El último capítulo, Levítico 27, nos permite saber lo que regulará de hecho cuando llegue ese día. Poco hay que decir ahora al respecto. En su mayor parte, trata del voto, como muestra de devoción al Señor. Esto puede tener varias formas; es decir, la dedicación en persona, en la propiedad y en lo que se entregó a la maldición (es decir, en el caso de sus enemigos dedicados a la destrucción). El punto principal en el que se insiste, y lo único que es necesario mencionar en este aviso superficial, es que todo se pone bajo el sacerdote primero, pero el sacerdote está sujeto a otro, de acuerdo con lo que en el capítulo se llama “tu estimación”.
Así, Moisés actúa como tipo del Señor Jesucristo en otra cualidad, y no simplemente como sacerdote. No se puede dudar de lo que eso es. En resumen, es el Mesías, el que se parece a Moisés, pero incomparablemente más grande que el legislador, cuando no será simplemente un hijo real de David vindicando Sus reclamos a la tierra en favor de Su propio pueblo, sino Jehová teniendo la única imagen digna de Sí mismo y de Su gloria. Ese mismo Jesús bendito que una vez descendió para lograr la expiación por ellos actuará entonces como el Juez de toda devoción. Entonces interferirá en cada cuestión en Su propia bondad y sabiduría perfectas, manteniendo a la gente no solo de acuerdo con la justicia, sino de acuerdo con la infinita misericordia de Dios mismo para siempre.