La victoria de José (Génesis 39)

From: Número 2
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Cuando José era joven ganó una victoria la cual cambió su vida. Él fue vendido como esclavo a Egipto. Pero el Señor estaba con él y le hacía prosperar. Cuando José fue hecho mayordomo sobre la casa de Potifar, (quién era capitán de la guardia de Faraón), Dios le bendecía y le ayudaba en todo lo que José hacía.
Entonces un día, José tuvo que tomar una decisión que iba a cambiar su vida.
La batalla
La esposa de Potifar hablaba con José para que él se acostara con ella para cometer fornicación. Pero José le contestó a ella diciendo “¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?”. La esposa de Potifar seguía tentándole a José y animándole a pecar. Un día estando sola, José entró a la casa, ella le agarró por la ropa para forzarle, pero José se soltó, le dejó su ropa y huyó afuera de la casa.
La estrategia
José hizo tres cosas distintas para ganar la batalla contra la tentación de pecar.
Primero, el confesó que era responsable a Potifar por sus hechos. Si José hubiera pecado con la esposa de Potifar, entonces hubiera deshonrado a Potifar y a sí mismo.
Segundo, José reconoció que el ceder a la tentación sería un grande mal y pecado contra Dios. Los principios de Dios acerca de la virtud y la justicia eran de importancia para José. Él no quería pecar contra Dios.
Por último, José huyó de la tentación. No trató de enfrentarla, ni combatirla, ni aplazarla, ni conquistarla. Simplemente, él huyó de la tentación. Al hacer esto admitió que él no tenía poder para resistir por sí mismo, sino que confió en que Dios le iba a defender.
La victoria
La victoria que José ganó sobre el pecado de inmoralidad no fue fácil de ganar; él fue acusado falsamente y encarcelado por un delito que no cometió. Pero a la vista de Dios él había ganado la victoria. Él ganó porque no confió en sus propios esfuerzos, sino en el poder de Dios, que sabe librar de tentación a los Suyos.
Como José, nosotros también tenemos que tomar una decisión en el momento oportuno. El mundo en todo lado no tiene por qué detenerse en sus concupiscencias: porque la inmoralidad es aceptada por muchos hoy en día. Pero los principios de Dios no han cambiado. La inmoralidad, o el adulterio, o la fornicación son todavía un gran mal y pecado contra Dios.
Comprados por precio
Nosotros hemos sido comprados por Jesucristo, el bendito Hijo de Dios. José fue vendido a Egipto, pero nosotros hemos sido comprados o redimidos de la muerte y del juicio. El precio que nuestro Redentor pagó por nosotros nunca jamás será conocido, ni comprendido. Él dio Su vida para que nosotros tengamos vida eterna. Así que ya no somos nuestros, sino que hemos sido comprados con la sangre que Jesús derramó en la cruz.
Consérvate puro
Nuestro deseo debe ser el de servir y honrar a Él quien murió por nosotros.
Él nos dio el Espíritu Santo para que more en nosotros (1 Corintios 6:1919What? know ye not that your body is the temple of the Holy Ghost which is in you, which ye have of God, and ye are not your own? (1 Corinthians 6:19)). Entonces, ¿Cómo debemos actuar? En Romanos somos instruidos a presentar nuestros cuerpos como sacrificio vivo a Dios (Romanos 12:11I beseech you therefore, brethren, by the mercies of God, that ye present your bodies a living sacrifice, holy, acceptable unto God, which is your reasonable service. (Romans 12:1)). Nuestras vidas, lo que decimos, lo que hacemos, aún lo que pensamos debe ser pera honra de Dios. Conservémonos puros tal como Él es puro (1 Timoteo 5:2222Lay hands suddenly on no man, neither be partaker of other men's sins: keep thyself pure. (1 Timothy 5:22); 1 Juan 3:33And every man that hath this hope in him purifieth himself, even as he is pure. (1 John 3:3)). Nuestras vidas deben ser tales que seamos santificados, útiles al Señor y dispuestos para toda buena obra (2 Timoteo 2:2121If a man therefore purge himself from these, he shall be a vessel unto honor, sanctified, and meet for the master's use, and prepared unto every good work. (2 Timothy 2:21)). Un vaso contaminado no sirve para los propósitos del Señor. Así que consérvate puro. “Sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio” (2 Pedro 2:99The Lord knoweth how to deliver the godly out of temptations, and to reserve the unjust unto the day of judgment to be punished: (2 Peter 2:9)).