóstoles hablaron de una cosa ante los ojos de ellos; ellos nunca contemplaron una larga continuidad de la Iglesia; ellos contemplaban la venida del Señor. Todo fue visto como contemplando esto, aunque proféticamente la ruina fue predicha, y fue sentida cuando ella llegó.
¡Qué verdad tan asombrosa! Aunque la unicidad por la que oró el Señor Jesús en Juan 17 casi se ha desvanecido; y la infidelidad del hombre, sí, la infidelidad del pueblo de Dios bajo la más elevada bendición que jamás se les haya concedido en este mundo, ha sido mostrada en la casi completa anulación de esa unidad que el Hijo demandó del Padre. Aunque todo lo que los hombres podían hacer para deteriorarla ha sido hecho, aún existe lo que nunca cambia, nunca fracasa, y nunca es estropeado; porque (¡no nos avergüenza decirlo!) no está en nuestro poder hacerlo, pues dicha unidad es mantenida, tal como está constituida, ¡por la presencia y el bautismo de Dios el Espíritu Santo, el cuerpo de Cristo, en el mundo!
¡De qué manera tan bienaventurada nosotros encontramos que la oración de Cristo por su unicidad es respondida en Hechos 2:3232This Jesus hath God raised up, whereof we all are witnesses. (Acts 2:32). Leemos allí que ellos alzaron sus voces unánimes (Hechos 4:2424And when they heard that, they lifted up their voice to God with one accord, and said, Lord, thou art God, which hast made heaven, and earth, and the sea, and all that in them is: (Acts 4:24)). Además, “la multitud de los que habían creído era de un solo corazón y una sola alma” (Hechos 4:3232And the multitude of them that believed were of one heart and of one soul: neither said any of them that ought of the things which he possessed was his own; but they had all things common. (Acts 4:32) – RVA). Su oración fue contestada para un breve momento, “para que todos sean uno” (Juan 17:2121That they all may be one; as thou, Father, art in me, and I in thee, that they also may be one in us: that the world may believe that thou hast sent me. (John 17:21)), como en la práctica ellos lo fueron. Pero pronto, de hecho, la práctica de esta unicidad fracasó. Luego encontramos, en Hechos 9, a Saulo de Tarso, más tarde Pablo el Apóstol, llamado a revelarnos algo que nunca podía fracasar: la unidad del Espíritu, el cuerpo de Cristo.
La diferencia entre unicidad y unidad es importante, porque nosotros somos exhortados a procurar “con diligencia guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (Efesios 4:33Endeavoring to keep the unity of the Spirit in the bond of peace. (Ephesians 4:3) – RVA). Procurar con diligencia guardar de manera práctica lo que existe de hecho, por la presencia del Espíritu de Dios. No somos exhortados a hacer una unidad sino para guardar, mediante el vínculo de la paz, esa unidad que existe por medio del Espíritu Santo.
La Cena del Señor
El apóstol Pablo recibió, como también hemos visto, una revelación especial con respecto a la Cena del Señor. Él fue el instrumento elegido por Dios para revelarnos el misterio de Cristo y la Iglesia. Sólo él, de entre todos los escritores sagrados, habla del Cuerpo de Cristo. Nosotros leemos: “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? Puesto que el pan es uno solo, nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo; pues todos participamos de un solo pan” (1 Corintios 10:16-1716The cup of blessing which we bless, is it not the communion of the blood of Christ? The bread which we break, is it not the communion of the body of Christ? 17For we being many are one bread, and one body: for we are all partakers of that one bread. (1 Corinthians 10:16‑17) – RVA). Nosotros aprendemos aquí que la cena del Señor es el símbolo o la expresión de la comunión del cuerpo de Cristo. (Obviamente nosotros hablamos ahora de ella como la mesa del Señor en la verdad de la revelación divina, concerniente a ella). Hay una inmensa importancia en esta verdad. Porque aprendemos que aunque la iglesia profesante ha distorsionado la Cena del Señor convirtiéndola en un medio de gracia y un sacramento dador de vida, y un nuevo sacrificio, de hecho casi todo menos lo que ella es, aun así, si la mesa del Señor es dispuesta según el pensamiento de Dios, y como tal, entonces ella expresa la comunión del un solo cuerpo de Cristo, que está aquí en el mundo.
