Mateo 11:25-30: Descanso

Matthew 11:25‑30
Quizá algunos han usado el yugo: un aparato de madera que une a dos animales para que aren o trabajen juntos. En ocasiones, con el yugo se unce dos animales: uno amaestrado y otro menor que todavía no lo ha sido, para que siga la dirección del mayor. Así el uno cede su voluntad al otro para que guíe a la pareja en el trabajo. Dios también nos habla de un yugo en Su Palabra: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:29). Descanso, aquel descanso verdadero no el que dura tan solo un día, lo hallamos cuando aceptamos la voluntad de nuestro Señor: el yugo. Pero lastimosamente, muchas veces luchamos contra Su yugo pensando que será gravoso y difícil de llevar. En algún rincón de nuestro corazón guardamos la idea de que somos mejores que Dios para planificar nuestras vidas. Veamos cómo Dios nos prepara para que nos sea fácil llevar Su yugo.
En el capítulo 11 de Mateo descubrimos que el pueblo de Dios rechazó a su Mesías. En vez de aceptarle de corazón por los milagros que Él hizo y la gracia que mostró querían matarle. Pero la respuesta de Jesús a tanta crueldad nos da una enseñanza perfecta de cómo aceptar el yugo de Dios, ya que después de todo lo acontecido dijo: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra ... Sí, Padre, porque así te agradó” (Mateo 11:25-26). Lo que salió de Sus labios fue alabanza para el Padre y una aceptación total de Su voluntad. Cristo como hombre perfecto obedeció al Padre en todo con gozo total y sin una sola queja, pues sabía que Le amaba y que tenía poder absoluto para controlar todas las circunstancias. Así que aquello que acontecía tan solo serviría para que Su pueblo tenga una mejor revelación; y aunque sintió un completo rechazo de Su pueblo, pudo dar gracias porque el Padre recibiría más gloria a través de las circunstancias; así mostró Su mansedumbre y humildad: un ejemplo perfecto para nosotros.
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). El primer paso para hallar descanso es simplemente ir a Él para recibirlo. Alguien que trata de cumplir la ley para agradar a Dios siempre estará trabajando y muy fatigado sin la menor idea de lo que es descanso espiritual. Cuando vamos a Él y dejamos nuestros cargas y fatiga a Sus pies, entonces hallamos una profunda paz que Él nos brinda y salimos de una vida de obligación para caminar en la luz de Su gracia.
Pero pronto nos damos cuenta de que los hábitos que antes teníamos nos han seguido y por eso otra vez empezamos a buscar nuestra propia voluntad en las cosas pequeñas de la vida. Entonces obramos como un buey joven que quiere correr por el campo sin trabajar para su amo y nos alejamos de Dios, pero caemos en una sequía espiritual y nos sentimos fatigados de nuevo. Sin embargo, Dios se acerca para mostrarnos Su corazón de amor y nos pide que aceptemos Su yugo; ya que si actuamos como mansos caminaremos en Su temor y llegaremos a conocerle mejor y gustar cuán bueno es. Es una lástima que muchos piensen que pueden aprender de Dios poco a poco y finalmente confiar lo suficiente como para llevar Su yugo; pero Dios en realidad nos pide lo contrario, que primero aceptamos Su voluntad, es decir Su yugo, y entonces aprenderemos sobre Su carácter, pues Dios siempre nos pide primero nuestro corazón y luego lo llena con Su amor y conocimiento. Es entonces cuando llegamos a reconocer la verdad de lo que Él dijo: “Mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:30). Así que aquello que tanto temíamos resulta ser el camino más fácil y gozoso para estar en Su presencia; pues ciertamente no es que las circunstancias de la vida sean más fáciles, sino que tenemos una vida gozosa en el Señor y obramos con la nueva naturaleza que recibimos como miembros de la familia de Dios y por eso ya es mucho más fácil.