Como se dijo en la introducción, este Evangelio presenta al Señor Jesucristo como el Siervo perfecto de Dios. Ante la posibilidad de que alguien olvide quién es el que llevó a cabo la increíble condescendencia de convertirse en el Siervo obediente de Dios, Marcos abre su Evangelio con un séptuple testimonio de la grandeza de Su Persona. Así, aunque el Señor “tomó forma de siervo, hecho semejante á los hombres” (Filipenses 2:77But made himself of no reputation, and took upon him the form of a servant, and was made in the likeness of men: (Philippians 2:7)), debemos recordar siempre que hay que darle el respeto que Le corresponde.
EL TESTIMONIO DEL SIERVO MARCOS (versículo 1).— Bajo la inspiración del Espíritu de Dios, Marcos comienza afirmando enfáticamente que “Jesucristo” no es otro que “el Hijo de Dios”. “Jesús” es Su nombre como humano, indicando que Él era un Hombre real —en espíritu, alma y cuerpo—. “Cristo” es Su título oficial como Ungido de Dios, y “el Hijo de Dios” denota Su divinidad. Así pues, desde el principio de este Evangelio no nos queda ninguna duda sobre quién era Jesús de Nazaret.
EL TESTIMONIO DE LAS ESCRITURAS (versículos 2-3).— Además de un hombre que, bajo la inspiración del Espíritu, da testimonio de la Persona de Cristo, están las Escrituras proféticas que también dan testimonio de la gloria de Su Persona. Marcos cita dos pasajes de la Palabra de Dios, ambos relacionados con el primer advenimiento del Señor, que nos muestran Su gloria como Persona divina. Él dice: “Como está escrito en Isaías el profeta: He aquí Yo envío á Mi mensajero delante de Tu faz, que apareje Tu camino delante de Ti” (Malaquías 3:11Behold, I will send my messenger, and he shall prepare the way before me: and the Lord, whom ye seek, shall suddenly come to his temple, even the messenger of the covenant, whom ye delight in: behold, he shall come, saith the Lord of hosts. (Malachi 3:1)). Y también: “Voz del que clama en el desierto: Aparejad el camino del Señor; enderezad Sus veredas” (Isaías 40:33The voice of him that crieth in the wilderness, Prepare ye the way of the Lord, make straight in the desert a highway for our God. (Isaiah 40:3)). Estos pasajes se refieren al precursor del Señor, Juan el Bautista, pero al mismo tiempo vemos que Dios se dirige al Señor como Persona divina (versículos 2-3).
EL TESTIMONIO DE JUAN EL BAUTISTA (versículos 4-8).— Después de presentar a Juan el Bautista, Marcos añade inmediatamente su testimonio a la lista de testigos. Como lo muestran las citas de las Escrituras, la labor de Juan era “aparejar el camino del Señor”. Es decir, debía preparar el camino para que el Señor viniera a Su pueblo con bendición. Esta sería una preparación moral en sus almas, efectuada por el arrepentimiento, que los “aparejaría” para recibir al Salvador (Lucas 1:1717And he shall go before him in the spirit and power of Elias, to turn the hearts of the fathers to the children, and the disobedient to the wisdom of the just; to make ready a people prepared for the Lord. (Luke 1:17)) —pues, es triste decirlo, la nación en su conjunto estaba lejos de Dios (Marcos 7:66He answered and said unto them, Well hath Esaias prophesied of you hypocrites, as it is written, This people honoreth me with their lips, but their heart is far from me. (Mark 7:6))—. Juan bautizó a la gente arrepentida con la mira de que sus pecados fueran perdonados. Él no podía perdonar los pecados de la gente, pero podía bautizarlos en vista de Aquel que vendría y que podría perdonar sus pecados (Marcos 2:55When Jesus saw their faith, he said unto the sick of the palsy, Son, thy sins be forgiven thee. (Mark 2:5)). Por lo tanto, el bautismo de Juan era un “bautismo del arrepentimiento para remisión de pecados” (versículo 4). Marcos informa que “salía á él toda la provincia de Judea, y los de Jerusalem; y eran todos bautizados por él en el río de Jordán, confesando sus pecados” (versículo 5).
El aspecto de Juan, su comida y su vestimenta, todo indicaba la vida de un profeta ascético (parecido a Elías) que se había retirado de la sociedad en protesta por el bajo estado de la nación. Estaba “vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y comía langostas y miel silvestre” (versículo 6). Llevar una vida de austeridad “en el desierto” reflejaba la profunda preocupación de Juan por el triste estado de la nación. Esto le llevó a rechazar las comodidades de la vida y a vivir separado del pueblo como testimonio a sus conciencias de que las cosas entre ellos y Dios no estaban bien.