Si sólo dos o tres cristianos en un lugar han sido reunidos por el “un solo Espíritu” al nombre del Señor Jesús como miembros del un solo cuerpo de Cristo para comer la Cena del Señor, ellos son una expresión verdadera, aunque débil, del un solo cuerpo. Es como estando en la comunión del un solo cuerpo que ellos parten el pan, el cual es el símbolo de la comunión de todo el cuerpo en la tierra.
Muchos han pensado que ellos podían reunirse ahora meramente como individuos para partir el pan. Pero un terreno tal es desconocido en la Escritura, desde la revelación de la verdad concerniente a la Iglesia de Dios a través del Apóstol Pablo. El terreno de la unidad del Espíritu de Dios en el cuerpo de Cristo es el único terreno que podemos asumir, excepto en ignorancia o en desobediencia a la voluntad revelada de Dios. O bien yo debo reconocer lo que yo sé que está aquí, que existe en el mundo como un hecho, es decir, el un solo cuerpo de Cristo formado por el un solo Espíritu de Dios; o debo repudiarlo, lo cual es ciertamente un asunto muy solemne.
Reunirse como discípulos ha sido hecho ignorando estos principios divinos; y el Señor es muy paciente con nosotros, esperándonos en nuestra lentitud para aprender Su pensamiento. Pero cuando yo aprendo la verdad y mi entendimiento es abierto para ver lo que yo soy delante de Dios, un miembro del cuerpo, por medio de un solo Espíritu, ello no es asumir un terreno nuevo en nuestro modo de reunirnos; sino es más bien definir en su sentido pleno lo que nosotros realmente somos, y descubrir con esto todas las responsabilidades que están unidas a una verdad tan maravillosa. Yo me entero de mi responsabilidad de admitir y reconocer a todos los demás que de este modo están reconociendo y obrando de acuerdo (aunque sea débilmente) a la gran verdad del un solo cuerpo, por un solo Espíritu. Ello me da un divino lugar de descanso para mis pies en medio de la confusión de la cristiandad; una realidad que mantendrá firme mi alma en medio de toda ruina. Eso es lo único que puede hacerlo.
Reunirse simplemente como cristianos individuales para partir el pan es sencillamente imposible en obediencia al Señor. Si ello es hecho en ignorancia, bien; pero hacerlo con el conocimiento de esta unidad sería repudiar la más elevada verdad de Dios, después de Cristo. Cuán lejos de reconstruir algo está todo esto; pues el cuerpo de Cristo no necesita ser reconstruido con mis manos. El Espíritu de Dios lo constituye, mediante Su presencia y Su bautismo, y Su unidad nunca ha fallado. Por lo tanto, yo me limito a reconocer en la práctica lo que yo sé que de hecho está aquí, pero no puedo hacerlo como individuo donde hay otros miembros del cuerpo de Cristo. Ambos deben estar juntos, si gracia es dada para ello, como el cuerpo, es decir, en el terreno y el principio de éste. Además de todo esto, el hecho de estar nosotros juntos, y el hecho de que reconozcamos esto, no pretende manifestar nada. Esto sería hacia el mundo. Yo no procuro poner de manifiesto, sino expresar lo que soy en común con todos los demás miembros, el cuerpo de Cristo, en el símbolo de su unidad, el partimiento de un solo pan.
“Procurando con diligencia guardar la unidad del Espíritu”
“Por eso yo, prisionero en el Señor, os exhorto a que andéis como es digno del llamamiento con que fuisteis llamados: con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos los unos a los otros en amor; procurando con diligencia guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como habéis sido llamados a una sola esperanza de vuestro llamamiento. Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, quien es sobre todos, a través de todos y en todos” (Efesios 4:1-61I therefore, the prisoner of the Lord, beseech you that ye walk worthy of the vocation wherewith ye are called, 2With all lowliness and meekness, with longsuffering, forbearing one another in love; 3Endeavoring to keep the unity of the Spirit in the bond of peace. 4There is one body, and one Spirit, even as ye are called in one hope of your calling; 5One Lord, one faith, one baptism, 6One God and Father of all, who is above all, and through all, and in you all. (Ephesians 4:1‑6) – RVA).
Hay una expresión que a menudo es usada para comunicar un pensamiento correcto pero que no se encuentra en la Escritura, a saber, «la unidad del cuerpo». “Hay un solo cuerpo”, cuya unidad está constituida por el Espíritu Santo mismo; y nosotros somos exhortados a procurar “con diligencia guardar la unidad del Espíritu (no «la unidad del cuerpo») en el vínculo de la paz”. Si nosotros fuésemos exhortados a procurar con diligencia guardar «la unidad del cuerpo» estaríamos obligados a andar con cada miembro de Cristo, sin importar en qué asociación él se podría encontrar o cuál podría ser su práctica, ningún mal nos daría una justificación para separarnos de él en absoluto. El hecho de procurar con diligencia guardar la unidad del Espíritu mantiene necesariamente la compañía y la asociación con una Persona divina aquí en la tierra.
