1 Crónicas 8
Aquí encontramos por segunda vez la genealogía de Benjamín (cf. 1 Crón 7,6-12), pero con un propósito muy especial. Nos lleva a Saúl y su familia (1 Crón. 8:33), a la realeza según la carne, cuya ruina veremos en 1 Crón. 10, y que debe ser reemplazada, según el patrón inmutable de Crónicas, por la realeza de David según la elección de Dios y los consejos de la gracia. Tenemos pocos comentarios que hacer sobre este capítulo. Ese pasaje oscuro, 1 Crónicas 8:6-7, parece ser una alusión a Jueces 20:43, si hemos de leer, según la nota marginal, “a Manukah”. Ya hemos hablado del versículo 13.
La habitación de Benjamín en Jerusalén, es decir, en la sede de la realeza, a la que Benjamín tenía derecho según su situación geográfica, se menciona en 1 Crón. 8:28-32. De Benjamín vinieron hombres poderosos de valor, capaces de sacar el arco, lo que aún no impidió que Saúl sucumbiera al arma que era la fuerza de su tribu y debería haber sido su propia fuerza contra sus enemigos. La naturaleza pecaminosa adornada con todas sus ventajas perece y ni siquiera por un instante puede resistir el juicio de Dios.