El mensaje de Juan respecto a la venida del gran Siervo-Profeta, comparándose con él mismo, fue que el Señor era infinitamente más grande. Él predicaba: “Viene tras mí el que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar encorvado la correa de Su calzado. Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero Él os bautizará con Espíritu Santo” (versículos 7-8).
EL TESTIMONIO DEL ESPÍRITU DE DIOS (versículos 9-10).— Cuando el Señor vino de Nazaret al río Jordán para ser bautizado por Juan, dos testimonios más del más alto orden lo identificaron públicamente como el Siervo perfecto del Cielo. El primero de ellos fue el Espíritu Santo. Marcos dice: “Y luego, cuando subía del agua, vio abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma que descendía sobre Él”. Así, el Espíritu de Dios demostró la aprobación del Cielo al Señor descendiendo sobre Él visiblemente (Juan 6:2727Labor not for the meat which perisheth, but for that meat which endureth unto everlasting life, which the Son of man shall give unto you: for him hath God the Father sealed. (John 6:27); Hebreos 1:99Thou hast loved righteousness, and hated iniquity; therefore God, even thy God, hath anointed thee with the oil of gladness above thy fellows. (Hebrews 1:9)).
Siendo que el bautismo de Juan era un bautismo de arrepentimiento, podríamos preguntarnos por qué el Señor querría ser bautizado por él —¡Él no tenía pecados que confesar!— El Señor se sometió al bautismo de Juan, no porque estuviera arrepentido, sino para identificarse con el remanente arrepentido de la nación cuya fe los hizo “los íntegros” de la tierra (Salmo 16:33But to the saints that are in the earth, and to the excellent, in whom is all my delight. (Psalm 16:3)).
EL TESTIMONIO DE DIOS EL PADRE (versículo 11).— El otro testimonio en el bautismo del Señor fue el del Padre mismo. Marcos dice: “Y hubo una voz de los cielos que decía: Tú eres Mi Hijo amado; en Ti tomo contentamiento”. El Evangelio de Mateo indica que el Padre habló a la multitud, declarando: “Este es Mi Hijo amado” (Mateo 3:1717And lo a voice from heaven, saying, This is my beloved Son, in whom I am well pleased. (Matthew 3:17)), mientras que aquí, en Marcos, habló directamente al Señor Jesús, diciendo: “Tú eres Mi Hijo amado”. Naturalmente, las dos declaraciones son verdaderas. La última afirmación muestra que los siervos de Dios deben servir con el sentimiento en sus almas de que son amados por Dios y de que están haciendo Su voluntad.
EL TESTIMONIO DE LA PERFECCIÓN SIN PECADO DEL SEÑOR (versículos 12-13a).— Marcos aporta otro testimonio: la perfección sin pecado del Señor. Dice: “Y luego el Espíritu le impele al desierto. Y estuvo allí en el desierto cuarenta días, y era tentado de Satanás”. El hecho de salir victorioso después de estar bajo tan intensa tentación sólo puso de manifiesto el hecho de que el Señor era sin pecado, y por lo tanto, perfecto. No podía pecar y no pecó (1 Juan 3:55And ye know that he was manifested to take away our sins; and in him is no sin. (1 John 3:5); 1 Pedro 2:2222Who did no sin, neither was guile found in his mouth: (1 Peter 2:22)). Esto lo distingue de todos los demás hombres como Persona divina.
Algunos dicen que el Señor pudo haber pecado, pero que se guardó de hacerlo. Sin embargo, decir que el Señor tenía una naturaleza propensa al pecado, pero que la contuvo de actuar, es una blasfemia.
EL TESTIMONIO DE LA CREACIÓN SUPERIOR E INFERIOR (versículo 13b).— El último testimonio que Marcos menciona es el que provino de las criaturas pertenecientes tanto a la creación superior como a la inferior. Cuenta que el Señor estaba allí “con las fieras; y los ángeles le servían”. Las fieras son parte de la creación inferior, y los ángeles son parte de la creación superior. Tal como Marcos está a punto de mostrarnos en su Evangelio, mientras los hombres se negaban a reconocer al Señor por lo que Él era (el Creador y Sustentador del universo), otras criaturas le reconocían y lo demostraban estando con el Señor —los ángeles también le servían.
Así, Marcos comienza su Evangelio dándonos amplio testimonio de la grandeza del Señor Jesucristo.