Si la Iglesia de Dios estuviera en un estado saludable no habría diferencia práctica en las expresiones «unidad del cuerpo» y “unidad del Espíritu”. El propio Espíritu Santo morando en la Iglesia constituye su unidad e incluye de manera práctica a todos los miembros de Cristo. Si la Iglesia estuviera andando en el Espíritu la acción saludable del conjunto no sería perjudicada. Sin embargo, la unidad permanece, porque el Espíritu permanece, incluso cuando la unicidad y la práctica saludable del cuerpo como un todo han desaparecido. La unidad de un cuerpo humano permanece cuando un miembro está paralizado, pero ¿dónde está la unicidad? El miembro no ha dejado de ser del cuerpo pero ha dejado de estar en la sana articulación del cuerpo. Por eso muchos cristianos, si bien son miembros del cuerpo de Cristo, no procuran con diligencia guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.
Entonces, ¿cómo ha de ser guardada la unidad del Espíritu? ¿Qué es procurar “con diligencia” hacerlo? ¿Qué es la fidelidad a la naturaleza de la Iglesia, cuerpo de Cristo, en un día malo? Es, en primer lugar, mediante Separación del Mal. Mi primer deber debe ser “apartarme de iniquidad” (2 Timoteo 2:1919Nevertheless the foundation of God standeth sure, having this seal, The Lord knoweth them that are his. And, Let every one that nameth the name of Christ depart from iniquity. (2 Timothy 2:19)). El mal puede ser moral o doctrinal, el mal que asume muchas formas; yo me separo de él, para Cristo. Así separado yo me encuentro en la comunión del Espíritu de Dios. Asociado con el Espíritu Santo aquí en la tierra. Él glorifica a Cristo y me disocia de todo lo que es contrario a Cristo: asociándome a aquello que es conforme a Cristo. Ello deja de ser así un asunto acerca de los miembros de Cristo por completo, y se convierte enteramente en un asunto acerca de Cristo y del Espíritu de Dios, a quien Él glorifica. La noción de que yo puedo estar asociado voluntariamente con un mal principio, una mala doctrina o una mala práctica, y no estar contaminado, es una noción impía. Yo mismo puedo estar perfectamente libre de estas cosas, por no haberme impregnado de ellas; pero por asociación práctica con ellas he dejado la comunión del Espíritu Santo.
Separados así en la comunión del Espíritu Santo —el Espíritu de santidad y Espíritu de verdad— nosotros encontramos a otros que han hecho lo mismo y así podemos estar felizmente juntos en la unidad del Espíritu de Dios.
El paso primordial debe ser: “Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre del Señor” (2 Timoteo 2:1919Nevertheless the foundation of God standeth sure, having this seal, The Lord knoweth them that are his. And, Let every one that nameth the name of Christ depart from iniquity. (2 Timothy 2:19) – RVA). Los miembros de Cristo están mezclados con mucho mal por todas partes. Yo debo separarme de ellos para andar en la comunión y en la unidad del Espíritu, el cual me mantiene en compañía con Cristo, la Cabeza.
En un día malo, cuando los fieles procuran con diligencia, por medio de la gracia, guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz, la práctica de la comunión y de la unidad del Espíritu es necesariamente una senda angosta, enteramente apartada del mal, y que excluye el mal de en medio de ella, mientras que, en la amplitud de sus principios, dicha senda contempla a toda la Iglesia de Dios. Suficientemente amplia en cuanto a principio como para recibir a cada miembro de Cristo, en todo el mundo; suficientemente angosta como para excluir el mal cuidadosamente de en medio de ella. Todo lo que es menor que esta amplitud es un principio sectario y deja de ser del Espíritu Santo; mientras que la amplitud del principio contempla a todo miembro de Cristo. Los reunidos así en la unidad del Espíritu son necesariamente celosos, con celos piadosos, de que nada sea admitido, ya sea de doctrina o de práctica, o de asociación voluntaria con tales cosas, que ponga fuera de la comunión del Espíritu a aquellos que la admiten de manera práctica.
Ahora bien, este hecho de ‘procurar con diligencia’ no se limita sólo a los que han sido reunidos así en separación del mal y en la comunión del Espíritu Santo. Esto no lo guarda meramente el uno hacia el otro. Su aspecto es hacia, y tiene en perspectiva a cada miembro de Cristo, en cualquier asociación que él pueda estar, incluso a aquellos que no están así reunidos en la comunión del Espíritu. Los que mantienen así la verdad, muestran mediante esto su amor más verdadero y fiel a los que no están con ellos de manera práctica. Permaneciendo en la luz, en inflexible fidelidad a Cristo, y en comunión en el Espíritu de Dios, es el más verdadero amor de ellos para con sus hermanos. Ellos no menoscaban la luz y la verdad de su posición dejándola por las tinieblas; sino que, si tienen gracia, ganan a sus hermanos y los traen a la luz para andar también con ellos en la verdad.
Por la gran misericordia del Señor, este hecho de procurar “con diligencia guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” ha sido concedido a Sus santos, y muchos han tenido fe al ver la senda, para adoptarla. Cuando tal cosa existe, el esfuerzo que muchos han hecho para ocupar un lugar afuera de los que han sido guiados así por el Señor, es meramente la voluntad propia del hombre, y eso debe ser tratado como tal.
Si los santos más sencillos, como ha sido frecuentemente el caso, se han reunido en el nombre del Señor, incluso sin entendimiento alguno de cuál es el terreno del un solo cuerpo, del un solo Espíritu, esto los vincula necesariamente con todos los demás que han estado antes que ellos en el camino, por ser ellos objeto de la misma acción del Espíritu de Dios y porque pueden haber aprendido más plenamente el terreno Divino de reunión. Estos santos pueden deslizarse muy fácilmente de él y unirse al mal, si no están vigilantes; y el enemigo trabaja incesantemente con este fin. Pero es completamente insostenible suponer que ellos puedan mantener inteligentemente un terreno divino de reunión, e ignorar lo que el mismo Espíritu ha obrado entre otros antes que ellos.
La Escritura no admite tal independencia. Mantener una posición independiente es aceptar una posición que los sitúa fuera de la unidad del Espíritu de manera práctica. Muy probablemente tales personas se habían reunido al principio en la energía del Espíritu Santo, con toda sencillez, como una reunión en el nombre del Señor. Al caer en tal curso de acción ellos se escabullen de la compañía y de la comunión del Espíritu de Dios. Habían comenzado en el Espíritu, y han terminado, o están camino de hacerlo, en la carne.
Andar en la comunión y en la unidad del Espíritu implica una clara separación de todos aquellos que no están haciendo lo mismo en la práctica. Esto a veces pone a prueba a los santos. El enemigo lo utiliza para alarmar a los santos más débiles. El clamor de falta de amor se levanta de inmediato. Pero cuando ello se convierte en un asunto acerca de estar en la comunión del Espíritu de Dios, deja de ser un mero asunto acerca de hermanos. Si en caso contrario los que son santos en la práctica no andan en dicha comunión, y otros han tenido luz y gracia para hacerlo, ello debe implicar separación por parte de estos últimos. Para la carne esto es terrible. Pero el amor divino no debe ser confundido con el amor humano; y la comunión en el Espíritu Santo, con la comunión de los cristianos.
El Espíritu Santo no se adaptará a nuestros modos de obrar, ni estará en comunión con nosotros; nosotros debemos adaptar nuestros modos de obrar para estar en comunión práctica con Él. Por lo tanto, Pedro nos pide añadir “al afecto fraternal, amor” (2 Pedro 1:77And to godliness brotherly kindness; and to brotherly kindness charity. (2 Peter 1:7)). El afecto fraternal acabará siendo un mero amor a los hermanos porque nos agrada la sociedad de ellos, si dicho afecto no está protegido por el vínculo divino que lo preserva como siendo de Dios. Dios es amor, y Dios es luz; y “si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros” (1 Juan 1:77The same came for a witness, to bear witness of the Light, that all men through him might believe. (John 1:7)). Exigir afecto fraternal de tal manera que excluya los requisitos de lo que Dios es (y Él mora en la iglesia por Su Espíritu), y de Sus reivindicaciones sobre nosotros, es excluir a Dios de la manera más decisiva a fin de gratificar nuestros propios corazones.
Yo imploro a mis hermanos, ya que valoran y aman al Bendito Señor que se entregó por Su Iglesia, que juzguen toda posición en la que ellos puedan estar, posición que los sitúa de manera práctica fuera de la unidad del Espíritu de Dios. El Señor Jesús se entregó a Sí mismo para redimirlos; y no sólo eso sino que Él murió “para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos” (Juan 11:5252And not for that nation only, but that also he should gather together in one the children of God that were scattered abroad. (John 11:52)). Debiese estar en nuestros corazones todo el día que está disperso aquello por lo cual Cristo murió para congregar. Ciertamente Él los congregará en el cielo; pero Él murió para congregarlos en uno, ahora. Ello no puede ser excepto guardando la unidad del Espíritu de Dios; y si no es así, eso no es aquello por lo que Él murió. Si no es congregar con Cristo, es dispersar, por muy plausible y bien que ello pueda parecer a los ojos de los hombres. Dios está obrando misericordiosamente en muchos lugares; y el enemigo está obrando también para tratar de mistificar a las almas que están recién saliendo de las tinieblas, y vincularlas con los principios de la neutralidad, la indiferencia y la independencia; con cualquier cosa menos con la verdad.
La Disciplina de la Asamblea
Quisiera referirme por un momento a la idoneidad divina de los santos así reunidos para llevar a cabo la disciplina de la Asamblea; mantener afuera todo lo que no es del Espíritu de Dios.
Leemos: “¿Qué razón tendría yo para juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro? Porque a los que están fuera, Dios juzgará. Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros” (1 Corintios 5:12-1312For what have I to do to judge them also that are without? do not ye judge them that are within? 13But them that are without God judgeth. Therefore put away from among yourselves that wicked person. (1 Corinthians 5:12‑13)). Ahora bien, esta idoneidad divina permanece inalterable. Es más, es algo imperativo para los santos. El Señor los hace responsables por esto. A algunos se les ha ocurrido el pensamiento: «¿No es esto poner fuera del cuerpo, si estamos reunidos como tales, es decir, en aquel terreno?». Yo respondo que no lo es. La Escritura no hace que el asunto sea difícil en absoluto, pues ella dice “Quitad ... de entre vosotros”, no dice «Quitad ... del cuerpo», lo cual no podría ser llevado a cabo. De lo contrario, no quedaría ningún medio para excluir el mal de en medio de los dos o tres reunidos en el nombre del Señor Jesús. Pablo podía, por autoridad del Señor, entregar la persona malvada a Satanás, para la destrucción de la carne (1 Corintios 5:4-54In the name of our Lord Jesus Christ, when ye are gathered together, and my spirit, with the power of our Lord Jesus Christ, 5To deliver such an one unto Satan for the destruction of the flesh, that the spirit may be saved in the day of the Lord Jesus. (1 Corinthians 5:4‑5)); el deber de la Asamblea es quitar de entre ellos, y su deber no va más allá de esto.
El Apóstol dirige a los Corintios a esta responsabilidad, vinculándola a “todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro” (1 Corintios 1:22Unto the church of God which is at Corinth, to them that are sanctified in Christ Jesus, called to be saints, with all that in every place call upon the name of Jesus Christ our Lord, both theirs and ours: (1 Corinthians 1:2)); reconociéndolos (1 Corintios 12:2727Now ye are the body of Christ, and members in particular. (1 Corinthians 12:27)) como reunidos en el terreno y los principios del un solo cuerpo de Cristo; y a menos que nosotros podamos eliminar esa Escritura (1 Corintios 5) de la palabra de Dios, la idoneidad y la autoridad divinas para ello permanecen inalterables.
La recepción de los hermanos
El sencillo y bienaventurado derecho para estar a la mesa del Señor es, Confesar a Cristo y ser miembro de Cristo, junto con santidad en el andar. No hay ningún otro derecho, ningún círculo íntimo, privilegiado. El entendimiento, la comprensión de aquellos que son recibidos, aunque son buenos en su lugar, no tiene absolutamente nada que ver con la recepción de ellos. Aquellos que reciben deben tener entendimiento en lo que ellos están haciendo, y entender que aquellos a quienes ellos están recibiendo son miembros de Cristo. En el momento en que ellos buscan entendimiento en los que buscan la comunión, son ellos los que dejan de tener entendimiento. Pero hay una distinción que, en el celoso cuidado del nombre del Señor, debe ser observada en el trato con los que han tenido que ver con malas asociaciones; a saber, aquellos que están asociados con el mal a sabiendas, y los que están vinculados con él sin saberlo. Leemos: “A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne” (Judas 22-2322And of some have compassion, making a difference: 23And others save with fear, pulling them out of the fire; hating even the garment spotted by the flesh. (Jude 22‑23)).
La base y el principio de la unidad del Espíritu así contemplada abarca a toda la Iglesia de Dios. El hecho de que aquellos que han estado mezclados con el mal, o con sistemas mundanos busquen comunión, muestra que ellos se están separando del Señor. Esto debería encontrar una pronta respuesta. Cuanto más profundamente conscientes sean los santos del carácter divino del lugar al que han sido llamados por la gracia del Señor, tanto más pronta será la respuesta del corazón hacia todos los miembros de Cristo. Al mismo tiempo, ellos crecerán en la fortaleza y en la convicción de la santidad que pertenece a la morada de Dios por medio del Espíritu; y mediante Su gracia ellos velarán contra las asechanzas del enemigo en el intento de dejar entrar lo que contristaría al Espíritu de Dios e impediría al Señor manifestar Su presencia en medio de ellos.
El Señor en Su misericordia guarda a Sus santos y fieles y consagrados a Él en estos días malos. Puede ser que ellos sean sólo un remanente; pero hay dos cosas que siempre han caracterizado al remanente fiel en cualquier tiempo: 1º, Consagración al Señor; 2º, La más estricta atención a los principios fundamentales. Nosotros encontramos también que ellos fueron siempre el objeto de Su especial atención y cuidado. La debilidad misma de ellos sacó a relucir esto de manera más sorprendente. Fue con ellos con quienes Él se identificó más especialmente. Ellos tienen sólo «poca fuerza», pero por Su misericordia ellos la han usado, y los ha llevado al lugar donde Él está. Que el Señor les conceda guardar Su palabra y no negar Su nombre, y retener lo que tienen para que nadie tome su corona. Amén (Apocalipsis 3:7-117And to the angel of the church in Philadelphia write; These things saith he that is holy, he that is true, he that hath the key of David, he that openeth, and no man shutteth; and shutteth, and no man openeth; 8I know thy works: behold, I have set before thee an open door, and no man can shut it: for thou hast a little strength, and hast kept my word, and hast not denied my name. 9Behold, I will make them of the synagogue of Satan, which say they are Jews, and are not, but do lie; behold, I will make them to come and worship before thy feet, and to know that I have loved thee. 10Because thou hast kept the word of my patience, I also will keep thee from the hour of temptation, which shall come upon all the world, to try them that dwell upon the earth. 11Behold, I come quickly: hold that fast which thou hast, that no man take thy crown. (Revelation 3:7‑11)).
Nota. — En Apocalipsis encontramos que se habla a ciertas Asambleas locales; pero nunca a la “Iglesia o Asamblea de Dios”.
 
1. [Nota del Traductor:] La expresión “para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todo”, en la traducción de la Biblia por J. N. Darby en vez de “para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos” como reza nuestra Biblia en español Reina-Valera 1960 y otras traducciones al español, se justifica a sí misma por lo que la Escritura afirma en Romanos 8:18-2318For I reckon that the sufferings of this present time are not worthy to be compared with the glory which shall be revealed in us. 19For the earnest expectation of the creature waiteth for the manifestation of the sons of God. 20For the creature was made subject to vanity, not willingly, but by reason of him who hath subjected the same in hope, 21Because the creature itself also shall be delivered from the bondage of corruption into the glorious liberty of the children of God. 22For we know that the whole creation groaneth and travaileth in pain together until now. 23And not only they, but ourselves also, which have the firstfruits of the Spirit, even we ourselves groan within ourselves, waiting for the adoption, to wit, the redemption of our body. (Romans 8:18‑23). Por otra parte, la traducción de JND se ajusta a la primera acepción del significado de la palabra griega πᾶς pás (Strong G3956). Esta palabra es traducida en nuestra RVR60 como “todo” en Hebreos 1:22Hath in these last days spoken unto us by his Son, whom he hath appointed heir of all things, by whom also he made the worlds; (Hebrews 1:2); “todas las cosas” en Hebreos 1:33Who being the brightness of his glory, and the express image of his person, and upholding all things by the word of his power, when he had by himself purged our sins, sat down on the right hand of the Majesty on high; (Hebrews 1:3); “toda” en Hebreos 2:22For if the word spoken by angels was stedfast, and every transgression and disobedience received a just recompence of reward; (Hebrews 2:2); etc.